Paraguay: el terrorismo de Estado de todos los días
Una misión humanitaria viajó desde Argentina a Paraguay para constatar las violaciones sistemáticas de derechos humanos que comete el gobierno de Mario Abdo Benítez.
Por Agustina Salinas*, desde Paraguay, para La tinta
El miércoles pasado, una comitiva conformada por referentes de derechos humanos, militantes políticos y sociales, trabajadores de prensa y un médico pediatra viajó a Paraguay para denunciar al gobierno de Mario Abdo Benítez por la responsabilidad en el fusilamiento de Lilian y María Carmen Villalba, dos niñas de nacionalidad argentina que fueron asesinadas el 2 de septiembre de 2020 por la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC) en el departamento de Amambay, al norte del país.
El operativo militar se realizó en el Cerro Guazú, donde las niñas se encontraban visitando a sus familiares. Desde ese momento, la FCT se instaló en el territorio con la excusa de combatir al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). El resultado, además del doble infanticidio, es la desaparición de Elizabeth “Lichita” Villalba Oviedo, de 15 años. Las comunidades cercanas al Cerro denuncian la militarización y hostigamiento constante por parte de la fuerza militar. El objetivo de la comitiva argentina es denunciar la violación a los derechos humanos y abrir la pregunta que, desde el 30 de septiembre pasado, nos interpela a todxs: ¿dónde está Lichita?
La delegación argentina en Paraguay estuvo compuesta por Pablo Pimentel (Asamblea Permanente por los Derechos Humanos); Gabriela Conder (abogada); Silvia Ferreira (Mumala y Libres del Sur); Jimena Cejas y Alicia Machado (Rebelión Popular y Revista Centenario); Fernando Murias (médico pediatra); Oscar Castelnovo (periodista de Agencia Para La Libertad); Eugenia Murillo (Ni Una Menos y Las/12); Josefina Nicolini (Las/12); Javier Iglesias (Aislamiento Represivo) y Agustina Salinas (fotógrafa de Revista Cítrica).
Desde el primer momento, se organizaron actividades para presentar al pueblo paraguayo el objetivo del viaje: denunciar los infanticidios de Lilian y María Carmen, además de la desaparición de Lichita y la revictimización hacia Laura Villalba, tía de la niña, que fue detenida en la cárcel militar de Viñas Ku, acusada de abandono. También se pusieron a disposición de las comunidades guaraníes del Cerro Guazú, que denuncian amenazas y hostigamiento desde la instalación de la Fuerza de Tarea Conjunta en el territorio.
El jueves pasado, se organizó el Encuentro internacional “Eran niñas – Aparición con vida de Lichita”, en el Centro Cultural La Obradora, de Asunción. En el panel, participaron Pablo Pimentel; Alicia Amarilla y Fabrizio Arnella, ambos integrantes de la Plataforma Social de Derechos Humanos, Memoria y Democracia de Paraguay. También tomaron la palabra Gabriela Conder y Silvia Ferreyra. En su intervención, Pimentel hizo énfasis en la gravedad del doble infanticidio: “No hay algo más cobarde, más horrible, que el Estado mate a criaturas. Más allá de las opciones que sus padres han tomado, esta delegación no viene a hacer una valoración política del EPP, viene a exigirle al Estado para que ponga en marcha toda la maquinaria para encontrar a Lichita”. A la espera de respuestas sobre qué pasó con Lichita, finalizó su intervención diciendo que “lo peor que puede pasarle a los pueblos es vivir en la impunidad”.
La búsqueda de “Lichita” en el territorio y la denuncia de las comunidades
El Cerro Guazú se ubica en el departamento de Amambay, al norte de Paraguay. Viven aproximadamente 40 comunidades guaraníes. Allí, se dirigió la comitiva el sábado para dialogar, traductor mediante, con el cacique de la comunidad JasukáVendá, Hilario Ibarra Soria. En la comunidad, hay 60 casas, algunas más precarias que otras, construidas con paja, nylon, madera, donde viven aproximadamente 300 personas.
Casi 70 integrantes de la comunidad recibieron a la comitiva y el cacique Hilario expuso sin pausa todas las problemáticas que padecen: “Acá no viene nadie. Nadie ayuda a la comunidad, necesitamos alimentos, necesitamos dormir bien. Quieren comer tres veces al día. Hay personas que comen una o dos veces al día nomás. Algunos se alimentan de la naturaleza, de la caza y la siembra, aunque algunas semillas no están creciendo. Los niños y niñas no saben leer ni escribir. La escuela más cercana es a seis kilómetros. Tampoco tienen acceso a la salud, ya que el centro sanitario queda a 70 kilómetros, en la capital de Amambay, y solo atiende un médico. Necesitamos que se sepa en todo el mundo que acá no hay ayuda de nadie. Vienen los militares acá, quieren bombardear. Tenemos miedo, porque los militares pueden llegar a matar a todos los animales y dejarnos sin nuestro alimento. Pasan en helicóptero disparando ametralladoras sobre el cerro. Pasan todos los días, hasta tres veces disparando, desde hace tres meses. Me amenazan de muerte a mí y a mi esposa si no les damos información sobre el EPP”.
Cuando finalizó el diálogo con el cacique, un integrante de la comitiva mostró un afiche con el rostro de “Lichita” para que la comunidad vea su rostro y ayude con la búsqueda de la niña. “¿Mo´o Oi Lichita?”, escribieron en papel lxs integrantes de la comunidad para levantar la demanda de la aparición con vida y su compromiso con la búsqueda.
Mientras tanto, en Yby Yaú, la localidad donde se alojó la comitiva, Alicia Machado, Jimena Cejas y Silvia Ferreyra pintaban a mano la bandera en la que se leía “¿Dónde está ‘Lichita’?”, que luego colgarían en las paredes de la Junta Municipal, lugar donde, esa misma tarde, se realizó una conferencia de prensa con medios locales para informar sobre la presencia de la comitiva en Paraguay. Allí expusieron Gabriela Conder, Silvia Ferreyra, Fernando Murias y Pablo Pimentel. Algunos medios locales se empecinaron en desviar el eje de la visita, queriendo que la comitiva se exprese sobre el EPP, ya que el día de la llegada de la comitiva, a través de una campaña política y mediática, se informó en varios medios sobre “el posible” lazo de la delegación con el EPP.
Silvia Ferreyra se encargó de puntualizar el objetivo de la misión: “Venimos a tomar en nuestras manos el pedido de Anahí, la hermana melliza de Lichita, que, en enero, nos hizo un pedido expreso a todas las organizaciones para que la acompañemos en esta búsqueda para romper el cerco de la indiferencia. Para que el silencio no sea la única respuesta. No nos resignamos al silencio. Venimos a Paraguay y nos sumamos al esfuerzo de las organizaciones que nos acompañan en el pedido de justicia. Venimos a denunciar la revictimización hacia la madre de Lichita, Carmen Villalba, y a su tía Laura, que se las acusa de abandono de las niñas cuando son, nada más y nada menos, que víctimas del terrorismo de Estado”.
Pimentel, por su parte, expresó: “Siempre solicitamos hablar con las autoridades. Antes de llegar aquí, estuvimos en el Ministerio del Interior y hablamos con el director de Derechos Humanos, y también le expresamos a la fiscalía nuestra preocupación por la política infanticida que está llevando adelante el presidente Mario Abdo”. A esto, agregó: “Paraguay está haciendo todo lo que no hay que hacer. No se están adaptando a los mínimos estándares en materia de derechos humanos. Sin embargo, el país es miembro de Naciones Unidas y se ha comprometido al cumplimiento del Pacto de San José de Costa Rica, a los derechos de niños, niñas y adolescentes mínimamente, y, sin embargo, los derechos están siendo avasallados”.
“Hasta la victoria siempre”
Lilian y María Carmen fueron secuestradas, torturadas y asesinadas por agentes de la FTC. Luego de fusilarlas, las vistieron con ropa militar para montar la escena e incriminar a las niñas con ese acto cobarde y perverso. El presidente Mario Abdo calificó como “exitoso” al doble infanticidio y posó para la foto con los cadáveres de las niñas. Las empresas mediáticas no dudaron ni un instante de la versión oficial y difundieron fotos de las niñas con información falsa y tergiversada. Después de mostrar su perversión, la FTC ordenó enterrar a las niñas sin cumplir ningún protocolo ni realizar las autopsias correspondientes.
Emprendiendo el regreso a Asunción desde Yby Yaú, parte de la comitiva pudo visitar las tumbas de las niñas y darles una despedida. “Hasta la victoria siempre”, grabaron con pintura en aerosol en las tumbas para mantener viva la memoria y buscar justicia, esa que escriben lxs que luchan.
El lunes, parte de la comitiva presentó, por escrito, pedidos ante diversos organismos institucionales para que se comprometan tanto a investigar los fusilamientos de las niñas como a la búsqueda de Lichita. Una carta se dirigió al Ministerio del Interior, exigiendo la garantía de integridad para la comunidad Jasuká Vendá y todas las personas que se comprometieron con la causa. Además, se enviaron notas a los Ministerios de Desarrollo Social, Educación y Salud, con pedidos de intervención con respecto a los planteos de la comunidad Jasuka Venda. También se presentó en el Mecanismo Contra la Tortura el pedido de conformación de una comisión bicameral en el Parlamento que solicite la intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense para el esclarecimiento sobre el fusilamiento de las niñas. Otra medida fue la presentación en la Fiscalía General de un habeas corpus reparador hacia Laura Villalba, detenida en la cárcel militar de Viñas Ku. A pesar de cumplir con los protocolos y requisitos que solicitaron desde la prisión, la comitiva no pudo ingresar a ese presidio. Esta nota, con nombre de la delegación, se presentó en el Ministerio de Defensa, requiriendo el permiso de las visitas a Laura.
Denuncias de Jasuká Vendá
El martes, la comunidad que visitó la delegación denunció el hostigamiento de los militares. A través de un video compartido por WhatsApp, el cacique Hilario Ibarra Soria y su compañera Estelvina Armon relataron lo que padecen todos los días, y se acrecienta con la solidaridad que brindaron por la búsqueda de “Lichita”. En el video, se escucha a Hilario diciendo: “Estamos haciendo este video para que se sepa que los militares molestan demasiado hace tres meses y tenemos miedo. Yo recibí una amenaza de muerte por parte de los militares, que van a venir a mi casa a matarme. A los más jóvenes, los agarran y los llevan lejos para hacerles preguntas. Hacemos el video para que las autoridades sepan que, si los militares me matan a mí o a algún miembro de mi familia, los responsables serán las autoridades máximas”.
Por su parte, Estelvina remarcó: “Todos los días, vienen a mi casa tres o cuatro camiones a decirme que me quieren matar y que, si no me encuentran, van a matar a mi hijo. No podemos ir a las estancias a cargar el celular, porque los militares están siempre en todo el camino esperándonos sin saber lo que nos quieren hacer, si nos quieren matar o nos quieren violar”.
Para el Estado paraguayo, algunas prácticas de la dictadura de Alfredo Stroessner no terminaron: militares disparando ametralladoras, fusilamientos de niñas y desapariciones a través de las leyes represivas “anti-terroristas”, que tienen su versión en cada uno de los países latinoamericanos y son las herramientas de los Estados para perseguir y encarcelar a quienes luchan contra la opresión. También el exterminio de los pueblos originarios tiene su continuidad al día de hoy, con las balas, el hambre y la instalación de empresas contaminantes en los territorios.
El ataque a las niñas y la persecución cotidiana se inscribe en la política aleccionadora del Estado paraguayo con el conveniente silencio y complicidad de las empresas mediáticas. La comitiva de derechos humanos se hizo presente para poner en evidencia estas atrocidades, remarcar que Lilian y María Carmen eran niñas y, fundamentalmente, para encontrar a “Lichita” con vida y que vuelva a reencontrarse con su hermana Anahí, el espejo de su rostro.
*Por Agustina Salinas para La tinta / Foto de portada: Agustina Salinas (integró la comitiva que viajó a Paraguay y forma parte de la Revista Cítrica)