Perdidos en el espacio
Mientras los sectores más humildes del mundo sufren las consecuencias de la pandemia, los principales multimillonarios de Estados Unidos hacen turismo espacial.
Por David Brooks para La Jornada
Houston, tenemos un problema: hay unos payasos multimillonarios jugando en el espacio.
Tres multimillonarios están compitiendo por ser los primeros turistas privados espaciales. El caballero Richard Branson fue el primero en lograrlo ayer (por el 11 de julio); Jeff Bezos despegará en ocho días y Elton Musk se sumará a la aventura poco después.
Branson, fundador de las empresas del Grupo Virgin y multimillonario con una fortuna de más de seis mil millones de dólares, informó que, con esto, se inaugura el nuevo negocio de turismo espacial. Cualquiera puede apuntarse, el boleto sólo cuesta 250 mil dólares y su lista de espera ya es de más de 600 turistas.
Bezos, fundador de Amazon y ahora el hombre más rico del planeta, con una fortuna personal de más de 190 mil millones de dólares (en un solo día, se incrementó en ocho mil millones de dólares), que se multiplicó en más de 74 por ciento durante la pandemia, viajará al espacio en poco más de una semana como el primer pasajero de su empresa Blue Origin, con otros tres invitados, incluido un cuarto pasajero anónimo que pagó 28 millones en una subasta para obtener el asiento.
Si hoy día uno compra algo en Amazon que cuesta 10 dólares, estaría pagando más que todos los impuestos que pagó Bezos en tres de los años recientes en esta última década. Más aún, él y sus colegas del club del 1 por ciento, cuando han pagado impuestos, lo han hecho a una tasa menor que la que paga una maestra y una secretaria, y legalmente.
Musk, con una fortuna personal de unos 172 mil millones de dólares, fundador de la empresa de autos eléctricos Tesla, será el último del trío de barones multimillonarios espaciales con su empresa SpaceX.
Todo esto, mientras 42 millones de personas en Estados Unidos no tienen suficiente alimento, millones más temen que serán desalojadas por no poder pagar renta después de más de un año de crisis económica detonada por la pandemia y muchos de los 600 mil habitantes que han muerto por la COVID-19, víctimas de un sistema de salud pública destruido por el neoliberalismo. Ni hablar de los trabajadores esenciales -gran parte de ellos migrantes- que, aun después de, literalmente, rescatar este país, sólo reciben discursos bonitos, pero siguen siendo mal pagos; y los indocumentados entre ellos, sin poder recibir asistencia pública de ningún tipo. Y ahora arden partes del país por el cambio climático.
Los astronautas multimillonarios son las caras más conocidas de lo que ahora es la oligarquía estadounidense, donde el 1 por ciento concentra más riqueza que el 90 por ciento de los demás. Sólo durante el año y pico de la pandemia, los 719 multimillonarios más ricos incrementaron sus fortunas por más de 1,6 billones de dólares para llegar a un total de 4,6 billones de dólares.
“Aquí en la Tierra, en el país más rico del planeta, la mitad de nuestra gente vive quincena a quincena, la gente batalla para alimentarse, para ver un médico, pero ellos, los tipos más ricos del mundo, están en el espacio», comentó este domingo el senador Bernie Sanders.
El director del Programa Mundial de Alimento de la ONU, David Beasley, envío vía tuit una invitación a los tres multimillonarios espaciales a que juntos ofrecieran los seis mil millones de dólares que se requieren para rescatar a 41 millones de personas que están por morirse de hambre en el planeta. Aparentemente, estaban muy ocupados jugando con sus fortunas astronómicas para responder.
Hablando del espacio, el famoso astrofísico Neil deGrasse Tyson, al comentar sobre otra ola de especulación sobre la existencia de seres extraterrestres que han visitado el planeta, afirmó que “extraterrestres, observando a humanos matar por tierra, política, religión y recursos, seguramente preguntarían ‘¿qué carajo les pasa a ustedes?’. Después de eso, regresarían a su planeta para declarar que no hay señales de vida inteligente en la Tierra”.
*Por David Brooks para La Jornada / Foto de portada: Drew Angerer – Getty