El primer cancionero trans de la Argentina
Nuestrans canciones es el primer cancionero trans travesti no binarie de la Argentina. Brotecitos es el nombre del espectáculo que transmitirá en vivo algunos temas hoy viernes 5 de marzo. Durante 3 meses, más de 20 musiques de distintas provincias argentinas, acompañades por las maestras Susy Shock y Javiera Fantin, participaron de este laboratorio musical.
Por Antonia Kon para Página/12
Las voces, acompañadas por una guitarra acústica, rebotan por todo el salón y chocan con el techo de la cúpula, con las nubes que se asoman a través de las paredes de vidrio. En medio del salón, un piano de cola anticipa sonidos que aún se oyen. Es el noveno piso, el más alto del Centro Cultural Kirchner, con vista al río. Desparramades por todos los rincones, distintos grupos de chicxs practican sus canciones, se ríen, charlan, tocan sus instrumentos y se abrazan bajo la luz fulminante del mediodía que entra por los ventanales enormes. Están ensayando las melodías que van a formar parte del primer cancionero trans de nuestro país. Una serie de composiciones musicales que encarnan la experiencia travesti trans contada por sus protagonistas: veinte artistas provenientes de diferentes puntos de todo el país.
Letra y música
Nuestrans canciones es un proyecto gestado en cuarentena, impulsado por Susy Shock y Javiera Fantin, ex integrante del dúo musical Bife. Ellas se conocieron en Colombia, en un taller de construcción de canciones. Consciente del talento y la capacidad de docencia que tiene Javiera, Susy la convocó para coordinar la producción musical de este proyecto. La idea, en palabras de Susy, fue “darnos tiempo a ese espacio que todavía nos deben y nos debemos, pero sobre todo nos deben, que es el jugar, crear símbolos, contenidos, la belleza nuestra”. Verónica Fiorito, la directora del Centro Cultural Kirchner, optó por tomar la decisión política de abrazar la propuesta de Susy: “A partir de los hermosos lazos que una fue construyendo en este tiempo, con espacios y personas como la gente del Centro Cultural Kirchner, pudo surgir la posibilidad de dialogar y de proponer cosas”.
En principio, el proyecto fue pensado para la participación de veinte personas travesti trans y, más adelante, se sumaron les no binaries. Ahí surgió la idea de convocar a diez letristas y a diez compositorxs de música. Un grupo coordinado por Susy Shock, compuesto por poetas y escritorxs, se encargó de crear las letras. Otro grupo, coordinado por Javiera Fantin, compuso la música para esas canciones. Organizaron dos talleres virtuales para practicar todos los sábados, una modalidad que permitió encontrarse con músiques de distintas zonas de todo el país. “Más que plantearnos la idea de crear el primer cancionero trans, fue plantearnos la constante importancia de encontrar lugares de expresión para nosotres donde tenga vigencia y relevancia nuestra propia problemática. Y poder trabajar en la comodidad de no ser una excepción, con todo lo que somos, y de no sentir vergüenza“, destaca Javiera Fantin.
En octubre del año pasado, frente a un contexto paralizante de pandemia que afectó aún más a la población trans, Susy se dispuso a hacer algo, a interpelar a la cultura de esta ciudad. “Nosotras, las personas trans, necesitamos la oportunidad de crecer en un espacio gigante como el Centro Cultural Kirchner. No alcanza que el cupo trans sea llamarnos cuando todavía no estamos preparadas, cuando el oficio apenas está verdecito en la comunidad. La mayoría aún está fuera de todo, la mayoría en la calle y en estado crítico”, cuenta Susy. “Pensé en todas las generaciones de artistas travestis trans que tienen que crecer cobijadas en un espacio gigante como este, necesitamos toda la estructura, todas las posibilidades”, agrega, convencida de que el camino no es conformarse con las migajas, sino sentarse a pensar políticas culturales para la inclusión travesti trans.
Buena vida y poca vergüenza
Dentro de la cúpula de este enorme centro cultural, suena un perreo furioso. Un perreo con base de beatbox y arreglos de piano. Debajo de una galera roja, Di Juani canta a gritos sobre el beat y el alma. Mejor conocida como La diki, esta cantante es una marika no binarie que viene de Ushuaia. La primera vez que intentó cantar en público, todavía en Tierra del Fuego, no llegó a presentarse porque le daba demasiada vergüenza. “Todavía no estaba empoderada”, reflexiona. Recuerda que había elegido una canción de Cristina Aguilera. Años más tarde, decidió estudiar teatro y se mudó a La Plata, donde, hoy en día, es cantante de una banda de punk: Bochadeinfo. “Cuando me invitaron a Nuestrans, yo dije que no tenía plata para pagar un taller. Pero me dijeron que me estaban invitando y yo no lo podía creer”. Meses después de esa invitación, La diki canta furiosa, haciendo temblar el suelo del Centro Cultural Kirchner. Está interpretando una canción escrita por Carla Morales, Romper la Pista. “La letra habla de la vivencia de encontrarnos nosotras como manada. Un lugar donde nos sentimos seguras, el perreo, el baile, las amigas. Donde no tenemos esa mirada o ese dedo juzgador que te hace sentir zarpada por mover el culo, o de repente poder disfrutar tu cuerpo de cualquier manera, bailar de la manera que te salga”.
La rabia desatada que se oye en su voz es una rabia amorosa, no una rabia destructiva, así lo explica ella: “Yo creo que la furia siempre se toma como algo negativo, me gusta repensar desde dónde viene la furia. Esta canción te invita a poder transmitirla desde la alegría, la reunión, el goce. Poder pararle un poco la mano a esa mirada de reojo, a esos comentarios por lo bajo hacia nuestra identidad».
Detrás de los gritos de la Diki, sigue sonando la base de beatbox. Viene de la boca de Valentin, que también usa un seudónimo artístico: Ache 13. Tiene 30 años, es de Villa Luzuriaga, partido de La Matanza, y hace varios años que practica bases de beatbox. Su último proyecto, Acento poesía de guerra, consistió en la creación de bases musicales para que un grupo de poetas recitara sobre ellas. Para Valentin, la música siempre fue compartida: “No soy de hacer música solo y estoy muy contento de que me hayan llamado a participar en este proyecto de personas trans y no binaries haciendo música en un lugar como la cúpula del Centro Cultural Kirchner. No son lugares donde, por lo menos yo, llegue habitualmente. Yo suelo tocar siempre en casas culturales, espacios que tienen amigues del oeste, y esta es una gran oportunidad para poder mostrar lo que hacemos. Además de ser trans, también hacemos música. Y disfrutamos mucho de compartir esto”.
Pidiendo pista
Cuando se apaga ese beat explosivo de Romper la Pista, la sala queda en silencio, pero no por mucho tiempo: ahora Ire Paz hipnotiza al público con su voz etérea. Mientras canta, samplea su propia voz con una loopera. Así, sus cantos se repiten infinitamente creando un coro suave, casi angelical. Con un objeto misterioso que podría ser un instrumento de agua, hace sonidos de pajaritos y los agrega a su mezcla. “Lechuzas y orugas, mariposas y hadas, Esta es la historia de cómo son manada”, canta. La sensación es de teletransportación inmediata, estamos flotando en un espacio nuevo, como si las paredes de la cúpula se hubiesen llenado de vegetación tropical y de criaturas mágicas. La canción, bajo el título de La leyenda nunca contada, es el resultado de un proceso de composición compartida, un trabajo entre Ire y Michelle Vargas, una activista y trabajadora del Concejo Municipal de Rosario que escribió la letra en formato de leyenda. “Cuando me dieron esa letra, descubrimos que ambxs, Michelle y yo, éramos del Sur. A mí me gusta mucho hacer coros. Me encanta tener millones de Ires en el mundo, dando vueltas en lo vocal. El pajarito lo compré en una feria, se llena de agua y hace ruido de pájaro. Es un objeto que me transporta mucho a casa”, cuenta Ire, de 28 años.
Esta canción no solo es un reflejo de la experiencia que es transicionar, también es una fábula esperanzadora para las nuevas infancias trans, travestis y no binaries. La letra habla de la transformación de una oruga en mariposa y los caminos que recorre, la forma en que su vida corre peligro por las elecciones que toma y por ser como es, cómo es desplazada por las personas que, se supone, deberían quererla. “La letra habla muy fuertemente sobre pertenecer y qué estamos dispuestxs a dar para pertenecer. Encontrar un espacio de pertenencia es algo muy hermoso que sucedió en Nuestrans, se gestó una mini manada de muchísimo amor. También tratamos de hablarle a las niñeces y es bello pensar que es un cuento, una historia, una fábula para que les niñes sientan que pueden crecer y tener una infancia distinta a la que tuvimos nosotres”. De una forma parecida, la canción Brotecitos de Morena García le habla a las futuras generaciones de niñes. No solo les habla, sino que también les arropa bajo sábanas suaves: es una canción de cuna chamamecera. Cantada por Valen Bonetto, la letra dice “duerme bocadito de arrope / que el sol no tardará en llegar / para quemar con sus labios / el monte de lo normal”.
Nuestrans tiene quien lo escriba
Alguien recorre estos pasillos vidriados anotando a su paso todo lo que ve. Es I Acevedo, poeta y escritor, que está escribiendo una serie de cuatro crónicas sobre los talleres de Nuestrans. A medida que pasan los días y observa los ensayos, I vence el miedo inicial a pisar esos pisos de madera tan lustrosos, a interrumpir las prácticas tan íntimas de las personas que ensayan, y se mezcla entre esas voces, registra la cotidianeidad de un grupo tan cálido que se siente manada, recorre lo que él llama “un mapa vivo de canciones”. Con la sensibilidad que caracteriza sus palabras, I escribe: “Este cancionero es un mapa vivo de un modo específico de la resistencia travesti, trans y no binarie a lo largo de todo el territorio: la resistencia artística. Porque si como comunidad estamos acostumbrades a formar redes de ayuda mutua para sobrevivir, esta música viene a mostrar el trazo de una red artística que da el indicio fuerte de que, además de sobrevivir, vivimos”.
“Ya vienen las maricas cantando la tonada, Ya vienen las mariposa derribando las mirada”, anticipa una voz firme. Y no miente, Ferni de Gyldenfeldt aparece frente a nuestros ojos, con toda la energía desbordante que la caracteriza. Tiene 31 años, es cantante de un proyecto musical llamado Allpa Munay, dirige un coro de murga estilo uruguaya y también hace el espectáculo lírico disidente llamado Opera Queer. Ferni repite la letra de las Coplas del Valle, la canción que va a interpretar, como si fuera un mantra. Cuatro versos poderosos escritos por Lorena Carpanchay, una coplera travesti trans que Ferni define como una gran cuerpa visible de nuestro canto originario. “Conozco perfectamente la región del Zenta de Jujuy, también la región de Iruya, en Salta, he hecho más de veinte viajes a lo largo de mi vida. Lorena me invitó a crear desde lo que más me conmueve a mí, que es la música popular argentina. Este contacto entre nuestras canciones para mí se relaciona mucho con sentirme parte de una tribu, un hermosísimo aquelarre”. Son días agitados en la vida de Ferni. Además de oscilar entre los ensayos de Nuestrans y la escuela donde trabaja como docente de música, está tramitando el deseadísimo cambio de nombre en el DNI. Para ella, la música está fuertemente relacionada con la identidad y, hace un tiempo, empezó a identificarse con pronombres femeninos y neutros. “La vidala termina para volver a comenzar y volver a comenzar. Cantar esa vidala significa una fuerza tremenda, un poder muy grande. Significa afirmar eso que dice la poeta, que ya vienen las maricas cantando la tonada. Y sí, ya venimos, hace rato estamos aquí cantando nuestra tonada y nuestrans canciones”, declara Ferni. Apenas termina de hablar, vuelve a entonar los versos de la copla, los deja suspendidos en el aire mientras camina para hacerle honor a la vidala que termina y vuelve a comenzar. Esa es su manera de despedirse.
Estas son solo algunas de las múltiples voces que forman parte de Nuestrans. Voces que, hasta ahora, muy pocas veces -por no decir jamás- fueron escuchadas por las instituciones culturales de nuestro país. Ya lo dijo Susy Shock: «El cupo trans no es solamente que algunas, las que podemos y las que tenemos oficio hace mucho tiempo, podamos estar en los espacios para que connoten que tienen cupo trans. Sino que nosotras podamos crecer dentro de los espacios, teniendo todas las herramientas que une artista necesita para hacer su obra. Eso que es tan básico para cualquier cis heterosexual, para nosotres es enorme, cuesta tiempo, vida, no tenemos la estructura que tiene el mundo”. Este proyecto tiene otros soportes como el INAMU (Instituto Nacional de la Música), que planea editar el cancionero en formato de manual de escuela y distribuirlo en 450 bibliotecas de todo el país. En una próxima etapa, es probable que se grabe un disco para recopilar estas diez canciones.
Brotecitos, el espectáculo en vivo, se grabó en La Ballena, la sala sinfónica del Centro Cultural Kirchner, para transmitirse de manera virtual. El concierto contará con la participación de les músiques del taller y también de otres artistes invitades. Lleva ese nombre en honor a la temática de las canciones que van a interpretar, casi todas orientadas a las infancias trans, cada una con sus propias particularidades, sus descubrimientos, las alegrías y las decepciones. Estas diez canciones son, en sí mismas, pequeños brotecitos que germinarán nuevos espacios de representación para las niñeces trans. «La idea es seguir con esto, seguir produciendo y generando espacios creativos”, anticipa Javiera.
Estreno: viernes 5 de marzo a las 19 por el canal de YouTube del Centro Cultural Kirchner
*Por Antonia Kon para Página/12.