“Con las juventudes solas no alcanza y sin las juventudes no queremos”
Conversamos con Luna Pallás, Martina Turro y Greta Meishtri, integrantes de la Federación de Estudiantes de Secundaria (FES) de la ciudad de Córdoba, que se preparan para una nueva jornada del Ni Una Menos. Este viernes, salen a las calles para insistir sobre la necesidad de una real implementación de la Educación Sexual Integral y visibilizar el contexto de emergencia en situaciones de violencias y acoso en las escuelas.
Por Verónika Ferrucci para La tinta
Charlar con las pibas en la salita del Centro de Estudiantes, escuchar lo que tienen para decir, sus preocupaciones, lo que están viviendo, conocer por dónde pasan sus debates es siempre un ejercicio al que necesitamos, como sociedad, volver o llegar. Un timing de por dónde pasan algunas realidades, el recordatorio de que la voz de la pibada tiene que estar en agenda y es una voz con la que tenemos que conversar.
Luna estaba en 4° grado cuando, en 2016, fue el primer paro de mujeres; recuerda que fue vestida de negro al cole y que se sacó una foto con un cartel. Y desde entonces, sus búsquedas personales y su identidad están en diálogo con lo colectivo, en sus formaciones y deconstrucciones constantes. Martina dice que al concepto de feminismo lo adoptó de grande, a la vez que reconoce formas y aprendizajes en su familia que le hicieron pensar y tomar cierta posición ante la vida. El paso por espacios institucionales hizo mucho en la tarea de politizarla. “Para mí, ser feminista es una forma y una representación política, un modo de encontrarse y estar en este mundo”. Greta recuerda que de chica cuestionaba por qué no podía ser cura -tenía un tío que lo era- y la respuesta era que podía ser monja. Le gustaba ver una orquesta, pero siempre los directores eran hombres. “Yo le decía a mi papá: ‘Quiero ser directora de orquesta, pero no voy a poder porque soy mujer’”. Esos cuestionamientos, enojarse, leer a Mafalda, las charlas con su mamá y después entrar al centro de estudiantes le dieron voz propia como feminista.
La marea verde fue, sin dudas, un hito en la historia de nuestro feminismo reciente. “El 2018 también fue un hito en nuestras vidas, en ese momento, entendí cómo desde un lugar personal, como pibas en un cole, estábamos impactando y dándole fuerza a un proceso tan colectivo, ahí nos cambió la mirada. Estábamos en segundo año, yo me acuerdo de la toma del cole acá, en el Belgrano”, dice Greta y Martina vuelve sobre ese mismo momento: “Vivir el feminismo desde ahí fue entender la potencia que tenía la organización en la calle, que la política institucional se construye por fuera del Estado, la ley del aborto legal nos hizo darnos cuenta de que lo logrado fue, sobre todo, por las calles. Entendimos que esos procesos de construcción colectiva e intergeneracional fueron muy grosos y por eso hablamos de olas. Lo entendimos mientras lo vivíamos”.
“Después de esa conquista, muchas veces nos preguntamos: ¿y ahora por qué seguimos? Frente a la idea de que nos íbamos a desarticular, recordamos que el feminismo es una historia y es una política, y justamente porque hay posibilidad de transformación, estamos en esta de cambiar algo, porque los avances de la derecha no nos pueden encontrar desarticuladas”, agrega Luna.
Las tres coinciden en que son el resultado de una época, “no digo que estamos todas en la misma, la idea de que representamos a la juventud nos queda enorme. Somos una parte, que estamos haciendo algo, rosqueamos sobre feminismo y buscamos las formas de acercar a quienes no están en estas discusiones. Pero es inevitable, no somos casos aislados, estamos acá por los feminismos, que han sido una respuesta histórica a montones de violencias y desigualdades desde nuestras abuelas”, expresa Marti.
Luna Pallas es Secretaria General de la Federación de Estudiantes Secundarios (FES) y Secretaria de Género y Derechos Humanos en el Instituto Juan Zorrilla de San Martín; Martina Turro es Secretaria de Género y Diversidades de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano y Secretaria de Género y Derechos Humanos de la FES, y Greta Meishtri es Secretaria de Asuntos Externos en el Manuel Belgrano y en el equipo de género de la FES.
En la actualidad, 30 escuelas son parte de la FES; durante la pandemia, sostuvieron encuentros virtuales y, hoy, están volviendo a las asambleas generales y a tener espacios presenciales. “Somos pocos coles en la ciudad, también tenemos vínculo con la FES de Villa María y la Red de Secundarios Sierras Chicas, pero necesitamos expandirnos. Si bien hay un proceso de despolitización visible, nos convocan desde muchos coles porque quieren armar el Centro o reactivarlo porque con la pandemia no hubo más elecciones, por ejemplo; también hay profes y gente adulta que está manijeando en los coles donde se apagó la militancia”, detalla Greta.
Para Luna, la Federación canaliza las ganas, les da otro impulso, “ahí te das cuenta: ‘No soy la única loca que quiere militar’, hay otras compañeras que estamos en la misma y encontrarnos en la Federación nos fortalece”.
Tanto en el Zorrilla como en el Belgrano, están estrenando Secretaria de Género luego de la reforma del estatuto del Centro de Estudiantes como producto de una necesidad y resultado de procesos colectivos. “Sin una secretaria específica, quedaba muy corto el espacio que le otorgábamos en el centro a la agenda de género y derechos humanos, porque es muy amplia y nos sobrepasan; por ejemplo, marzo es muy intenso. Y si bien las secretarias los nombran en lo específico, pensamos los derechos humanos con perspectiva de género y a la inversa”, plantea Luna. Ahora van por la FES, para que también tenga su Secretaria de Género y Diversidades.
“No tenemos la ESI que nos gustaría”
La ESI sigue siendo un reclamo que no pierde vigencia, no quieren generalizar porque saben que en todas las escuelas hay profes que lo dan todo, que intentan y se esfuerzan por incorporar la perspectiva de género. Pero también son notables las resistencias, las ausencias de debates, formaciones y espacios. Pasa en muchos coles que no hay ESI, también están las escuelas católicas que se corren de la Ley y dan educación para el amor. Cada cole tiene sus particularidades y, para ellas, las juventudes como cultura activa deben ser parte de la definición de contenidos, espacios, medidas, etc.
“La ESI está desaprovechada, la transversalidad termina siendo un vacío legal para que no se dé y es nuestro derecho. Que las familias no se metan, que los equipos directivos estén de acuerdo y que haya profes formados. Queremos que lo último del feminismo esté en el aula, que no se dejen pasar las situaciones. En la pandemia, ni siquiera se dieron con especialistas, que era todo lo que podía haber del tema. Hoy, les que están en 3° casi que es su primer año en la escuela”, detalla Luna.
“Muchas veces nos piden que le demos talleres entre pares a primer año, pero si no me dieron a mí, no me mandás a trabajar con les más peques. Como Federación, también nos llaman para dar talleres en otras escuelas. La perspectiva de género es una perspectiva de cuidado, sienta las bases para pensar cómo estamos entre los grupos de amigues, en las relaciones interpersonales. Hace un tiempo, hubo pintadas misóginas en unos baños, entonces qué hacer ante eso, el que ve y no reacciona, cómo hacemos para llegar a quienes piensan lo que pintaron”, cuenta Marti.
“Ante la pregunta: ¿cómo es posible generar un cambio de conciencia? Nosotres decimos que con la ESI, porque es una educación para la vida y por eso tenemos que estar en la formación de esos contenidos. Cuando la escuela quiere dar ESI, nos tienen que preguntar qué nos pasa, tener una paleta de temas y que podamos elegir a partir de eso. Ya sabemos que un taller aislado una vez al mes no alcanza. Necesitamos más constancia y regularidad, podría ser una materia curricular, por ejemplo”, dice Greta.
Las formas de violencia en la escuela
Una pregunta constante que se hacen es: ¿cómo tocar sensibilidades y fibras de quienes no se conmueven con los femicidios o con situaciones de violencias de género que pasan en las escuelas? Están convencidas de que, ante las violencias que se generan dentro de la escuela, a los escraches, abusos y acosos, la salida es la ESI.
Para Luna, el caso de la denuncia por acoso en el IPEM de Agua de Oro y la imputación por femicidio a uno de los profesores denunciados es la forma más explícita de la violencia, la punta del iceberg. “Es una preocupación qué hacer ante las situaciones de violencias, cómo nos acercamos desde la secretaría y que sea un espacio cómodo para acceder y hablar, pero, a la vez, que tengamos las herramientas para acompañar”, agrega Martina.
Les llegan mensajes con consultas sobre qué se puede hacer, no solo de jóvenes, sino también de familias, y ellas reconocen que no están formadas para eso y la mayoría de las veces les excede. “Como FES, empezamos a mirar lo que vienen haciendo otras orgas, como el Centro de Estudiantes del Mariano Acosta en Buenos Aires, que armaron lista de consejeres estudiantiles para asistir en casos de violencia de género. Y lo tenemos que hacer porque es preocupante, si no lo hacemos nosotras, no lo hace nadie. Real, estamos en un contexto de emergencia”, explica Greta.
“Necesitamos las políticas además de las instituciones. Se está pensando en protocolos para los casos de acoso y abuso, pero no son claros, no están escritos, no se conocen. Nosotras damos respuestas de manera acotada, sin ser especialistas, no tenemos capacitaciones, es un bajón que una piba de 16 se tenga que ocupar de un caso de abuso. Y cuando son situaciones entre pares, ¿qué hacer con el pibe de 15 o 16 que abusó? No nos tiene que odiar, ¿cómo no dejarlo fuera? No somos nosotras las que nos tenemos que sentar con ese pibe y tampoco queremos que sea condenado socialmente. Con cada escrache, no solo se expone la intersubjetividad afectada, sino que al medio hay un montón de personas que se exponen. Las violencias que surgen a partir de eso no tienen control. Y se llega a los escraches porque muchas veces nadie hizo nada, sin medidas de contención y mejores protocolos, no van a dejar de existir”, plantea Marti.
“Somos el futuro, pero somos, más que nada, el presente. Tenemos problemas, los queremos visibilizar y solucionar, traemos soluciones además de problemas, el tema es que no nos dan bola. No reclamamos solamente, queremos estar en el laburo con la ESI. Con las juventudes solas no alcanza y sin las juventudes no queremos, necesitamos una alianza intergeneracional dentro del feminismo y dentro de las escuelas. No solo servimos para la toma de escuelas, el Centro de Estudiantes puede funcionar en redes con las instituciones”, plantea con muchísima claridad Greta.
Para Luna, está claro que el feminismo no nació en 2015, sino que ahí se visibilizó un proceso histórico inmenso, resultado de muchas generaciones. “Hoy, nos toca a nosotras usar esas bases y proteger esas conquistas que cuestionan los antiderechos para que no avancemos. Cuidar lo que conseguimos y, a la vez, pensar en nuevas cosas. Lo consolidado parecía imposible hace un tiempo, ahora hay que seguir pensando para adelante”.
La previa del 3 de junio es ese mismo viernes desde las 15:30 en el Belgrano para hacer los carteles para la marcha, acompañadas por la mística de cada año: playlist feminista, glitter, charlas, lecturas de poemas para salir desde ahí hacia la marcha.
*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Ana Medero para La tinta.