El basto de la derecha vuelve a azotar en Uruguay
El domingo, se realizaron elecciones generales en Uruguay. El Frente Amplio, que gobierna hace 15 años, no alcanzó los votos necesarios y habrá segunda vuelta presidencial.
Por Nicolás Centurión para CLAE
La primera vuelta de las elecciones uruguayas ha hecho sonar las alarmas en un país donde el progresismo ha gobernado sin muchas zozobras en los últimos 15 años. El Frente Amplio (FA) tuvo su peor votación desde 1999. El Partido Nacional (PN) mermó su participación así como el Partido Colorado (PC), aunque se mantienen casi estables. Entonces, ¿cómo se explica que toda la oposición sume más del 50 por ciento de los votos?
El factor del candidato ultraderechista, el general (r) Guido Manini Ríos, es el quid de la cuestión. El eje electoral se corrió hacia la derecha. No hubo desprendimientos por izquierda; es más, la Unidad Popular (UP) no renovó su banca de diputados al Parlamento.
El Senado quedó conformado de esta manera: 13 del Frente Amplio, 10 del Partido Nacional, cuatro del Partido Colorado y tres de Cabildo Abierto (CA). En Diputados, el FA suma 42 representantes, el PN 30, el PC 13, CA 11, y el Partido Independiente, el Partido de la Gente y el PERI, uno cada uno.
Lo que los politólogos llaman gobernabilidad va a ser muy difícil de llevar adelante para cualquiera de los dos partidos que tiene aspiraciones de gobierno. Aunque el panorama se presenta mucho más favorable para una coalición conservadora, que, si vota en conjunto, suma 55 bancas.
Segunda vuelta (de los mismos de siempre)
Otro elemento que estuvo en debate fue el plebiscito “Vivir sin miedo”, que pretendía militarizar la sociedad y que no obtuvo el 50 por ciento requerido. Aunque también representa una alarma importante, ya que fue votado por el 46 por ciento del electorado.
Una de las consignas fue “Ni un voto a las botas” y la reforma no prosperó, pero las botas llegaron al parlamento con Cabildo Abierto para quedarse, de la mano de una familia de la oligarquía nacional desde hace más de 100 años en la política de nuestro país, dueña de medios de comunicación, con gran ascendencia en los estamentos militares, donde se han sumado fascistas y nazis confesos. CA reviste un carácter mesiánico, un artiguismo déspota y conservador, o sea, una contradicción en sí misma.
Pero no menos peligros trae aparejado el Partido Nacional, que será el que encabezará el Frente anti-Frente Amplio. Lacalle Pou es un legislador que no ha acompañado ni un solo proyecto de la Agenda de Derechos y que, por supuesto, ha votado a favor de la burguesía nacional y los terratenientes locales. Se muestra preocupado por lo que pasa en Venezuela y habla de derechos humanos, pero convoca a su “gobierno multicolor” a un encubridor de torturadores, como Manini Ríos.
Ernesto Talvi, el candidato colorado, es un chicago boy que quiere tomar las riendas de la economía en un eventual gobierno de derecha. Durante el debate presidencial, dijo que Lacalle Pou no lo representaba y que de Manini Ríos lo separaba un océano. Parece que el calentamiento global ha hecho estragos en ese océano ideológico y lo secó al instante con tal de ser parte de la coalición.
Los límites de la socialdemocracia
El proceso que viene desarrollando el Frente Amplio es de franco retroceso en conquistas, organización popular y en lo electoral. El tránsito de su camino es de similar corte al del PSOE español, donde ha tendido al centro y ha perdido pilares ideológicos por transformarse en una maquinaria electoral. Podemos estar hablando de una psoetización del Frente Amplio.
La socialdemocracia, al no profundizar ni radicalizarse, le da fuelle a partidos y movimientos de derecha que se presentan como opción de cambio, pero realmente son la opción del sistema. Una especie de vuelta de 360 grados, donde parece que se hace algo, pero solo se vuelve al principio.
La autocrítica que debe realizar el Frente Amplio es seria y profunda: desde las bases a la cúpula. Los sectores del quietismo y la burocracia no estarán interesados en esto, pero los que entienden que este sistema debe ser cambiado y que este avance de la derecha le va a dar un golpe brutal a los sectores que están al borde del precipicio de este sistema, deben de bregar por sacudir las raíces de todo esto.
Muchos y muchas dejaron su vida literalmente por el proyecto del Frente Amplio, y otros tantos han querido borrar del diccionario de la izquierda al proletariado, a la lucha de clases, al capitalismo, al internacionalismo y a la conciencia de clase.
Hoy, que Bolivia respira aliviada, que Argentina vuelve por la senda de la justicia social, que Chile y Ecuador están en pie, Uruguay parece no acompañar este ritmo continental. El 24 de noviembre es la próxima disputa contra la derecha, frente a frente, pero la batalla es día a día, porque, como cantaba el Indio Solari, cuando la noche es más oscura, se viene el día en tu corazón.
*Por Nicolás Centurión para CLAE