Casas Nuevas: senderismo y cosas ricas en Los Gigantes
A 84 km de la ciudad de Córdoba, en el extremo norte de las Sierras Grandes, se encuentra el macizo Los Gigantes. Casas Nuevas es una de las puertas de ingreso a la multiplicidad de senderos y rutas de escala de la zona, y Felipa Barrera es la encargada de mimar a quien esa zona recorre con sus empanadas y demás magias de abuela.
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
Caminar es una de las cosas que suelo hacer cuando quiero hablar conmigo un rato o cuando buscamos reír a los gritos con una amiga sin ser miradas raro. Camino cuando quiero silencio, cuando estoy apurada y necesito bajar un cambio (casi siempre). Camino para sentir mi respiración, para conectar y ritualizar un poco tal como me lo prescribió mi bruja de cabecera. Camino y recuerdo mi pasado de niña scout y las épocas de estudiante de artes, portaestudio en mano, kilos de materiales en la mochila y un surco entre Alberdi y Ciudad Universitaria a diario.
Pandemia, rebrote de diciembre, ola de calor infernal, estrés postraumático tras dos largos años de sobremorir, sobrevivir, intentar existir. Después de tanto con tan poco: ¿qué mejor que salir a la montaña, alejarse un rato, unas horas, unos días de esta ciudad sofocante, respirar la fresca en altura, cambiar el encuadre, poner la mirada en un paisaje otro?
Montaña y comida de hogar
Conocí Los Gigantes con la promesa de unos días de descanso, sin celu y cosas ricas: “Vas a probar las empanadas más ricas de la zona”, dijeron y allá fuimos. Recuerdo ese fin de semana de febrero de 2020, no me imaginaba nada de lo que vendría. El clima fresco y seco fue el primer mimo para aquel verano sin vacaciones. La caminata (después de años de no mover la cuerpa) y el recuerdo de las cumbres arribadas que parecían de otra vida en esta. Sobre el final del día y como recompensa, luego de 6 horas de marcha, las empanadas llegaron y era verdad: son las mejores.
Volví muchas veces, vivo volviendo. Los senderos son miles, los paisajes cambian como cambian las estaciones, el aire siempre renueva, el silencio abraza y las empanadas… bueno, las empanadas de Feli son otro cantar.
Felipa Barrera es la cocinera y encargada de mimar a cada persona que llega a Casas Nuevas, la puerta de ingreso al sendero Norte que culmina en la cima del cerro Mogote, el más alto de Los Gigantes.
Acordamos un encuentro y ahí estaba yo -una vez más- en uno de mis lugares preferidos.
“No me grabes, esas cosas me ponen nerviosa y no me va a salir nada”, me dice tímidamente Feli. Conversamos largo rato y hubiera sido mucho más porque sin nervios las palabras salen, se enlazan y traman las historias.
La mirada profunda y una piel curtida marcada por la vida y su antigüedad en este plano relatan una infancia en medio de las montañas, de inviernos crudos y escuelas-hogares que a veces cobijaron con amor y otras con exigencias extremas. Hablamos de las pérdidas afectivas y los recuerdos, de los amores, lxs hijxs y lxs nietxs. Con sus casi 80 años, Feli tiene miles de anécdotas para compartir, pero lo que dejó claro, desde el comienzo de nuestro encuentro, fue “el secreto de las empanadas más ricas no se cuenta”.
Recuerda que, cuando se casó, vivió un tiempo en La Falda y dice: “Desde la puerta miraba Los Gigantes y me quería volver”. Al tiempo volvió a Casas Nuevas y tomó el mando del almacén de ramos generales que tenían sus padres. Empezaron haciendo pan, cuenta que eran como 60 kg por día o más, después sánguches de milanesas y, un día, con la ayuda de su cuñado, decidieron probar con las empanadas. Cuenta que él tuvo la idea y la primera receta, que fue nutriendo después con los trucos de haber visto muchas veces a su madre hacerlas y el recuerdo de su hermana, una gran cocinera.
Podría asegurar que no se trata de una simple empanada, es viento fresco, montañas de piedra y arroyo. Sin duda saben a más. Son un guisito de madre y abuela dentro de la masa frita y crujiente. Son las manos de Felipa. Quizás también sea el hambre que da el descenso del Mogote.
No solo de empanadas se vive en Casas Nuevas, las milanesas en todas sus presentaciones son dignas de un banquete y para la gula nocturna, apreciada por paladares expertos, la pastafrola casi como la de mi abuela. También siempre están los alfajores de maicena, mermeladas y dulces. Dignos de picadita y birra: los escabeches. “Todo casero” es lo que distingue a la cocina de doña Felipa: aroma y sabor a hogar, a familia grande y mesa larga. Simple y natural, entre montañas y en modo avión.
Amiga querida me pregunta: ¿qué te gusta tanto de ese lugar, Ine? Y yo se lo pregunto a Feli, que me responde: “La tranquilidad. Acá no te hacen falta cosas para los nervios. Te vas al arroyo, te sentás y es como si te hubieras tomado un lexotanil. A la mañana, el ruido de los pájaros. Acá es para liberarse de las preocupaciones y los ruidos. Este es el hábitat de uno, donde hay montañas, acá me gusta vivir”, dice Felipa Barrera mientras cae el sol al pie de Los Gigantes.
Los Gigantes, cómo llegar y recomendaciones
Para llegar a Los Gigantes, tenés unos 84 km desde Córdoba; los últimos 30, que comienzan en Tanti, son de ripio. Si sos de lxs que cuidan el auto, despacito, despacito, disfrutando del paisaje. Muchxs llegan en bici, idea más aventurera.
El macizo Los Gigantes es atractivo por las grandes piedras graníticas que lo conforman. Pertenece al extremo norte de las Sierras Grandes. Esta formación rocosa se remonta a 300 y 350 millones de años atrás. Por lo que, además de los senderos, es uno de los centros de escalada en roca más importantes del país, existen unas 400 rutas. Se trata de una zona de riesgo al igual que el cerro Champaquí y el Uritorco porque son ascensos con condiciones de alta montaña, entonces es primordial registrarse antes de emprender la caminata, contar con un equipo adecuado y, si no conocés los senderos, no ascender sin un guía habilitado.
Es recomendable que lleves tus provisiones: agua, comida liviana, pero energética (frutas, frutos secos, cereales), gorra, protector solar puesto (y para reponer cada dos horas) y unas buenas zapas de montaña o deportivas con suela que no resbale y amortigüe el andar entre piedras. Siempre caminar con atención, disfrutando el paisaje, pero concentradxs; a la montaña hay que tenerle respeto, dicen los que saben.
Ya dijimos, es una zona de riesgo, a veces un poco laberíntica, siempre seguí los senderos y las apachetas que van marcando el camino. Es ideal ir en grupo, no es aconsejable el ascenso en soledad. Aunque parezca una recomendación de más, NO se puede hacer fuego y todes quienes gustamos de caminar por la montaña agradecemos que regreses con absolutamente todos tus residuos orgánicos e inorgánicos.
“Desde acá, Casas Nuevas, el sendero que nace se llama sendero norte. Es un sendero que va hasta la cima del cerro Mogote. Lo hizo la gente de la reforestación hace unos 20 años aproximadamente. Es un sendero de uso gratuito. Lo único que se cobra es el estacionamiento. El Mogote es el cerro más alto de este cordón montañoso con 2.374 sobre el mar”, cuenta Facu, el hijo menor de Felipa, en comunicación con La tinta. Agrega que “podés, por el mismo sendero y haciendo algún desvío, llegar hasta la zona de Los mimbres y Las retamillas, son lugares muy lindos para acampar, no es tan en la cima, sino que está en las laderas de la montaña”.
En Casas Nuevas, además, harán el registro de tus datos personales (esto es obligatorio). Previo a emprender la marcha, recomiendan que te informes bien sobre el camino y las condiciones climáticas previstas para tu estadía, ya que arriba puede haber niebla, cambiar el tiempo repentinamente o hacer mucho frío. Ellos suelen facilitarte números telefónicos de guías de montaña autorizadxs y también asesorarte sobre los senderos. “En el caso que lo quieran hacer solos, pueden subir un poco y regresar, hasta los caracoles, que es una parte donde tenés una vista espectacular de la zona”, recomienda Facu.
Distancia desde Córdoba: 84 km.
Distancia Casas nuevas – Cerro Mogote: 15 km.
Tiempo de marcha estimado: 5 a 6 horas aproximadamente.
Complejidad: moderada. Dependiendo del ritmo y estado físico, pueden subir niñxs.
Recomendaciones de equipo: mochila liviana con agua y comida. Zapatillas aptas, gorra, protector solar, lentes de sol, abrigo, bolsa para residuos.
*Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta / Imagen de portada: Inés Domínguez Cuaglia.