“El pueblo saharaui vive en una resistencia diaria”

“El pueblo saharaui vive en una resistencia diaria”
14 octubre, 2022 por Leandro Albani

En La tinta, hablamos con Juan Soroeta, profesor vasco de Derecho Internacional Público y especialista en la situación del Sahara Occidental y la lucha de su pueblo por la independencia.

Por Leandro Albani para La tinta

Juan Soroeta, profesor titular de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad del País Vasco (UPV), es claro cuando habla del Sahara Occidental y de Marruecos, el Estado que ocupa ilegalmente gran parte de un territorio que le pertenece al pueblo saharaui. Sobre este pueblo, dice que su resistencia crece día a día. Sobre la monarquía marroquí, controlada con puño de hierro por el rey Mohammed VI, asegura que es una bomba a punto de explotar. Y esa explosión, según Soroeta, no solo afectará a África, sino a una buena parte de Europa, donde Francia y España son los aliados internacionales de un Estado policial que somete a saharauis, rifeños y a los propios marroquíes sin ningún tipo de distinción.

En diálogo con La tinta, el también presidente de AIODH (Asociación Internacional para la Observación de los Derechos Humanos) se refiere al conflicto que desde hace más de cuarenta años enfrenta al Frente Polisario, representante legítimo de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y al régimen marroquí, un ocupante ilegal con características similares -y escalofriantes- a las que Israel aplica al pueblo palestino o Turquía a la población kurda en su territorio.

La historia de los y las saharauis está marcada por la colonización española y posteriormente la marroquí. En el medio, una guerra entre el Frente Polisario y el reino alauita que finalizó en 1991 con la promesa internacional de la celebración de un referéndum de autodeterminación, que le permitiría a la población del Sahara Occidental –la que vive bajo ocupación y la que se encuentra desplazada desde la década de 1970 en los campamento de Tinduf, en el sur de Argelia- decidir si optaban por la creación de su propio Estado independiente o seguir bajo la administración marroquí. Ese referéndum nunca se realizó. Las trabas puestas por Marruecos, Francia y España fueron la principal razón para que suceda esto.

Juan Soroeta Sahara Occidental la-tinta
Imagen: Juan Soroeta, profesor titular de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad del País Vasco.

Desde el 2020, el conflicto bélico se reavivó y el Frente Polisario anunció que sus armas estaban, otra vez, en el centro de la lucha política. La guerra actual, con repercusiones mínimas en los medios de comunicación internacionales, no parece tener un final cercano.

Justicia a medias

Desde hace varias décadas, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), su Consejo de Seguridad y el Tribunal Internacional de Justicia emiten resoluciones y sentencias judiciales que avalan la creación de un Estado saharaui independiente. Este derrotero político-judicial, junto a las permanentes campañas de concientización y denuncias por parte del Frente Polisario, permitieron que el Sahara Occidental sea reconocido como Estado por más de 80 países e integre la Unión Africana (UA).

Así y todo, buena parte del territorio histórico saharaui sigue ocupado por Marruecos. Soroeta resume los vaivenes de esta historia: “Desde las resoluciones en la década de 1950 en la Asamblea General de la ONU hasta que España se marchó del territorio y hasta ahora, se sigue reivindicando el derecho del pueblo saharaui. Después de 15 años de guerra, en 1991, se llegó a un acuerdo que obtuvo el visto bueno del Consejo de Seguridad para la celebración de un referéndum con una pregunta que era independencia o integración, con un censo que ya está hecho por Naciones Unidas. La única razón por la que no se hace el referéndum es porque Francia veta, en el Consejo de Seguridad, cualquier solución”.

Soroeta explica que, en el derecho internacional, hay dos vías de soluciones en el marco de la ONU. El primero se basa en el capítulo sexto de la Carta de Naciones Unidas, titulado Arreglos pacíficos de controversias, que implica que el organismo internacional acompañe a las partes en conflicto para que una negociación llegue a un acuerdo. Entre Marruecos y el Frente Polisario, “esto ya se consiguió”, asevera el profesor de la UPV. Y agrega: “Desde el momento en que Marruecos, en el año 2000, dijo que nunca iba a aceptar un referéndum de autodeterminación, el capitulo sexto murió. Entonces, la forma es el capítulo séptimo y que el Consejo de Seguridad apruebe una resolución en la que diga que el propio organismo va decidir la celebración del referéndum, va a realizar un censo de la población y va a hacer respetar el resultado a las partes. Pero ahí aparece Francia y veta. Esto lo hace sistemáticamente desde 1990”.

En esta historia, recuerda Soroeta, “la Corte Internacional de Justicia dejó claramente establecido que la forma de resolver el conflicto es mediante un referéndum de autodeterminación”. A su vez, existe una estancia judicial que el Frente Polisario comenzó a utilizar en 2002, cuando presentó denuncias en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) para frenar los acuerdos de pesca y comercio con los cuales Marruecos comercializa la producción extraída del territorio saharaui. En 2021, el TJUE anuló esos acuerdos, argumentando que la comunidad internacional no reconoce el territorio ocupado como parte de Marruecos

“Ya tenemos las dos sentencias, una para cada acuerdo, y estamos esperando la sentencia en Casación del Tribunal de Justicia –explica Soroeta-. Si se las confirma, supone un paso fundamental para los saharauis, porque dice que los acuerdos son nulos si no cuentan con el visto bueno del pueblo saharaui, que debe ser manifestado por el Frente Polisario. Hay que ir por la vía jurídica, pero el problema es que Marruecos lo único que dice es que el Sahara es parte de su territorio y se acabó”.

Un Estado policial

Marruecos no solo ocupa el territorio saharaui. El Rif es otra región, en el norte de África, que controla con la venia de España, que fue la potencia colonizadora hasta bien entrado el siglo XX. Los y las rifeñas no se consideran marroquíes, sino que son bereberes que tienen su propia lengua –dividida en varios dialectos- y cultura.

El reino de Mohammed VI, por supuesto, no muestra ningún interés en resolver los conflictos saharaui y rifeño. “Salvando las distancias, es lo que hace Israel en Palestina. Hay resoluciones, dictámenes de la Corte Internacional y, así y todo, sigue colonizando el territorio palestino –remarca Soroeta-. En el caso de Marruecos, que está ubicado estratégicamente, pero es un país pequeño, es una bomba de relojería”.


En el Rif, según el docente de la UPV, las tensiones con Rabat siempre están latentes. Las masivas protestas que, en 2016, se dieron en la región, terminaron con la represión marroquí y juicios contra manifestantes, a los que les aplicaron penas de cárcel de 20 años a cadena perpetua.


Para Soroeta, no hay duda de que Marruecos es un “Estado policial”, donde la única respuesta a las demandas de saharauis y rifeños es la represión y los juicios “teatrales”, en los cuales se condena a las personas sin ningún tipo de pruebas. Esta metodología quedó expuesta en 1990, cuando el periodista francés Gilles Perrault publicó el libro Nuestro amigo el rey, donde detalla el sistema opresivo llevado adelante por el rey Hasan II, padre del actual monarca marroquí.

“Marruecos es el mayor puerto de entrada de droga hacia Europa. El tema de la inmigración es organizada por Marruecos. Es un Estado policial. Yo he estado en los territorios saharauis ocupados como ciudadano internacional y ahí no se mueve nadie sin que lo sepa la policía. Es imposible que una embarcación salga de las costas saharauis o de Marruecos, y que no lo sepa la policía. Es más, eso está organizado por la policía”, grafica el académico.

¿Plan de autonomía?

A principios de este año, el gobierno del presidente español Pedro Sánchez manifestó su apoyo al denominado “plan de autonomía” impulsado por Marruecos para todo el territorio saharaui. En realidad, la revelación fue hecha por la propia monarquía marroquí, que difundió una carta del mandatario español apoyando esta iniciativa. Para Marruecos, el hecho de que la correspondencia diplomática es secreta no importó. Para España, lo que ocurrió fue un golpe directo en sus relaciones diplomáticas y comerciales con Argelia, el principal país de África que apoya al pueblo saharaui.

“Cualquiera que conozca Marruecos, sabe que una autonomía es una utopía, una quimera absoluta –asevera Soroeta-. Lo digo abiertamente: España está apoyando la ocupación militar de Marruecos en el Sahara Occidental. La autonomía puede ser una opción dentro de la autodeterminación, en una consulta que también esté la independencia. Autonomía sí o autonomía no, no es autodeterminación. Un pueblo puede elegir convertirse en un Estado independiente o integrarse a un Estado, que puede ser como el Estado español, que es descentralizado, o el de Marruecos, ultracentralizado. Pero la autonomía no deja de ser la misma versión que la integración”.

Aunque públicamente España siempre manifestó su apoyo al referéndum de autodeterminación, en la realidad, nunca cumplió sus obligaciones de “potencia administradora” del territorio, luego de su huida intempestiva del Sahara Occidental en 1975.

El plan de autonomía fue anunciado con bombos y platillos por el reino de Marruecos, ¿pero existe realmente? La incógnita la revela el propio Soroeta: “No existe nada de eso, es una imagen que quieren dar. En el Plan Baker II (propuesto por la ONU en 2003), se preveía que iba a ver una autonomía en el territorio, después unas elecciones en que podían participar y ser elegidos los saharauis que habían sido incluidos en el censo de Naciones Unidas. Era una autonomía en muchas materias y, al finalizar esos cinco años, se celebraría un referéndum de autodeterminación, en el que iban a participar los saharauis y los residentes marroquíes. En ese momento, el número de marroquíes más que duplicaba el número de saharauis”.

El Frente Polisario aceptó la propuesta, pero Rabat la rechazó. ¿La razón? Según cuenta el académico vasco, los y las saharauis dijeron que, si tenían cinco años de autonomía, iban a convencer a la población marroquí que vive en el territorio del Sahara ocupado para que se sumen al nuevo Estado independiente. “Cuando le preguntaron en el Parlamento francés a Peter Van Walsum, que fue un enviado del secretario general de la ONU en la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sahara Occidental), cómo era posible que Marruecos no aceptaba un plan que era claramente pro-marroquí, Van Walsum respondió que Marruecos no se fía del voto de sus propios ciudadanos”, resume Soroeta.

La guerra silenciada

“Es un arma de presión, al igual que otras”, dice Soroeta sobre la vuelta a las armas del Frente Polisario. “Los saharauis son conscientes de que nunca ganarían una guerra contra Marruecos, porque tiene uno de los ejércitos más poderosos de África y los saharauis tienen poca cosa –agrega-. Creo que a esto el Polisario lo tendría que haber hecho mucho antes, porque, en el 2000, cuando Marruecos dijo que nunca iba a haber un referéndum, los saharauis dijeron ‘dejamos las armas por las urnas’, pero si no hay urnas, entonces hay que volver a las armas”.

El esfuerzo constante del Frente Polisario por encaminar el futuro del Sahara Occidental por las vías diplomáticas se resquebrajó hace dos años. La violación por parte de Marruecos de la soberanía del territorio saharaui, liberado durante la guerra que duró hasta 1991, fue el detonante. “Tal vez, el contexto era mejor antes que ahora –arriesga Soroeta-, porque, con la guerra en Ucrania, cualquier conflicto se convierte en una cosa irrelevante. Ahora se ha hecho público algo que ya sabíamos desde la época de la construcción del muro de separación que divide el territorio ocupado del liberado: Marruecos colaboraba con Israel. Para la población marroquí, ha sido un descubrimiento, porque pensaba que la monarquía era la defensora de los derechos del pueblo palestino, pero resulta que está colaborando. Marruecos está utilizando armamento israelí, todo el muro está lleno de radares y de material de seguridad israelíes, está haciendo ataques con drones israelíes. Es una guerra totalmente desigual”.

Aunque el reino de Marruecos se percibe como un vencedor frente al pueblo saharaui, esa historia, cada día más, se asemeja a una ficción. Soroeta, que conoce de cerca el territorio ocupado, afirma que, en esa región, “ves a la gente en una resistencia diaria, con un compromiso diario”. Para el académico vasco, el pueblo saharaui que vive en los campamentos de refugiados en Tinduf está dispuesto a todo, pero a veces da la sensación de “que están medio adormecidos”. “Los que están en los territorios ocupados sufren la violación de sus derechos humanos todos los días. Y la resistencia, en vez de disminuir, va creciendo y eso no va a parar nunca”, destaca.

Esa resistencia permanente, para Soroeta, “siempre va a ser una fuente de problemas para Marruecos”, a lo que se suma la vía jurídica de la lucha, que “es una forma de complicarle la vida a la monarquía, sus relaciones con la Unión Europea y con los demás Estados”. Al considerar que Marruecos es un “polvorín”, el profesor de la UPV apuesta a que el conflicto interno en Marruecos sea favorable para el Sahara Occidental. “La Unión Europea tiene la teoría de que Marruecos garantiza la estabilidad, pero es un país que, de un día para el otro, se puede venir abajo –finaliza Soroeta-. El Rif es más de la mitad del país y de la población. Aparte, la monarquía marroquí es mal recibida en todas partes. Es evidente que la monarquía viola el derecho internacional y está integrada por matones”.

*Por Leandro Albani para La tinta / Foto de portada: Álvaro León – Flickr.

Palabras claves: guerra, Marruecos, Sahara Occidental

Compartir:

Siria naufraga en medio de las sanciones occidentales

Siria naufraga en medio de las sanciones occidentales
9 abril, 2025 por Redacción La tinta

Más de 100 días después de la caída de Bashar al-Asad en Siria, el país lucha por recuperarse tras 14 años de guerra. El proceso de transición política sigue estancado y la economía continúa desplomándose bajo las sanciones extranjeras, donde los primeros en sufrir son los y las ciudadanas comunes.

Por Santiago Montag, desde Siria, para La tinta

Siria parece no poder levantarse desde el derrocamiento de al-Asad. El panorama es desolador: en Damasco, sus residentes solo tienen unas pocas horas de electricidad al día y otras zonas enfrentan condiciones aún peores; el precio del pan se ha multiplicado por ocho desde diciembre, condenando a la población al hambre; la gente hace cola durante horas para retirar los pocos billetes disponibles en los cajeros automáticos antes de que se agote el efectivo.

Los precios de la moneda y el combustible danzan al ritmo de la inestabilidad. El flujo de importaciones aumenta, pero la escasez de dinero físico y la falta de opciones de pago digitales significan que pocos sirios pueden permitirse comprar nuevos bienes, ya que el 69% de la población (14 millones de personas) vive por debajo del umbral de la pobreza. Las esperanzas iniciales, luego de la caída de al-Asad, se han visto frustradas por la falta de empleo y la destrucción generalizada del país.

En gran medida, estas dificultades económicas reflejan la destrucción causada por décadas de dictadura, guerra civil y meses de inestabilidad posterior al régimen. Sin embargo, las sanciones occidentales, impuestas por Estados Unidos y Europa, inicialmente destinadas a castigar a Asad por los crímenes contra la población siria, también tienen una responsabilidad importante. Estas sanciones han convertido a Siria en un Estado paria para las instituciones financieras, las empresas y la mayoría de los gobiernos que hayan considerado invertir en el país. Como resultado, Siria no puede importar fácilmente moneda física, tiene acceso limitado al sistema bancario global y lucha por generar ingresos por exportaciones, y, mucho menos, por asegurar la inversión necesaria para la reconstrucción urgente del país. Escuelas, hospitales, viviendas y otras infraestructuras siguen en ruinas.

Al mismo tiempo, muchos sirios han regresado a sus antiguos hogares en barrios bombardeados porque no pueden pagar el alquiler en las ciudades. Como resultado, viven en zonas sin servicios básicos como electricidad o agua potable. Otros permanecen en campos de refugiados debido a la guerra y al terremoto de 2023 en la placa de Anatolia. Otros han sido desplazados recientemente en el norte del país tras los enfrentamientos entre las fuerzas encabezadas por los kurdos y las milicias respaldadas por Turquía.

Para abordar estos problemas, las organizaciones humanitarias, que han asumido la responsabilidad de proporcionar desde servicios básicos hasta apoyo psicológico y rehabilitación de infraestructuras, corren el riesgo de perder financiación. Organizaciones vinculadas a la ONU, así como grupos como la Media Luna Roja Árabe Siria y Oxfam, están recibiendo menos recursos, lo que pone en peligro la supervivencia de miles de pobladores. Los donantes europeos, en una conferencia liderada por la Unión Europea (UE) este año, prometieron 5,8 billones de euros, mientras que, en 2024, sus promesas alcanzaron los 7,5 billones de euros, un recorte drástico.

El argumento para mantener las sanciones es obligar al presidente interino, Ahmad al-Sharaa, a adoptar una vía más liberal, alineada con Occidente. Hasta ahora, la UE ha suspendido algunas sanciones, pero esto no constituye una solución estructural. Países como Qatar se han comprometido a invertir en Siria solo si se levantan las sanciones. A menos que las sanciones se eliminen pronto, conducirán a una catástrofe económica que bloqueará cualquier perspectiva de construir un futuro para el país, libre de tensiones y violencia.

Fotogalería

siria-sanciones-mercado-puente-thawra
En Damasco, miles de personas se enfrentan a la pobreza. Las calles están repletas de puestos que venden todo tipo de artículos, como ropa de segunda mano, zapatos, cigarrillos, semillas traídas de Turquía, juguetes y baratijas. El trabajo infantil es frecuente en estas tiendas. Imagen: Santiago Montag.
siria-sanciones-vieja-ciudad-damasco
Imagen: Santiago Montag.
sanciones-siria-puente-al-hurryah
Imagen: Santiago Montag.
sanciones-occidente-siria-puente-al-hurryah
Imagen: Santiago Montag.
siria-sanciones-campo-refugiados-al-hol
En Al Hol, al noreste de Siria, al menos 50.000 personas siguen dependiendo de la escasa ayuda humanitaria internacional. El Grupo Blumont, financiado por USAID, ha renovado su financiación solo hasta septiembre de este año. Imagen: Santiago Montag.
siria-al-hawl-campo-refugiados
Imagen: Santiago Montag.
campo-refugiados-siria-al-hawl
Imagen: Santiago Montag.
siria-raqqa-campo-desplazados
Campo de desplazados en el Estadio Municipal Al Tabqa, en Raqqa. Miles de kurdos huyeron de los ataques en Sahba y Manbij a principios de diciembre. Ahora, dependen de la ayuda humanitaria, principalmente, de la Media Luna Roja Kurda. Imagen: Santiago Montag.
siria-raqqa-campo-refugiados
Imagen: Santiago Montag.
siria-cajero-automatico-damasco
Dos hombres están sentados frente a un cajero automático fuera de servicio en Damasco. Los cajeros automáticos están vacíos en todo el país. Para retirar efectivo, la gente debe salir temprano por la mañana y hacer largas filas. Imagen: Santiago Montag.
siria-damasco-vendedor-pan
Un hombre vende pan retirado de una panadería del gobierno. Estas panaderías proporcionaban pan barato a miles de sirios, pero muchas han sido destruidas durante la guerra. Las sanciones dificultan su reparación o reconstrucción, lo que genera largas colas para conseguir el alimento. Imagen: Santiago Montag.
siria-trabajadores-construccion-yarmuk
Obreros de la construcción en el campo de refugiados de Yarmuk reconstruyen edificios destruidos durante la guerra. Los salarios de los trabajadores no superan los dos dólares al día. Imagen: Santiago Montag.
siria-yarmuk-obreros-construccion
Imagen: Santiago Montag.
siria-obreros-edificio-yarmuk
Imagen: Santiago Montag.
Los suburbios de Jobar, Ghouta, Yarmuk, al-Hajar al-Aswad, Tadamon y otros fueron devastados por la guerra. Algunas de estas zonas son inhabitables, mientras que otras se están reconstruyendo lentamente. Imagen: Santiago Montag.
siria-escuela-al-quds-yarmuk
Un niño juega entre las ruinas de la escuela Al-Quds. En la pizarra, se lee la última clase de inglés, fechada el 18 de octubre de 2012. El sistema educativo necesita nueva financiación para restaurar la educación y la infraestructura de calidad. Imagen: Santiago Montag.
siria-al-hajar-al-aswad-peluqueria
Muchos sirios están restableciendo sus negocios en zonas devastadas por la guerra, pero no consiguen financiación adecuada de los bancos. Estos negocios se sostienen gracias al esfuerzo y la resiliencia de sus propietarios en las peores condiciones. Imagen: Santiago Montag.
siria-al-hajar-al-aswad-negocio
Imagen: Santiago Montag.
siria-familia-al-hajar-al-aswad
Cientos de sirios huyen de los altos alquileres del centro de Damasco hacia las afueras. La mayoría vive en zonas destruidas, sin agua ni electricidad, mientras soportan duros inviernos sin puertas ni ventanas. Imagen: Santiago Montag.
siria-familia-invierno-al-hajar-al-aswad
Imagen: Santiago Montag.
siria-palmira-reconstruccion-guerra
Un voluntario ayuda a reparar Palmira. La ciudad ha sido devastada por la guerra, pero también por la incapacidad de Asad para reconstruirla. Ahora, los ciudadanos están levantando las ruinas ellos mismos. Imagen: Santiago Montag.

*Por Santiago Montag para La tinta / Imagen de portada: Santiago Montag.

Suscribite-a-La-tinta

Palabras claves: Bashar Al Assad, Fotogalería, siria

Compartir: