Sangre y nieve: a diez años de la masacre del Alto
El miércoles 17 de junio, se conmemoraron diez años del asesinato de Diego Bonefoi, Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco en manos de las fuerzas represivas del Estado en la localidad de Bariloche, Río Negro. Los responsables aún no cumplen su condena.
Por Débora Cerutti para La tinta
“No los bajés de la camioneta. Den sólo una vuelta, que está nevando muchísimo”, le dijo Karina Riquelme a Sergio Cárdenas cuando él le avisó por teléfono que salía con su hijo Agustín (5) y su hija Mía (1) a festejar la goleada argentina a la República de Corea en el mundial de Sudáfrica 2010.
Ese jueves 17 de junio, Sergio le respondió que sí, que darían sólo una vuelta, que les llevaría a ver los ruidos y los colores, y que, luego, la esperarían a almorzar cuando saliera de su trabajo a las tres y media de la tarde.
Hasta ese momento, ni Karina ni Sergio sabían nada de lo que había ocurrido en la madrugada en su barrio ni tampoco lo que estaba ocurriendo en ese momento en las afueras de la Comisaría 28 de la localidad de Bariloche, Río Negro. A Diego Bonefoi ya lo había matado la policía y cientos de jóvenes de los barrios de El Alto manifestaban su digna rabia.
“Yo cuando volví del trabajo esa tarde siesta, pude visualizar que se veían disturbios y que corría gente. Cuando entré a mi casa, le pregunté a Sergio si había visto o escuchado algo. Me dijo que no, que no sabía nada. Almorzamos. En un momento, sonó el teléfono fijo. Era una hermana mía que me llama y me comenta sobre toda la situación que había pasado con Diego. Que ella, que estaba más cerca, veía a la policía que estaba realizando emboscada, que tiraba gases lacrimógenos y me pidió si la podía ir a buscar a su casa”, narra Karina.
Salieron con Mía y Agustín a buscar a su hermana que vivía cerca de la Comisaría 28. Cuando llegaron a su casa, Sergio se quedó afuera esperándola, mirando lo que sucedía en la calle.
Pasaron siete minutos. Siete. Una piedra rompió la ventana del comedor de la hermana de Karina, que vivía en planta alta. Se asomaron y alguien gritó que a Sergio se lo habían llevado al hospital. La policía estaba en todos lados. El auto estaba con la puerta abierta y abandonado en la calle.
“¿Vos estás sola?”, le preguntó una enfermera cuando Karina llegó al hospital. Ella se puso fría como la nieve que había afuera. Sintió lo que ya sabía que sentía. “¿Vos estás sola?”, le volvió a preguntar a Karina. Ella respondió que no, afuera la esperaba su hermano. Él la había acompañado al hospital tratando de tranquilizarla, diciéndole que seguramente había sido sólo un piedrazo.
Sergio estaba muerto. Había llegado sin vida, con un balazo que le ingresó por la espalda y le atravesó una arteria del corazón.
“Se me vino el mundo abajo. No entendía nada. No pregunté nada. Me quería ir, pensaba en mis hijos que los había dejado con mi hermana cerca de la comisaría”, recuerda Karina. Fueron varias las horas que estuvo en el hospital. Al día siguiente, supo que, unos minutos antes de Sergio, había fallecido otro muchacho, Nino Carrasco: “Él estuvo un montón de horas en que lo estuvieron interviniendo, tratando de salvarle la vida. Después, cuando conocí la familia, pude traer a mi memoria que yo a ellos los veía como reunidos y llorando, y bueno, luego, até cabos. Era la familia de Nino. El mismo día, Sergio falleció cinco menos cuarto y él, creo que a las cuatro”, recuerda Karina.
Cuando le entregaron el cuerpo, la represión policial todavía continuaba. Era viernes. El sábado, velaron a Sergio. Y lo enterraron el día del padre. Desde ese momento, comenzó una lucha incansable por justicia.
Tres asesinatos en un día
Un disparo en la nuca, una distancia corta, una persecución absurda, un barrio empobrecido donde los cuerpos transitan sin la mirada turística. Diego Bonefoi hubiera cumplido 25 años, pero, hace una década, en la madrugada del 17 de junio de 2010, fue asesinado por Sergio Colombil, cabo perteneciente a las fuerzas policiales de Río Negro.
Este caso de gatillo fácil en el barrio de El Alto de Bariloche desató una pueblada frente a la Comisaría 28 tratando de saber qué pasó, quién disparó en el barrio del Alto allí donde también, años después, moría asesinado Rafael Nahuel.
Este 2020, Nicolás (Nino) Carrasco hubiera cumplido 26 años y Sergio Cárdenas, 39, pero, hace una década, en la tarde del mismo 17 de junio de 2010, fueron asesinados en una represión que se extendió hasta el centro de la ciudad de Bariloche, allí donde los chocolates decoran las vidrieras y la ropa de esquiar olvida que las manchas de sangre no se borran.
Tres jóvenes muertos, un juicio que demoró cuatro años, un policía condenado a 20 años de prisión por la muerte de Bonefoi y seis responsables por la represión y las muertes de Carrasco y Cárdenas. Los policías fueron condenados a 4 años de prisión el 4 de diciembre de 2018: Víctor Cufré (ex secretario de Seguridad), Jorge Villanova (ex jefe de la policía de Río Negro), Argentino Hermosa (jefe de la Regional III), Víctor Pil, Marcos Epuñan y Víctor Sobarzo (escopeteros). Los tres primeros (responsables jerárquicos) fueron condenados por homicidio culposo y los tres escopeteros por la figura que se denomina homicidio en riña.
Ninguno cumple condena.
A diez años de dolor, amor y lucha
“Tal vez de las cenizas renacidas
La solidaridad surja en un gesto
Tal vez… solo tal vez sea por esto
Baje el Alto lamiendo sus heridas…”
La Masacre del Alto no se olvida. La represión, los asesinatos, los golpes y las torturas, el estado de sitio. No fue durante la dictadura cívico, militar, eclesial, no. Fue en el 2010, bajo el gobierno provincial de Miguel Saiz, abogado que estudió en la Universidad Nacional de Córdoba, presidente de Sancor Seguros, parte del grupo de radicales kirchneristas que formaron la Concertación Plural, político que, durante su segundo mandato, habilitó el fracking en Río Negro.
“En estos diez años de organización y lucha junto a las familias, jamás dejamos de gritar contra los poderes impunes del Estado. Hoy, estamos aquí, de pie, dolidxs, pero firmes y dignxs porque no nos hemos resignado”, dice el comunicado por el aniversario de la Masacre firmado por familiares y por la Multisectorial contra la represión Bariloche, leído entre lágrimas por Agustín, hoy de 15 años, el hijo de Sergio Cárdenas: “Me llenó de orgullo y también de sentimientos encontrados por ver quién es hoy, cómo ha tomado lo que le ha pasado al papá, él y Mía. Y un poco de tristeza por tener que ver a dos niños en esa circunstancia, teniendo que pedir justicia por la muerte de su papá cuando debería ser otra la cosa que estén haciendo en ese momento”, me dice Karina.
Es la fuerza colectiva de las organizaciones sociales que luchan contra la represión policial la que sostiene también su lucha y la de familiares de los tres asesinados: “Pedimos justicia, convencidos de que no debería haber vidas que valgan más que otras y que sólo la unidad y la organización de los de abajo combate el atropello de los de arriba. Hoy como ayer, hablamos con absoluta libertad, sostenida en la plena autonomía política”, dice el comunicado.
La ciudad construida al lado del Nahuel Huapi, sobre territorio mapuche usurpado por cadenas hoteleras y grupos inversores, militarizada por Gendermería nacional, no está en calma.
*Por Débora Cerutti para La tinta / Imagen de portada: José Luis Zamora.