Bolsonaro posterga el contragolpe y acelera su desgaste
Lejos de cumplir las expectativas, las manifestaciones bolsonaristas evidencian la falta de apoyo a la aventura golpista del presidente brasileño.
Por Ana Dagorret para PIA Noticias
El 7 de septiembre, día de la independencia de Brasil, Jair Bolsonaro convocó movilizaciones en San Pablo y Brasilia. Lo que hasta un día antes prometía ser una demostración de apoyo, para instalar un “muy probable y necesario contragolpe”, como rezaba una de las primeras convocatorias, terminó siendo el reflejo de lo que dicen las encuestas: menos del 30 por ciento de la población apoya al gobierno brasileño, una cifra que no deja de ser expresiva, pero que, a su vez, es poco significativa para las aspiraciones antidemocráticas del mandatario.
Lejos de cumplir las expectativas, en San Pablo, participaron 125.000 personas, según informó la Policía Militar del estado, menos del 6 por ciento de los dos millones que preveían los más optimistas de los organizadores. En Brasilia, donde sucedió el acto principal, participó el 5 por ciento del público esperado. Un verdadero fiasco que, más que mostrar fuerza y apoyo, dejó en claro que, sin la estructura y el financiamiento disponibles para la ocasión, no existe el apoyo necesario para el sueño golpista de Bolsonaro. Así y todo, la frustración de los organizadores no impidió que la jornada estuviera teñida de nuevas amenazas, esta vez apuntadas contra los ministros de la Corte Suprema.
Radiografía de los actos
La jornada comenzó el lunes 6, con la llegada de simpatizantes del presidente al Distrito Federal en las últimas horas de la tarde. En imágenes divulgadas por los propios manifestantes en redes sociales, pudo verse cómo el primer cordón policial que impedía el avance hacia la explanada de los ministerios, sede del gobierno, fue finalmente doblegado. Tras un forcejeo rápido y discusiones breves con los agentes policiales allí presentes, los manifestantes retiraron las vallas y lograron ingresar con ómnibus y camiones hasta el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde permanecieron hasta las primeras horas del día.
Más tarde, algunos de los manifestantes intentaron avanzar en dirección al Congreso, donde fueron contenidos por otro cordón policial y debieron retroceder tras ser expulsados con gases lacrimógenos. Según informó la Policía Militar de Brasilia, hubo siete intentos de invasión de las áreas restringidas a los manifestantes, cada una impedida por la tropa de choque de las fuerzas de seguridad del Distrito Federal.
Cerca de las nueve de la mañana, el presidente salió del Palacio de Alvorada en dirección al acto oficial por el día de la independencia, del cual participaron varias autoridades. Allí se pudo ver el tradicional desfile militar, con demostraciones de paracaidistas y vehículos anfibios en la Laguna Paranoá.
Posteriormente al acto oficial, el mandatario utilizó un helicóptero del Ejército para sobrevolar el área donde se concentraba la mayor parte del público. Luego del vuelo, Bolsonaro llegó al escenario donde dijo ante los manifestantes: “No vamos a aceptar que cualquier autoridad use el poder para pasar por encima de nuestra Constitución”, comenzó el presidente en referencia al Ministro del Supremo Tribunal Federal, Alexandre de Moraes, relator de las investigaciones sobre fake news y financiamiento de actos antidemocráticos, que involucran a personas cercanas al presidente. “O el jefe de ese poder (Luis Fux) encuadra a los suyos o ese poder puede sufrir aquello que nosotros no queremos”, amenazó Bolsonaro, en referencia a una ruptura institucional que, finalmente, no sucedió.
Tras el discurso, los manifestantes se retiraron de la explanada y el presidente se dirigió en helicóptero hacia la ciudad de San Pablo, donde lo esperaba otra movilización convocada, que se extendió por varias cuadras en plena Avenida Paulista.
En ese segundo discurso, Bolsonaro hizo referencia específica al ministro de la Corte Alexandre de Moraes. El Jefe de Estado calificó a Moraes de “canalla” por “perseguir a su pueblo” y exigió “que todos los presos políticos sean liberados”, en relación a aliados como Daniel Silveira y Roberto Jefferson. Enseguida, amenazó: “Cualquier decisión del ministro Alexandre de Moraes, este presidente no la cumplirá”.
En el cierre de su discurso, el presidente volvió a repetir que “solo Dios me saca de mi cargo” y enfatizó que existen tres opciones para él: “Preso, muerto o victorioso. Este presidente no será encarcelado”. Luego de su discurso, Bolsonaro dejó el escenario y, de a poco, la manifestación comenzó a disolverse sin que se registrara ningún disturbio.
Expectativas frustradas
El hecho de que participaran menos de un tercio de las personas que se esperaban mostró, tanto al presidente como a sus detractores, la realidad por fuera de la burbuja. Según la última encuesta de PoderData, cerca del 64 por ciento de la población brasileña rechaza la gestión de Bolsonaro, 6 por ciento más que dos semanas atrás. A su vez, el 54 por ciento de la población considera al gobierno pésimo o malo.
Los motivos de ese desgaste van desde la gestión de la pandemia y la demora en la compra de vacunas contra la COVID-19 a la crisis social producto de la crisis económica, el desempleo y la inflación en aumento. Se calcula que más de la mitad de los y las brasileñas padecen algún tipo de inseguridad alimentaria, la pobreza alcanza al 30 por ciento de la población, mientras que cerca de 14 millones de personas están desempleadas.
La crisis hídrica también es un factor a tener en cuenta, sobre todo, de cara a los próximos meses y, principalmente, a la elección de 2022, que Bolsonaro pretende disputar. El aumento creciente del servicio de luz, debido al nivel cada vez más bajo de agua en los reservatorios de las represas hidroeléctricas, enciende las alertas sobre un posible racionamiento de energía para evitar apagones, algo que en el pasado perjudicó al gobierno del ex presidente Fernando Henrique Cardozo durante su último mandato.
A su vez, el aumento del precio de los alimentos, producto de la decisión del gobierno de liberar los stocks de granos para exportación para mayor beneficio del agronegocio ante el aumento del dólar, generó la inflación de los productos de la canasta básica, perjudicando fundamentalmente a los más pobres.
Si bien la situación es especialmente preocupante para las clases populares, entre el empresariado también existe malestar. Las constantes amenazas de Bolsonaro a la democracia hacen de Brasil un terreno poco fértil para la llegada de inversiones, fundamentales para una futura recuperación económica. La carta publicada por representantes del agronegocio y por la federación bancaria, a favor de la democracia y contra las amenazas golpistas la semana anterior a los actos del 7 de septiembre, da cuenta del descontento de estos sectores con la inestabilidad provocada por el propio presidente.
A este panorama, se le suma la situación de Bolsonaro, sus hijos y varios de sus aliados ante la justicia. Desde la vuelta del receso invernal en julio, las autoridades de la Corte Suprema decidieron dejar de intentar un diálogo con el Ejecutivo, debido a las incesantes amenazas de Bolsonaro a la realización de elecciones, poniendo en duda la seguridad de las urnas electrónicas y anticipando un fraude ante una eventual y cada vez más probable derrota.
Desde entonces, el Poder Judicial decidió avanzar en varias investigaciones sobre financiamiento de actos antidemocráticos y divulgación de noticias falsas, dos cuestiones que preocupan especialmente al presidente y que ya posibilitaron prisiones y la violación del secreto bancario de varios aliados. Esto podría profundizar y recrudecer en los próximos días, con la certeza que dejaron las imágenes de la jornada antidemocrática sobre el financiamiento para garantizar los traslados, alimentación y el diseño de carteles y remeras estampadas con consignas anti-democráticas en varios idiomas.
Lo que se viene
Tras una jornada que prometió mucho más de lo que finalmente ofreció, tanto por las consignas levantadas como por la participación inferior a la esperada, las expectativas están puestas ahora sobre las consecuencias de los actos antidemocráticos del día de la independencia.
En diálogo con PIA Noticias, el politólogo de la Universidad de Buenos Aires y especialista en Brasil, Ignacio Pirotta, explica que “Bolsonaro fue demasiado lejos con las declaraciones, diciendo que no quiere una ruptura, pero que si el STF no se encuadra, van a hacer lo que no quieren hacer. También con el llamado a desobedecer al ministro Alexandre de Moraes”.
Las amenazas cada vez más explícitas del presidente a las instituciones democráticas no encuentran el respaldo necesario para materializarse. Para Pirotta, “ahora la situación es un callejón sin salida para Bolsonaro. Fue importante la convocatoria, pero no es contundente como para respaldar la confrontación con el STF en los términos que él propone”.
Más allá de los ataques, lo que queda claro en la estrategia bolsonarista es la necesidad de mantener movilizada a su base de cara a las elecciones de 2022. En ese sentido, Pirotta advierte que “mientras más radicalizado esté Bolsonaro, más lejos queda de la posibilidad de reelegir”. A su vez, esta situación puede impulsar con más fuerza el debate sobre un impeachment, lo cual para Pirotta, por el momento, parece poco probable: “Los aliados del centro quieren recursos para garantizar una buena elección legislativa en 2022 y, en algunos casos, gobernaciones. Y para eso, tienen que permanecer en el gobierno la mayor cantidad de tiempo posible, es decir, desembarcar hacia el final del mandato, que es lo más probable por cómo viene el gobierno”.
Una de las figuras que aparece ante la posibilidad de un impeachment es la del vicepresidente Hamilton Mourão, ya que sería quien debería asumir ante un juicio político y cuya relación con el presidente está lejos de ser armónica. Según analiza Pirotta, “si Mourão quiere, el impeachment avanza. El tema es que él no ha sido claro en relación al asunto, según dejaron trascender en algunas oportunidades líderes partidarios”. Tras los actos del día de la independencia, el vicepresidente sostuvo que no hay clima para un impeachment tanto entre la población como dentro del Congreso.
Con más de un año por delante, Pirotta advierte sobre la dificultad de Bolsonaro de llegar competitivo a la elección de 2022 ante un Luis Inácio Lula Da Silva que ya hoy aparece con una ventaja de más 20 puntos en las encuestas. “Una de las coincidencias que une a los militares es el anti-petismo. En ese sentido, Bolsonaro hoy es el peor candidato para enfrentar a Lula”, indica el académico.
Si algo quedó claro con las manifestaciones convocadas para mostrar fortaleza es que estas terminaron evidenciando la soledad en la que se encuentra Bolsonaro para viabilizar su aventura golpista. “Las tres posibilidades que hay son la prisión, la muerte o la victoria. Solo Dios me va a sacar de la presidencia”, sentenció Bolsonaro en la Avenida Paulista, dejando en claro que las amenazas continuarán como estrategia fundamental para mantener movilizada a su base de cara a lo que viene.
*Por Ana Dagorret para PIA Noticias / Foto de portada: Eraldo Peres – AP.