Seguimos hasta que no exista ni una «Belén» más
Al cumplirse un nuevo aniversario de la absolución de «Belén» en Tucumán, reflexionamos en profundidad sobre las consecuencias de la causa y la necesidad urgente de que el aborto sea ley.
Por Redacción La tinta
«Belén» es el nombre ficticio que permitió resguardar la identidad de una joven que llegó a la guardia del Hospital de Clínicas Avellaneda en San Miguel de Tucumán en 2016. Tenía un dolor de panza muy intenso. Estaba atravesando un aborto espontáneo sin saberlo.
«Belén» fue detenida el 21 de marzo de 2014 y el 19 de abril de 2016 condenada a ocho años de cárcel. Sin pruebas y sin escuchar siquiera, la acusaron de homicidio doblemente agravado por alevosía. Primero tuvo un abogado que sólo aportó información falsa y contra su persona. Fue un juicio oral con muchas irregularidades y una resolución en tiempo récord, “violación de secreto”, “una prisión preventiva que no se adecuaba a los estándares de derechos humanos”, “una defensa oficial negligente”, “una sentencia nula por carecer de fundamentos” y “un cuadro probatorio arbitrario”. Belén nunca tuvo su derecho a defenderse, ni la presunción de inocencia. Para el poder judicial tucumano, siempre fue culpable.
Luego Soledad Deza, abogada tucumana integrante de Católicas por el Derecho a Decidir, se propuso como su defensora. «Belén» estuvo casi tres años presa y en 2017, luego de un intenso proceso de defensa y de movilizaciones en las calles, la Corte Suprema tucumana la absolvió. Por ese entonces, tanto Naciones Unidas como Amnistía Internacional habían pedido explícitamente que se haga Justicia.
En el documento “El caso Belén bajo una mirada feminista”, Soledad Deza aporta elementos interesantes para el análisis de la situación. Durante su proceso, se equiparó el aborto con homicidio, sólo porque en el imaginario conservador de esa provincia la persona que aborta es una “asesina”, convirtiendo así el acceso a la Justicia en un verdadero “agujero negro” para las mujeres.
A las limitaciones en el acceso a la Justicia debe adicionarse la censura social que rodea al aborto como crimen, que subvierte mandatos tan arraigados que culpabilizan y silencian a las mujeres. En sus 29 meses presa, «Belén» jamás recibió la visita de su padre, ni de sus hermanos varones. Solamente su madre y su hermana mujer la visitaban en el Penal. “¿Cuánto inmoviliza la censura social cuando existe una acusación de aborto? ¿Qué estándar de trato puede exigir quien no conoce sus derechos? ¿Qué proceso puede exigir quien no conoce cuál le es debido? ¿Qué clase de Justicia depara la opacidad del derecho?”, plantea Soledad en este documento.
Los magistrados que acusan a «Belén», muestran constantemente su ideología patriarcal, ya que su discurso no condena a una delincuente según el derecho y las pruebas del caso. Muestran su repudio al aborto cuando la verdad es la de les médiques, y no la de «Belén», tomando fragmentos de declaraciones para que se ajusten a su propia idea de lo que sucedió, hablando incluso de un “bebé” como víctima, cuando no se probó ni la vida ni el vínculo filial.
En el caso quedó claro el funcionamiento de una “tríada de poder conformada por el sector de la salud, la policía y el poder judicial funcionando en complicidad en contra de usuarias del servicio público de salud”, explica la abogada. El discurso feminista construido para contrarrestarla pudo poner en evidencia que en cuestiones de aborto el cuerpo se vuelve público, mostrando que “lo personal es político”.
Este discurso feminista pudo mostrar “el mensaje patriarcal, que deja al descubierto la asimetría de poder con que se para una usuaria frente a los poderes del Estado; el mensaje misógino, que refuerza la penalización de toda mujer que aleja de sí la maternidad; el mensaje clasista, que sincera un Estado capaz de encarcelar sólo a mujeres pobres que abortan y el mensaje fundamentalista, que sintetiza un Estado que desde sus lugares de poder –y con apariencia de legalidad– puede convertir, como lo hace el discurso religioso, a quien aborta en una homicida”, expresa Deza en el documento sobre el caso.
La causa de «Belén» permitió articular la lucha por la legalización del aborto y fue una gran victoria frente a los grupos fundamentalistas.
Martes verdes
Durante el 2018, desde la Campaña por el Derecho al Aborto legal, seguro y gratuito se convocó a realizar actividades todos los martes fuera del Congreso Nacional y en distintos provincias, mientras se trataba el proyecto de ley sobre aborto. Este martes pasado, 18 de agosto, se retomaron los “Martes Verdes” pero de manera virtual, a través del canal de YouTube «Aborto Legal CABA».
“Para que nuestro Proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) se convierta en Ley, exijamos juntxs #AbortoLegal2020”, explican en sus redes sociales.
El eje de la primera actividad fue el “derecho al aborto y acceso a la salud en tiempos de pandemia». ¿Por qué necesitamos interrupción voluntaria del embarazo? ¿Se cumple el protocolo de interrupción legal del embarazo?
ILE en pandemia
En paralelo, este viernes 21 de agosto a las 18.30 se llevará a cabo el conversatorio “ILE, pandemia y telemedicina: nuevos desafíos”, organizado por la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir y Fundación para el Desarrollo de Políticas Sustentables (FUNDEPS).
Fundeps presentará la cartilla “Abortar con derechos durante la pandemia: Interrupción Legal del Embarazo como servicio esencial” y se desarrollarán aquellos aspectos fundamentales que deben tenerse en cuenta a la hora de garantizar los servicios de ILE en este contexto.
El conversatorio propone “crear un espacio para el intercambio de experiencias entre profesionales de la salud de la provincia, en el que se puedan poner en común los principales desafíos para el acceso a la práctica y las soluciones que puede ofrecer la telemedicina”, comenta Mayca Balaguer, coordinadora de asuntos legales de FUNDEPS.
En el marco de recordar a «Belén» y cómo la lucha continúa y se renueva, somos conscientes de que necesitamos que el aborto sea ley, que el patriarcado se caiga y que nuestras voces sean escuchadas. Necesitamos un mundo en donde quepan nuestros tiempos y realidades, por eso seguimos andando.
*Por Redacción La tinta / Imagen de portada: Eloísa Molina para La tinta.