Costa Rica y el miedo a las futuras sombras de su nuevo presidente
Rodrigo Chaves fue electo el 3 de abril en segunda vuelta, representando al Partido Progreso Social Democrático (PSD). Es economista, un outsider de la política, que asume con el compromiso de un cambio radical frente a la política tradicional. “No le entregues las llaves a los mismos de siempre”, fue uno de sus lemas en campaña. Denunciado por acoso sexual, en alianzas con sectores conservadores evangélicos, representa a la derecha neoliberal. Conversamos con Mariana Porras Rosas, integrante de la Asociación Comunidades Ecologistas La Ceiba, para conocer más de cerca cómo están las cosas por la nación tica.
Por Verónika Ferrucci para La tinta
¿No les parece que tenemos poca disponibilidad de noticias sobre Costa Rica? Muy “pura vida”, el país que no tiene ejército, de las playas y los hoteles, los lujosos condominios privados donde vacacionan elites extranjeras, los parques naturales y paisajes bellísimos, los yates; el país “paraíso”. Claro, no toda la nación vive así. Actualmente, y no solo como consecuencia de la pandemia, Costa Rica está atravesando una crisis económica que golpea duro a los sectores más empobrecidos, como una foto que se replica en el mundo.
El actual presidente, el economista Rodrigo Chaves, es un outsider que llevaba viviendo muchos años fuera del país, vinculado a la academia y especializado en temas de pobreza en Asia. Trabajó mucho años en el Banco Mundial hasta que fue desvinculado por una denuncia de acoso sexual por parte de trabajadoras del organismo, entre 2008 y 2013, mientras él integraba el ente financiero. Su primer cargo político fue como ministro de Hacienda, entre 2019 y 2020, en el gobierno de Carlos Alvarado; Chaves renunció a los seis meses de asumir. El ahora mandatario no aparecía como uno de los favoritos cuando empezó la campaña electoral, incluso para la primera vuelta.
El PSD, con el que se presentó a elecciones, existe legalmente desde 2018. Diferentes analistas que se expresaron en medios locales coinciden en que no se sabe quiénes conformarán su equipo, con qué propuestas ni ejes para su gestión. Su campaña tenía como uno de sus lemas: “Hagamos que Costa Rica vuelva a ser el país más feliz del mundo”; muy trumpiano todo. En líneas generales, confrontando con el candidato opositor, una de sus principales banderas fue la lucha contra la corrupción, para lo que propuso “atacarla mediante un plan que retribuirá con dinero a quienes denuncien estos actos y que penalizará a quienes no lo hagan”.
Ver esta publicación en Instagram
“A mí me dicen que soy muy arrogante y muy dictatorial, pero creo que digo las cosas como son y a la gente no le gusta”, dijo en plena campaña, con un trillada intención de devolver la confianza al pueblo, de parte de quien “no está manchado por la política”. No faltaron los chistes con connotaciones sexuales o expresiones misóginas, como, por ejemplo, lo que afirmó en el debate presidencial: “Tenemos que entender y ustedes, señores, en su casa: el empleo es como un matrimonio. Hay que tener a alguien que contrata y a alguien que quiere servir”.
La oleada que afecta la región o la perunización de la política llegó a Costa Rica🇨🇷 (guiño a @VickyMurilloNYC ) . Los signos estaban🧵:
— Carolina Ovares-Sánchez (@CaroOvares) April 8, 2022
Carolina Ovares Sánchez, de la Red Latinoamericana de Politólogas, expresó en un hilo de Twitter algunos datos estadísticos que nos ayudan a comprender la actual coyuntura de Costa Rica.
Conversamos con Mariana Porras Rosas, integrante de la Asociación Comunidades Ecologistas La Ceiba, Amigos de la Tierra Costa Rica, para que nos cuente cómo ve el escenario en su país. Desde la organización, llevan más de 20 años acompañando las luchas socioambientales de comunidades, con una perspectiva desde la justicia ambiental, social y de género, y en alianza con otras organizaciones ambientales, de derechos humanos y de mujeres indígenas.
“Si bien el porcentaje de abstención fue alto, del 42,85%, superior a la de la primera vuelta, no es algo nuevo. Ya que sucedió en la campaña anterior. Hay un descontento generalizado hacia la clase política del país, hacia los líderes en las presidenciales y hacia quienes ocupan los cargos legislativos, quienes no han dado una respuesta a las diferentes necesidades en los territorios. El abstencionismo puede tener muchas variables, sin dudas. La falta de representación de las candidaturas es una y que la mayoría de partidos no trabajaron territorialmente, sin bases y sin visitar las comunidades, con una total desconexión de la gente. Esto incluye a los partidos de derecha y también a los de izquierda”, explica Mariana.
En estas elecciones, se presentaron más de 20 partidos políticos de diferente índole y con diversas propuestas. “Los principales partidos políticos que estaban liderando la elección presentaban denuncias por corrupción, como es el caso del ex presidente José María Figueres, quien, por tal motivo, estuvo fuera del país por 10 años y volvió para presentarse. O el presidente electo, que está denunciado por acoso sexual”, detalla Porras Rosas.
Chaves no es una figura política reconocida como tal y no sorprende que haya ganado, ya que la configuración del outsider ha funcionado en muchos países. Mariana aclara: “Se posicionó de tal manera porque la gente necesita un cambio de líderes que respondan a sus necesidades. Entonces, llega alguien que no tiene una trayectoria de corrupción y se cree que es la solución. Esto, a pesar de que el partido que representa presentó un plan de gobierno de los más escuetos, solo de unas pocas páginas. Cuando se hizo un análisis, por ejemplo, desde la perspectiva de los objetivos de desarrollo sostenible para saber si respondía a ello, no lo hacía. Tampoco a los objetivos de defensa de los derechos de la mujer. Lamentablemente, muchas veces, no se hacen análisis de los planes de gobierno y las elecciones se centran en la figura, y, en este caso, en su discurso populista”.
Las sombras de lo que puede ser su periodo presidencial
“A pesar de la denuncia por acoso sexual -y el abstencionismo-, un porcentaje de la población votó por él. Costa Rica todavía es una sociedad machista, patriarcal y misógina. No se contemplan ni ven los derechos de las mujeres como algo importante para decidir el voto, a pesar de cómo nos expresamos las feministas en la campaña”, señala Mariana.
Veamos algunos ejemplos que detalla la entrevistada, que pueden augurar por dónde viene la línea de gestión de Chaves. En el país, existe el Instituto Nacional de la Mujer (INAMU), que busca establecer políticas públicas para eliminar la brecha de género en lo salarial, educativo, salud, etc. Para las elecciones, elaboró una carta para que los diferentes candidatos presidenciales firmaran, reconociendo que debían promover e incentivar las políticas públicas para una mejor calidad de vida de las mujeres y diversidades. Chaves no firmó. “Eso ya nos daba una alerta y otorga un poder, una habilitación a quienes no creen en los derechos de las mujeres para seguir acosando, matando”, dice la referenta con mucha preocupación.
Al igual que en otros países latinoamericanos, los movimientos conservadores evangélicos están avanzando. Existe un auge de sus partidos, que están ganando terreno en la arena política. En 2018, el predicador evangélico Fabricio Alvarado fue candidato a la presidencia. No ganó, pero tiene una gran presencia con sus diputados y diputadas en la Asamblea Legislativa.
“Las iglesias evangélicas muchas veces vienen a trabajar en aspectos en que el Estado no lo ha hecho, por ejemplo, en términos de seguridad alimentaria, de empleo. Escuchan y organizan a la gente, y aprovechan para sembrar sus ideas. Chaves, en el privado de su campaña, firmó un acuerdo con grupos evangélicos diciendo que rechazaba la ideología de género, que sabemos fue un término creado para violentar los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTTTI+, y para obstaculizar las ampliaciones de derechos y la educación sexual real en las escuelas. Dijo que iba a revisar el reglamento de aborto terapéutico, que se elaboró el año pasado y que fue una lucha muy grande, que llegó incluso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, porque no se estaba cumpliendo la ley. Dijo también que iba a revisar el reglamento de la fecundación in vitro, que fue un derecho peleado por diferentes parejas en el país”, detalla la entrevistada.
Ver esta publicación en Instagram
Para Mariana, Costa Rica experimenta un fuerte desgaste de sus capacidades políticas e institucionales, lo que imposibilita la implementación de políticas públicas que atiendan problemas estructurales, como la alta desigualdad, los conflictos territoriales por los recursos, el empobrecimiento y la violencia de género. “La pandemia profundizó la contracción económica que vivía el país, provocó pérdidas de empleo, ingresos, cierre de empresas y aumentó la crisis fiscal. Si bien al comienzo fue una crisis generalizada, recayó de manera directa y sostenida en los sectores más vulnerables. El 47% de los hogares experimentó algún grado de inseguridad alimentaria. El gobierno, para contrarrestar esta situación, recurrió a una serie de medidas económicas, sobre todo, monetarias, fiscales, laborales y de regulación: una de ellas es que negoció un préstamo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya sabemos que no mejoran las condiciones del país, sino que contribuyen a la clase empresarial que viola derechos. La negociación de ese préstamo tuvo un fuerte rechazo y hubo movilizaciones que lamentablemente no impactaron, y se firmó”, indica Porras Rosas.
Y concluye: “Tenemos mucha tarea por delante. Creemos que va a ser un periodo presidencial bastante difícil, no solo para las mujeres y diversidades, pueblos indígenas, sino para luchadores ambientales. Chaves ya expresó que una cosa es la racionalidad en la protección del ambiente y otra cosa es el fanatismo de ambientalistas, y manifestó estar en contra del Acuerdo de Escazú”.
*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Cenital.
