Río violeta: actuar para acuerparnos
Actuar para ser libres, para persistir en el riesgo, para defendernos. Actuar para enfrentar el miedo, los dolores que nos atraviesan. Actuar para acuerparnos, para colocar el cuerpo de manera política. Río Violeta invita a zambullirnos en un mundo de sensaciones que ponen de manifiesto violencias normalizadas sobre las mujeres y disidencias.
Por Inés Domínguez Cuaglia para La tinta
Río Violeta invita a preguntarnos desde el cuerpo, con el cuerpo y la palabra. Se trata de un unipersonal «hacia una dramaturgia del cuerpo”, me cuenta Pamela Fernández, la actriz que pone toda la cuerpa en esta partida.
“La obra habla de lo que el cuerpo tiene escrito en sí”, me dice Pamela y automáticamente me pongo a pensar en todo lo que nuestras cuerpas cargan en sus memorias, todo lo que atraviesa a nuestras cuerpas en este contexto de violencia patriarcal y heteronorma, en nuestras historias mediadas por el deber ser y los mandatos. Todo lo que mi cuerpo calló, todo lo que somos capaces de guardarnos… pero en estas épocas, también de los abrazos, de las amigas, de las hermanas, pienso: gracias feminismos, gracias por ponernos a pensar-nos y volver a hacernos cuerpo, cuerpas. AcuerparNos. Romper con el aislamiento y accionar colectivamente.
Tanto la actriz como el director de la obra, Roberto Delgado, coinciden en esta búsqueda de una dramaturgia del cuerpo abordando algunos conceptos de la psiquiatría. Me cuentan que la obra se origina en el trabajo final de la Licenciatura en Teatro de Pamela y, en esa línea, la actriz comparte que pensar/crear desde este tipo de dramaturgia resultó en lograr mostrar lo que verdaderamente atravesaba su cuerpo: “Creo que la temática de la violencia hacia las mujeres y las disidencias llega porque está tan inscripta en les cuerpes, en mi cuerpo, que simplemente apareció por prestarle atención, observar qué era lo que mi cuerpo empezaba a narrar”.
La actriz reflexiona: “La violencia heteronormalizadora representada en todas sus instituciones -la psiquiatría, la iglesia, la familia, el Estado, el matrimonio y otras más- se ejerce de maneras visibles e invisibles, y sus inscripciones quedan en el cuerpo de esa manera también. Este trabajo abrió una grieta para echar un poco de luz sobre eso y mostrar lo que está inscripto en mi cuerpo, lo que le sale, lo que es”.
Sobre el abordaje desde conceptos de la psiquiatría, me explica que tiene que ver con todo el proceso de su tesis de grado. “El tema de la tesis fue la creación de una dramaturgia del cuerpo a partir de nociones psiquiátricas. Decidí abordar este tema porque me atraviesa profundamente en el cuerpo y en mi vida. Soy muy crítica al respecto y estudié bastante desde donde pude. Entiendo la psiquiatría como este lugar de control de les cuerpes, de normalización del ser, institucionalización de cómo ser persona normal. Es un tema que me jode un montonazo y lo re quería trabajar. El tema era tan personal que devino en esta obra”. Pamela dice que buscaron conscientemente hacer una obra que no hable de la locura y para esto se aferraron a procedimientos físicos y a la noción de potencia escénica.
Roberto Delgado comenta que eligieron tomar la locura como un leitmotiv de creación y correr la pregunta sobre la locura hacia pensar qué consideraban normal y qué queda afuera de la norma de lo hegemónico. Así, casi todas las preguntas que movieron el proceso fueron en relación a un cómo crear escenas y material de obra que se corriera de lo que se considera hegemónico, que ampliara los significados, los sentidos, que moviera otras cosas, generando algo que fuera incatalogable. “Creo que al final sucede que hay algo que es teatro y, a su vez, es danza”, explica el director de la obra.
Sobre este tema, la actriz remarca la importancia de transitar esa línea entre lo que les afectaba positivamente y lo que provocaba potencia escénica por sí mismo, buscando no caer en lugares oscuros: «Potencia escénica como potencia de vida, una potencia actoral, un despliegue de energía vitalizante para irnos por el lugar de la alegría del encuentro y no de la tristeza. No quedarse sola relamiendo las heridas. Encontrar otros modos de hacer y qué hacer con lo que tenemos”.
El equipo me cuenta que, durante su proceso creativo, reflexionaron mucho sobre cómo nuestros cuerpos están ordenados, encapsulados, encriptados y significados bajo las leyes de lo normal y el deber ser. Reflexionan que muchas veces “esas leyes de lo normal no nos incluyen y disminuyen nuestras potencias personales, y cuando une se ve disminuide en sus potencias personales, se deprime, se pone triste y no puede estar siendo quien es”. Es así que buscaron permanentemente darle valor a otros modos de ser, de pensar, de pensarnos y de existir.
“Este fue un proceso hermoso con gente preciosa. Un proceso amoroso, libre y alegre. Esa fue la guía para hacer esta dramaturgia de cuerpo y de posibilidades que nos hagan más libres. Río violeta es una obra que yo necesitaba hacer, era una necesidad y encontré les amigues y la manada perfecta para meternos en esta”, concluye la actriz.
Desde los criterios de dirección, existe un interés muy claro en que la obra haga sentir cosas, interpele, movilice sensibilidades. Que sea una experiencia intensiva. El director explica que el ojo estuvo puesto en cómo generar vínculo desde la escena con le otre que mira, con el público que se acerca a ver teatro en Córdoba, cómo generar empatía alejando las distancias.
La obra es una invitación a pensar, reflexionar y espejarse en clave sensible y con humor. Es una experiencia convulsiva, atrapante. Es una crítica a los mandatos.
Invita a un despertar, sacude, cachetea, obliga a salir de nuestras zonas de confort, de pensamiento confort, de espectadore confort, para interpelarnos en nuestras subjetividades. Movernos, existir de otras maneras.
El teatro siempre nos invita a reencontrarnos como humanidad en este mundo en el que, de repente, todo se volvió virtual y distante. Es una invitación eterna a sentir y conmoverse. Río Violeta es una cuerpa que convulsiona y habla, dice lo que se le da la gana con total honestidad. Es que si la obra habla de algo, es de lo que nuestras cuerpas, en el cuerpo de la actriz, traen escrito.
Río violeta. Sábado 8 y domingo 9 de mayo a las 21 horas en La Nave Escénica, Ovidio Lagos 578, Córdoba.
En escena: Pamela Fernández | Dirección: Roberto Delgado | Asistente de dirección: Araceli Gelleni.
*Por Inés Domínguez Cuaglia Para La tinta.