“El gobierno colombiano plantea la represión y la justifica”
Toda Colombia continúa movilizada contra las políticas de ajuste y el despliegue represivo ordenado por el gobierno de Iván Duque.
Por Redacción La tinta
“Un elemento de la movilización social y la protesta es que crece y se profundiza permanentemente”, afirmó a La tinta Alexander Gamba Trimiño, sociólogo colombiano y docente de la Universidad Santo Tomás. Para el académico, el movimiento de protesta que hace temblar a todo el territorio colombiano desde hace semanas “cada vez encuentra, en varias partes del país, más audiencia”. En contraposición, indicó el sociólogo, se encuentra el gobierno del presidente Iván Duque “que intenta, por un lado, plantear una estrategia de negociación, pero por el otro, aumenta la represión”.
Las palabras de Gamba Trimiño sintetizan los últimos días en Colombia, donde las masivas movilizaciones hicieron retroceder al gobierno, que tuvo que retirar de discusión las reformas tributaria y del sistema de salud, que estipulaban una mayor apertura neoliberal que golpearía con fuerza a los sectores más humildes.
Convocadas por el Comité Nacional del Paro (CNP) –un conglomerado de agrupaciones sindicales, estudiantiles y sociales-, las protestas desbordaron las grandes ciudades y se esparcieron por otras localidades y pueblos, al mismo tiempo que se sumaban los movimientos indígena y campesino.
“Es muy importante destacar que este paro es el más grande que se ha dado en la historia del país y no tiene ningún precedente –aseguró Gamba Trimiño-. Más de 700 municipios, de cerca de 1.200, han tenido movilizaciones”. “La protesta empezó a crecer de una manera inédita en un sector de la población muy particular: lo que se llaman los jóvenes urbanos populares –agregó el docente colombiano-. Esto ha hecho que el paro tenga otras características. Ya no es un paro a través de una representación clásica de un sindicato, sino fundamentalmente de una explosión social de sectores que no tienen canales de representatividad en las diferentes organizaciones sociales. Esto ha hecho que el paro adquiera una característica muy popular, de barriadas y que no sea fácil encontrar canales de solución pronta”.
La tierra arrasada de Duque
Al rechazo del pueblo colombiano a las reformas económicas planteadas por el gobierno de Duque, se sumaron otras demandas, sobre todo, vinculadas a la represión estatal y paramilitar que asola a Colombia desde hace más de 50 años.
Ante la negativa de Duque de detener la represión y militarización de varias regiones, el CNP convocó ayer a los ciudadanos y a las ciudadanas a continuar con las protestas. Con más de 40 muertos en su haber, el gobierno colombiano se niega a un diálogo de igual a igual con el CNP. Debido a esto, el Comité Nacional del Paro convocó a nuevas movilizaciones para el 26 y 28 de mayo.
Pese a que el CNP es la referencia máxima en estas protestas, para Gamba Trimiño existe “una articulación muy interesante entre sectores populares al auto-convocarse y auto-organizarse, generando los puntos de resistencia: espacios donde jóvenes urbanos populares toman sus barrios, algunas avenidas y cierran la vía, y empiezan a generarse una serie de dinámicas como ollas comunitarias, asambleas barriales, expresiones artísticas, conciertos”.
Ante la ebullición social y la firmeza de los colombianos y las colombianas, “la respuesta del gobierno ha sido esencialmente represiva, porque ha construido un discurso según el cual en el paro, que si bien tiene unas expresiones ciudadanas legítimas, hay terroristas infiltrados”, aseveró el docente. “Inclusive, plantea que el gobierno de Venezuela es el que está financiando el paro o le echa la culpa al líder de la oposición, Gustavo Petro, de estar detrás de las protestas”, agregó.
“Ese discurso ha traído consigo una política de tratamiento, sobre todo, en los barrios más pobres de las ciudades y en los municipios más pequeños, de tierra arrasada –advirtió Gamba Trimiño-. Es decir, entrar con la policía, con el cuerpo especial ESMAD, que se creó en la década de 1990, y con el ejército para enfrentar la protesta social. Es una violencia inusitada: estamos hablando de más de 40 muertos, una cifra sin determinar de desaparecidos, agresiones sexuales, ataques a los ojos. Es una situación de represión permanente”.
Bloqueos versus militarización
Desde el 28 de abril pasado, cuando las calles colombianas empezaron a temblar por las movilizaciones y protestas, el gobierno de Duque –en el cual el peso del ex presidente Álvaro Uribe Vélez es definitorio- sólo tuvo una respuesta: la violencia masificada, ya sea con agentes de seguridad o con paramilitares (esto último registrado en un sinfín de videos).
Gamba Trimiño detalló que “la primera medida que tomó el gobierno fue crear una asistencia militar hacia los alcaldes y hacia los jefes de gobiernos de las ciudades, que en Colombia se escogen por elección popular y en teoría son ellos quienes tienen el manejo de la fuerza pública. Básicamente, les fueron quitando ese manejo a los alcaldes y se lo fue abrogando el gobierno nacional”.
El sociólogo recordó que el lunes pasado, en una entrevista a Caracol Televisión, Duque dio la orden de levantar los bloqueos de rutas a través de la fuerza y la violencia. Esto se debe a que “el punto central de conflictos no son las grandes movilizaciones, sino los bloqueos, que es la estrategia central de este paro y consiste en el bloqueo de la movilidad en las principales carreteras para bloquear los ingresos y las salidas a las grandes ciudades”, reflexionó el docente universitario.
Además, Gamba Trimiño señaló que, según el gobierno, los bloqueos generaron algunos niveles de desabastecimientos y la dificultad en la movilidad de mercancías. “El sector empresarial y la burguesía comercial industrial y agraria se quejaron, por eso hay una presión muy fuerte hacia el gobierno para que levante los bloqueos”, aseveró.
“Lo que han planteado desde las diferentes organizaciones y sectores del movimiento social es que esos bloqueos no se van a levantar, porque son garantías para negociar con el gobierno un pliego y nuevas condiciones –contó el sociólogo-. Pero el gobierno dice que hasta que no se levanten los bloqueos, no hay condiciones reales para avanzar en una negociación. Lo que plantean los manifestantes es que se pueden garantizar corredores humanitarios, es decir que se mantengan los bloqueos mientras ocurre el paro y, a través de la iglesia, organizaciones de derechos humanos, de las mismas organizaciones sociales, se garantice el paso de algunas mercancías fundamentales como alimentos, medicamentos o de personas enfermas. En eso se estaba tratando de avanzar hasta el lunes por la noche, cuando el gobierno manifestó que iba a levantar los bloqueos por la fuerza. Esto implica un sobre escalamiento del conflicto y un aumento exponencial de la violencia policial y paramilitar”.
Negacionismo y represión
Si bien las protestas tuvieron como puntapié inicial el rechazo a la reforma tributaria, el cansancio y el hartazgo de los y las colombianas, acumulado hace décadas, estalló en unos pocos días y se esparció por todo el país. “La gran agenda que hoy articula muchas expresiones de movilización social es el tema de la represión y la violencia policial –apuntó Gamba Trimiño-. El pedido es que cese toda esa violencia y también la violencia paramilitar que se está presentando. Y, por supuesto, la estigmatización, porque el gobierno replantea la represión y la justifica. Y que si hubo excesos, son pocos y ya se están investigando. O que las grandes denuncias que hay a nivel internacional se deben a fake news. En el gobierno, hay un negacionismo de la represión”.
Desde Naciones Unidas, pasando por Amnistía Internacional y hasta el propio gobierno de Estados Unidos, denunciaron o, al menos, llamaron la atención sobre la represión estatal que cruza a toda Colombia. Para el sociólogo y docente, ante este panorama, el futuro es difuso y cargado de incógnitas: “Todas las posibilidades están abiertas, desde un autogolpe, tipo Alberto Fujimori, hasta un golpe de sectores de la derecha. Además, la negociación no tiene mucho futuro hasta tanto no se desmonten las políticas represivas. Pero la actitud del gobierno de Duque es desmontar el paro a través de la represión”.
Un factor clave en la realidad colombiana es el poder que todavía ostenta el ex presidente Uribe. Todo lo que el ex mandatario representa (narcotráfico explícito, neoliberalismo, corrupción, etc.) sigue enquistado en las estructuras del Estado. “El uribismo es un proyecto de extrema derecha y hay sectores que ven la posibilidad de salir de Duque y que entre otra instancia a gobernar –alertó Gamba Trimiño-. Todas las salidas están abiertas, hasta la posibilidad de la renuncia”.
Para el sociólogo, en Colombia, “hay un problema grave y es que el gobierno y el uribismo han tenido una concentración de poderes muy grandes. La Procuraduría que vela por los derechos humanos, la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía, que es la que tiene que investigar los crímenes: las tres instancias están completamente tomadas por el uribismo y por el gobierno actual. Esas instituciones nacionales, que tendrían que velar por el cumplimiento de acuerdos, no generan credibilidad, porque forman parte de un cuerpo grande que se llama el gobierno nacional. Tienen una concentración de poderes indebida y una posición antidemocrática como la que ha tenido este gobierno”.
Como última reflexión, Gamba Trimiño resumió los cambios urgentes que necesita su país: “Un tema más a largo plazo tiene que ver con unas reformas estructurales: plan de empleo juvenil, porque acá hay un tema grave de desempleo y pobreza; un plan para la renta básica, porque hay muchas personas que ya venían en la pobreza y con la COVID-19 han entrado a una situación de precariedad absoluta, y una reforma tributaria, pero que los que pongan no sean las clases trabajadores y medias, sino quienes tienen las grandes fortunas. Si no se tratan esos puntos, tendremos quizá un ciclo largo de movilizaciones, como se presentó en Chile. A veces, las grandes movilizaciones van decayendo, pero donde no hay alternativas, se mantienen esos focos de movilización permanente”.
*Por Redacción La tinta / Foto de portada: Iván Valencia – El País