Las despechadas: con el diablo en el cuerpo y la sartén por el mango

Las despechadas: con el diablo en el cuerpo y la sartén por el mango
22 septiembre, 2021 por Soledad Sgarella

La semana pasada, Las Despechadas volvieron a las tablas. El Cuenco, querido teatro de Alta Córdoba, cobija a las cuatro artistas que reinvindican -en una obra de teatro con música en vivo- sobrepasar los límites para poner condiciones. El despecho como una fuerza justiciera. El arte como caja de resonancias. La canción como una forma de transitar territorios, paisajes e historias, y encontrarnos reflejadxs e interpeladxs.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Un par de años, varias conquistas feministas y una pandemia después, Las Despechadas volvieron a escena. Esta vez, el cuarteto conformado por Luza Osorno, Ivalu Hayipanteli, Flor Coll y Libertad Gala son quienes, con la dirección y la dramaturgia de Belén Pistone, ponen alma, cuerpo y sobre todo voz, a todas esas que alguna vez hemos sido.

La insoportable RAE dice del despecho:

Del lat. despectus ‘desprecio’. 

  1. m. Malquerencia nacida en el ánimo por desengaños sufridos en la consecución de los deseos o en los empeños de la vanidad.
  2. m. desesperación.
  3. m. desus. Disgusto o sentimiento vehemente.
  4. m. desus. rigor (‖ aspereza).

Mucho se dice siempre de nosotras: esas gorreadas, esas enojadas porque nos traicionaron, esas sacadas de quicio porque nos dejaron sin lo propio. En esta nota, no decimos nada sobre otras, sino que son las mismas Despechadas las que dicen sobre sí mismas, sobre el diablo en el cuerpo, las canciones y el teatro como caja de resonancias. 

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(Foto: Rodrigo Brunelli)

—¿Por qué “Con el diablo en el cuerpo”?

—Porque el enojo en las mujeres está demonizado: «No seas mala, no seas histérica, la que se enoja pierde, no seas mal llevada, no seas quilombera». El despecho es el exorcismo perfecto. Y porque la canción Con el diablo en el cuerpo de La Lupe nos representa. Una obra de arte es también una caja de resonancias, un espacio para el contagio. 

—¿Cómo cruzan la idea de “despechadas” de hace algunos años y su carga machista en una obra nueva y de un 2021 que nos encuentra con otros recorridos feministas ya caminados?

—El despecho está condenado, ese es un manejo inteligente que el sistema inmunológico del macho y sus circuitos (sobre todo económicos) establece para que las mujeres no pretendan sobrepasar el límite de un malestar hacia el desborde del despecho, en donde los bordes y los acuerdos se desdibujan para mal. 

Mujer Mendaz (también término acuñado en nuestra dramaturgia) es una figura muy usada en la jurisprudencia argentina para definir a una mujer que claramente está mintiendo por despecho amoroso. Las Despechadas reivindican a las despechadas que fueron capaces de agarrar la sartén por el mango, esas que se levantaron, dijeron basta y pudieron exigir condiciones, no solo a sus parejas, también a sus jefes o socios. 

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(Foto: Daniel Santos)

No todas podemos darnos el lujo del despecho, porque se corren riesgos evidentes, pero este espectáculo recuerda a algunas que lo lograron, o que lo lograron en algún momento de sus vidas. Si es demoníaco, maligno, mal visto despacharse, este espectáculo reivindica esa fuerza de apariencia oscura pero de profunda luminosidad. Se trata de darla vuelta, el despecho se trata de darla vuelta, y además nos encanta la canción de La Lupe y podríamos hacer una obra para cada una de sus canciones. 

—En los diálogos aparece repetidamente la palabra “pobrecita”, ¿nos cuentan un poco el uso irónico de este adjetivo?

—En la dramaturgia de la obra, el «pobrecita» aparece acompañando la narración de las grandiosas vidas de las divas Jackie y Marilyn. El sentido común diría que la pobrecita es una, nosotras, ustedes, que nunca alcanzaremos ese nivel de divismo. El divismo era la tierra prometida. Hoy lo sabemos… pobrecitas las divas.

También retomamos el pobrecita respecto a la despechada, a la cual suelen rodearla el chisme y la piedad de otras que no tienen su valor, pero la despechada es contestataria de eso: «Fría, inteligente, la mina». La coronamos hacia el final: «Una despechada te para el país».

—¿Cuál es el rol de lo musical en este proceso creativo? 

—Las despechadas nace con la necesidad de cantar despechos, las letras de las canciones siempre fueron el texto dramático del show y la canción la forma de transitar territorios, paisajes e historias fundamentalmente trazadas en Latinoamérica. 

Los géneros musicales fueron una forma de unir historias sobre todo con la historia musical de la región, que tiene tanta potencia y sobre todo tanta emoción, con cantadoras latinoamericanas que han construido un relato tan rico porque la canción como género musical es para nosotras profundamente teatral desde lo interpretativo, seamos o no cantantes, somos actrices que cantan y en ese sentido la música es el sostén, así que no podemos escindir cantar o la canción misma de la obra teatral que hacemos ahora, porque desde la génesis “las despe” están pensadas así… de no tenerlo no serían Las despechadas.

Ahora se suman otros elementos y otros idiomas en las canciones por primera vez, que acomodan el discurso y sobre todo la escena. Este es un espectáculo teatral, para escuchar relatos escritos para nosotras, desde el sistema de Belén Pistone, desde su poética, pero atendiendo a la necesidad y el estilo de Las Despechadas. Es una experiencia escénica en donde trenzamos algunas canciones nuevas y otras de nuestro repertorio tradicional, pero siempre en conversación con la necesidad y el relato de la obra teatral en su totalidad.

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(Foto: Daniel Santos)

—¿Quieren agregar algo más?

—Algo importante: nuestro espectáculo reivindica esas otras redes que son tan fundamentales para la vida como lo puede ser una pareja. Las amigas son una figura fundamental en nuestra narrativa. Respecto a cuántos entran en una cama decimos: «Donde duermen dos amantes, sueñan cuatro amigas».

Otra cosa importante: la sororidad como algo precioso pero difícil. Nadie es una santa ni quiere serlo. «¡Sororidad hermana! Bueno, a veces no me sale boluda». También tenemos derecho a contrastar entre nosotras, a ser chicaneras y hasta medio bichas. Si no caemos en un discurso un poco evangelizador que a la larga es insostenible ¿o no? Nos lo preguntamos sobre todo, porque un espectáculo es primero una pregunta y la despechada es la mala de la película.

Las Despechadas. 23, 24 y 25 de septiembre a las 21 hs. en El Cuenco Teatro (Mendoza 2063, Córdoba). 

Actrices y cantantes: Luza Osorno Valencia, Flor Coll, Libertad Gala e Ivalú Hayipanteli | Músicos: Jerónimo Piazza, Alejandro Gómez y Nano Onetti | Coreografía: Natalia Bazán | Diseño lumínico, fotografía y diseño gráfico: Rodrigo Brunelli | Diseño y realización de vestuarios: Andrea Musso y Miriam Lesin | Zapatos de las actrices: Josefina Puente | Diseño escenográfico: Santiago Pérez | Realización escenográfica: Franco Muñoz y Natalia Guendulain | Producción y Difusión: PH Cultural – Andrea Musso y Josefina Rodríguez | Dirección y Dramaturgia: María Belén Pistone.

*Por Soledad Sgarella para La tinta.

Palabras claves: Teatro

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