Jorge Fandermole: música para navegar (en esta tierra incendiada)

Jorge Fandermole: música para navegar (en esta tierra incendiada)
19 mayo, 2020 por Soledad Sgarella

Un popurrí de preguntas y respuestas con un músico tan talentoso como modesto. Una charla tranquila con uno de los preferidos de la vida. Un manojo de palabras con claridad, poesía y compromiso en tiempos de covid-19. 

Por Soledad Sgarella para La tinta 

Recuerdo clarito cómo llegó el Fander a mi vida. Mi hermano menor, que, por ese tiempo, era un pequeño adolescente (yo ya estaba en la facu de filo), volvió a casa y me dijo: “Hermanita, mirá esta canción que nos enseñó la profe de música, seguro que te encanta”. Era Sueñero y mi hermano tenía razón.

Lo descubrí medio tarde, porque así soy con las músicas: me aparecen después, por otros caminos, quizás cuando ya son clásicos. Como cuando ya todxs son fanáticxs de una serie y una recién empieza con la primera temporada.

Desde hace años, este paisano serio del remanso valerio acompaña a un montón de nosotrxs. Rutas enteras disfrutando sus discos, miles de patios con sol, amigxs y guitarras, plateas llenas en esta Córdoba que siempre lo recibe con los brazos abiertos.

Jorge Fadermole, cantautor nacido en Andino (un pueblo a la vera del Río Carcarañá, a 50 kilómetros de Rosario), es miembro fundador de la Trova Rosarina, tiene siete trabajos publicados como solista y dos en grupo, con composiciones que se convirtieron en emblemas de nuestro cancionero popular. 

El músico y docente -admirado y querido-, habló con La tinta y sus respuestas son aguas claras para tener los pies en la tierra.

¿Por qué la música es indispensable en este contexto?

Admitir que la música es indispensable, en un contexto tan extraordinario y con aristas tan diversas que ocupan necesidades y angustias humanas mucho más urgentes que el arte, me sonaría a mí mismo como una especie de publicidad corporativa. No niego que las experiencias artísticas tanto del lado de los creadores como de quienes las disfrutan son una alternativa vital, poderosa y pueden ayudarnos desde nuestra sensibilidad a estar más fuertes, más activos, más críticos o más sanos. En ese sentido, declaro mi admiración por aquellos que desinteresadamente nos dan una alegría cada día colgando en las plataformas y en diversos medios sus obras, nos regalan su música, nos dedican su laboriosidad y su tiempo. Otros, tal vez por pudor, por tristeza o por alguna convicción que no conocemos, han decidido estar en silencio.

Puedo admitir que la música es una experiencia más donde ampararnos, pero debo decir con absoluta convicción que, si hay algo que merece el calificativo de indispensable, frente a lo cual declino aceptar ese calificativo para mi propia actividad, son los gestos invisibles (porque no está en ningún medio o porque tienen poca prensa) y sostenidos de quienes trabajan para lxs que no podemos hacerlo: quienes cultivan, quienes trabajan en la industria del alimento, juntan la basura, son sanitaristas y mil actividades más, con gente que corre un riesgo que nadie registra ni reconoce y que no se equipara con un aplauso que eventualmente reciben. 

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—¿Qué estás escuchando en cuarentena?

—No estoy escuchando nada en particular pero estoy prestando mucha atención a lo que diariamente me llega, tratando de separar la paja del trigo, intentando ver qué dicen esos signos que llegan profusamente desde todos lados. 

No creo que, en una época anómala, uno deba continuar haciendo lo que hizo siempre, desconfío de los que recomiendan mantener cierta sistematización y disciplina en sus actividades. Desconfío de los sucedáneos virtuales instalados en la educación, en el ocio, en el amor. Esa desconfianza sistémica que profeso me deja ver que las alternativas que deja abierta esta crisis requiere decisiones cuyas claves no se hallan en el sostenimiento de una dinámica artística creativa-expresiva-productiva instalada en alguna certeza que uno había logrado hasta ahora. 


«El arte adquirirá las claves de la crisis cuando la comprenda desde una visión severa y crítica de la ciencia, la política y una filosofía integradora. Tengo la sensación que éste es un tiempo que requiere más leer y discutir que escuchar música». 


—Hace algunas semanas, tu canción “Canto Versos” fue elegida por más de 60 intérpretes para versionarla en este contexto complejo. ¿Cómo te sentiste con eso?

Siempre repito que, cuando un intérprete toma una canción para su repertorio, la honra con su cuidado y la transforma con su sensibilidad y su instrumento, nos hace un regalo a los compositores, nos privilegia, y le debemos nuestra gratitud. Más aún en esta circunstancia particular en que muchos intérpretes se suman en una única obra que, además, implica un gesto que quiere representar a una gran comunidad. Me siento muy orgulloso y agradecido a mis compañeros músicos de toda Santa Fe, a técnicos y productores, y a quienes proponen y toman decisiones. Me encantaría saber que no hubieron desacuerdos en esa elección.

El año pasado, ganaste el Premio a la Trayectoria Artística del Fondo Nacional de las Artes (FNA)… ¿qué te significó el reconocimiento?

—Pienso que los premios honran según quién los otorga de modo que cabe la posibilidad de no aceptarlos cuando hay diferencias graves con quien los da. El FNA tiene una trayectoria histórica en la promoción del arte en nuestro país que trasciende las diferencias políticas de los gobiernos cuya gestión ha atravesado. Esta condición y el enorme respeto que tengo por quienes estaban a cargo de su Dirección de música marcaron mi decisión de aceptarlo con mucho gusto, y agradezco esa distinción que tiene una prestigiosa historia. El premio fue un reconocimiento, un aliciente y una gran ayuda.

—Se sabe, se dice y se valora que sos un músico, ante todo, generoso y cuidadoso con lxs colegas… ¿cómo vas creando esos lazos para trabajar tantas veces con otrxs?

Si soy generoso o cuidadoso con mis colegas es meramente por reciprocidad, por haber recibido, de parte de todos con quienes he tenido oportunidad de interactuar, una cantidad de saberes, recursos, energía y afecto sin restricciones. 

Cuesta mucho tiempo y experiencia adquirir la certeza de que las instancias de colaboración y cooperación son las únicas que superan la idea de competencia y dan lugar a un desarrollo que no deja a nadie afuera y se sostiene. 

Algunos confían en sus singularidades y prefieren no advertirlo nunca. Pero, probablemente, la solidaridad sea el único y módico signo de sabiduría de una especie que, en general, prefiere extinguirse antes de abandonar los privilegios dudosos de lo individual. 

Personalmente, tengo la certeza de que la mayor parte del modesto crecimiento que pude tener en estos lenguajes y expresiones los debo a las compañías, a mis compañeros de los primeros grupos, a mis compañeros actuales, a todos con quienes he compartido un proyecto, un repertorio, un escenario, una composición. Hay que hurgar un poco en el sedimento propio para encontrar fácilmente la huella de cada uno de los demás.

*Por Soledad Sgarella para La tinta. Imagen de portada: Gerardo Fernández.

Palabras claves: Folklore, Jorge Fandermole, Música

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