A esta hora de la noche, la fuerza que vive en todas las cosas
Por Manuel Allasino para La tinta
A esta hora de la noche es la segunda novela de Cecilia Fanti, publicada en el 2020. El libro contiene una serie de relatos en torno a la maternidad que abarca desde los meses previos a la concepción hasta el momento en que el hijo comienza a independizarse del cuerpo que lo gestó y alimentó. Como si fueran escritos que se realizan para sobrevivir, Cecilia Fanti tantea en la oscuridad de lo desconocido hasta tocar ese espacio fundacional de un nacimiento compartido: su hijo llega al mundo y, ahí mismo, ella también.
Con una prosa ligera y atrapante, la escritora y librera Cecilia Fanti abre el plano sobre las formas de crianza y las condiciones para pensar la maternidad como proyecto. La nueva novela de Fanti, como en su primera La chica del milagro, hace eje en el cuerpo que atraviesa, una vez más, una experiencia transformadora.
“En esta casa el agua caliente se termina rápido, la ducha tiene muy poca presión y, como casi todos los días, estoy llegando tarde a mi trabajo en la librería. Me bañé rápido. Agustín me prepara un café con menos leche de la que me gustaría. Todavía en pijama, se sienta frente a su computadora. Desde hace meses estamos buscando un departamento más grande para mudarnos: más grande, más cerca de mí trabajo, de su mamá que está enferma; un departamento más luminoso, menos ruidoso y céntrico, con un espacio exterior. Queremos todo eso aunque las cuentas no cierren. Lo intentamos cada vez y fracasamos. Le digo que va a tener el baño listo en unos minutos y él me dice que me va a mandar algunos links con casitas que vio. Dice casitas y sigue mirando su computadora. Quiere bañarse una vez que yo me haya ido, cuando la casa quede toda para él durante el resto del día y disponga de los espacios, de los olores, las luces prendidas, los platos apilados. Trato de apurarme pero no puedo. La duda, la mañana, la idea de viajar una hora de San Telmo a Colegiales. Hago pis una vez más y, en un acto reflejo, agarro la caja del Evatest que había comprado en el último atraso y no llegué a usar. Una vez había escuchado a una ex compañera de trabajo: cuando estás, no tenés que esperar ni un minuto, es inmediato. Hago pis como quien cambia una lamparita, resuelve un cambio de estado, busca una certeza. Se dibuja una rayita y después otra. Dos ventanas marcadas. Estoy embarazada y lo sabía. Salgo con el test de embarazo en la mano y le digo a Agustín: estoy embarazada y me tengo que ir corriendo. Discutimos. Hice el test sola y apurada, sin previo aviso. Lo dejo con la noticia y la sorpresa. Lo dejo afuera de ese primer momento. Yo lo supe y se lo conté. Pero ¿acaso no vivimos juntos? ¿Acaso no lo hicimos juntos? Sí, pero estoy apurada. Me abraza pero sé que está enojado. Le digo que me perdone, que el apuro, que el atolondramiento, que no fue intencionado. Cuando estoy apurada hago todo junto: pis, un test de embarazo, el armado de una mochila, la caminata apretada hasta la parada del colectivo. Me dice que a la noche vamos a hablar y que no lo puede creer. No tengo nervios. Le digo mi destino al chofer, espero a la máquina, paso la Sube y me siento. En general me pasa así: estoy llena de expectativa y ansiedad hasta que el objetivo aparece cumplido. Entonces ya lo incorporo. Es parte de mí. Viajo en el 152 y ya estoy embarazada. Estoy segura porque me habita la idea de que podría arruinarse pronto, de no ser del todo cierto, de que el embarazo se termine como el comienzo de una nueva tragedia vital. Que sea cortísimo. Le escribo a mi médico de cabecera y le pido una orden para un análisis de sangre. Le digo que creo que estoy embarazada y responde, seco y profesional, que puedo pasar por el consultorio a buscar la orden para el análisis. No agrega una carita feliz ni hace ninguna pregunta. Solo me tomo las cosas de manera personal”.
A esta hora de la noche de Cecilia Fanti, al igual que su primer libro La chica del milagro, fue publicado por la editorial Rosa Iceberg. La narradora sabe bien lo que quiere y no cede esa posición al saber médico. En contraposición a la infinidad de casos que hablan de violencia obstétrica y de cómo los médicos infantilizan a las mujeres a la hora de parir y tomar decisiones. Fanti también tiene en claro, y lo plasma con perfección, que no todas pueden ejercer ese derecho con la misma libertad y la misma determinación.
“Desde hace pocas semanas sé que estoy embarazada. Lo fácil de la tarea todavía me tiene boquiabierta. Esperaba que el proceso supusiera meses y meses de búsqueda infructuosa, nervios, cansancio. Calculaba un tiempo, cierta posibilidad de ordenar, de mudarnos de casa, de hacernos a la idea, pero al primer Evatest positivo de la mañana del 18 de septiembre de 2018 siguieron uno igualmente positivo a la tarde entre libros y en el piso del baño de la librería y otro más a la noche, finalmente con Agus. Tres Evatest y una frase rotunda: no existen los falsos positivos. Después vinieron un análisis de sangre y una ecografía. Desde hace pocas semanas sé que estoy embarazada y me encuentro por la calle con una vecina y su hija recién nacida. Le pregunto cómo anda y me dice: la verdad, en estos meses llegué a la conclusión de que la maternidad no es para todo el mundo. Nos despedimos en la esquina de la misma cuadra en la que nos habíamos cruzado. La contundencia de su frase no me golpea, no me da desconfianza, no me atemoriza. Durante estos días, hay también una obsesión en los medios de comunicación por evaluar la compatibilidad de la vida de los escritores con la paternidad y la maternidad. Leo que los grandes escritores como Piglia, Cortázar o Castillo no tuvieron hijos. Pienso que el tiempo de los grandes escritores quizás también haya llegado a su fin. Leo una defensa a los hijos escrita por Michael Chabon, quien recibió un consejo determinante de un gran escritor cuyo nombre omite: no tengas hijo, los hijos son los enemigos de la escritura. Sin embargo Chabon tuvo hijos, entendió la falta de tiempo, el desorden, las conversaciones llenas de vida cotidiana, el acto escolar, la dedicación a esa vida otra que emerge, se impone. Michael Chabon, dice, seguiría eligiendo la paternidad y ese tiempo fragmentado. Pienso en el gesto de Michael Chabon, un hombre de New Yorker diciendo que todo bien con sus libros pero que lo mejor que le pasó fue haber tenido hijos. Pienso también en las mujeres que rodean la vida de Michael Chabon, las escucho codearlo en medio de la noche y decirle que por favor vaya él a atender el llanto de un bebé. Michael Chabon tiene dos hijas mujeres y dos hijos varones. La paternidad y la vida familiar son centrales en su obra. Sus últimos dos libros de ensayos son una invitación a explorar esa dimensión de la vida del escritor: esa cotidianeidad que llena la paciencia e involucra zonas de la intolerancia, el dolor, las concesiones y las renuncias. En sus ensayos, Michael Chabon es humilde y serio en la observación de lo pequeño y cotidiano. Lina Meruane dice en <<Contra los hijos>> que tenerlos es un arrojo al abismo del horror, una invitación a descentrarnos por el resto de nuestras vidas, entregarnos a unos tiranos de bolsillo que van a dinamitarlas; y después como todo lo que se busca incluso con advertencia, hacernos sufrir, olvidarnos, dejarnos por otros más jóvenes, como ellos. Lina Meruane no tiene hijos y su narrativa dispara una bala que rebota en un cuarto cerrado de principio a fin con la maestría de una polemista. Lina Meruane nos invita –enfáticamente- a pensarlo mejor. A pensarlo hasta que la conclusión sea que la vida de una mujer independiente, profesional y valiosa es mejor sin hijos. Sin embargo, mis escritoras favoritas, las de las pequeñas cosas –lo habitualmente conocido como la vida de las mujeres-, fueron, en su gran mayoría, madres. Maternaron y, con la humildad que necesitamos las mujeres para sostenernos frente al mundo, escribieron. Algunas tuvieron más éxito que otras en sus publicaciones. Algunas fracasaron mejor con sus hijos. A ninguna le dicen gran escritor. Son pequeñas, son premiadas, son mujeres. Entre esas mujeres admiradas también está Doris Lessing, la que abandonó a su familia para escribir, para hacerse un lugar en el mundo de los grandes escritores. Quién sabe qué mujer nace con un hijo. La maternidad no es para todo el mundo”.
A esta hora de la noche de Cecilia Fanti es una novela en donde la fuerza y la fe son un legado invisible que vive en todas las cosas.
Sobre la autora
Cecilia Fanti nació y vive en Buenos Aires. Es Licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y cursó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad de Tres de Febrero, dirigida por María Negroni. Fue docente de escuela media, participó de proyectos editoriales independientes y trabajó en el área de comunicación de Penguin Random House Grupo Editorial. En 2017, publicó su primer libro, La chica del milagro, y abrió su propia librería, Céspedes Libros, en el barrio de Colegiales.
*Por Manuel Allasino para La tinta. Imagen de portada: Oswaldo Guayasamin.