Irregularidades de la AFA y los clubes con las jugadoras de fútbol femenino
La AFA anunció la Copa Argentina de fútbol femenino en la que competirán equipos de tres categorías, pero el primer torneo televisado de la profesionalización tiene resabios machistas de destrato e invisibilización: cambios de horario que les impiden ir a trabajar a las jugadoras, planteles que entrenan sin médico, contratos que nunca llegan. El equipo femenino de Defensores de Belgrano salió a jugar su partido contra El Porvenir bajo protesta. Era el cuarto juego en horario laboral, cuando muchas en el plantel tienen otro trabajo que no pueden dejar.
Por Ayelén Pujol para Nuestras Voces
Si ser futbolista es un trabajo posible para las mujeres en Argentina, la precarización y el maltrato laboral constituyen una falta constante. Cuando la Asociación del Fútbol Argentino anunció la profesionalización, esa denominación que implica seriedad, remuneración y jerarquización, estaba -en rigor- exagerando un proceso: hizo que suene despampanante una realidad que, hoy, de profesional tiene poco.
El pasado lunes 10 las jugadoras de Defensores de Belgrano salieron bajo protesta a jugar su partido contra El Porvenir, en la Primera División y por la fecha 12 del campeonato. Lo habían anunciado un par de días antes. El hartazgo ocurrió porque tenían el partido pautado para el domingo a las 9. Sin embargo, el viernes a la medianoche les comunicaron por whatsapp que no se jugaba: los varones habían reprogramado su partido para ese día a esa misma hora.
El de ellas quedó para el lunes a las 17 horas con un problema adicional al cambio: varias jugadoras no pudieron presentarse por tener compromisos laborales.
La idea de que el equipo no dispute el partido, a modo de reclamo, fue descartada: la ausencia genera la pérdida de los puntos.
“Parece innecesario tener que aclarar que nosotras vivimos por el fútbol, acomodamos absolutamente toda nuestra vida en función del deporte y siempre queremos jugar, pero el respeto no lo vamos a negociar más. Ya no aceptaremos este tipo de cambios. Jugamos todas o no juega ninguna”, escribieron las futbolistas en un comunicado.
Los partidos en horarios laborales son un problema. La AFA otorgó un presupuesto para que los clubes firmaran un mínimo de ocho y un máximo de once contratos con las jugadoras. Las instituciones que profesionalizaron a más fue porque invirtieron de sus bolsillos. Con la llegada de la televisación (TNT Sports transmite los partidos a través del pack fútbol, que es pago) hay partidos que se disputan en la semana, para evitar el choque de agenda con el masculino.
Y, claro, ahí el inconveniente: quienes trabajan no pueden asistir. O se pierden el partido o pierden su fuente de ingresos.
Defensores de Belgrano jugó cuatro de sus 11 partidos en horarios laborales. No es el único: Huracán y Villa San Carlos, dos equipos que también pelean en lo bajo de la tabla de posiciones, disputaron cinco. Se trata de clubes que tienen los contratos mínimos y en los cuales las jugadoras tienen que hacer esfuerzos para cumplir con lo que el torneo demanda.
Además, en el verano Huracán disputó un amistoso contra Platense a las 12 del mediodía con más de 30 grados. El Globo realiza sus entrenamientos sin un médico disponible.
Villa San Carlos, por su parte, sigue esperando respuesta de la AFA para ver si podrá concretar el fichaje de Mara Gómez, que quiere convertirse en la primera futbolista trans en disputar el campeonato de Primera de AFA. Mientras tanto, el plantel junta dinero para que la Reserva pueda ser parte del viaje a Rosario, que cuesta 10 mil pesos.
En el fútbol femenino actual, como en el masculino, los ricos son cada vez más ricos, y los pobres, cada vez más pobres. Boca y San Lorenzo -el puntero y el tercero- firmaron contratos con todo su plantel. Tienen condiciones dignas de entrenamiento, al igual que la UAI Urquiza, el escolta.
El Porvenir vive un presente antagónico: un mes atrás, la capitana Solange Tarsia lo contaba en la TV: “El club no nos da nada, no nos brinda nada. No tenemos las pelotas que nos manda AFA. El agua la cargan con agua de la canilla. Tuvimos amenazas de que nos iban a sacar el cuerpo técnico. No entrenamos con pelota, no tenemos conos, no tenemos pecheras, absolutamente nada de nada”, dijo, con lágrimas en los ojos.
La historia del fútbol femenino, invisible hasta hace un par de años, está repleta de destratos. En 1971, por caso, hubo una Selección que viajó a México a disputar un Mundial sin botines, sin entrenador, sin médico y con una camiseta que se rompió al primer lavado. Con tres categorías que ya caminan por primera vez en la historia -hay avances que se dan pese a los golpes-, la Primera A, B y C, en la actualidad las desprolijidades muestran que el profesionalismo real es todavía una quimera.
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Uno de los motivos por los que la delantera Candela Cejas se fue de Platense fue éste: su club modificó los horarios de entrenamiento a la mitad del certamen y ella no podía asistir por su trabajo. Era la capitana y tenía -tiene- su empleo en el área de recursos humanos de una empresa marítima.
El club les daba las canchas para entrenar -algo que hasta el momento no sucedía-, pero a cambio ellas debían modificar su rutina personal.
Vale el interrogante: ¿algún club hubiera dejado ir por este inconveniente a su capitán?
Cejas, junto a otras compañeras, quedó libre. Ya se sumó al Futsal de Sportivo Barracas. Una vez afuera del Calamar, denunció: “Dejé de ser jugadora cuando en plena pretemporada fueron a comprar bebidas alcohólicas con una menor de edad, cuando me pedían que no hiciera publicaciones en contra de AFA porque Platense le tiene que hacer favores, cuando no cumplían con los pagos de los sueldos de las jugadoras, cuando naturalizaron la violencia. Nadie quiere jugadoras que exponen problemáticas, nos quieren calladas y sumisas, pero yo no juego así”, tipeó en sus redes sociales.
Candela Bermejo, compañera de equipo, también se fue del club: “En reiteradas oportunidades diversas jugadoras se han visto perjudicadas debido a destratos e intereses personales y, como consecuencia, también el plantel”, escribió.
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En la Primera B, que no es profesional, también “pasan cosas”: Almirante Brown incorporó a once jugadoras en enero, pese a que el reglamento marca que había tres refuerzos posibles y al término de la fase clasificatoria (en marzo). El equipo está 17º en la tabla de posiciones, pero desde que incorporó futbolistas logró tres buenos resultados: goleó 5-0 a Atlas, le ganó 1-0 a Liniers y empató 0-0 contra Banfield, que marcha cuarto.
En la misma categoría, Luján se ausentó del partido frente a Atlas por falta de director técnico y perdió los puntos. Las jugadoras pelean por seguir jugando. En una entrevista brindada al portal FutFemProf, la futbolista Julieta Miguez contó que el club les ofrece trabajar en el buffet cuando juega la Primera división de varones: lo recaudado lo destinan al fútbol femenino. Son las jugadoras quienes abonan una cuota social y además buscan sponsors. En efecto, todavía tienen que juntar dinero para terminar de pagar las camisetas que usan.
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En estos días la AFA anunció la Copa Argentina de fútbol femenino en la que competirán equipos de las tres categorías A, B y C. Sin dudas, será un salto: habrá 32 clubes de todo el país y será un impulso clave en la federalización de la disciplina.
El deseo es que no se trate de un avance “a medias”, sino que se transforme en un camino que finalmente equipare oportunidades y no continúe generando desigualdades.
*Por Ayelén Pujol para Nuestras Voces