Macao: de colonia portuguesa a “Las Vegas de China”
La ciudad de Macao tiene una historia que va de un pasado donde el imperio portugués mantenía el control a su independencia y transformación en el centro neurálgico del juego en China.
Por Marta Nuevo para El Orden Mundial
Macao, hermana pequeña de Hong Kong, es una ciudad plagada de luces de neón y casinos. Estuvo bajo control portugués más de cuatro siglos y fue la primera y última colonia occidental en China. Desde su regreso a manos chinas, en 1999, la ciudad ha protegido su pasado colonial mientras se convertía en “Las Vegas de China”. Hoy, Macao es el único lugar del país donde son legales los casinos, tiene uno de los mayores PIB per cápita del mundo y forma parte de una de las regiones económicas más dinámicas de Asia.
Macao se convirtió en el primer asentamiento occidental en China en 1557, cuando Portugal la incorporó a su ruta comercial con el Lejano Oriente, que ya incluía a sus colonias en India y Malasia. Pero Macao también tiene el título de ser la última colonia europea en Asia, ya que no fue devuelta a China hasta diciembre de 1999, dos años después que Hong Kong. La facilidad con la que Portugal y China negociaron el traspaso sigue apreciándose en el hecho de que las protestas pro-democracia de Hong Kong no se han trasladado a Macao. Es más, China pone a Macao como ejemplo de que el método “un país, dos sistemas”, que impera también en Hong Kong, funciona. Así lo demuestran el influjo de capital extranjero para construir espectaculares casinos y la inversión china en infraestructuras, que han convertido a la región en la que está Macao en una zona puntera a nivel financiero y comercial.
Portugueses en la China imperial
El explorador portugués Jorge Álvares se convirtió en el primer colono europeo en llegar a China por mar cuando desembarcó en la isla de Lintin -cerca de la actual Macao- en 1513. Álvares reclamó la isla para el reino de Portugal, pero la corte imperial china no vio esta reclamación con buenos ojos, conocedora de la tiranía con la que los portugueses controlaban sus colonias en Malaca, en la actual Malasia. Los primeros años de presencia lusa estuvieron marcados por las tensas relaciones con la dinastía Ming, que se negaba a negociar con los portugueses y no les permitía acceder ni comerciar con la China continental. Portugal solo logró fundar una base comercial permanente en Macao pasadas más de cuatro décadas, en 1557, después de haber ayudado a los chinos a combatir la piratería y a cambio de un pago anual de plata al emperador chino.
Fundar esta base comercial supuso una gran victoria para el creciente Imperio portugués y le otorgó acceso exclusivo al comercio con el Lejano Oriente cuando otras potencias todavía no habían colonizado la zona. Macao no solo daba acceso al comercio con la próspera región china de Cantón a través del río de las Perlas, sino que servía a los portugueses como base en su lucrativa ruta comercial asiática, que llegaría a conectar Lisboa con Nagasaki, en Japón.
Siglos más tarde, en pleno apogeo del colonialismo en Asia, y especialmente tras las guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) entre el Imperio británico y China, la dinastía Qing quedó sometida a los dictámenes de las fuerzas europeas. Con el Tratado Sino-Portugués de Pekín (1887) -uno de los muchos tratados desiguales de la época-, Macao pasó de ser un simple asentamiento en alquiler a una colonia oficial de Portugal. De esta época también se remonta el Tratado de Nankín (1842), por el que el Reino Unido se anexionó la vecina Hong Kong.
Sin embargo, la era dorada de Macao como base estratégica portuguesa en Oriente ya había empezado a decaer a mediados del siglo XVIII con la llegada de otras potencias coloniales europeas. La estocada final llegó con el crecimiento de Hong Kong, que los británicos convirtieron en un puerto clave para su comercio colonial. Cada vez más navíos preferían atracar en las aguas profundas del puerto hongkonés, el Victoria Harbour, mientras que el Porto Interior de Macao quedaba relegado a un segundo plano y la economía de la colonia lusa se resentía.
Cambio de siglo, cambio de país
La soberanía de Macao pasó de manos portuguesas a chinas el 20 de diciembre de 1999, poniendo punto final a cuatro siglos de presencia portuguesa en China y al colonialismo europeo en Asia. Pero la devolución de Macao no es tan conocida como la de su vecina Hong Kong y sus condiciones fueron distintas. Al contrario que el Reino Unido, gobernado entonces por la conservadora Margaret Thatcher, Portugal no ofreció gran resistencia a la hora de negociar el traspaso.
En 1974, recién concluida la dictadura de Salazar y con un gobierno de izquierda que llevaba por bandera la descolonización de sus antiguos dominios, Lisboa estaba determinada a devolver Macao lo antes posible y se acomodó a las condiciones de Pekín. China no compartía esa prisa: el Partido Comunista estaba inmerso en tensiones internas y la economía del país todavía no era fuerte. Superados esos obstáculos, China se sentó a negociar en 1978, ya embarcada en unas reformas económicas que la catapultarían a su estatus actual de gran potencia mundial. Macao volvió a China pocos días antes del cambio de siglo, tras 422 años de dominio portugués.
Al igual que Hong Kong, Macao tiene una Constitución -conocida como Ley Básica- y opera bajo el modelo “un país, dos sistemas”, que le otorga autonomía política durante 50 años tras el traspaso, hasta 2049. Como su hermana mayor, Macao también es una región administrativa especial. Su jefe ejecutivo no se elige por sufragio universal entre los macaenses, sino que es nominado por un comité de elección que representa a la población de la ciudad, compuesto por 300 personas, y designado oficialmente después por el Partido Comunista chino.
Desde 1999, los residentes de Macao con nacionalidad china poseen un pasaporte distintivo de la ciudad emitido por el gobierno chino, que los denomina como ciudadanos chinos, igual que el que tienen los hongkoneses. Gracias a la buena disposición de Portugal en las negociaciones, China cedió en tres de sus requerimientos. En primer lugar, permitió mantener ambas nacionalidades a los macaenses que calificasen para obtener la nacionalidad portuguesa. No obstante, optar a ella no es sencillo: desde 1981, un macaense solo puede acceder a la nacionalidad portuguesa si uno de sus padres también la tenía. Los macaenses con nacionalidad portuguesa tienen derecho a vivir y trabajar permanentemente en Portugal, y son también ciudadanos de la Unión Europea.
China hizo así una excepción, pues normalmente no permite a sus ciudadanos tener doble nacionalidad. Además, este privilegio no se extiende a los hongkoneses. Pero la diferencia de criterios no solo se explica por el tono de las negociaciones con Portugal. Macao tiene una población mucho menor (640.000 en 2019) y, por tanto, muchos menos potenciales solicitantes de la nacionalidad, alrededor de unos 100.000. La población de Hong Kong ascendía en 2019 a 7,44 millones de habitantes, con aproximadamente 3,5 millones de posibles solicitantes del pasaporte británico. Otro factor relevante fue que Macao no era tan atractiva económicamente como Hong Kong.
La segunda concesión fue cultural. La Ley Básica de Macao no solo establece que el portugués es lengua cooficial de la ciudad junto al mandarín, sino que obliga a respetar las tradiciones de origen portugués de la minoría macaense, conformada por unos 10.000 descendientes de la unión entre portugueses y chinos. Con todo, el documento no hace mención a la lengua criolla patuá, una mezcla entre portugués y chino, hablada solo por unas 50 personas, que se intenta revivir a través del teatro y la música.
Por último, las dos partes acordaron que la devolución de Macao se ejecutara dos años y medio después que la de Hong Kong, con lo que Portugal se convirtió en la primera y última potencia colonial europea en Asia. La relación más cordial entre ambos países, la menor importancia económica de Macao y las concesiones de China ayudan a explicar por qué las masivas manifestaciones pro-democracia de la vecina Hong Kong no se han extendido a Macao.
“Las Vegas asiática”
Relegada en un segundo plano en el sector comercial y de turismo por Hong Kong, Macao se ha hecho famosa por sus más de 40 casinos que llenan su perfil urbano de edificios de lo más extravagantes. La apuesta de Macao por los casinos no es reciente, sino que viene también de la época colonial. Después de que Hong Kong le arrebatase la preeminencia comercial a la ciudad en el siglo XIX, Portugal decidió legalizar las apuestas en Macao en 1850 y, en 1961, la designó como región permanente para la industria del juego. Pekín ha sabido sacarle partido a esta característica y, desde su devolución a China, Macao es la única ciudad del país donde los casinos son legales. Atraídos por el juego, casi el 90 por ciento de los turistas que llegaron a la antigua colonia portuguesa en el primer cuatrimestre de 2019 provenían de otras regiones de China, incluyendo Hong Kong.
Hablar sobre casinos en Macao requiere mencionar a Stanley Ho, el magnate apodado “El Padrino”, y que falleció en mayo de 2020 a los 98 años. Ho tuvo el monopolio del juego en Macao durante más de cuatro décadas y fue uno de los principales responsables de transformar la ciudad en el casino de China. El Padrino supo mantener su influencia en la ciudad y siguió aumentando los beneficios de su compañía, la Sociedade de Turismo e Diversões de Macau (STDM), incluso después del traspaso en 1999 y de la liberalización de la industria en 2002. Desde entonces, la STDM ha tenido que competir con grandes empresas del mundo de las apuestas como Wynn Resorts y Galaxy Entertainment, pero, en 2019, todavía era dueña de 22 de los 41 casinos de la ciudad. Del resto, cuatro son propiedad de Melco Resorts y dos de MGM China, controladas por dos de los hijos de Stanley Ho.
La liberalización inició una época dorada en la que Macao multiplicó el número de casinos y eclipsó en ingresos a la mismísima Las Vegas, para convertirse en la capital del juego mundial. Los impuestos generados por los casinos fueron creciendo hasta que, en 2019, llegaron a suponer casi el 90 por ciento de los fondos recaudados por el gobierno de la ciudad. Gracias a la bonanza económica que trajeron los casinos, Macao tiene uno de los mayores PIB per cápita del mundo, a niveles de Luxemburgo o Qatar.
De la mano de los casinos, no obstante, llegaron las tríadas, mafias chinas que durante décadas han traído corrupción, violencia, tráfico de drogas y prostitución a Macao. Una de las más influyentes es 14K, que controla muchas de las salas VIP de los casinos y de la que se especula que está relacionada con los negocios de Stanley Ho. Después del traspaso de Macao de manos portuguesas a chinas, el gobierno chino impuso una política de mano dura que ha reducido los niveles de violencia respecto a los de los últimos años de control portugués.
La riqueza de los casinos y la lucha contra la corrupción y la violencia impulsada desde Pekín también explican por qué los macaenses no son tan propensos a echarse a las calles para pedir más democracia como los hongkoneses. Pero esa prosperidad no asegura un futuro estable a una ciudad como Macao, que tiene una economía tan poco diversificada. La pandemia de coronavirus ha sido prueba de ello, obligando al cierre temporal de los casinos.
La apuesta china para Macao
Consciente del problema de la poca diversificación económica de Macao, el gobierno chino está impulsando proyectos para estimular la economía de esta ciudad y la de las otras 10 del delta del río de las Perlas. Esta región es una de las más dinámicas de China e incluye ciudades como Hong Kong, Shenzhen y Cantón. Pekín pretende integrar esas 11 ciudades para crear una megalópolis de casi 70 millones de personas. El megaproyecto, anunciado en 2019 y conocido como Área de la Gran Bahía, busca convertir la zona en uno de los centros financieros, tecnológicos, turísticos y comerciales más potentes del mundo para 2035. Macao, Hong Kong, Shenzhen y Cantón llevarán la delantera, y la primera se centrará en captar turismo internacional a través de sus casinos y en fortalecer los lazos comerciales entre China y los países de habla portuguesa.
El proyecto del río de las Perlas se viene gestando desde hace décadas. En la década de 1980, el líder chino Deng Xiaoping convirtió Shenzhen, Zhuhai y Cantón en zonas económicas especiales (ZEE) para desarrollarlas a costa de las ganancias que producían las entonces más desarrolladas colonias británica y portuguesa. Tras la devolución de Hong Kong y Macao a finales del siglo, y el crecimiento espectacular de ciudades como Shenzhen, este proyecto aspira a rivalizar con el Silicon Valley californiano y la bahía de Tokio.
El gobierno chino y las administraciones locales han invertido cuantiosas sumas de dinero para construir infraestructuras titánicas y controvertidas, como el puente de Nansha, entre Cantón y Dongguan, o el Shenzhen-Zhongshan, aún en construcción. El más icónico de todos es el puente Hong Kong-Zhuhai-Macao que, con sus 55 kilómetros, es el puente marítimo más largo del mundo y representa un paso más en la integración de las dos antiguas colonias con la China continental.
Las grandes infraestructuras también proliferan en Macao. Desde la llegada de Portugal hace más de cuatro siglos, la ciudad le ha ido ganando terreno al mar para construir aeropuertos, puertos y nuevas zonas residenciales en islas artificiales. La más conocida es Cotai, una extensión de 5,2 kilómetros cuadrados que unió las islas de Taipa y Coloane, y que recibe su nombre de las primeras sílabas de los nombres de esas islas. Cotai aloja la Cotai Strip, llamada así en honor a la original en Las Vegas e incluye 14 casinos.
Aunque el legado portugués ha disminuido a favor del chino, Macao comparte pasado colonial con los países lusófonos en América del Sur, África y Asia. Esta conexión ha permitido a China tender puentes diplomáticos y comerciales con estos países. Eventos como la Exposición de productos y servicios de países de lengua portuguesa, el Foro Macao y los Juegos de la Lusofonía -que Macao acogió en su primera edición de 2006- son ejemplos de la interacción entre Macao -y China a través de ella-, las otras antiguas colonias lusas y Portugal. La relación sino-portuguesa es de las mejores entre los países de la Unión Europea: China ayudó a Portugal durante la crisis de 2008 y Portugal firmó su adhesión a la nueva Ruta de la Seda en 2018. Además, China está muy presente en África, incluyendo países lusoparlantes como Angola o Mozambique, y en Brasil, con los que Pekín ha jugado su etiqueta de país en desarrollo para fomentar la cooperación sur-sur.
A la sombra de la más tumultuosa Hong Kong, Macao es una ciudad que rebosa historia y que acapara récords pese a su tamaño. Fue la primera colonia europea en China y pionera en el comercio europeo con Asia Oriental. Ahora, sus casinos generan ingresos exorbitantes, ganando fama mundial como Las Vegas asiática, y a su alrededor se construyen proyectos multimillonarios que la convertirán en parte de uno de los centros financieros y comerciales de referencia mundial.
Y por si fuera poco, Macao ha sabido navegar las aguas entre Portugal y China mejor que su vecina de pasado británico, optando por adaptarse a las leyes impuestas desde Pekín. A raíz de su buena disposición, los macaenses se han beneficiado de poder acceder a la doble nacionalidad, su economía no ha dejado de crecer y los problemas con las mafias se han reducido. En una superficie parecida a la de Lisboa, Macao se ha sabido hacer un hueco a nivel mundial y, a través de casinos y luces de neón, salvaguardar sus azulejos e influencia cultural portuguesa.
*Por Marta Nuevo para El Orden Mundial / Foto de portada: iStock