El coronavirus se extiende por el Reino Unido ante la parálisis del gobierno

El coronavirus se extiende por el Reino Unido ante la parálisis del gobierno
20 marzo, 2020 por Tercer Mundo

El primer ministro Boris Johnson fue duramente criticado por sus declaraciones, al mostrarse ajeno a la rápida expansión del Covid-19 en Europa.

Por Juanjo Andrés Cuervo para El Salto Diario

Más de 200 científicos han escrito una carta abierta al gobierno británico, en la que piden introducir medidas más severas para evitar la expansión del coronavirus (COVID-19). Estos profesionales creen que la actitud pasiva mostrada por Boris Johnson aumentará el estrés que sufren los trabajadores del Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas originales), “arriesgando más vidas de las necesarias”. Ellos aseguran que, si se tomasen “medidas de distancia social”, el número de infectados en el Reino Unido “disminuiría de forma dramática”. Se habla de salvar “miles de vidas”.

El pasado 16 de marzo, cuando la cifra de infectados por el COVID-19 en el Reino Unido superaba los 1.500, y el número de personas fallecidas era de 55, el primer ministro apareció de nuevo ante los medios. Durante la rueda de prensa, Johnson aconsejó no ir a los pubs o restaurantes, quedarse en casa, no asistir a reuniones con mucha gente y evitar el contacto que no sea imprescindible.

Este cambio de estrategia por parte del gobierno conservador, que aun así dista mucho de las normas realizadas en otros países, se debe a los datos recibidos sobre el colapso del sistema sanitario en Italia, donde el 30 por ciento de los pacientes hospitalizados están siendo sometidos a tratamientos intensivos.

De esta manera, si se siguiese con la política de mitigación que pronunció el gobierno durante la semana pasada, los datos de fallecidos podrían ascender hasta 260.000, “colapsando el sistema de salud y especialmente la UCI (cuidados intensivos)”. Estos datos los han recogido los investigadores del Imperial College y London School of Hygiene and Tropical Medicine, quienes explican que esa cifra de muertes no estaría solamente provocada por el efecto de coronavirus, sino a consecuencia de la labor extenuante que están haciendo los trabajadores del NHS, y que dificultaría la realización apropiada de los tratamientos.

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Pese a mostrarse más vehemente y preocupado ante la amenaza del coronavirus que durante la semana anterior, la falta de medidas más estrictas ha sido duramente criticada, especialmente en el sector de hostelería. El hecho de que Johnson haya aconsejado a la gente no ir a restaurantes pero que no lo haya prohibido, hace que estos establecimientos no tengan la obligación legal de cerrar, por lo que no podrán cobrar el seguro económico. Por ello, miembros de estos negocios estiman que cientos de miles de trabajadores en el Reino Unido están en riesgo de perder sus empleos.


Por otra parte, la ausencia de soluciones radicales contrasta con el movimiento de voluntarios que ha surgido en la sociedad británica para ayudar a las personas mayores a evitar el contagio. Desde el pasado fin de semana, numerosos voluntarios se están organizando a través de grupos de WhatsApp y Facebook para auxiliar a las personas más vulnerables en diferentes tareas, como hacer la compra, hablar por teléfono con ellas y pasear a sus mascotas, además de repartir panfletos para promulgar esta iniciativa. Con el nombre “COVID-19 Mutual Aid UK”, esta plataforma ya tenía más de 300 grupos el pasado domingo. En el grupo de Camden, una región de Londres, en apenas dos días se alistaron 800 personas.


“Muchos perderán a sus seres queridos antes de tiempo”

En su discurso del pasado jueves 12 de marzo, Johnson optó por no implementar medidas como sí han hecho otros países, pese a catalogar la situación como “la peor epidemia de una generación”. Según su criterio y el grupo de expertos que le aconseja, a la conclusión que llegaron fue que “si se introdujesen medidas demasiado pronto, terminarían siendo inefectivas, porque la gente ignoraría estas normas en el momento en que fuesen esenciales”.

A diferencia de España, Italia y Francia, que han entrado en cuarentena, en el Reino Unido todavía no se ha decretado la situación de alarma total. Sorprende la falta de acción por parte del gobierno, que parece obviar la situación que se está dando en Europa.

Incluso Donald Trump, uno de los aliados de Boris Johnson, ha decretado el cierre de fronteras desde Europa, incluyendo al Reino Unido e Irlanda.

Para defenderse de las numerosas críticas recibidas, Johnson replicó “haber tratado las líneas más poderosas de defensa: quedarte en casa si padeces síntomas, cuidar de los ancianos y estar con la familia”.

Durante la conferencia del pasado jueves, no se habló de cortar el transporte público o cerrar negocios, y se explicó que “en unas semanas” los ancianos mayores de 70 años deberían quedarse en casa. Según el Consejero Científico Jefe del gobierno británico, Patrick Vallance, la crisis del coronavirus llegará plenamente al Reino Unido “cuatro semanas después que Italia”; también afirmó que el punto álgido de la epidemia tendrá lugar “entre 10 y 14 semanas”.

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No obstante, y ante la completa inmovilización de su gestión respecto a la epidemia, Johnson fue tremendamente honesto a la hora de analizar la situación. Dijo frases lapidarias como que “muchos perderán a sus seres queridos antes de tiempo”, se refirió al coronavirus como “la peor crisis de una generación”, alertó de su peligro “por la falta de inmunidad”, y añadió que “el número de casos será mucho más elevado que el estimado por las estadísticas”.

Ante esta ilustración tan trágica y realista del futuro que le espera a la sociedad británica, sus únicos consejos fueron que las escuelas cancelasen viajes a otros países, que los ancianos de más de 70 años no se fuesen de crucero, y que aquellos con síntomas estuviesen siete días en casa.


En cuanto a otros países integrantes del Reino Unido, la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, planeaba cancelar eventos donde hubiese más de 500 personas. Por su parte, la primera ministra de Irlanda del Norte, Arlene Foster, habló que, en el momento en que se cierran escuelas, estas no volverán a abrirse en un plazo de cuatro meses como mínimo.


Respecto a las medidas en el ámbito de educación, en Londres está sobrevolando la posibilidad de impartir lecciones a través de internet. Así lo atestigua Saeeda Khanum, profesora de literatura inglesa en WAES, una escuela para adultos en el condado de Westminster. El problema, según ella, es que “para evitar pagar de más a los profesores, se quieren mantener las escuelas abiertas hasta pascua, y luego ya usar ese periodo vacacional para implementar las medidas”.

Por otra parte, debido al posible atraso de los exámenes de junio “muchos estudiantes pueden perder su plaza para estudiar en la universidad durante el siguiente curso académico”. En su clase de 14 personas, solamente fueron seis durante el sábado pasado, y ella cree firmemente que es por la amenaza del coronavirus.

Ya no solo es el miedo a estar en un aula con otras personas, sino la necesidad de usar el transporte público para trasladarse a través de una ciudad en la que viven más de 10 millones de personas y las distancias son considerables.

Otra prueba de fuego para el NHS

Desde que David Cameron se convirtiese en el primer Ministro en 2012, y pasando por Theresa May y ahora Boris Johnson, el Sistema de Salud Nacional ha sido una de las instituciones que más se ha deteriorado debido a las políticas de austeridad implementadas por los conservadores.

Según un estudio realizado por el Instituto de Investigación de Políticas Públicas, desde 2012 a 2019 más de 130.000 muertes en el Reino Unido podrían haberse evitado si las mejoras en el NHS no se hubiesen detenido. Tras dos décadas en las que se redujeron muchas enfermedades debido a la financiación del gobierno en mejoras educativas y sanitarias, en los últimos siete años la situación ha decaído a niveles paupérrimos.

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Fundado en 1948, el NHS fue un símbolo del nuevo comienzo tras la Segunda Guerra Mundial, un sistema de salud disponible para todos con el fin de reconstruir un país asolado por el conflicto bélico. Ahora, con recursos limitados y con la amenaza latente del COVID-19, la situación en los hospitales es insostenible.

Así lo reconoce Santiago Cornejo, un enfermero que lleva trabajando casi cinco años en Londres, en el hospital de Homerton: “Pese a que el Reino Unido es un país avanzado, no se están tomando medidas preventivas ni están siendo radicales para frenar los contagios lo antes posible”.


Sobre la situación particular de su hospital, asegura que “hay muchos casos positivos y otros esperando resultados”. Entre los afectados por coronavirus, hay un joven de 25 años ingresado grave en la UCI, y que no tenía problemas de salud previos. “No veo un plan firme ni comunicación real”, reconoce, y añade que “espera no terminar como Italia, con todo colapsado y sin opciones ni recursos para todos”. Su testimonio va a acorde con la conclusión a la que llegó el Médico Jefe, quién explicó “que los siguientes meses van a ser extraordinariamente difíciles para el NHS”.


Mientras que en Italia y España se han cerrado todos los negocios y no se puede salir a la calle salvo en situación especiales, en el Reino Unido es todo lo contrario. Sorprende cómo Francia, Polonia, Suiza o Austria están tomando medidas, mientras que el gobierno británico ha rechazado seguir el ejemplo de otros países. Ni siquiera se plantea imitar el modelo puesto en marcha por China, donde el pasado viernes solo se dieron 11 casos, de los cuales ocho procedían de viajeros de Estados Unidos, Italia y Arabia Saudí.

De hecho, y por primera vez desde el inicio de la crisis, los casos del mundo sobrepasaron los de China, donde se originó la enfermedad. Así, el lunes por la mañana las estadísticas mostraban que en China los infectados por coronavirus eran de 80.600, mientras que en el resto de los países juntos, la cifra ascendió hasta 87.000. En cuanto a fallecidos, en el país asiático el número era de 3.208, algo menos que los 3.241 del resto del mundo. El miércoles pasado, los casos en Europa superaron a los de China.

La vida en Londres no se detiene

Según los datos publicados por la web de Salud Pública de Inglaterra, el 17 de marzo por la mañana había 1.543 personas infectadas por coronavirus en Inglaterra. La ciudad más afectada era Londres, que tenía 480 casos, mientras que en otras grandes regiones el número era ínfimo en comparación: Leeds tenía 14, Manchester ocho y Liverpool seis.

Aun así, la falta de medidas estipuladas por el gobierno hace que la rutina no descanse en el país, especialmente en la capital. En Londres, la gente sigue haciendo vida normal, e incluso Kevin Martin, un británico de más de 60 años con problemas respiratorios, estuvo paseando por el West End a finales de la semana pasada. “Esta semana ya me quedaré en casa”, asegura, aunque tiene la intención de ir a caminar a Golders Hill Park.

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En cuanto a la compra compulsiva que se ha ido efectuando en España, por ejemplo, en Londres no se ha dado un movimiento tan visceral. Aunque es cierto que las estanterías de papel higiénico o pasta dental estaban más vacías de lo habitual, y en las farmacias había carteles en las puertas donde se estipulaba si quedaban mascarillas y desinfectante de manos, productos que el sábado se habían terminado. “A partir del lunes habrá una nueva reposición de productos”, explicaba una trabajadora de una farmacia en Kentish Town. Y ese mismo lunes, en efecto, había mascarillas y desinfectantes, pero solo quedaban dos termómetros eléctricos, a precio de 40 libras esterlinas (casi 4.000 pesos) cada uno. “Se los llevaron todos, y los proveedores están encareciendo los precios”, afirmó la persona encargada de la farmacia, que llevaba una máscara protectora.


Se percibían gestos solidarios entre la gente, como el de un joven en el Morrisons ayudando a un anciano con problemas de visión en busca de pastillas efervescentes de vitamina C, que desafortunadamente se habían terminado. Por otra parte, en el Lidl, una joven le cedió su torno a un hombre que también quería cajas de salmón. Sin embargo, él decidió agarrar las seis cajas que quedaban, pero ante la mirada furibunda de ella y de otra persona que fue testigo de lo sucedido, el hombre avergonzado dejó uno de los paquetes en la nevera y se fue del recinto con las otras cinco.


Previendo que la gente podía llevarse más productos de limpieza de los necesarios, en las máquinas de autoservicio de algunos supermercados se estableció un sistema para impedir la adquisición de más de un determinado número de productos. Una de las trabajadoras explicaba que “se trata de evitar que la gente lleve grandes cantidades”. Como sucedió en un hospital, donde “robaron una caja entera de desinfectante de manos”. En algunas cafeterías, se ha prohibido el uso de la taza portátil, según una camarera, “para evitar el contagio del virus”.

Pequeñas medidas que se han ido implementando, pero que distan mucho de lo que se considera necesario, tanto como por expertos en la materia como de los residentes de la nación.

“Estoy decepcionado con la actitud del gobierno británico”, asegura un trabajador italiano de hostelería, que compara la situación que se vive en su país. La frase que le impactó fue la pronunciada por Boris Johnson, de que muchos perderán a sus seres queridos antes de tiempo, que contrasta con el inmovilismo que parece haber atenazado al gobierno conservador. “Cuando se termine esta epidemia, dejaré este país y volveré a Italia”, expresa de manera tajante.

La población da la espalda a Boris Johnson

La falta de medidas implementadas por Johnson ha hecho mella en la actitud de los británicos. Según la encuesta realizada por Opinium y publicada en The Guardian el pasado fin de semana, solamente el 36 por ciento confía en el primer ministro para lidiar con la crisis del coronavirus.

Habiendo entrevistado a más de 2.000 personas en el Reino Unido, ciertamente confían más en los representantes de servicios sanitarios. Así, el 59 por ciento puso su confianza en el jefe de los médicos del gobierno, Chris Whitty, y el 55 por ciento confía en el director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus.

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Por otra parte, es preciso establecer una diferencia entre Londres y el resto del Reino Unido. En la capital británica, el 55 por ciento cree que el gobierno no ha hecho suficiente, y solamente el 32 por ciento está de acuerdo con las medidas tomadas. Pero la situación es diferente en el resto de la nación, donde el 41 por ciento piensa que el gobierno ha reaccionado bien, mientras que el 40 por ciento opina lo contrario.

Es una muestra más de la polarización que se vive en el Reino Unido, que tiene su analogía en las elecciones de 2019. Mientras que en Londres el Partido Laborista obtuvo 49 escaños y el Partido Conservador solamente 21, en el resto de Inglaterra arrasaron los Tories.

Adam Drummond, de Opinium, reconoció que estos datos podrían cambiar en cuestión de días, sobre todo teniendo en cuenta el rápido crecimiento de la epidemia. Porque el pasado sábado, la cifra de infectados ascendió a 1.140 y el número de fallecidos a 21, y apenas dos días después el número aumentó hasta 1.543, con 55 fallecidos.

La “distancia social” para prevenir la expansión

Algunos expertos hablan de mantener la “distancia social” para evitar la propagación del virus en el Reino Unido. Para ello, se aconseja evitar las visitas a las personas mayores, y el secretario de la Salud, Matt Hancock, advirtió que a los ancianos mayores de 70 años se les podría obligar a estar en casa por un plazo de hasta cuatro meses.


Por otra parte, los expertos desaconsejan usar el transporte público, especialmente el metro, donde los niveles de contaminación son altamente elevados, así como la sobreexposición al contacto, especialmente en las horas de mayor aglomeración. Se anima a que la gente vaya en bici o paseando, que sustituyan el entrenamiento en los gimnasios por ejercicios en el parque. Recientemente, los teatros se han cerrado, incluyendo las obras mundialmente famosas del West End, así como conciertos y otros eventos culturales y deportivos, como la liga inglesa.


En cuanto a los menores, cuya afección letal es mínima -considerando los antecedentes de China, Italia o España-, no se descartaba la idea de ir a la piscina municipal, ya que no existen indicios de que el virus pueda expandirse en el cloro.

Condenados por el Brexit: los últimos en recibir la vacuna

Aparte de que el Reino Unido esté tomando medidas tardías en comparación con otros países de Europa, la salida de la Unión Europea (UE) provocará que la vacuna llegué más tarde al país. No solo eso, sino que será más costosa, debido a que el próximo 30 de diciembre, el Reino Unido abandonará la Agencia de Medicinas Europea (AME). Este organismo responsable de la evaluación, regulación y supervisión científica de las medicinas, sirve para que las farmacéuticas puedan proveer recursos de forma más rápida en caso de pandemia.

La férrea determinación de Johnson de salir de la UE, como demostró en los últimos tiempos donde se jactaba del famoso “no deal”, ahora va a afrontar su primera gran crisis. Libres de la regulación del organismo europeo, el Reino Unido tendrá que unirse a otros países fuera de la UE para adquirir la vacuna, seguramente en términos desfavorables en comparación con los miembros que integran el organismo.

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Todo ello lo explican en The Guardian un grupo de especialistas en temas de sanidad, medicina y derecho, que afirman que “el Reino Unido tendrá que ponerse a la cola junto a otras naciones que no están en la Unión Europea, y pagar más que si siguiesen siendo parte del organismo”.

Aun así, piensan que si el Reino Unido se aliase con la AME, aun sin ser miembros de la UE, podría obtener los beneficios. Sin embargo, s aseguran que Johnson no tiene intención de estar al servicio de esta institución. También, se prevé que la situación en el Reino Unido pueda llegar hasta la primavera de 2021, con la vacuna llegando en un plazo de un año.

A diferencia de otros países que no son parte de la Unión Europea pero si de la AME, como Noruega o Islandia, al haber aceptado estar en el mercado único, tienen derecho las mismas regulaciones que los países de la UE. Incluso Suiza, que no pertenece a la AME, tiene acuerdos con el organismo de salud, y por tanto está ligado a las reglas de la Unión Europea.

Por otra parte, el periodo de transición podría ser extendido, y el Reino Unido ha de tomar una decisión antes del 1 de julio. Pero Johnson ha sido tajante y no parece dispuesto a hacerlo. Pese a seguir siendo miembro hasta el 1 de enero de 2021, el Reino Unido no tiene influencia real en la política del organismo.

Irónicamente, uno de los productos de mayor demanda, el papel higiénico, es altamente importado. Según la Confederación de Industrias Textiles, el Reino Unido importa el 60 por ciento de los materiales necesarios para fabricar pañuelos de la Unión Europea, de los cuales el 55 por ciento es papel higiénico.

Cómo ya demostró en su afán de abandonar la UE sin un acuerdo, Johnson quiere seguir caminando solo. Y habiendo ganado recientemente las elecciones a primer ministro, no tiene el miedo de perder el liderazgo. Su mandato solo acaba de empezar y ha de lidiar con una crisis sin precedentes en la historia moderna del Reino Unido.

*Por Juanjo Andrés Cuervo para El Salto Diario / Foto de portada: Simon Dawson – AFP

Palabras claves: Boris Johnson, coronavirus, Gran Bretaña

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