Violencia policial y resistencia queer en Estambul

Violencia policial y resistencia queer en Estambul
1 julio, 2021 por Tercer Mundo

En Turquía, ser lesbiana, gay, trans o queer no es ilegal, pero tampoco se le ofrece la mínima protección a esta comunidad por parte del Estado.

Por Hannah Cauhépé para El Salto Diario

Es sábado 26 de junio y centenares de personas manifestantes ya están preparadas. Como otros años, lo previsible es que la policía de Estambul, en Turquía, permita leer un breve comunicado y, si la multitud no se dispersa lo suficientemente rápido, arranquen las balas de goma y el gas lacrimógeno. Conocen el programa porque es el mismo desde 2015, cuando el gobierno autoritario de Recep Tayyip Erdogan empezó a prohibir las marchas.

Durante diez años, a partir de 2003, la comunidad LGBTI+ pudo salir en paz a las calles, pero después de la revolución de Gezi, cuando las marchas de 2013 y 2014 atrajeron más de 100.000 personas, se decidió dejar de autorizarlas. La actuación policial era previsible; sin embargo, este año, ha sido aún más violento.

Las marchas suelen discurrir por la avenida de İstiklal, una calle peatonal y muy turística, parecida a la Rambla de Barcelona y bordeada a los dos lados por barrios hechos de callecitas y callejones laberínticos. El pasado sábado, todas las calles estaban cerradas por barreras policiales desde la mañana, con grupos de policías en cada esquina dejando pasar a los turistas.

Turquia Estambul marcha del orgullo represion la-tinta

La marcha estaba programada para las cinco de la tarde, pero la gente se empezó a reunir unas horas antes, en un par de bares en una calle que da a la avenida de İstiklal, la llamada Calle Mis, históricamente famosa por sus lugares alternativos. A las dos de la tarde, dos grupos de policías entraron en esta calle, uno de ellos compuesto por fuerzas especiales antidisturbios. Cinco minutos después, cargaron contra gente que estaba tomando algo tranquilamente en los bares, empujando con violencia, arrastrando y deteniendo a 15 personas en menos de diez minutos.


Entre ellas, un fotógrafo de AFP, Bülent Kılıç, y yo misma como fotógrafa hubiera sido parte de este grupo si no fuera por la técnica desarrollada por los manifestantes: si dos policías te agarran, seremos seis, siete, ocho jalando más fuerte hasta que te dejen ir. Funcionó, pero la detención violenta de Kılıç y el intento de llevarme, con la clara voluntad de quitarme la cámara, recuerdan una vez más que, para el gobierno turco, no existen ni libertad de prensa ni derechos LGBTI+.


En efecto, a diferencia de otros países más represivos, en Turquía, ser lesbiana, gay, trans o queer no es ilegal, pero tampoco se le ofrece la mínima protección a esta comunidad, lo cual deja a sus miembros en una especie de limbo en el que “la gente no considera a las personas queer como personas reales”, como explicaban las personas participantes de la marcha.

Por este mismo limbo que se provocó después de varias persecuciones y cargas es que el Comité de Organización de la marcha leyera un comunicado de prensa. “Mujeres y personas LGBTI+ siguen luchando en la calle en contra de aquellos que abolieron la Convención de Estambul en un día, cuyo objetivo es la protección de las vidas de las mujeres y personas queer”, afirmaron desde el Comité. “Lesbianas -cuya existencia fue denegada por Erdogan- siguen resistiendo en la calle. Lubunyas (el lubunya es una jerga secreta usada por la comunidad queer en Turquía, y por extensión, la palabra se usa para referir a la comunidad LGBTI+), declarados como desviados por el gobierno, siguen resistiendo en la calle. Los kurdos siguen resistiendo en la calle”.

Se refirieron a que eran todos estos grupos quienes debían “mantener un frente unido en contra de los ataques del Estado”. “Nos organizaremos, gritaremos por las calles, festejaremos de nuevo, protegeremos y haremos crecer nuestros espacios seguros juntas”, dijeron. Después de esta lectura, el juego del gato y el ratón se retomó: la policía cargaba, los manifestantes huían, paraban y bailaban un rato, volvían a huir, empujados por las balas de gomas y disparos de gas. Con los más jóvenes adelante, la marcha cancelada duró hasta el toque de queda, a las diez de la noche, pasando por casi todas las calles rodeando la avenida de İstiklal y acabando en una fiesta callejera que demostraba que, al final de ese día, fue el ratón quien salió ganador.

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Pero en el plazo más largo, el gato se pone cada día más virulento. El lunes 28, dos días después de la marcha, la policía acudió a una calle conocida por ser un lugar de residencia de personas trans, les dio 15 minutos para salir de sus casas y selló las puertas.

Los eventos de la semana pasada, denuncian los colectivos, la salida de la Convención de Estambul y la represión violenta de las protestas de la Universidad del Bósforo (y, en particular, del club LGBT+ de dicha universidad), en enero de este año, muestran que el gobierno de Erdogan no tiene ninguna intención de llevar su país a más derechos y libertades, sino cada vez a menos. Pero las personas manifestantes del sábado muestran también que están más dispuestas que nunca a seguir luchando por ellos.

*Por Hannah Cauhépé para El Salto Diario / Foto de portada: Hannah Cauhépé

Palabras claves: Marcha del orgullo y la diversidad, represion, Turquía

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