El acontecimiento, el dolor de lo clandestino 

El acontecimiento, el dolor de lo clandestino 
21 abril, 2021 por Gilda

Por Manuel Allasino para La tinta

El acontecimiento es una novela de Annie Ernaux, publicada en el 2001. La escritora francesa nos convida una historia autobiográfica que es conmovedora, trágica, reveladora y profundamente humana. En 1963, cuando Ernaux se encuentra en Ruan estudiando Filología, descubre que está embarazada. Desde el primer momento, no tiene dudas en que no quiere llevar adelante ese embarazo no deseado: viene la confrontación con la incredulidad; ella no se cree capaz de sostener “aquello” en el interior de su vientre. 

En una sociedad en la que se penaliza el aborto con prisión y multa, Annie Ernaux se encuentra sola; hasta su pareja se desentiende del asunto. Los prejuicios, el resentimiento y la ambición social son denunciados con maestría literaria. En poco más de cien páginas, la autora realiza un manifiesto que retrata la lucha frente al profundo horror y dolor de un aborto clandestino. 

annie-ernaux-aborto-clandestino“Llamaron al joven negro y después a otras personas del compartimiento de al lado. Nadie hablaba ni se movía, salvo la mujer embarazada. Solo alzábamos los ojos cuando la doctora aparecía en la puerta de la consulta o cuando alguien salía de ella. Le seguíamos con la mirada. El teléfono sonó varias veces: era gente que pedía hora o información sobre los horarios. En una ocasión, la recepcionista fue a buscar a un biólogo para que hablara con la persona que llamaba. El hombre se puso al teléfono y dijo: <<No, la cantidad es normal, completamente normal>>. Las palabras resonaban en el silencio. La persona al otro lado del teléfono debía de ser seropositiva. Había acabado de corregir los exámenes. Me venía una y otra vez a la cabeza la misma escena borrosa de aquel sábado y de aquel domingo de julio: los movimientos del amor, la eyaculación. Debido a esa escena, olvidada durante meses, me encontraba ahora ahí.  El abrazo y los movimientos de los cuerpos desnudos me parecían una danza mortal.  Era como si aquel hombre, a quien había aceptado volver a ver con desgana, hubiera vuelto de Italia solo para contagiarme el sida. Sin embargo, no conseguía establecer una relación entre aquello (los gestos, la tibieza de la piel y del esperma) y el hecho de encontrarme en ese lugar. Nunca pensé que el sexo pudiera tener relación con nada. La doctora dijo mi número en voz alta. Antes incluso de que yo entrara en la consulta me dirigió una gran sonrisa. Lo interpreté como una buena señal. Al cerrar la puerta me dijo enseguida: <<Ha dado negativo>>. Me eché a reír. Lo que dijo durante el resto de la entrevista ya no me interesó. Tenía una expresión feliz y cómplice. Bajé la escalera a toda velocidad y rehíce el trayecto en sentido inverso sin fijarme en nada. Me dije que, una vez más, estaba a salvo. Me hubiera gustado saber si la chica rubia también lo estaba. En la estación de Barbès, la gente se amontonaba a ambos lados de la vía. Aquí y allá se veía el color rosa de las bolsas de Tati”.

A lo largo de las páginas, Ernaux va posando su ojo en distintas décadas del siglo XX. Describe la estratificación social y las sutiles jerarquías de clase que conviven en la sociedad francesa de la década del sesenta. Pero también nos introduce en una sala de espera de un consultorio de medicina preventiva, en donde nombres y apellidos, sobres con resultados de análisis y miradas cruzadas arman la escena situada en los ochenta con la irrupción social del virus de inmunodeficiencia humana (VIH).

La protagonista, luego de su peregrinaje por varios médicos que le dan la espalda a su problemática, y de intentar pedir ayuda entre sus conocidos y amigos, consigue que una mujer que ha pasado por la misma situación le dé una dirección y le preste el dinero suficiente para realizar el aborto. 

“El tiempo dejó de ser una insensible sucesión de días que había que llenar con clases y ponencias, con pausas en los cafés y en la biblioteca, y que conducía a los exámenes, a las vacaciones de verano y al porvenir, para convertirse en algo informe que avanzaba en mi interior y que había que destruir a cualquier precio. Asistía a clases de literatura y de sociología, iba al comedor universitario y tomaba cafés al mediodía y por la noche en la Faluche, el bar reservado para los estudiantes, pero ya no vivía en el mismo mundo. A un lado estaban las otras chicas, con sus vientres vacíos, y al otro me encontraba yo. Cuando pensaba en mi situación, no utilizaba ninguno de los términos con que se la suele designar, del tipo: <<espero un niño>> o <<estoy embarazada>>, ni mucho menos <<estoy en estado de buena esperanza>>. Esas expresiones contenían la aceptación de un futuro que no tendría lugar. No merecía la pena nombrar lo que yo ya había decidido hacer desaparecer. En la agenda escribía: <<eso>>, <<la cosa esta>>. Solamente una vez puse <<embarazada>>. Pasaba de la incredulidad de que aquello estuviera pasándome a mí, a la certeza de que era algo que tenía que pasarme a la fuerza. Estaba abocada a ello desde la primera vez que había gozado bajo las sábanas a los catorce años. Una experiencia que no había podido dejar de repetir después, a pesar de mis rezos a la virgen y a los diferentes santos y de soñar sin cesar que era una puta. Casi me parecía un milagro no haberme encontrado antes en esa situación. Hasta el verano anterior había conseguido, a base de esfuerzos y de humillaciones –como la que me llamaran cabrona y calientapollas-, no llegar a la penetración. Lo había conseguido gracias a la contención de un deseo que, no pudiéndose limitar al flirteo, me hacía temer hasta un simple beso. Establecía confusamente un vínculo entre mi clase social de origen y lo que me estaba ocurriendo.  Yo era la primera persona de mi familia que estudiaba una carrera. Todos los demás habían sido obreros o pequeños comerciantes. Había conseguido escapar de la fábrica y de la tienda. Pero ni la reválida ni la licenciatura en letras habían conseguido alejar la fatalidad de una pobreza heredada cuyos emblemas eran el padre alcohólico y la madre soltera.  No había podido librarme de ello, y lo que estaba creciendo dentro de mí era, en cierto sentido, el fracaso social”.

El acontecimiento de Annie Ernaux es una novela que retrata el desamparo y la discriminación por parte de una sociedad que no tiene el valor para enfrentar la realidad y modificarla. Ernaux, a través de su propia vivencia, expone las contradicciones y deja una memoria material del aborto clandestino. 

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Sobre la autora 

Annie Ernaux (Lillebonne, 1940) estudió en Ruan, Burdeos y Grenoble. Es autora de numerosas obras como: Pura pasión, La vergüenza, El acontecimiento y El lugar. Ha recibido galardones como el Premio Renaudot 1984, el Premio Marguerite Duras 2008, el Premio Strega Europeo 2016, el Premio Marguerite Yourcenar 2017 y el Premio Formentor 2019. 

*Por Manuel Allasino para La tinta.

Palabras claves: Annie Ernaux, literatura, Novelas para leer

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