Entre el coronavirus y las masacres del gobierno de Lenín Moreno
El profundo ajuste económico que lleva adelante el Ejecutivo ecuatoriano ni siquiera se detiene por la pandemia mundial destada por el coronavirus.
Por Jordy Zambrano Granda y John Piedrahíata para Revista Crisis
El gobierno de Lenín Moreno ha tomado decisiones arbitrarias contra la ciudadanía, ignorando las realidades concretas y materiales de las clases sociales más vulnerables del país; Moreno, Romo, Otto, Jarrín y compañía, han utilizado al Estado como plataforma para ceder el poder absoluto a las clases privilegiadas del Ecuador.
El pacto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha sido la cruz que ha terminado de afectar la economía ecuatoriana, ya que este organismo multilateral -a través de sus recetas y recomendaciones- ha impuesto una agenda de economía neoliberal, perjudicando las condiciones laborales de los trabajadores, y afectando a las clases medias y bajas del país, mientras que los grandes beneficiados son los sectores oligárquicos y financieros.
En octubre de 2019, se dieron las movilizaciones de un pueblo aguerrido, en una lucha sin descanso, pero sin efecto, pues la sangre del pueblo derramada por la fuerza pública (policías, militares) se quiere olvidar en 2020, con el gobierno insistiendo en eliminar el subsidio a los combustibles, alegando que es una medida necesaria por la caída de los precios del petróleo, revelando así las desproporcionadas descargas políticas del gobierno en contra del pueblo.
El año pasado, se redujeron millones del presupuesto a la inversión social, incluida la salud pública; hoy, el Estado cataloga hipócritamente como “héroes” a los médicos del país (sin ánimos de desmerecer esta profesión), mientras que no invierten el dinero suficiente para atender la emergencia sanitaria ocasionada por la Covid-19, priorizando el pago de la deuda externa, antes que utilizar esos recursos en insumos médicos para atender a la población afectada por la pandemia. La reducción de la inversión social (salud, educación) ha sido un detonante para que Ecuador esté considerado como uno de los países que peor ha enfrentado el coronavirus.
Lo que ocurre en el país es una masacre a las clases sociales más desprotegidas. Las medidas tomadas por el gobierno de Moreno desestabilizan la economía del país, anclando a la pobreza a las clases medias, y a la extrema pobreza a las clases bajas. Asimismo lo proyectó el Ministerio de Finanzas, desde donde se mencionó que aproximadamente 508.000 personas perderán sus empleos y otras 233.000 van a quedar en la informalidad debido a la crisis.
Por otro lado, la burguesía financiera del país trató de proyectar una imagen “solidaria” en donde, supuestamente, “donaban” dinero al gobierno para atender la emergencia, cuando, en realidad, los banqueros solo hicieron un trato con el gobierno para adelantar el pago de sus impuestos.
Ahora, el gobierno de Moreno decretó que, desde el 4 de mayo, Ecuador pasará del aislamiento social al distanciamiento social. En medio de esta decisión, es importante preguntarnos: ¿estamos los ecuatorianos preparados culturalmente para respetar las medidas del distanciamiento social? Este interrogante es el que nos deja en la incertidumbre, pues, en caso de que no existan las precauciones necesarias cuando se retomen las actividades, los contagios de la Covid-19 se van a incrementar exponencialmente y el sistema de salud pública ecuatoriano va a colapsar, ocasionando la muerte de más personas.
Lo que está haciendo el gobierno es anteponer el capital y la economía por encima del ser humano, y debe considerarse como un atropello a los derechos humanos de la ciudadanía y un crimen de Estado.
El “gobierno de todos” ignora las necesidades cotidianas de su población: la alimentación, el pago de arriendos, la educación, etc. Si bien es cierto que esta pandemia no discrimina clases sociales, los sectores populares son quienes más sufren las consecuencias de la crisis económica, sanitaria y política. No obstante, el Ejecutivo se empeña en empeorar más las condiciones de vida de los trabajadores al enviar un proyecto de reformas laborales en donde se pretende reducir las horas laborables por semana, que el empleador pueda pagarle al trabajador según las horas trabajadas, entregar la potestad al empleador de otorgar las vacaciones al trabajador cuando crea conveniente y que las empresas que estén pasando por crisis económicas puedan despedir a los trabajadores por tres meses y, luego, volverlos a contratar solo por tres meses más.
Probablemente, Ecuador sea un reflejo de lo que ocurrió en Brasil. Jair Bolsonaro ya tomó la misma medida que Ecuador tomará el 4 de mayo y el número de contagiados y fallecidos despuntó en tan solo dos días.
Mientras el gobierno exige a la ciudadanía el uso de mascarillas, las cuales son escasas, reclama el “quédate en casa”, pero, cuando se confirmó el primer caso positivo de la Covid-19, lo asumieron ligeramente, potenciando esta catástrofe social.
Si usted tiene la dicha de quedarse en casa, de comer las tres comidas diarias, no juzgue a quienes no tienen qué comer, a quienes son el sustento de una familia; a la ciudadanía le hace falta sensibilidad y conciencia social para entender que el gobierno ha conseguido una lucha del pueblo contra pueblo. Si el 4 de mayo podemos salir a las calles, hagámoslo con responsabilidad y no olvidemos todas las medidas políticas y económicas antipopulares que ha tomado Moreno.
Seamos empáticos y solidarios entre vecinos, entre trabajadores, entre campesinos, no olvidemos que ¡solo el pueblo salva al pueblo!
*Por Jordy Zambrano Granda y John Piedrahíata para Revista Crisis / Foto de portada: