George Floyd y la distopía afroamericana de Estados Unidos

George Floyd y la distopía afroamericana de Estados Unidos
1 junio, 2020 por Tercer Mundo

El asesinato de George Floyd en manos de la policía, ocurrido la semana pasada, dejó al descubierto, otra vez, las grandes desigualdades sociales y raciales en la potencia del norte.

Por Germán Gorraiz López para La tinta

La deriva totalitaria sufrida por Estados Unidos durante el mandato de George W. Bush provocó que, en nombre de la sacro-santa seguridad del Estado, se llegara en la práctica a anular el principio de inviolabilidad (habeas corpus) de las personas, instaurando de facto el principio de “presunción de culpabilidad”, en lugar del primigenio de “presunción de inocencia”, lo que habría quedado como estigma imborrable en las fuerzas de seguridad de los Estados Unidos.

Ello tendría su reflejo en la prepotencia, brutalidad y el desprecio racial que destilan las intervenciones policiales en las grandes ciudades de Estados Unidos, elementos constituyentes de la llamada “perfección negativa”, término empleado por el novelista Martín Amis para designar “la obscena justificación del uso de la crueldad extrema, masiva y premeditada por un supuesto Estado ideal”.

Sin embargo, el auge del movimiento “Black Lives Matter” (Las Vidas Negras Importan) y la explosión de violencia urbana en la ciudad de Minneapolis, tras la brutal muerte por asfixia de un indefenso George Floyd en una nueva actuación desmesurada y con claros tintes racistas de las fuerzas de orden público, podría hacer que las áreas metropolitanas con altas tasas de población afroamericana (New York, New Orleans, Washington, St. Louis, Los Ángeles, Atlanta, Cleveland y Chicago) estallen en violentos disturbios callejeros donde se entremezclen las demandas sociales con las de segregación racial, olvidando las enseñanzas de Martin Luther King: “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”.

Donald Trump, los supremacistas y el retorno del “White Power”

Según una encuesta de la NBC, el 54 por ciento de la población blanca estaría “enfadada con el sistema”, lo que habría llevado a los votantes blancos a apoyar las posiciones políticamente incorrectas y refractarias a los dictados del establishment tradicional republicano de Donald Trump, simbolizado en el apoyo de los indignados blancos mayores de 45 años a Trump y de los partidos neonazis y supremacistas blancos, que siguen controlado los ámbitos de poder de la “América profunda”. El firme apoyo a la candidatura de Trump por David Duke, ex líder del Ku Klux Klan (KKK), y los posteriores nombramientos de Sebastian Gorka (miembro de la organización de extrema derecha húngara Vitézi Rand) como asesor de contraterrorismo, y de Steve Bannon, de ideología populista y ultraderechista, como Jefe de Estrategia simbolizaron la llegada de los supremacistas blancos a la Casa Blanca, con el objetivo inequívoco de instaurar el “White Power” en una sociedad en la que la evolución demográfica provocará que la población blanca será minoritaria en el año 2043.

Estados Unidos George Floyd mural la-tinta

Según la Oficina del Censo de Estados Unidos, hacia el 2043, los blancos dejarán de ser la mayoría de la población estadounidense y serán desplazados por la suma de la población hispana, que aumentaría de 53,3 millones -en la actualidad- a 128,8 millones en 2060, y la afroamericana, que pasaría de los 41,2 millones actuales a los 61,8 millones previstos por las proyecciones.

La distopía afroamericana

Una distopía sería “una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal” y se ubica en ambientes cerrados o claustrofóbicos, cuyo paradigma sería la ciudad de Detroit, escenario distópico de naturaleza real (no ficitica) y el paradigma del mayor éxodo masivo de población sufrido por una ciudad moderna durante los los últimos 70 años. Dicho éxodo estuvo motivado por la conjunción de razones económicas (la corrupción generalizada de las autoridades municipales y el hecho de que los altos impuestos por vivir dentro del área metropolitana se reducían drásticamente en el extrarradio) y raciales. Así, Detroit habría pasado de tener en el área metropolitana 1,8 millones de habitantes, en 1960, (90 por ciento de raza blanca) a 700.000 en 2012 (84 por ciento de raza afroamericana), movimiento migratorio centrífugo conocido coloquialmente como “white flight “ (vuelo blanco), ya que la mayoría de la población que emigraba a los extrarradios era de raza blanca y de clase media y alta, quedando la población de color confinada al este de la ciudad, en una zona irónicamente denominada “Paradise Valley” (Valle Paraíso).


La radiografía de la población afroamericana pre COVID-19 esbozaría un escenario distópico, donde el 40 por ciento de la población afroamericana viviría por debajo del umbral de la pobreza, con unas tasas de paro estratosféricas superiores al 17 por ciento, cifra que se triplicaría en cuanto atañe a la población joven negra (51 por ciento), con los consiguientes efectos colaterales de marginalidad, economía sumergida e incremento de los índices de delincuencia, favorecido por la lacerante falta de inversiones en los servicios públicos y la existencia de miles de solares y viviendas abandonados y vacíos, que deberán ser derruidos por el Ayuntamiento.


Además, la drástica recaudación de impuestos obliga a recortar todavía más los programas de asistencia social, subir los impuestos y privatizar la mayoría de servicios públicos, debido al déficit acumulado y al nivel de los bonos emitidos, ya que no pueden imprimir dinero para financiar sus déficits como lo hace la nación, situación extrapolable a otras muchas ciudades de mayoría afroamericana.

La vigencia de las ideas del reverendo Wright

El reverendo Jeremiah Wright, en un sermón pronunciado en 2001 en la parroquia de la United Church of Christ de Chicago, expresó la necesidad de una metanoia colectiva de la sociedad estadounidense, “que transforme las guerras militares imperiales en guerras políticas internas contra el racismo y las injusticias de clase”. Para esto, propuso una redistribución fundamental de la riqueza a través de la reasignación del presupuesto público. Citando el “regalo de la administración de George W. Bush de 1.300 billones de dólares en exenciones de impuestos para los ricos”, replicó con una iniciativa de financiación pública de asistencia médica universal y de reconstrucción del sistema educativo, para ponerlo al servicio de los pobres.

Estados Unidos protestas Minneapolis incendios la-tinta-jpg

Asimismo, en una conferencia pronunciada en la Universidad Howard (Washington) en 2006, afirmó: “Este país se fundó y está dirigido según un principio racista (…) Creemos en la superioridad blanca y en la inferioridad negra (…) más que en el propio Dios”, según un extracto publicado por The Wall Street Journal. El mismo ex presidente Barack Obama, hijo espiritual del reverendo Wright y deudor del título de su libro La Audacia de la Esperanza, en su libro Los sueños de mi padre, habla sobre la actitud vital de la población afroamericana, marcada por el estigma generacional de “una segregación racial que ha caracterizado el devenir norteamericano”, según sus palabras, herida sin cicatrizar que irremediablemente volverá a estallar durante la campaña de las presidenciales de 2020.

¿Reedición de la Marcha sobre Washington?

La persistencia de la violencia policial contra la población afroamericana y la práctica impunidad de la policía, aunados con la visibilidad mediática de los supremacistas blancos que contarían con “la fraternal comprensión” de Donald Trump, podría hacer oscilar en sus valores la otrora monolítica actitud de las fraternidades negras de permanecer al margen de las protestas violentas, al constatar la certeza de las palabras del visionario Martin Luther King: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.

Así, podríamos asistir al agigantamiento mediático de otro líder pacifista negro y a una nueva gran marcha pacífica sobre Washington (Martin Luther King, 1963), no siendo descartable una posterior reedición de los violentos disturbios raciales del verano de 1963, quedando, de paso, la frase de Martin Luther King “I have a dream” (Tengo un sueño) como una utopía inalcanzable en la distópica sociedad estadounidense del siglo XXI.

*Por Germán Gorraiz López para La tinta / Foto de portada: RTVE

Palabras claves: Estados Unidos, George Floyd, racismo

Compartir: