Palabras por mensaje: teñir de belleza los días
Simoneras es un proyecto autogestivo de nuestra ciudad, que adaptó su propuesta a los tiempos pandémicos. Ofrece puentes desde la virtualidad y entre las palabras, a través de un canal de poesía por Telegram, suscripciones literarias por mail y un intercambio epistolar: “Para frenar un ratito, leer y conectar” con otros universos.
Por Verónika Ferrucci para La tinta
La gran Juana Bignozzi, alguna vez, en una entrevista, dijo: “La poesía acompaña a los otros, no a quien escribe”. Y aunque escribir puede ser también un ejercicio con múltiples aristas, hoy las palabras hilvanadas en poesía son como una red que entrelaza y sostiene. Para quien cree que la poesía es tema de otra época, solo basta darse un paseito por las redes sociales y ver la vigencia y potencia en la cultura millennial de posteos, videopoemas, festivales desde el living, vivos, talleres.
Hace unas semanas, mi amiga Diana me mandó un mensaje con un enlace para un canal de Telegram y me dijo: “Te va a encantar, pero, sobre todo, te va hacer muy bien”. No me dijo nada más. Sin dudarlo y confiando como siempre en sus recomendaciones -que se han vuelto un salvavidas por estos días de lejanías-, di click. Me uní al canal de “Simoneras, Poesía cada día / frenar un ratito, leer y conectar con lo que atraviesa”.
Conversamos con Ayelén Perrota, quien lleva adelante el Proyecto Simoneras. Literatura y Salud Mental, que hoy ofrece nuevas propuestas gestadas desde y para estos tiempos de confinamiento. Simoneras como espacio de venta de libros online y en ferias nació entre los años 2016-2017. El nombre -me dice- es una forma de homenaje a Simone de Beauvoir, al legado y el mundo que nos abrió con su obra, y particularmente con su célebre frase: “No se nace mujer, se llega a serlo”. “Jugar con ese nombre para dar cuenta de cómo llegamos a ser lo que somos: mujeres, lesbianas, trans, lo que fuera. Somos lo que somos porque llegamos a eso, damos pasos en nuestra vida que nos van llevando a encontrarnos con quienes somos. Yo vengo de una familia de libreres y desde esa experiencia propia voy siendo. Y también, somos por las lecturas y los consumos artísticos culturales que tenemos -los que sean-, y por los vínculos y espacios que habitamos. Cómo nos relacionamos con el entorno nos permite encontrarnos e ir haciéndonos. Y Simoneras nació desde esos recorridos, para acercar contenidos que abran mundos, que nos permitan entendernos en lo cambiante, lo no permanente y el fluir de la vida”, cuenta Aye.
El 2020 fue un año muy difícil para todos los emprendimientos independientes y autogestivos -este año no parece cambiar mucho el panorama-. “El contexto nos implica ser creatives, no podemos continuar viviendo como si no existiera la pandemia y manteniendo los mismos recursos que mantuvimos hasta antes de que empezara”, nos dice Perrota. Y agrega: “La situación extraordinaria que estamos viviendo requiere un movimiento interno y externo, nos implica estar atentes a cómo vamos respondiendo a estos eventos sociales, pero también en lo personal, qué nos pasa con la pandemia, con el aislamiento, con la dificultad de acceder a los espacios como antes. Que era mucho menos pensado y menos diagramado el hecho de asistir a espacios culturales. Hoy, es necesario repensar el cómo nos acercamos a los intereses que tenemos y por qué no aprovechar las redes sociales, que para algo existen y que no todo es negativo en relación a su consumo”.
“Poder acercarnos a los textos de una manera simple, que no se vuelva un mundo inaccesible el hecho de leer… Hay personas que a veces no tienen tanta cercanía con la lectura y a veces se tiene la creencia de que es difícil, que hay que sentarse, que los libros son largos y a las lecturas hay que dedicarles un tiempo. Sí, claro que para leer nos tenemos que dedicar un tiempo, pero también ese tiempo es el que tenemos ganas y no necesariamente tiene que ser grandes periodos de lectura. Es interesante pensar en que pueda ser más un deseo de encontrarnos con ese momento de leer, aunque sea un ratito”, cuenta Ayelén.
El giro que Ayelén le dio al proyecto tiene que ver con el contexto, pero también con sus búsquedas personales, quien, además de librera, es psicóloga. De alguna manera, esas intersecciones dieron lugar a vincular literatura y salud mental, dos aspectos de su vida que se relacionan y configuran Simoneras, que tiene nuevas propuestas. Si bien el proyecto continúa de la mano de la literatura, ya no con la venta de libros, sino con el consumo de literatura de una manera reflexiva y más sensible. Así aparece el canal de Telegram, también la opción de una suscripción literaria para recibir semanalmente contenidos literarios -cuentos, poesías con presentaciones de les autores- en el mail y un intercambio epistolar. Además, ofrece talleres online, en estos momentos, con una propuesta desde el existencialismo que se llama “Existo ¿y ahora qué?”, que busca hacer puente de formas no tan profundas o difíciles a la filosofía existencialista. “Que nos ayude para hacernos algunas preguntas sobre el cómo estamos existiendo, como una forma de ayudarnos a tomar decisiones con el discurrir de nuestras vidas”, aclara.
Poesía vía Telegram
“Que la poesía sea útil, que te encuentre,
porque no es más ni menos que una persona queriendo llegar a otra”.
Sharon Olds
Simoneras en Telegram es un canal al que te suscribís y cada día te llega, inesperadamente en diferentes horarios, una poesía. Tiene un poco de la magia lúdica de saber que, en algún momento, alguien que esperás te mandará algo. “Yo hago la selección en base a mis gustos, obvio”, dice Ayelén y se ríe. “Y están muy relacionados con mis modos de ver el mundo. Desde ahí, selecciono autores y el contenido de los poemas; autores locales, lesbianas, trans y también algunes clásiques. Pero básicamente es contenido que responde a valores feministas, disidentes y del pensamiento crítico”, cuenta a La tinta.
Agrega que la idea del canal de Telegram es acercarnos “de una manera más simplificada” al momento de leer una poesía diaria “que puede ser en cualquier ratito, mientras hacés una pausa entre el hacer una cosa y otra, unos minutos para leer una poesía y para ver qué me pasa con eso. Lecturas atravesadas: leer y dejarme atravesar por lo que leo, intentar saber qué me pasa, darme un tiempo en algún momento”, comparte la Simonera.
Para suscribirte, sólo tenés que dar un click aquí.
Intercambio epistolar
“Cuando yo era chica, tuve muchas amigas por carta”, automáticamente me trajo a la memoria los gloriosos 90 con las revistas de la época y ese ejercicio mágico de elegir a quién escribirle, y ese trazo que abría todas las fronteras: “Querida Amiga por carta”. Ir al correo, pedir las estampillas más lindas y, luego, esperar que llegue la carta. Centenialls, no lo entenderías.
“Me gusta mucho estar en contacto con personas, así que se me ocurrió proponer un intercambio epistolar. Ya que conocer gente nueva o estar en contacto con un otre en el afuera se complica, sobre todo ahora en la situación de colapso del sistema de salud que tenemos en Córdoba, no da ir a espacios masivos, porque ponemos mucho en riesgo. Y para no estar expuestas, pero sin desconocer la necesidad de hacer vínculos que tenemos -porque los vínculos nos hacen y nos hacemos con los vínculos-, nació esta idea. Al que le interesa, me deja el mail con una breve descripción de quién y cómo es, qué le gusta. Yo, leyendo esas descripciones y viendo otros perfiles, intento poner en contacto a dos personas, que a mi parecer -y solamente por la descripción- me parezcan totalmente opuestas, y que suceda el encuentro a través de las palabras, de las cartas -que son email-”, explica.
Aclara que, después, cada persona decide si sigue sosteniendo el intercambio o si quiere mandar cartas por correo, eso ya depende de cada quien: “La idea es generar ese punto de encuentro con alguien desconocide que tiene ganas de escribirte cartas, sobre todo en este tiempo donde lo que predomina es la imagen. Primero, conozco a alguien por la imagen. Esta propuesta viene a decirnos: puede conocer a alguien sin ninguna imagen, sólo con un mail; después, cada quien decide si se quiere pasar o no sus redes sociales, o fotos, o lo que sea. Es otro modo de conectarnos, ni bueno ni malo, ni mejor ni peor, otro modo. Es poner en juego la imaginación, cuál será el estilo físico, sus movimientos, cómo serán sus gestos cuando escribe esto que estoy leyendo, qué cara habrá puesto”, y así un universo entero para explorar.
Simoneras nos hace un convite de palabras y de intercambios adaptados al tiempo de confinamiento, como compañía y como una batalla contra los algoritmos del odio y la decepción, pone a circular poéticas, poemas y cartas en la matrix y la virtualidad, como gesto de ternura para estos días.
*Por Verónika Ferrucci para La tinta / Imagen de portada: Simoneras.