La puta mejor embalsamada: bufonear la memoria colectiva
La obra teatral, que se está presentando todos los viernes en sala La brújula, propone transitar la odisea a la que fue sometido el cuerpo de Eva Perón. En un recorrido preciso de fechas y desde la ética bufona, esta puesta nos interpela en nuestras fibras más íntimas, nos invita a resignificar dolores colectivos y luchas a puro desparpajo y carcajadas.
Por Fernanda Albornoz para La tinta
Hacer carne cada una de las atrocidades que vivió un cuerpo de mujer no es algo fácil de asimilar. Implica entregarse a un torbellino de intensidades que duelen. Y si ese cuerpo es de una mujer-pueblo fundamental en la historia de nuestro país, la apuesta cobra dimensiones titánicas y va a por todo.
Desde La tinta, nos acercamos a dialogar con Julieta Daga, la directora de la obra La puta mejor embalsamada, para zambullirnos de lleno en esta estética teatral.
—Hablemos de la génesis de la obra. ¿Cómo llegó el guion a tus manos? ¿La estética teatral estuvo dada desde el comienzo?
—Le pedí al autor que me escriba una obra en donde sea Eva Perón la que hable, de quince minutos de duración y para una de las actrices del elenco que es Mariana Mansilla. Era para hacer una participación en un festival de teatro breve en el que finalmente no participamos. El autor quedó con ganas de que la obra fuese más larga, la desarrolló y la hizo para una hora. Pasaron los años, se cumplían 100 años del nacimiento de Eva Perón y el autor me dice “Che, hay que hacerla” y la actriz para la cual fue escrita esta obra, también dijo lo mismo. Así que la montamos, pero decidí hacer una adaptación, que la voz de Eva Perón sea dicha por la voz de estos cinco bufones, el pueblo, que es siempre la clase social más vapuleada, más golpeada, más marginal.
«Nadie más periférico, excluido y más fuera de los márgenes que un bufón. Esos personajes que se salen por fuera de lo común por ser disidentes, no tan solo desde sus apariencias, sino también desde sus lógicas, sus maneras de pensar y de hablar porque pertenecen a esas realidades que no están incluidas en las planificaciones de ningún plan de gobierno y son el último orejón del tarro de nuestra sociedad».
—¿Qué te motivó a dirigirla?
—Lo que me motivó a dirigirla fue porque me enamoré del texto y quería seguir trabajando con este grupo. Se está abriendo un campo dentro de la ética bufona en Córdoba, un poco introducida por mi primer espectáculo que se llamó Bufón. Tenía ganas de seguir indagando en el lenguaje ya con cinco bufones a la vez.
También me interesó muchísimo que fuera Eva Perón la personaje principal en estos tiempos en donde se está hablando sobre las disidencias, sobre los cuerpos, sobre el rol de la mujer en la sociedad con todos los tipos de feminismos.
—En escena, está el grupo «Cortocircuito clown» de reconocida trayectoria en la escena local. ¿Cómo fue el proceso de los ensayos? ¿Qué instancias de creación colectiva se dieron para lograr un producto artístico tan redondito?
—Con Cortocircuito venimos trabajando hace más de siete años y ya tenemos una dinámica común y aceitada desde la obra «La vestido verde», que es una adaptación del clásico «La casa de Bernarda Alba» de Federico García Lorca.
En esta instancia, les di el texto y les propuse la misma ética de apropiación que tienen los bufones que es intentar rapiñar el texto, agarrarse para sí las partes que les gustan. Apropiármelo. ¿Cómo? Aprendiéndomelo.
Se transformó en una escena de tensiones en donde se iban arrebatando las palabras de este cuerpo arrebatado por los militares, donde el cuerpo textual estaba siendo arrebatado por los bufones, no para enajenarlos, sino para hacerlos propios esta vez. Una manera de apropiarse de un cuerpo que ha sido expropiado. Cada bufón dice la parte del texto que iba encarnando, que iba quedando en su memoria, en sus huellas corporales y así se hicieron escena.
Luego, trabajé con una dinámica de lenguaje bufón que es el coro y el corifeo, generando así, por contrastes, figuras y fondos.
«Trabajamos mucho a nivel corporal, compositivo. La idea de la puesta es como si fuera una composición musical en donde el cuerpo, la voz, el texto, los colores, tratan de conformar una belleza otra, una armonía otra».
Así fue la apuesta y la propuesta de cada une de elles a la escena y yo a ecualizar cada una de las virtudes de los actores de este grupo maravilloso y empujar para correr los bordes siempre, cada vez más allá.
—Sos directora, actriz, clown, realizadora teatral y mujer en una época histórica en la que confluyen diversas construcciones del feminismo. Imagino que trabajar en una obra que habla de lo que se hizo con el cuerpo de Eva Duarte de Perón estuvo impregnado de mucho, ¿no? ¿Querés compartir algo de eso?
—Su cuerpo fue expropiado, vapuleado, no respetado, recibió todas las vejaciones que una mujer puede recibir. Fue sometida a un embalsamamiento para lo cual tuvo que ser preparada en vida para eso. Toda esa intrusión sobre el cuerpo de una mujer tan solo porque es un tesoro para el pueblo argentino, digamos, un trofeo político. Todo eso sin su anuencia, sin su consentimiento, transformarla en una prenda de negociación, cosificar su cuerpo. Y luego, después de muerta: robada, secuestrada, escondida en desvanes, en cuarteles de policía, en furgones de florerías; violada, sometida a fiestitas de varios militares y mutilada; llevada en la bodega de una barco hasta Italia, robarle la identidad y sepultarla bajo otro nombre. Nada más parecido a la trata de blancas, lo que les pasó a un montón de mujeres con el agravamiento de que ella ya estaba muerta y que todo el pueblo la estaba buscando. Como muchas mujeres que buscan hoy en día y no aparecen, por ejemplo, Marita Verón.
«Eva Perón encarna en su historia todas las injusticias que sufren las mujeres y por las que estamos luchando hoy en día con todos los feminismos».
—Les trabajadores de las artes escénicas vienen activando diversas estrategias para seguir proponiendo y haciendo cultura en este contexto pandémico. Eso incluye el reclamo de políticas culturales que garanticen las condiciones materiales necesarias para que las salas y espacios teatrales no cierren, por ejemplo. Desde esa perspectiva: ¿qué implica poner en escena hoy esta obra?
—Poner esta obra hoy implica un gran riesgo económico, principalmente porque nos hacemos cargo de absolutamente todo, es un espectáculo independiente. Para que la gente vaya al teatro, hay que promocionarlo y ponerle el lomo para bancar una producción semejante. Todes nosotres somos trabajadores de las artes y vivimos de esto, así que nos ponemos al hombro la producción.
Trabajar en este momento pandémico es casi una quijotada, pero queremos poner en evidencia de que no hay nada más saludable que ir al teatro con los protocolos que existen. Tenemos reducida la capacidad de la sala al 50%, techo altísimo, butacas alejadas del escenario, la gente entra con barbijo y no se lo saca durante toda la función, se sientan por burbujas y hay ventilación cruzada. Es imposible que abran un restorán y que cierren un teatro, no podemos creerlo.
«El teatro es seguro y lo que hace es generar alegría, emociones y eso eleva las defensas. Es toda una quijotada defender que el teatro se siga haciendo, que no cierren los teatros y que nos apoyen porque estuvimos todo un año sin poder trabajar».
Eso se siente no solo en los bolsillos, sino también en el corazón. Déjennos hacer teatro porque le ponemos el lomo y nadie nos apoya, solo el público, así que los invitamos a que sigan viniendo.
En el cuerpo de Eva, todxs lxs cuerpxs oprimidxs.
En su voz, la voz del pueblo.
En esta obra, el convite a bufonear amorosamente la memoria colectiva.
La puta mejor embalsamada. Autor: David Metral | En escena: Cortocircuito clown, integrado por Chino Castillo, Laura Bringas, Emiliano Barrera Vázquez, Mariana Mansilla y Agustín Alesso | Diseño y realización de vestuario: Agustina Blanc y Telma Cataldi | Asistencia de dirección y técnica: Mariela Ceballos | Técnico: Matías Silveri | Fotografía: Marcos Taccone y Vanina Gotardi | Diseño Gráfico: Daniela Rodeles | Dirección: Julieta Daga.
Reservas al 351-301-0723 o a través de teatrolabrujula.com.ar
*Por Fernanda Albornoz para La tinta.
