Los que leímos, militamos y sentimos con Casaldáliga

Los que leímos, militamos y sentimos con Casaldáliga
14 agosto, 2020 por Tercer Mundo

El 8 de agosto, falleció Pedro Casaldáliga, el religioso, escritor y poeta español que permaneció gran parte de su vida en Brasil defendiendo los derechos de los más desfavorecidos.

Por Oscar Soto para La tinta

«Deja las digitales de tus pies peregrinos

como besos en llama solidaria

sobre la carne de la Madre Tierra.

Posa tus ojos, tibios ya de ocaso,

como lumbres de aceite, acurrucadas

en la vigilia universal del Tiempo».

(III. Confesiones. Voy a pasar la vida. Pedro Casaldáliga)

A la edad de 92 años, falleció el obispo claretiano Pedro Casaldáliga. Nacido en Balsareny, Barcelona, se había instalado a fines de 1960 en Araguaia, Mato Grosso, Brasil, justo en la época en que la dictadura militar brasilera esgrimía proyectos de “colonización” para repeler los aires de “comunismo” y las demandas históricas de reforma agraria en la Amazonia. Su vida se sembró como una forma poética de subvertir los mandatos del capitalismo.

La obra de Pedro Casaldáliga constituye una “discursividad itinerante”, atravesada por la cercanía del despojo y la lucha por la tierra, así como por la insatisfacción con una religiosidad siempre piadosa ante un sistema abrumado de injusticias. Su llegada a Brasil y la convivencia con pueblos perseguidos y violentados condicionan una denuncia, que en Casaldáliga remite al verso poético. Su labor refuta el latifundio, lo confiesa hacedor de maldad y lo re-escribe como hogueras que arden en el corazón de la noche, trayendo la memoria de los pueblos perdidos.

Pedro Casaldaliga obispo poeta la-tinta

Por otro lado, sus opciones políticas -sus “causas”- colocaron en el centro de la lucha el “macroecumenismo”, esa sutil invitación a las izquierdas a reinventarse y abrazar la misticidad que recubre Nuestra América. Enemistado con los pesimismos, solía decir que, frente a todas las “alcas” neoliberales e imperialistas, y alargando la mira y la coherencia cuanto sea posible, “nosotros proponemos el Alba”: alma nueva, tiempo nuevo; el otro mundo posible, necesario, urgente. 


Fue, justamente, por y en los contextos de extractivismos materiales y persistencia colonial, que Don Pedro sumó su fe temprana a ese reino del otro mundo posible. Entre otras gestas, su praxis se fundió en la Comisión Pastoral de la Terra (CPT), el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y el Consejo Indigenista Misionero (CIMI). En todo caso, la teología de la liberación latinoamericana fue, en sus letras, su práctica y su disidencia, una declaración de amor a lo más esperanzado de la humanidad: “El capitalismo es un pecado capital. El socialismo puede ser una virtud cardinal: somos iguales, somos hermanos y hermanas, la tierra es para todos y, como repetía Jesús de Nazaret, no se puede servir a dos señores, y el otro señor es precisamente el capital. Cuando el capital es neoliberal, de lucro omnímodo, de mercado total, de exclusión de las inmensas mayorías, ya el pecado capital es mortal abiertamente…”. 


Los que hemos armado nuestras rústicas caminatas de militancia en pequeños espacios comunitarios, en los lugares del poder sin poder -como decía Casaldáliga-, más de una vez, hemos puesto en común esa espiritualidad latinoamericana que nos hermana en los pequeños actos. La Agenda Latinoamericana, que ha acompañado a nuestros movimientos populares durante largos años de compromiso con los castigados de la tierra, será un legado que coordine nuestros andares en este mundo aún tan deshumano.

El buen argumento teórico logra persuadir la capacidad racional que tenemos los seres humanos. Muchas de las ideas que sostienen el mundo se configuran a partir de las razones que convencen multitudes. Sin embargo, son pocos los imaginarios que construyen una narrativa poética capaz de interpelar primero al espíritu (esa insoldable carencia de mito que casi todos, a nuestra manera, portamos), para luego estremecer el costado analítico de nuestra intelectualidad.

Brasil Pedro Casaldáliga sacerdote la-tinta

Personas como Frei Betto, Leonardo Boff y aquel caso mayúsculo e imprescindible de don Pedro Casaldáliga nos han sugestionado el alma con una utopía itinerante de espiritualidades liberadoras, de emociones y dolores en el cuerpo. En otras palabras, nos han sembrado aquel anhelo hecho poema, que se niega a aceptar “esa sociedad oficial que reduce la vida humana a mercado o, en el mejor de los casos, se propone el objetivo, siempre aplazado, de reducir el hambre a la mitad…”.

Para esa militancia, estas torpes palabras de quienes, sin conocerlo, compartimos su lucha.

*Por Oscar Soto para La tinta / Foto de portada: A / N

Palabras claves: Brasil, Pedro Casaldaliga, Teología de la Liberación

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