“Marruecos sigue con su intransigencia en la ocupación del Sahara Occidental”
La lucha del pueblo saharaui por su libertad e independencia es constante, mientras Marruecos, la fuerza ocupante, redobla la represión ante el silencio del mundo.
Por Leandro Albani para La tinta
“O ganamos toda la patria o perdemos toda la patria”, sentencia Mohamed Ali Ali Salem, embajador de la República Árabe Democrática Saharaui (RADS) en misión en América Latina. Con esa frase concreta y clara de entender, Salem resume la lucha histórica del pueblo saharaui por su territorio y por la conformación de un Estado propio en el norte de África.
“Nosotros queremos que el tema se resuelva en términos de paz, mediante Naciones Unidas y la Unión Africana, y lo que pueda aportar la Unión Europea y los países de América. Dentro de la legalidad internacional, nosotros vamos a recuperar nuestra tierra”, explica Salem en diálogo con La tinta. Pero también deja flotando una inquietud que late cada vez con más fuerza entre la población saharaui: “¿Por la vía armada? Por qué no”.
La historia del Sahara Occidental es la historia de la colonización europea en África, en este caso, encabezada por España. Y después de la retirada española, en octubre 1975, la historia se escribe con la ocupación ilegal de buena parte del territorio por la monarquía de Marruecos y de la resistencia del Frente Polisario.
El Sahara Occidental es un territorio ubicado sobre las costas africanas del océano Atlántico, tiene una extensión de 284 mil kilómetros cuadrados y considerado la última colonia de África. El pueblo saharaui, conformado por un millón de personas, se encuentra repartido en tres partes. Pese las divisiones impuestas, todos y todas exigen la autodeterminación y el respeto de sus derechos. La ocupación ilegal de Marruecos desencadenó que miles de saharauis tuvieran que exiliarse; otra parte, refugiarse en los campamentos en la provincia de Tinduf, en el sur de Argelia, y el resto vivir en su territorio originario bajo la represión de las fuerzas de seguridad marroquíes.
Una de las razones para que Marruecos se niegue a reconocer el Sahara Occidental y, al mismo tiempo, ocupe su territorio y despliegue una represión sostenida contra la población se debe a su posición geográfica estratégica. Tiene una costa de 1.500 kilómetros de largo y está a 15 minutos en avión de las Islas Canarias. En la costa saharaui, existe un banco pesquero con las más variadas especies en el mundo, entre ellas, pulpos, atún, sardina y todo tipo de mariscos. A su vez, el Sahara Occidental tiene una de las mayores reservas de fosfato, con una gran importancia para la agricultura.
En esta charla con Mohamed Ali Ali Salem, el representante saharaui se refiere a la situación de los campamentos de refugiados en medio de la pandemia del coronavirus, de la intransigencia marroquí ante las resoluciones de Naciones Unidas (ONU) y de la posibilidad concreta de que el Frente Polisario junto al pueblos del Sahara Occidental vuelvan a tomar las armas para lograr su libertad total.
—¿Cuál es la situación en los campamentos de refugiados con respecto a la pandemia de coronavirus?
—El coronavirus llegó tarde a los campamentos. Si, en Europa, a partir del 21 de junio acababa la cuarentena, es a finales de ese mes que empieza a haber unos pocos casos en los campamentos. En el tema sanitario, en los campamentos, nosotros aplicamos una política de prevención, con un sistema prácticamente parecido al cubano. Tienes primero la limpieza, la higiene, y eso previene muchas enfermedades. Acostumbrados a eso en estos 45 años, las pautas que ha marcado la comisión sanitaria la gente las ha ido cumpliendo. Hasta principios de julio, prácticamente no había ni un caso. A finales de agosto, se llegó a poco más de 20 casos. Hasta ahora, hay dos fallecidos. Para finales de septiembre, los casos de afectados llegaron a 28, de los cuales, 26 ya se recuperaron.
Afortunadamente, el coronavirus no ha hecho estragos en los campamentos. Se sigue insistiendo en la higiene, en el uso de mascarillas, en la distancia y en respetar los núcleos familiares. Los colegios han empezado la semana pasada, pero con muchas medidas de prevención.
—¿La situación económica en los campamentos se vio muy afectada con la pandemia?
—En los campamentos, básicamente, se vive de las ayudas humanitarias. Existe una pequeña economía, basada en la autosuficiencia, con huertos agrícolas, fábricas artesanales de sedas, alfombras, de herramientas para los labriegos, la confección de ropas y uniformes para colegios. También hay una especie de comercio desde el plan de paz, ya que empezó a entrar un dinero a las personas, porque antes todo estaba paralizado. Con el plan de paz, se perciben unos beneficios de la administración española o de los jóvenes que han ido a trabajar a Europa y envían dinero a las familias. Todo esto ha generado que existan algunos comercios que venden productos ultramarinos, latas de sardinas, algunas verduras y frutas, y que se traen de la ciudad de Tinduf, muy cerca de los campamentos. Pero la gente sigue viviendo de la ayuda humanitaria. Sí ha influido en que todo se ha paralizado y hay alimentos que llegan con esa ayuda que se han agotado. Pero, desde que Argelia salió de la cuarentena, empezó a llegar ayuda directamente.
—En estos tiempos de coronavirus, ¿cómo se comportó Marruecos con el pueblo saharaui?
—Marruecos sigue con su intransigencia de ocupación, sigue negando lo que, hace 29 años, se firmó en el plan de paz con el Frente Polisario: que el Sahara es un tema de descolonización inconcluso y que se tenía que hacer un referéndum. Todo eso Marruecos lo niega y dice que el Sahara es parte de Marruecos, no acepta conceder un Estado, sino una autonomía dentro de Marruecos. Hay declaraciones de los propios dirigentes marroquíes de hace siglos, estoy hablando del año 1700, como el propio rey marroquí que le dice a los reyes españoles que su frontera llega al Río Noun, que es lo que reivindicamos nosotros. Hasta hace 40 años, fuimos colonia española. Y el Frente Polisario nació antes de la reivindicación marroquí. España salió debido a que no podía seguir enfrentándose a la guerra de guerrilleras que le presentaba el Frente Polisario.
Marruecos sigue en la misma política y, en la parte ocupada, la pandemia ha tenido su incidencia. Marruecos es uno de los países del norte de África donde realmente no se ha controlado la pandemia. Hay grandes ciudades, como Casablanca y Marrakech, que están cerradas a cal y canto. Tienen miles y miles de contagiados al día. Lo que está sucediendo en Argentina no es nada en comparación a lo de Marruecos. En la parte ocupada del Sahara, hay coronavirus, sobre todo, dentro de la población marroquí. En la parte ocupada, hay una división muy clara: la población autóctona saharaui y la población marroquí, que se mezclan muy poco.
Hace algunos días, en Naciones Unidas, Marruecos siguió diciendo que su oferta es la autonomía y ya nadie habla de eso. Nos llamó la atención los casos de Sierra Leona, de Costa de Marfil, que son países afines a Marruecos, que hablan de que el Sahara es un tema de descolonización. La misma Francia, en su intervención en la ONU, no pudo apoyar a Marruecos. España, que es escudero de Francia en el apoyo a Marruecos, tampoco pudo defenderlo.
Nosotros queremos que el tema se resuelva en términos de paz, mediante Naciones Unidas y la Unión Africana, y lo que pueda aportar la Unión Europea y los países de América. Dentro de la legalidad internacional, nosotros vamos a recuperar nuestra tierra. ¿Por la vía armada? Por qué no.
—¿La vía diplomática todavía es posible para resolver el conflicto?
—Nadie en este conflicto ha dado tanto y ha cedido tanto por la paz como nosotros. Esto, sabiendo que somos las víctimas y que es un tema de descolonización reconocido por Naciones Unidas y por la Unión Africana de una manera evidente. A Naciones Unidas le hemos dado un plazo, después del Congreso del Frente Polisario en diciembre, para que, en pocos meses, encamine el plan de paz, que se puso en vigencia en septiembre de 1991 para que, en enero de 1992, se celebrase el referéndum para decidir sobre la creación del Estado. Queremos que la ONU reactive el plan de paz en su espíritu de 1991, que el plazo sea de cuatro meses y que garantice la celebración del referéndum. Y que, mientras tanto, salvaguarde y motorice la defensa de los derechos humanos. Si no son capaces de hacer eso, que la ONU se vaya y nos deje a nosotros frente a Marruecos. Esto ya se ha dicho muy claramente a Naciones Unidas. El mandato del Congreso a la dirección del Frente Polisario es que Naciones Unidas se encamine hacia el cumplimiento de su plan de paz para la realización del referéndum. La misión de la ONU en el Sahara no es para otra cosa que para la celebración del referéndum. Si no, que se vayan y nosotros sabremos qué hacer.
Lamentablemente, hay que reconocer que Marruecos ha aceptado y ha firmado el plan de paz gracias a 16 años de una cruenta guerra. En la década de 1980, Marruecos estaba perdiendo y, si no fuese por la intervención de Estados Unidos, de Francia y de Israel, seguro que perdía. Nosotros, o ganamos toda la patria o perdemos toda la patria. La vía diplomática se está agotando. Nos quedan muy pocas esperanzas en la vía diplomática. ¿Qué hay de bueno en esto? Que contamos con el apoyo de la Unión Africana, porque nos reconoce como Estado, aparte de otros 84 países en el mundo, la mayoría africanos. Somos miembros fundadores de la UA. En 2017, Marruecos, después de 30 años, ingresó a la Unión Africana, porque antes estuvo, hasta 1984, en la Organización para la Unión Africana (OUA). En la carta de la UA, se habla del respeto de las fronteras de los países vecinos y de las fronteras heredadas del colonialismo. Marruecos tiene que cumplir con la carta de la Unión Africana o se tiene que ir.
—Frente a la situación que está contando, ¿existe la posibilidad de que ocurran choques armados o que el conflicto derive en una salida militar?
—Es muy probable. Y no será una carrera muy larga. Si en tiempos del rey Hassan II, donde realmente tenía un ejército y él era un dirigente militar con conocimientos, no han podido vencernos, ahora, nosotros estamos muchísimo mejor preparados. Nuestra ventaja es que conocemos el terreno, es nuestra tierra, el combatiente saharaui, y no digo soldado, lucha por convicción y no cobra un sueldo por eso. Lucha por su tierra, para liberarla, ese es nuestro concepto. Y el soldado marroquí está lejos de su tierra, de su patria, de su familia, con un salario malísimo y no tiene la misma concepción. No descarto esta opción. Me gustaría que no sea posible, pero no lo descarto.
—¿Cómo se desarrolló el Congreso del Frente Polisario?
—Han participado más de 2.000 congresistas saharauis y se ha hecho en territorio liberado. Marruecos decía que, si lo hacíamos en los territorios liberados, nos iban a atacar, pero no hicieron nada. Participaron delegaciones de muchos países, sobre todo, europeos y africanos. La gente lo que reivindicó es salir de esta situación. Lo que la mayoría quería, sobre todo, los jóvenes, es volver a la guerra, porque no hay manera de entenderse con Marruecos. No vamos a aceptar que Marruecos siga ocupando dos tercios de nuestra tierra y siga masacrando a la población civil saharaui por el simple hecho de manifestarse libremente.
—¿Cuál es la fuerza tan grande que tiene Marruecos para negar al pueblo saharaui su territorio y sus derechos?
—Antes de la caída de la Unión Soviética y del bloque socialista, Marruecos era un poco el gendarme de Occidente. Siempre ha hecho este trabajo. Marruecos llegó a su independencia porque se la cedió Francia. No es como Argelia que llegó a la independencia por una revolución y expulsó a Francia. No es lo mismo. Marruecos es un país pobre, prácticamente, no tiene muchas riquezas. Pero juega un papel, como con los países árabes, de siempre apoyar al Estado de Israel. Además, favorece a Estados Unidos y a Francia. Al mismo tiempo, tiene una política muy perversa. Por ejemplo, en América Latina, emplea mucho la política del cheque, de la compra de voluntades, tiene personas compradas en todos los países. Esas personas dicen que el Frente Polisario y Argelia vulneran los derechos humanos. Desafío a quien sea a que viaje a los campamentos de refugiados y a los territorios liberados, y que traiga un solo caso de violación de los derechos humanos o de falta de libertad de expresión. En los campamentos y en los territorios liberados, tenemos personas que se equivocan y hay presos comunes, pero en ningún momento a estos presos se les hacen las atrocidades que le pueden hacer en Marruecos. Hay que recordar las famosas cárceles secretas de Marruecos, como Tazmamart. Hay miles y miles de encarcelados marroquíes, no solo saharauis, de la izquierda o solamente porque opinan distinto. Marruecos es un régimen medieval donde todo el pueblo está encarcelado y, hoy en día, es el infierno de la pederastia. El mismo régimen marroquí juega con esto, es un Estado narco que vende cannabis y lo intenta hacer pasar por las fronteras argelina y saharaui. Los grupos yihadistas que están en Mali y en Niger están financiados por la droga marroquí. Esto no es ninguna mentira, esto es así. Marruecos es un régimen de chantaje. Por ejemplo, cuando España tiene problemas con Marruecos, el régimen la presiona con la inmigración ilegal y suelta los barcos con gente. Ellos tienen bases fuertes que los apoyan, sobre todo, en Francia, en Israel y en Estados unidos.
—¿Cómo ve el futuro cercano del pueblo saharaui?
—Lo que realmente veo es una solución después de un enfrentamiento bélico. Preveo que, dentro de poco, va a haber un desenlace, estoy hablando de cuatro o cinco años. El desenlace, finalmente, es la independencia total del Sahara Occidental. Ahora, estamos en un buen momento, Argelia ha salido del impasse en el que estaba, con un gobierno excelente, que reivindica el espíritu revolucionario. Además, contamos con el apoyo de la Unión Africana, estamos ganando la batalla judicial a nivel de la Unión Europea con respecto a los recursos naturales saharauis. Por el momento, los gobiernos de la UE no hacen caso, pero el Tribunal Supremo Europeo ha dictado tres sentencias en contra de la UE y de Marruecos, en referencia a que las aguas del Sahara no se pueden tocar sin el permiso de los saharauis representados por el Frente Polisario. En algún momento, esto se tiene que cumplir.
*Por Leandro Albani para La tinta / Foto de portada: Quim Llenas – Getty Images