Fujimori y Castillo: el continuismo neoliberal o el cambio democrático
Las últimas encuestas señalan un empate técnico entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori. Los peruanos y peruanas acudirán a las urnas este próximo 06 de junio para elegir entre dos candidatos antagónicos. Una campaña accidentada ha puesto en la escena «viejos» clivajes, como centralismo-periferia, campo-ciudad y pobres-ricos.
Por Álvaro Torero para La tinta
El 25 de abril, Pedro Castillo superaba a Keiko Fujimori por 20%. El 21.2 % de peruanos votaría en blanco y 13% aún no decidía su voto, según el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). El 30 de mayo, para la misma encuestadora, la diferencia se acortó a 2% a favor de Castillo. Ambos candidatos se encuentran en un empate técnico, debido al margen de error. Castillo es el amplio favorito en las regiones del sur y del centro del Perú; mientras Fujimori lo es en la capital. Sin embargo, ¿Cómo fue posible que esto sucediera en pocas semanas?
Poder mediático y poder real
En Lima, la capital del Perú, lugar que concentra a los medios de comunicación hegemónicos, se orquestó una campaña feroz en contra del profesor Pedro Castillo. La remoción de Clara Elvira Ospina como directora periodística de América Televisión, fue el caso emblemático, de la parcialización del ejercicio periodístico, hacia Keiko Fujimori, de cara a la segunda vuelta.
Los medios han calificado a Pedro Castillo como “comunista”, “marxista-leninista”, enemigo de la libertad y de la propiedad privada. Periodistas y simpatizantes del fujimorismo ejercieron el “terruqueo”, una práctica social y política utilizado por los sectores conservadores, que consiste en asociar a sus adversarios políticos con ideas y prácticas relacionadas al terrorismo que ejerció Sendero Luminoso ente los años 80 y 90 en el Perú.
La velocidad del ascenso hacía la victoria de Pedro Castillo en la primera vuelta con el 18.92% de los votos, lo hizo indetectable ante las narrativas desprestigios de la prensa. En esa oportunidad los misiles terruqueadores apuntaban hacia Verónica Mendoza. En ese sentido, la construcción discursiva de la discusión política de la segunda vuelta, sobre todo en contra de Castillo, estuvo marcada por el odio y la degradación. Sin embargo, según un estudio reciente el 59% de los peruanos cree que los principales medios de comunicación favorecen a alguno de los candidatos. De este porcentaje el 79% sostiene que la favorecida es Keiko Fujimori. Es decir, la credibilidad de la prensa en el Perú tiene índices muy bajos. Por este motivo, se cree que la magnitud del efecto anticomunista no fue el esperado.
El desgaje del antifujimorismo
El antifujimorismo, como identidad política y capacidad de movilización, no ha mostrado la solidez de procesos electorales anteriores (2011-2016). El antifujimorismo es un movimiento transversal ideológicamente, que agrupa a distintos espectros políticos, desde la derecha liberal hasta la izquierda radical, en torno a un enemigo común. El sorpresivo apoyo del escritor e histórico (ex) antifujimorista Mario Vargas Llosa a la candidatura de Keiko Fujimori es un caso paradigmático de este desgaje.
Los poderes fácticos, entre ellos, los medios de comunicación, las FFAA y los gremios empresariales han cerrado filas con el fujimorismo, como no lo habían hecho en elecciones anteriores. Ni siquiera cuando Ollanta Humala era presentado como una amenaza para la democracia en el 2011. Para los intereses de la elite peruana, Pedro Castillo, representa una amenaza mayor. A diferencia de Humala, quien se reivindicaba como nacionalista y que firmó la famosa “Hoja De Ruta” para tranquilizar a la elite nacional y mercado, Pedro Castillo se reconoce como un hombre de izquierda y ha mostrado consecuencia en sus propuestas.
Nuevas propuestas, viejas prácticas
El pasado 30 de mayo se realizó el debate organizado por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), en Arequipa. En la “Ciudad Blanca del Perú”, Keiko Fujimori propuso el Bono Oxígeno, con el que otorgarían S/ 10,000 a cada hogar que haya perdido un familiar debido al COVID-19. También se refirió a entregar el 40% del canon a las familias que viven en las zonas extractivas y dar créditos de hasta S/ 10,000 a las micro y pequeñas empresas (mype). A las 24 horas, el ex ministro de Economía de Alan García y parte de su equipo técnico, Luis Carranza, dijo que los bonos para los familiares de las víctimas serán préstamos y no bonos. Más allá de estas inconsistencias, el Fujimorismo tiene un largo historial clientelista, de ajuste, y de llevar adelante políticas para desmantelar los sindicatos y el aparato productivo nacional. En el 2016, el fujimorismo fue acusado de entregar tápers con dinero a campesinos como parte de su campaña electoral.
Pedro Castillo y Perú Libre
Pedro Castillo, profesor rural y dirigente magisterial, ha hecho esfuerzos para distanciarse de Vladimir Cerrón, fundador de Perú Libre, quien fue sentenciado por corrupción en doble instancia. Sin embargo, estas diferencias distan de ser solo una estrategia electoral. Pedro Castillo es un invitado de Perú Libre y tiene una organización social sobre su figura debido a sus años como rondero y maestro rural. La principal experiencia organizativa de Castillo proviene de una huelga de maestros en 2017 y como líder de las bases populares formadas a partir del sindicato SUTEP. Sin embargo, los vínculos de Castillo con el partido son nuevos. Por otro lado, en la emergencia repentina de Pedro Castillo como un fenómeno social regional (las escenas multitudinarias en Juliaca o en Sicuani son ejemplificadoras) puede encontrase la volatibilidad de su movimiento. Como dice Liam Meisnere: “En comparación, el Movimiento por el Socialismo (MAS) de Bolivia organizó durante años a los sindicatos y a las confederaciones campesinas para crear un poderoso instrumento político unificado. Esta organización le ha dado al MAS durabilidad, permitiéndole responder ante el golpe de Estado de 2019 y recuperar el poder”.
Pedro Castillo es una oportunidad para evitar el retorno del autoritarismo clientelista de la derecha fujimorista, que puede adentrar al Perú en un proceso de transformación. Que representen sustanciales cambios en el plano económico, que garantice a la salud, la vivienda y la educación como derechos fundamentales.
Asimismo, la renegociación de contratos con las empresas extractivistas o la implementación de una “segunda reforma agraria” que potencie la agricultura familiar y comunitaria, van en esa dirección. Por otro lado, la figura de Castillo es el cuestionamiento a la distribución del poder en el Perú, y en ese sentido, es una promesa para redirigir el Estado e inaugurar un nuevo proceso democrático que, a través de políticas sociales y de memoria, combata la desigualdad y el racismo. El cambio de constitución tendría que ser el elemento (re) fundante del nacimiento de nuevo, que esperemos no tarde en aparecer.
En una sociedad conservadora y elitista como la peruana, el fracaso Castillo y PL podría ser el fracaso de toda la izquierda.
* Por Álvaro Torero para La tinta / Imágenes: Miguel Yovera/Bloomberg