“Todo lo que tengo y lo que no tengo, lo tengo y no lo tengo de pie”

“Todo lo que tengo y lo que no tengo, lo tengo y no lo tengo de pie”
22 julio, 2020 por Tercer Mundo

En esta segunda parte de la entrevista a Víctor Casaus, conversamos sobre los principales desafíos que se enfrentan en Cuba tras la reforma constitucional, así como la importancia de generar diálogos intergeneracionales para afrontar los desafíos contemporáneos que acechan a la isla.

Por Débora Cerutti para La tinta

María Santucho nos lleva en su auto desde Habana del Este hacia Centro Habana, donde se encuentra el Centro Cultural Pablo de la Torrente Brau, donde también transitan cientos de turistas por las calles céntricas, antiguas, corroídas y pintadas por el tiempo. Mientras transitamos en su viejo auto, pasamos unas casillas de peaje vacías antes de entrar a un túnel de casi un kilómetro, que fue terminado unos meses antes de aquel victorioso enero de 1959. Por allí, circulan cientos de vehículos de los años cincuenta a 15 metros bajo el mar de la bahía habanera. María nos cuenta, mientras cruzamos, que el túnel fue construido por la compañía francesa de Fernando de Lesseps. Y que las casetas de peaje eran parte de un paisaje urbano trunco debido a la revolución: desde Habana del Este, se planeaba iniciar una serie de hoteles de lujo que se extenderían hasta la playa de Varadero, pero, en su lugar, hoy, hay una enorme barriada popular. María lo cuenta sonriente mientras cruzamos las cabinas abandonadas. Y yo pienso en Italo Calvino y sus ciudades invisibles. Él decía que era inútil decidir clasificar las ciudades entre felices o infelices, sino que era mejor hablar de dos especies: las que, a través de los años y las mutaciones, siguen dando su forma a los deseos y aquellas en las que los deseos o bien logran borrar la ciudad o son borrados por ella. Creo que La Habana pertenece a la primera clasificación de Calvino: se te aparece como un todo “en el que ningún deseo se pierde y del que tú formas parte”.

El paquete

“El paquete es un ejemplo de que la realidad y las necesidades propician e imponen las soluciones”, dice Víctor cuando le pregunto por ese nombre que suena a clandestinidad. El paquete surge porque no hay una conexión a internet estable de uso para todas las habitantes de la isla y, donde la hay, no es accesible económicamente. Ante esta carencia, explica Víctor, nació este método que no está prohibido, puesto que existe un limbo jurídico que permite su comercialización: “La gente puede comprarlo una vez a la semana, con contenidos que copian en un disco duro externo y los ve en su casa”. El paquete incluye películas, documentales, cine comercial, series televisivas, revistas de moda.

También existe “la mochila”, nos explica Víctor, que utiliza métodos parecidos a los del paquete, pero gestionados a través de una vía institucional, la red de los Joven Club, con sedes en todas las provincias cubanas. Se trata de centros que tienen equipamiento gratuito con conexión a internet y posibilidad de bajar contenidos organizados por dicha red de manera semanal. Cuando la persona va allí, los copia y se los lleva de manera gratuita, a diferencia de “el paquete” que cuesta 1 CUC (equivalente a un dólar) y 2 CUC cuando es el primer día que sale. De manera increíble, el paquete puede estar disponible en cuestión de horas en cada rincón de la isla.

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Imagen: Debora Cerutti / La tinta

Entre riesgos y aperturas

“Todo momento de desarrollo o de salto tiene sus retos y sus riesgos”, me dice Víctor, parsimonioso. Y me empieza a hablar de las grandes transformaciones que se están dando en Cuba, cuando hablamos de la reforma de la Constitución que se inició hace casi dos años: “En la economía, para hacer un símil más importante aún, está en debate el tema de los diversos tipos de propiedad”. De consumos culturales pasamos a hablar de cómo, por primera vez en la historia de Cuba después de la Revolución, la propiedad privada pasó a ser una opción y un elemento a ser incorporado en la Constitución.


“A partir de hace poco tiempo –me explica-, ya de hecho está existiendo la propiedad mixta, sobre todo en el importante sector hotelero, que es donde más desarrollo tiene. Hay un llamado hecho por el nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel, para acelerar ese proceso de la inversión extranjera que se acordó de hecho, aunque no estuviera en la Constitución, mediante un decreto hace cinco años”.


Una de las fuentes principales de la economía cubana en este momento es el turismo. “Esto es un reto y hay un riesgo, en la medida en que se está haciendo presente, por primera vez en la vida de la gente y en la existencia del país, una forma de propiedad que no existía y de la cual estábamos ya, no olvidados, pero sí que algunas generaciones no la vivieron. Las más jóvenes sólo conocieron, con sus virtudes y defectos, la economía socialista”, afirma Víctor.

En las comunicaciones, esto también aparece en el debate con las nuevas generaciones: “No se puede vivir en una fortaleza sitiada, que fue la frase que, durante mucho tiempo, se utilizó en los momentos en que Cuba estaba casi totalmente aislada”, expresa Víctor, quien se refiere a un mecanismo de autodefensa en la medida en que el país se cerró a todos los consumos culturales provenientes de otros países. “Eso, en aquel momento, fue necesario, no sé si justo, pero necesario. Ahora, los tiempos han cambiado, sobre todo, para Cuba. No siempre para bien: tenemos a Trump ahí y ese paso es para mal en relación con el paso anterior que era el gobierno de Obama, que no estaba a favor de la Revolución Cubana y seguía declarando abiertamente que su propósito era cambiar el régimen social en Cuba, pero no a través de esta política tan agresiva con la que Trump ha sobrepasado los tiempos de Bush. Eran dos estrategias con un mismo objetivo”, detalla.

Víctor remarca que esta apertura de la informatización y de la ampliación del uso de Internet genera un necesario reto y riesgo. “Creo que no se debe ser, yo mismo no lo soy, absolutamente optimista, sino optimista con agregado –reflexiona-. Es un tema que habría que también internamente trabajar muy bien, de manera que esas influencias, o como las queramos llamar, que van a ser tan fuertes cuando eso se expanda mucho más tecnológicamente, no afecten negativamente la conciencia que el pueblo ha alcanzado en estos años y sirvan, por el contrario, para reflexionar, debatir y difundir con profundidad y compromiso los contenidos de esta época convulsa en que vivimos”.

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Imagen: Debora Cerutti / La tinta

La juventud del pueblo cubano

Víctor nombra y hace hincapié en la generación más joven que nació en la década de 1990, cuando ya Cuba entró en el llamado Período Especial. Un período del que, remarca, “prácticamente, no hemos salido” y que, por lo tanto, “son generaciones que no vivieron los años anteriores, 1970, 1980, ya dentro de la revolución, ni mucho menos la época pre revolucionaria capitalista. Entonces, es un sector importantísimo de la sociedad que está, por otra parte, sometido a dificultades económicas graves por las que atravesamos y que hace que esos jóvenes que no vivieron aquella experiencia no encuentren referencias válidas y positivas del proyecto socialista cubano”.

En ese sentido, Víctor es muy crítico con la encrucijada en la que se encuentra Cuba en este momento histórico: “Lo que pasa hoy con estos jóvenes es que, por más que estudien, tengan la posibilidad de estudiar, después, no tienen posibilidades de insertarse en un mercado laboral aquí, por el desarrollo escaso de las fuerzas productivas, y de ahí viene el alto índice de emigración desde la isla, mayoritariamente compuesta por jóvenes. Es una sangría terrible para el país, en muchos sentidos”.


Jóvenes que se van de la isla para establecer su vida en otra parte, la mayoría en Miami, donde ya hay un millón y tanto de cubanxs viviendo. “La explicación principal para ese proceso tan dañino es que todavía no tenemos en la economía la situación favorable que permita ofrecer a todo el mundo aquí, incluida la gente más joven, una inserción en el mercado laboral, ya sea mixto, ya sea estatal o no estatal, que les proporcione un régimen de vida más favorable. Hay también un espejismo, de idealización de esa situación ‘porque fuera de aquí se resuelve todo’. Bueno, no es tan fácil ni tan sencillo, pero ese es ya otro tema”, apunta.


En una conversación con un señor que reivindicaba el proceso de la revolución a partir de haberla vivido en carne propia, utilizaba una metáfora y decía: “La revolución quedó vieja para las nuevas generaciones”. Y continuaba afirmando que la revolución era como un árbol con raíces muy profundas, pero que las nuevas generaciones no podían ver y reconocer.

Víctor escucha atento estas palabras que le comparto y afirma otra vez que hay algo a resolver: el mejoramiento de muchos factores esenciales de la existencia, además de los garantizados históricamente como la salud y la educación gratuitas. “El hecho de acceder a una educación hasta un nivel universitario y después no tener aquí la inserción laboral que le permita una vida como la que ellos quisieran, es decir, que, además de tener la cultura gratis, el deporte gratis, la salud gratis, la educación gratis, también tengan una mejor relación entre salario-precios, es un cuello de botella, un atolladero, un nudo gordiano”, resume.

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Imagen: Debora Cerutti / La tinta

La crítica

“Hay que recuperar el sentido de la crítica y la autocrítica como herramientas que existieron en la década de 1970 y que, con el tiempo, han dejado de utilizarse en la medida en que la sociedad se burocratizó, se endureció, se encerró en aquella fortaleza sitiada”, explica Víctor e insiste en la necesidad de que lo que llama “el funcionariado” modifique su actitud hacia la crítica y la autocrítica. “Que la crítica debilita a lo mejor era verdad cuando Playa Girón, cuando la Crisis de Octubre, entonces, tenía una cuota de verdad grande. Ya no –analiza-. Hoy, la política del enemigo, de Estados Unidos, ya no es la agresión armada, sino el recrudecimiento feroz del bloqueo contra la isla, afectando gravemente la situación del pueblo, aumentando sus descontentos y buscando por esa vía la derrota de la revolución. En ese escenario, la crítica y la autocrítica, y las decisiones dinámicas y acertadas son herramientas útiles y necesarias”. Para Víctor, “el imperio está apostando precisamente a esto, a que las situaciones internas desestabilicen la situación en el país y lleven a la cancelación del proyecto revolucionario. La falta de crítica, la falta de flexibilidad para enfrentar algunos problemas, la imposibilidad de resolver con rapidez temas cruciales como la vivienda, el transporte, la situación de los jóvenes, de los profesionales que no tienen acceso a los trabajos para los que realizaron estudios, son factores de primer orden en la realidad cubana. De ahí los esfuerzos que se realizan actualmente para revertir muchas de esas situaciones. El tiempo conspira abiertamente contra esos esfuerzos, por ello, es imprescindible fortalecerlos, protegerlos también de las visiones esquemáticas y retardatarias que perviven en nuestra sociedad y sus estructuras sociales y de gobierno”.


“No se trata de entregar la economía al extranjero –continúa-, de convertirnos en un país neoliberal”, y agrega: “Me imagino que muy poca gente lo quiere en Cuba; habrá quien lo quiera, por supuesto, pero no es ese el objetivo del gobierno ni de la mayoría de la gente que está a favor de rescatar todo lo salvable del proyecto revolucionario”.


Dialogar la memoria

Le pregunto a Víctor, otra vez, por la memoria y su presente. Responde: “Esa memoria hay que compartirla con las generaciones que hoy son jóvenes, que nacieron dentro del Período Especial y no tienen referencias vividas de la lucha por el intento de construir el socialismo en las décadas anteriores. Esa comunicación de la memoria es una forma de defender los valores de la revolución. Y ese proceso de transmisión debe tener un alto grado creatividad. No puede ser burocrático. No puede ser repetitivo. No puede ser esquemático. No puede ser dogmático. Por ese camino, no se propicia una percepción de la memoria como la que necesitamos, que se entienda lo que pasó, lo que se logró y lo que no se logró, para poder actuar con inteligencia y sensibilidad en las transformaciones necesarias de hoy”.

Víctor plantea que hay mucho de ese pensamiento que ya está anquilosado y que ya no se pueden decir las cosas como se decían en la década de 1970, porque el contexto histórico, social, anímico, psicológico no es el mismo.

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Imagen: Débora Cerutti / La tinta

Por otro lado, existe una manera de catalogar o clasificar a lxs jóvenes a través de frases como “la juventud está perdida”. “Son clichés que se han aplicado casi siempre, no se inventaron ahora, pero ahora se aplican y esa forma de ver el asunto no ayuda a su solución –reafirma-. Por otra parte, si hubiera algo de perdido en esa generación, los primeros que nos tenemos que plantear el asunto somos nosotros: las generaciones que los formaron, la mía y las posteriores a las mías. Hay una juventud que migró y otra que sigue migrando. Hay que trabajar con compromiso y audacia, con sensibilidad y firmeza para revertir esa grave situación”.

Seguir siguiendo

Me estoy yendo. Pero le pido a Víctor una frase para hablar del proceso revolucionario cubano en sus 60 años de historia. Me dice que, por supuesto, es imposible resumir el proceso de esa manera, pero que, desde hace unos años, hay unas palabras que han utilizado y difundido, y que tienen proyección de presente y de futuro.

La frase surgió dentro de las conversaciones que Víctor sostenía por medio de correos electrónicos con Antonio “Tony” Guerrero, uno de los cinco cubanos que padecieron injusta prisión por combatir el terrorismo permitido y alentado en Estados Unidos contra Cuba.

En esos ires y venires de conversación y correo, armaron un libro de poemas, testimonios y obras plásticas creados por Tony en esos años de prisión. En esos diálogos, también surgió la idea de llamar a los conciertos que Silvio Rodríguez realiza en los barrios, “La Gira Interminable”, y de proponer como una actitud vital la de “seguir siguiendo”.

“Aunque parezca una repetición, no lo es, más bien, es un acto, una propuesta de reafirmación revolucionaria –dice-. Hay también una especie de llamado que pudiera acompañar esto: un pequeño poema que escribió en 1970 y que se titula Tercera (y también muy personal) declaración de La Habana. Es un acto de valoración de la autoestima que no es sólo la mía, sino de mi generación y del país que yo quisiera”. El poema dice: “Todo lo que tengo/y lo que no tengo/lo tengo/y no lo tengo/de pie”.

“Creo que esas últimas dos palabras son la síntesis de la presencia del esfuerzo del pueblo en todo este tiempo. Esa construcción ya sesentona tiene que fortalecerse ahora y tratar de no sucumbir en los tiempos difíciles que corren. Cambiando todo lo que debe ser cambiado. Para seguir siguiendo. Por supuesto, de pie”, finaliza Víctor.

Para leer la primera parte de la entrevista, ingresar aquí.

*Por Débora Cerutti para La tinta / Foto de portada: Alain Gutiérrez – Centro Pablo

Palabras claves: Cuba, revolución, Victor Casaus

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