Una promesa hecha mil veces: la reconversión del Zoológico de Córdoba
En las últimas semanas, asistimos a un debate en torno al Zoológico de Córdoba. Después de sostenidos reclamos de activistas con apoyo popular, el intendente Martín Llaryora se comprometió a reconvertir el Jardín Zoológico en un parque de biodiversidad. Propuestas, reclamos y miradas en torno a un viejo conflicto.
“Del otro lado de la reja está la realidad,
de este lado de la reja
también está la realidad”.
Francisco “Paco” Urondo
Las colecciones de animales tienen larga data en culturas milenarias como China, Egipto y México. Sin embargo, en el siglo XVIII, se “democratizó” el espectáculo faunístico, convirtiéndose en una diversión pública ofrecida al deleite y contemplación de lxs espectadorxs.
Inaugurado en 1915, el Zoológico de Córdoba nació bajo esta órbita, con el concepto de exhibición de animales con fines de entretenimiento. El 25 de diciembre del mismo año, en el acto inaugural, el Director del Jardín Zoológico, José R. Scherer, decía: “Reuniendo así el nuevo parque lo pintoresco de sus paisajes a sus múltiples diversiones y su exposición zoológica, tendrá asegurada para siempre una numerosa concurrencia, y esta podrá, a su vez, sentirse plenamente compensada del gasto exiguo que le demandará su sostenimiento y ampliación”.
Con el tiempo, al esparcimiento se sumaron las actividades educativas y de conservación. En su sitio web, el Zoo Córdoba exponía que “los zoológicos están cambiando su rol en la sociedad; dejaron de ser viejos muestrarios de animales para transformarse en un reservorio genético de fauna que resguarda la conservación de las especies”, atendiendo, entonces, acciones de conservación, investigación, educación y recreación.
Activismos
La situación actual del Parque Zoológico de Córdoba es preocupante. Tanto lxs trabajadorxs del lugar como organizaciones y activistas vienen denunciando, desde hace semanas, el mal estado del predio y de los animales, agudizado por la cuarentena. A comienzos de mayo, lxs empleadxs exigieron el cobro de sus salarios, los insumos correspondientes para trabajar y el alimento necesario para los animales. La empresa concesionaria, Consultora e Insumos Agropecuarios S.A., afirmó entonces que dependía de préstamos bancarios o del financiamiento de la Municipalidad de Córdoba para pagar sueldos.
El 25 de julio pasado, un anónimo grupo de jóvenes ingresó al establecimiento. “Estamos recorriendo el Zoológico de Córdoba en tiempos de cuarentena, mostrando la realidad que viven los animales hoy en día” para que se difunda y alguien “se haga cargo” de la situación, expresaron en un video. A partir de la viralización de estos registros, los medios de comunicación de Córdoba se hicieron eco del reclamo de lxs activistas, así como de las acusaciones de la empresa concesionaria, que derivaron en una exposición policial y una presentación al COE para que se investigue el ingreso no autorizado al predio y la presunción de poner en riesgo a los animales durante la pandemia con esta acción.
Cordobeses contra el Zoo, que se presenta como una “organización sin intereses políticos y económicos” que busca “que los animales vivan en libertad como merecen”, tomó visibilidad por su posición activa en el debate. Conversamos con sus integrantes, quienes explican que, si bien no saben quiénes son lxs jóvenes del video, entienden que “ingresaron por el cansancio de ver a los animales en estas condiciones». Según lxs mismxs jóvenes, el propósito fue recoger evidencias sobre el estado de los animales, sin realizar “actos de vandalismo” ni poner en riesgo a los ejemplares. Piden “el cierre progresivo, el traslado de animales y la reconversión del zoo”.
Desde hace décadas, existen reclamos que señalan que la privatización del parque favoreció el interés lucrativo sobre la calidad de vida de los animales y su preservación. Al momento de su fundación, el Jardín Zoológico de Córdoba perteneció al Gobierno Provincial. En 1990, fue concesionado a la empresa Aero Ruta, pero, cuatro años más tarde, la Provincia le otorgó la licencia del Zoológico -junto con el Parque Sarmiento- a la Municipalidad de Córdoba. En mayo de 2003, cedieron los derechos y obligaciones a la empresa Consultora e Insumos Agropecuarios S.A.
Recientemente, Cordobeses Contra el Zoo creó una petición en la plataforma Change.org reclamando por “la salud y la vida de 1200 individuos pertenecientes a 240 especies”, y exigiendo el cierre «progresivo y responsable» del espacio. El planteo, con casi 190 mil firmas, está dirigido al gobernador Juan Schiaretti, al intendente Martín Llaryora y a tres concejales de la oposición.
Esta petición no es la única que circula en los últimos días ni la primera acción de reclamo en la historia de este establecimiento. En el año 2002, fue noticia la ocupación del zoo por diversas organizaciones proteccionistas que denunciaban el estado de abandono y la creciente tasa de mortalidad de las especies. Mientras que, en 2017, un pedido a través de internet por parte de un activista juntó más de 300 mil firmas, con nuevas adhesiones hasta el día de la fecha.
Intervención municipal
En medio de la polémica, el pasado miércoles 29 de julio, el intendente Martín Llaryora se reunió con instituciones y organizaciones, y declaró que, si bien el zoológico fue importante en otra época, “hoy atrasa a los cordobeses”.
Se comprometió a enviar un proyecto de ordenanza para crear un ente especial que lleve adelante el cierre y reposicionamiento del zoológico como un parque de biodiversidad con paradigmas ambientales, que trabaje en la protección de los animales y en la difusión ambiental. Además, afirmaron que garantizarán la alimentación y la salud de los animales, así como los ingresos de lxs profesionales que tienen a su cargo el cuidado de las instalaciones.
Desde Cordobeses Contra el Zoo, expresan que ven favorable la intervención de la Municipalidad y el anuncio: “Está en proceso, la concesión no la tiene más la empresa privada, el intendente pareció muy convencido, prometió que realmente va a trabajar y se dijo que la empresa no estaba operando bien”. Sin embargo, se mantienen atentxs “porque miles de veces prometieron medidas en cuanto al zoo que no se realizaron”.
El jueves 30 de julio, alrededor de un centenar de personas se convocaron frente a la Municipalidad de Córdoba. “Los proteccionistas y quienes estamos interesados en el bienestar de los animales y en el cierre progresivo del zoo nos manifestamos e hicimos presentes (…) Vamos a seguir haciendo concentraciones para que la Municipalidad cumpla lo que prometió porque estamos cansados de falsas promesas”, expresaron desde la organización socioambiental. El reclamo se centró en el cierre progresivo y responsable del lugar proponiendo “un plan de traslado para los animales para que puedan ser insertados en su hábitat natural”, que los transfieran a reservas o santuarios, o que les garanticen “la mejor calidad de vida posible” hasta su deceso en el lugar. Exigen mejoras en las instalaciones, informes públicos y autorización para corroborar el estado de los animales.
“Confiamos y estamos predispuestos a trabajar con la Municipalidad todo lo que deseen y sea positivo para la reconversión del zoo. Que sepan los ciudadanos que vamos a seguir luchando por esta causa para que realmente se cumpla lo que el intendente de Córdoba prometió”, concluyen desde la agrupación.
“Somos la especie en peligro de extinguirlo todo”
La frase es de uno de los afiches de Voicot, organización antiespecista impulsada por Malena Blanco. A partir de los debates en torno al estado y la función de los zoológicos, surge -y urge- la necesidad de repensarnos como especie en relación a las demás especies. Reflexionar críticamente en torno a nuestro antropocentrismo y los discutidos supuestos de superioridad frente a otros seres vivos permite interpelarnos acerca del modo en que concebimos a los animales y repensar el rol que les relegamos históricamente. “La lucha contra la opresión es una y debe expandirse hacia todos los seres que tengan capacidad de sentir”, decía Malena en una entrevista
¿Qué son los animales y el resto de los seres vivos para nosotrxs? Encuarentenadxs a la fuerza en vidrieras o jaulas, ¿son parte de nuestro divertimento y consumo? Las mascotas en las casas, ¿son peluches vivos para el entretenimiento de las infancias o quienes nos alertan del peligro cual alarmas? ¿Son nuestro plato de cada día? ¿Qué opresiones sistemáticas reproducimos invisibilizando el debate sobre los derechos de todas las especies? ¿Qué implica no preguntarnos por el sistema económico de producción basado en la explotación, también animal? ¿Qué nos significa expandir la lucha contra la opresión a los seres con capacidad de sentir? Ahora es cuando: cuestionar y accionar en pos del respeto por todas las vidas.
* Por Redacción La tinta / Imágenes: La tinta