Las cosas que salvamos en el fuego
La semana pasada, se estima que más de 20 mil hectáreas se quemaron, otra vez, en una Córdoba ecocida que no cuida lo poco de pulmón verde que queda. Los incendios forestales de Sierras Chicas y el Valle de Punilla dejan un saldo no solo a nivel forestal, sino en relación al desgaste físico y emocional de brigadistas, guardaparques y habitantes de las zonas afectadas. En esta nota, las palabras de quienes pusieron y ponen sus cuerpos para salvar a lxs demás, sus hogares, sus escuelas, la fauna y la flora de una provincia en desertificación. Un Estado ausente que se retira a las seis de la tarde y la noche de las brigadas, que abrazan el monte y la vida.
Por Soledad Sgarella para La tinta
Sigue sin llover. Ayer, martes, según el Observatorio Hidro-meteorológico de Córdoba, el índice de peligro de incendios mostraba un este provincial con riesgo muy alto y oeste y sur de la provincia con riesgo extremo, condiciones que parecen no acabar nunca o, por lo menos, hasta que se vengan las lluvias.
La semana pasada, más precisamente el jueves, mientras se quemaban miles de hectáreas por fuera de la ciudad, la circunvalación y las principales rutas provinciales estaban cortadas por la baja visibilidad y el peligro que la suspensión de polvo en el ambiente generaba, resultado de años de deforestaciones, desertificación y, claro, las cenizas. En una Córdoba donde nos queda menos del 2,8% de bosque nativo.
Salvar con lo que hay, salvar a lxs niñxs
Facundo es integrante de la Brigada Chavascate, de la localidad de Agua de Oro, en las Sierras Chicas, y hace 15 años es combatiente forestal. “Estuvimos cinco días combatiendo un incendio que ingresó por la zona de Huerta Grande y consumió gran parte de las sierras de acá de la zona, de Agua de Oro y Salsipuedes. Durante estos días, la Brigada se estuvo movilizando día y noche hacia diferentes partes de las zonas altas de las sierras, para lograr que el fuego no avance y no llegue a la parte más urbanizada, y, obviamente, para salvar el poco monte que queda”, cuenta en diálogo con La tinta.
El brigadista expresa algo que ya sabemos, pero que, al escucharlo de primera mano y después de tantos días de agobio, resulta aún más duro: “Fue y es un trabajo incansable en lugares de muy, muy difícil acceso, lo cual implica caminar mucho, más la dificultad también de hacer llegar comida y agua para mantenerse trabajando durante varias horas. Nosotros, como brigada, no tenemos el apoyo del Estado, tenemos el apoyo y la colaboración de la comunidad”. Facundo agradece que en este último incendio hubo una gran respuesta comunitaria, muchas donaciones para tener alimentos todos los días y algunos depósitos a la cuenta con lo que -explica- se siguen equipando con la ropa y las herramientas que necesitan para combatir los incendios. Pero falta mucho.
Con los cuarteles de bomberxs hay diferentes realidades y con algunos hay relaciones más fluidas, hay integración y apertura para trabajar mancomunadamente. Una de las diferencias principales tiene que ver con los recursos: “Nosotrxs nos vamos equipando de acuerdo a la colaboración de la comunidad, entonces, por decir, no tenemos ni siquiera un vehículo propio, las dos camionetas con las cuales nos movemos son camionetas particulares de dos miembros de la brigada. Y, entonces, es importante coordinar con los bomberos que tienen algunos equipos: por ejemplo, un kit forestal, que es un equipo que consiste en una bomba y un tanque de agua y mangueras que nosotros no tenemos. Eso es muy caro, nos encantaría y estamos atrás de eso, pero no tenemos el dinero. El kit se monta en la caja de una camioneta, vos te acercás a un incendio y tirás las líneas de manguera, y podés atacar un frente con la presión del agua, que es muy diferente que trabajar con las mochilas de espalda que tenemos y que son mochilas que tiran agua y que son para caminar y meterse. Son cosas que ojalá un día tengamos”.
Desde Chavascate, comparten que, la semana pasada, mientras trabajaban en la zona de Las Leñitas, Los Laureles, la zona de La Estancita y Las Perdices, “bajamos para buscar otro ingreso para atacar el fuego y apareció un foco muy grande en la zona de La Pampa, Ascochinga. Cambiamos entonces el rumbo y nos fuimos para esa zona, que es una zona de interfases (lo que significa que es un lugar donde hay mucho peligro de que se quemen viviendas). El fuego estaba muy cerca de hecho y estaba al lado de una escuela que se llama La Lucena, que es una escuela de educación ambiental. Justo en ese momento, estaba lleno de niñxs, había como cuarenta y pico en el río, y el fuego muy cerca de ellxs, estaban en pánico y no se animaban a salir. Se había hecho un tremendo incendio que, finalmente, se fue para la zona de Santa Catalina, San Jorge. O sea, en muy poco tiempo, se hizo muy larga la línea de fuego, de kilómetros. Fue una situación de tensión, hubo que parar ese fuego y sacar a lxs chicxs, y que ningunx salga lastimadx”.
La evaluación de Facundo es que pudieron hacer un trabajo coordinado entre las brigadas de las Sierras Chicas, que pudieron organizarse e ir articulando en cada momento, de acuerdo a la gravedad de la situación, de acuerdo a las prioridades y las necesidades para asistir o para dar una mano. “La verdadera realidad de las brigadas es que somos personas comunes y corrientes, digamos que tenemos nuestras vidas, familias, trabajos. Que estamos dando mucho, que nadie cobra nada, que estamos siempre disponibles en nuestro territorio para acudir y dejamos de hacer lo que estamos haciendo, y, bueno, ahí estamos. Y hay muchas formas de colaborar, no todo es estar adentro del fuego. Desde afuera, se puede hacer un montón para que nosotros podamos funcionar cada vez mejor”, cuenta Facundo.
No dejaron que se queme, pero no hacemos nada para que no se queme
Joaquín Piedrabuena es guardaparque de la Reserva Natural Vaquerías de la UNC. Los textos que publicó en sus redes, sobre el incendio originado en Huerta Grande, estuvieron dando vueltas en diferentes sitios y muchxs se hicieron eco de sus palabras. Joaquín expresó que hay mucho para decir, pero eligió un aspecto en particular: los basurales y, específicamente, los llamados depósitos de verdes.
“Tuvimos que escuchar al intendente de Huerta Grande, Matías Montoto, contar de manera muy natural que al incendio lo habrían originado dos menores en el depósito de verdes del municipio. Es importante ver quién lo originó, pero más importante es desnaturalizar que los municipios se encarguen de un servicio totalmente absurdo como la recolección de ramas, producto de desmonte para construir, o de podas, en su mayoría ornamentales. Esto se agrava cuando, además, las tratan como un residuo. ¡Por lo menos, si esas ramas fueran producto de control de exóticas!”, dijo Piedrabuena. En ese sentido, el guardaparques hizo hincapié en la responsabilidad de lxs vecinxs de tomar responsabilidad de tales residuos dentro de los propios domicilios para la prevención de los incendios. “El incendio casi llega a la Reserva Natural Vaquerías. Gracias al trabajo de mucha gente hermosa, pudimos pararlo. La alegría nos dura poco porque, a esta hora, las sierras siguen ardiendo”, agregó, agradeciendo a las brigadas y al cuartel de Río Ceballos.
El Estado se retira a las seis y persigue
“Nos parece muy importante que la comunidad sepa que el Estado, pasadas las 6 de la tarde, se retira de los lugares donde hay fuego”, explican desde la Brigada Forestal Chiviquín y agregan: “El Plan Provincial de Manejo del Fuego se maneja de esa manera, entonces no hacen guardia de ceniza ni control de perímetro y esa es una tarea que estamos realizando las brigadas forestales comunitarias. Estamos laburando de noche, donde no hay nadie. El Estado está completamente ausente y somos nosotrxs lxs que venimos garantizando todos estos días que no se haya extendido el fuego. Hemos protegido bastante monte del poquito que nos queda y nos parece muy importante que las personas puedan saber que lo que dice el Estado, que los bomberos están haciendo laburo nocturno, es falaz, es una mentira, no están”.
Para corroborar esto, dicen, no hace falta más que preguntar a los dueños de campo, a los baqueanos de la zona. “Sus vínculos son con lxs brigadistas, quienes estamos ahí. Más allá de lo que dicen los medios hegemónicos de comunicación, la realidad es que el Estado no está presente, que a la seguridad la estamos garantizando la comunidad, algunxs organizadxs en brigadas y otros no”, afirman con contundencia.
Una de las brigadistas de la Chiviquín, Ana Reales, habla con La tinta: “El Estado no está actuando con rapidez. No estamos todavía en temporada alta de incendios y, sin embargo, hace más de dos meses que casi todas las semanas el riesgo es extremo. Hay un discurso desde el gobierno que dice que el 90% de los incendios son generados por el hombre y ahí también surge la pregunta: ¿pero qué hombre? ¿Qué personas causan esos incendios? Es real que una colilla puede generar un incendio, puede suceder. Pero hay un completo abandono de parte del Estado en cuanto a prevención. En las sierras, podemos observar empresas que trabajan o en el alumbrado público o en pavimento y demás, utilizando máquinas que generan chispas en esta época de riesgo, donde no hay ningún bombero, donde no hay medios de seguridad, donde no hay prevención. Asimismo, el tema de los basurales este año especialmente. Nos surge ahí la pregunta de quién causa los incendios y qué intereses hay. Queremos remarcar mucho la falta de políticas públicas sobre el cuidado del monte, sobre los incendios: hay muchas formas de prevenir y el Estado no lo está haciendo”.
Como explican, la mayoría de las brigadas que existen en la provincia de Córdoba son hijas de los incendios del 2020, cuando el Estado empezó a perseguir de manera más fuerte a lxs vecinxs organizadxs en la protección del monte, entonces la estrategia fue conformarse como brigadas forestales comunitarias “para poder acudir y para lo cual nos equipamos, nos formamos constantemente y tenemos toda una estructura montada para poder responder ante un incendio. Somos lxs guardianxs de nuestros territorios, de nuestras zonas y somos comunitarixs”.
En este sentido, la Brigada Chiviquín hace hincapié en que, desde su punto de análisis, desde donde observan y desde donde actúan, “mucho de esto -o todo- tiene que ver con el plan IIRSA, con la construcción de la autovía, con todo lo que está sucediendo con la persecución de quienes están defendiendo el monte de una u otra manera”. Respecto de eso, recuerdan que, hace dos semanas aproximadamente, la Legislatura aprobó el segundo anillo de circunvalación, que irá desde Juárez Celman hasta la ruta 53. “Lo que no han mencionado es cómo sigue eso. Ese tramo, por ejemplo, afecta a las Reservas de Unquillo y de Villa Allende. El tercer anillo de circunvalación está también ya en agenda para ser aprobado y el negocio sigue. El desarrollismo schiarettista sigue avanzando sobre los territorios y no solamente sobre los territorios del monte de las comunidades, sino también sobre el territorio de los cuerpos persiguiendo y judicializando a las personas que estamos defendiendo la vida”, concluyó Ana Reales.
Para realizar aportes a las brigadas forestales comunitarias, todos los datos necesarios aquí.
*Por Soledad Sgarella para La tinta / Imagen de portada: Natalia Roca para Brigada Inchín.