“El porno criollo empezó a mostrar todo lo otro”
La disputa simbólica también se da en la construcción de nuevas formas de erotismo o de mostrar las cuerpas. La fotografía erótica es un buen terreno para esa lucha, dándole espacio a disidencias y otras formas de abordar sensualidades. Porno Criollo es el proyecto que lleva adelante el fotógrafo Ja_Ant desde una mirada que mixtura a la estética con lo político, para cuestionar algunos sentidos comunes que nos fueron impuestos.
Por Gaston Lippi para La tinta
Hay maneras de verse desnudo que exceden a la vista de los demás. Formas de interpretar la corporalidad y sus mutaciones, de seducir la autoestima y alimentar el placer, de fabricar profundas significaciones sobre las irregularidades de nuestra silueta. Un terreno fértil donde la incorrección es el camino necesario para desarmarse, quitarse el pánico y los estigmas, destinarse a disfrutar de la saliva y sus quehaceres. Allí, donde todos somos desconocidos, pero nos necesitamos, Javier Antruejo –más conocido como Ja_Ant (por las iniciales de su nombre)– ensancha el diafragma de su cámara y lo retrata. Captura el momento inédito de los cuerpos. Pieles eufóricas, picarescas y disidentes que se detienen en el instante cúlmine de su obturador. Se dejan ser, sin tapujos ni rivalidades, entre ellas y la diversión. Ja_Ant les pregunta si lo disfrutan, el ritmo se acelera y lo cotidiano aparece en escena tal como sobrellevamos. Él mismo participa y se fotografía, se observa, piensa en aquello que lo inspiró y evalúa cuántas ganas tiene de editar la toma. Mucha gente repite la acción y, luego, deciden enviarle sus fotografías para que las vea o publique en sus redes. Sin querer hacerlo, toma forma un combo público que desarma intimidades sujetas y aviva las explosivas. Crece el porno criollo, que se esparce por los rincones citadinos de Buenos Aires y se extiende al interior de la pampa húmeda, bien húmeda. ¿Alguna vez se preguntaron qué hacen aquellas personas solas en el interior de una ventana? Pues sí, seguramente se toman fotografías como estas.
¿De dónde surge Ja_Ant?
Desde muy chico, calculo que a los diez u once años, empecé a sacar fotos. En mi casa, hubo mucha estimulación a lo artístico, siempre me gustó dibujar y todo lo que tiene que ver con las artes visuales, supongo ese que fue el motivo que impulsó a interesarme en la fotografía. En casa, había mucho arte erótico. Mi viejo era amante de las historietas y de ese tipo de fotos, tenía una colección muy grande de revistas y yo, desde chico, sin que él lo supiera, las revisaba. Ahí empecé a conocer a artistas como Milo Manara y otros dibujantes eróticos. Es como muy evidente que la mayor influencia viene de ahí. Como también es evidente que, después de tantos años de tener reprimido eso y que fuera un secreto, tras la muerte de mi viejo, empecé a hacer las fotos que hago. Como un montón de cosas que también comencé después de ese punto de inflexión de mi vida.
Entonces, fue un destape…
Claro, fue un destape, porque parte de la represión que te contaba antes era porque tuve una educación católica en los primeros años de mi vida. Entonces, vivía todo el tiempo, con esa dualidad de consumir el arte erótico por un lado y de reprimirme o sentir culpa. Fue un destape, un alivio, un sacar cosas que me hizo entender que la vida es bastante corta e imprevisible, más vale que me pusiera a hacer las cosas que me gustaban.
¿Ahí aparecieron las primeras tomas eróticas?
Seguro las primeras fotos fueron autorretratos o con alguna pareja del momento. Cuando traté de dedicarme un poco más a la fotografía, empecé a juntarme con gente que estaba en el mismo camino, comenzando con esto de la fotografía erótica. Me acuerdo de una amiga con que empezamos a hacernos fotos. Después, hice contactos o amigos de amigos que te recomendaban. Al principio, no era tan fácil, no estaba tan de moda hacer este tipo de fotos y más cuando no te conoce nadie. Pero una vez que empezás y las recomendaciones son buenas, se abre un poco el círculo. Las primeras fotos son muy tímidas, cuesta bastante vencer algunos miedos, también vas copiando a otra gente que trabaja el erotismo, pero, con el correr del tiempo y de hacer fotos, te permiten encontrar cuál es tu gusto y camino.
¿Qué te genera vivir en un mundo que reúne lo artístico y lo erótico?
La verdad es que siento muchísimas cosas. Es un trabajo que me ocupa la cabeza todo el día y mucho tiempo, donde pongo mucho de mi cuerpo. Creo que, como toda actividad artística, filosófica o hasta científica, hacer cosas -y más cuando te interpelan tanto- te provoca todo junto a la vez. Siento mucha satisfacción y curiosidad al hacer fotos, sobre todo, a conocer gente nueva todo el tiempo. También eso me trae mucho desgaste y, como es algo tan personal, me siento muy expuesto. Así que muchas veces me siento cansado y con ganas de reformular lo que hago y por qué lo hago. En definitiva, me genera mucho placer y mucho pensar. La mayoría de las veces es satisfactorio, pero siempre me deja muchas preguntas, muchísimas, las trato de contestar o sigo haciendo cosas hasta que se abren las ideas. En el caso de ser fotografiado, es un poco más relajada la cosa, me gusta, me fui animando de a poco y me sirve también para amigarme con mi autoestima.
¿Cuesta desnudarse frente a la cámara?
En realidad, no sé. Depende mucho de cada uno, es una experiencia muy personal. Parecería que sí, pero, en mi experiencia y en los últimos años, la verdad que no me ha costado conseguir gente que quiera hacer este tipo de fotos. Es más, me sorprende la cantidad de gente que lo quiere hacer. Para hablar de mí, si me tengo que desnudar delante de alguien, me tiene que caer bien, me tiene que gustar la propuesta y el arte que hace. Sobre todo, sentirme cómodo. Así que, costar o no costar, depende del marco de confianza que haya o la propuesta.
¿De qué se trata el porno criollo? ¿Qué es?
Es algo que todavía estoy tratando de entender. Sí te puedo decir cómo fue naciendo. A partir de estas fotos, haciendo fotos eróticas o porno, o lo que sea, me fui dando cuenta de algo más que me interesaba mostrar, aparte de un cuerpo desnudo o una situación erótica. Me quedaba observando mucho tiempo, flashando con lo que es cada uno de los entornos, lo que es cada persona en su casa y todos los elementos que son comunes a determinadas personas por estar conviviendo en un mismo territorio. Por estar viviendo en el mismo país, más que la patria o tener el mismo gentilicio, nos unen un montón de tradiciones y costumbres de cosas que nos fueron formando. Como te contaba antes, desde la educación católica hasta los programas de tele o los videojuegos que jugamos de chicos, eso me parece que nos une bastante. Ni hablar de las comidas, tomar mate, vino, las charlas. Creo que todas esas cosas, esos elementos, inevitablemente están en nuestras casas, en nuestras vidas y, entonces, empecé a no sacarlos de las fotos, sino a incluirlos. Hay muchas fotos eróticas “cuidadas” que limpian el escenario y se enfocan en el cuerpo. El porno criollo empezó a mostrar todo lo otro. A mí me interesó más esa cosa antropológica de ir a las casas de desconocidos, charlar, que me cuenten un poco su historia y que todas las fotos tengan mucho de eso, de algo personal. Esa es la esencia. Después, puede ser muchas cosas más también, pero lo primordial es el vínculo entre lo erótico y la simbología popular. El nombre porno criollo apareció un día que titulé una foto así, es un nombre que pegó, que cierra cierta idea, pero que tampoco es tan perfecto. Es un nombre, no más.
Tus fotos parecen moverse entre la estética y la política, ¿puede ser?
Ahora pensándolo, casi que la estética de las fotos que hago es un mensaje político. Es mostrar algo que no se muestra, es querer mostrar una realidad o un montón de cosas. Ya la estética es política. A veces es más disidente y en la disidencia también hay un mensaje político. Pero no sé si una prevalece sobre la otra. Es tan amplio eso, en el abanico de sesiones que hago, no hay una sola línea de pensamiento, casi siempre responde a la persona que le hago fotos. Si la persona con la que me junto tiene una línea política, como por darte un ejemplo: Me junto a hacer fotos con una puta y esas fotos tienen mucho de política porque también está su lucha, sus mensajes. Así que esas fotos van a tener mucha política y mucha estética. Quizás me junto con alguien más del estilo del modelaje, algún actor, alguna bailarina, y quizás eso tiene una búsqueda estética más profunda que política. Eso es bastante variable y relativo. Lo más divertido de esto es que nunca sé cómo van a ser las fotos, porque nunca hay una idea previa y la mayoría de las veces no conozco a la persona hasta el día mismo de la sesión. En ese día, pueden pasar muchas cosas. En ese día, se define el mensaje de la foto, así que creo que por ese lado va la cosa. Ya ponerle porno criollo a un proyecto, tener una estética media hogareña – cultural, que muestre una parte del territorio donde habitamos, eso es bastante político. Eso hace a la estética. Eso es lo que quiero decir o lo que me interesa a mí mostrar, pero también se conjuga con lo que el otro quiere mostrar y ahí se arma algo bastante impredecible.
Mucha gente comenzó a mandarte fotos haciendo porno criollo y vos las publicabas en tus historias. ¿Cómo surgió eso?
Es una locura que la gente se lo apropió, lo empezó a usar, empezaron a identificar en sus fotos ese término o a llamarlas así, y eso es increíble. Así nació una cadena de fotos como respuesta a las historias de Instagram. Muchas personas me mandaban fotos poniendo el hashtag #pornocriollo o diciéndome: “Mirá, acá estoy pornocriollando”. Entonces, cuando tengo tiempo -porque también demanda casi un día entero subir las historias-, las comparto. Ahí empiezan a responder, es una catarata de fotos muy divertidas y muy increíbles de gente pornocriollando en su casa. La verdad, me sorprende bastante que pasen esas cosas, no sé bien qué me genera. Obviamente, me gusta que la gente identifique mis fotos, que sean fáciles de reconocer, porque creo que tienen una marca muy clara, pero me parece totalmente loco que hagan eso. Como hablábamos al comienzo: “¿Hay miedo de desvestirse en la cámara o es un mito?”. Esto prueba que también estamos con muchas ganas de sacarnos represiones, de desvestirnos, de mostrarnos y, cuando tenemos la oportunidad y nos sentimos identificados con alguna propuesta artística, lo hacemos. Contestamos cosas, opinamos. Me parece que eso genera que muchos se animen a mandarme fotos. Ven como un referente. Me gusta. Me divierte bastante todo esto.
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