Botiquín de plantas, medicina viva
¿Qué puedo tomar si me duele la panza? ¿Y si tengo migraña? ¿Cómo lo preparo? ¿Cuántas cucharaditas en cuánto de agua? Mil preguntas, mil respuestas en este libro completísimo para aprender a armar un botiquín de yuyitos salvadores. «La naturaleza guarda todavía una inmensidad de secretos, pero algunos ya nos lo reveló. Entre ellos, el secreto del poder sanador de las plantas», dicen, en esta nota, Isabel Serdiuk, ingeniera agrónoma, y su hija, Marina Córdoba, magíster en Salud Mental.
Por Soledad Sgarella para La tinta
La ilustración de Tule Elizondo para la tapa y contratapa del libro lo dice todo: una cocina que podría ser de cualquiera de nuestras casas, una mesa, una pava, una biblioteca y plantas, muchas plantas. Se ven afuera, en un patio, entre las ollitas de barro en la alacena, colgantes en las ventanas, al lado del termo y el mate.
“A veces, tenemos malestares y dolores que queremos mitigar y son los amigos yuyos los que tienen la clave”, dicen, en la introducción de Botiquín de plantas, medicina viva, sus autoras. Isabel Serdiuk es ingeniera agrónoma de la UNC, especialista en nativas medicinales y aromáticas. Docente jubilada y activista barrial, se dedicó toda su vida a conversar y aprender de -y con- las plantas, y a enseñar, tanto en la universidad como en diferentes espacios territoriales. Su hija, Marina Córdoba, es comunicadora social y magíster en Salud Mental (también de la UNC), experta en procesos de gestión del cambio, facilitación de procesos de conversación colaborativos y educadora. Con un equipo al que agradecen y el asesoramiento de la doctora Zuriñe Carignano Parra, médica y fitoterapeuta, hace unos meses, lanzaron este libro que es una práctica y completa guía, cuyo principal objetivo es que quien lea encuentre “respuestas simples -y germinadas en el corazón de la naturaleza- a una dolencia. Es decir, a ese qué. Para, luego, avanzar en el aprendizaje del cómo, cuándo y cuánto. Resumimos los males más comunes, cómo tratarlos y cómo tener tu botiquín vivo en tu patio, balcón o jardín”.
En diálogo con La tinta, Isabel cuenta que, hace años, quería concretar la idea y plasmar todo lo que aprendió desde la ciencia y desde el trabajo en territorio, y, con la jubilación y la pandemia, llegó ese tiempo también. “Mi hija me ayudó a estructurar y le dio método a la escritura, además de aportar la parte del relato, la prosa. Por otro lado, le íbamos contando a amigos y conocidos sobre la idea, y todos nos impulsaban a seguir, así que estamos muy contentas de haberlo materializado y, encima, con Ecoval, que es la mejor editorial que tenemos, te diría, en Argentina… ¡Así que un lujo!”, cuenta con entusiasmo.
¿Por qué está pensado en relación a las afecciones por sistema?
“La literatura relacionada con plantas, habitualmente, se ordena en función a las especies”, explican desde el equipo y agregan: “En este caso, queríamos que el libro tuviese un enfoque práctico y accesible, de consulta. Por eso, nos pareció buena idea tomar como modelo los manuales procedentes de las áreas médicas. Estos siguen una lógica distinta: están ordenados por sistemas y sus correspondientes enfermedades. Así, buscando el órgano donde se tiene el problema, se accede a los posibles tratamientos para su afección”.
Además, la publicación tiene un componente fuertemente didáctico: “Queríamos hacer algo para que la gente se enganche: cortarlo con frases, reflexiones y juegos; nos pareció una buena opción. Por otro lado, somos docentes y llevamos con nosotras esto de enseñar. ¡Y qué mejor que jugando!”, explica Isabel.
Las cinco básicas
Si bien, en el libro, la gran mayoría son plantas nativas de la región centro de Argentina, las especialistas cuentan que decidieron incluir algunas otras especies no autóctonas que son muy usadas y que hace años ya son parte de nuestros paisajes, como el tilo, el romero o la manzanilla, entre otras. “Buscamos plantas que, en lo posible, estén a nuestro alcance, sean fáciles de conseguir y, mejor aún, las podamos cultivar y tener en casa. Las ‘exprimimos al máximo’ y encontrarán que, si las usamos diferente (o alguna parte en especial: su tallo, su hoja, su flor), sirven para distintas molestias”, añaden.
Les pedimos a las autoras que seleccionaran las cinco plantas que no pueden faltar si queremos empezar con nuestro botiquín y estas son las elegidas:
La peperina
“Es el símbolo de Córdoba y cura muchas cosas”. Originaria de las zonas templadas de Sudamérica, desde Colombia y Venezuela hasta Argentina. Aquí, desde San Luis hasta Jujuy. En Córdoba, la encontramos al amparo de algún árbol o en las laderas sur de las sierras; prefiere suelos ligeros, levemente alcalinos.
Tips para reconocerla: pequeño arbusto ramoso, generalmente no sobrepasa el metro de altura, muy aromático, con flores blanquecinas.
Cómo cultivarla: se propaga por semilla, estacas semileñosas y herbáceas. También por acodo.
Comentarios/curiosidades: tiene una leve acción anafrodisíaca, o sea, disminuye los impulsos sexuales.
Para la artrosis, infusión de la parte aérea. Entre 15 y 20 g por litro.
Para la diarrea, infusión de 10 g de hojas y tallos tiernos por litro.
El berro
“Además de alimentarnos en exquisitas ensaladas, es un aliado de nuestra salud”.
En Argentina, está en casi todo el país. En Córdoba, también en toda la provincia prácticamente, siempre asociado al agua. No tanto en grandes ríos, sino en pequeños arroyos.
Tips para reconocerla: hierba perenne acuática, con tallos huecos de hasta 60 cm y flores blancas.
Cómo cultivarla: solo se propaga, crece y se multiplica si hay agua en movimiento y limpia.
Comentarios/curiosidades: es una de las mejores fuentes vegetales de vitamina A, C, B y sales minerales. Sus semillas se usan como condimento con un sabor similar a la mostaza.
Para la diabetes, como ensalada fresca.
Para la artritis, consumir fresco o aplicar la planta fresca como cataplasma en la zona dolorida.
El llantén
“Es un humilde ‘yuyito’ que está en todas partes y muy útil para varias dolencias”. Originario de Europa, Asia y norte de África, y difundido en todo el mundo. En Argentina, lo encontramos en casi todo el país. En Córdoba, es fácil encontrarlo en lugares con suelos modificados y algo húmedos.
Tips para reconocerlo: planta anual o perenne, de baja altura, hojas dispuestas en roseta. En medio de la rosita, aparecen los escapos florales y, en cada uno, una espiga verde amarillenta.
Cómo cultivarlo: se propaga por semillas. Plantines jóvenes resisten al trasplante.
Comentarios/curiosidades: sus hojas se pueden consumir crudas, en ensaladas, o cocidas, en guisos o sopas.
Advertencias: personas embarazadas o con hipotensión arterial, NO consumir.
Para los ojos, infusión con hojas, aplicar gotitas como colirio.
Como antifebril, infusión de 20 g por litro de sus hojas.
Para colesterol alto, infusión de 40 g por litro. Tomar durante varios días.
Para picaduras de insectos, hacer cataplasma con sus hojas.
El incayuyo
“Es de las zonas más áridas y, sin embargo, nos regala su perfume y nos cura”. Crece en regiones tropicales y templadas de América y África. En nuestro país, se encuentra silvestre en las zonas semiáridas. En Córdoba, al oeste de las sierras y en el noroeste.
Tips para reconocerlo: arbusto aromático, subleñoso, con flores blancas o rosadas.
Cómo cultivarla: se propaga por estacas herbáceas y semileñosas, y también por semillas.
Comentarios/curiosidades: crece muy bien en tierra seca y pedregosa, recomendado para parques y jardines. De aspecto agradable, aromatiza el entorno.
Advertencias: NO recomendado en niñes, personas embarazadas ni con enfermedades neurológicas.
Para la acidez, se recomienda, sobre todo, si es por trastornos de origen nervioso, tomar infusión de 25 g por litro.
Para el dolor de estómago, infusión de hojas y tallos tiernos.
Para amenorrea, infusión de la parte aérea, con o sin flores. Hasta cuatro tazas al día.
La ortiga
“Que, además de abonar el terreno, nos ayuda muchas veces”. Introducida de Europa y naturalizada en todo el mundo. En Argentina, está prácticamente en todo el país. Cercana a la presencia humana, prefiere suelos fértiles.
Tips para reconocerla: planta anual o perenne, toda la parte aérea está recubierta de pelos urticantes. Crece, sobre todo, en otoño-invierno.
Cómo cultivarla: se propaga por semillas.
Comentarios/curiosidades: se puede consumir cruda, frotando un poco las ramitas para eliminar los pelos urticantes, también en sopas y guisos. Se pueden envolver, con sus hojas frescas, trozos de carnes, frutas o verduras para conservarlas, aunque por poco tiempo. También se la utiliza para la elaboración de cervezas y como abono, aprovechando su alto contenido de clorofila.
Advertencia: NO la deben consumir personas con problemas cardíacos, renales ni con gastritis, tampoco embarazadas.
Para sabañones, lavar con decocción de ortiga en salmuera.
Para hipertensión arterial, infusión de la parte aérea de toda la planta, 20 g por litro.
Para las hemorroides, baños de asiento con decocción bien concentrada, entre 10-30 g por litro.
Para consultas, sugerencias y para adquirir el libro: botiquindeplantas@gmail.com
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: La tinta.