El Centro de Formación Paulo Freire resiste amenazas de desalojo de Bolsonaro
El Movimiento Sin Tierra de Brasil sufre la persecución constante del gobierno de Jair Bolsonaro que, junto al poder judicial, intenta desarticular sus logros.
Por Caetano De’Carli, Erick Morris y Júlia Benzaquen para La tinta
El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) es un movimiento de gran importancia para Brasil y América Latina, reconocido en todo el mundo. Fue construido sobre el lastre de los nuevos sujetos políticos responsables por la redemocratización de Brasil y por las luchas campesinas. El MST desempeña un papel destacado en la defensa de la democracia, los derechos humanos y sociales, y la soberanía nacional.
El MST siempre ha estado preocupado por la educación. Basado en la educación popular, trabaja con su base social y con numerosos movimientos sociales y organizaciones. En Pernambuco, el Centro de Formación Paulo Freire (CFPF) -nombrado en honor a uno de los principales educadorxs latinoamericanos- se encuentra en el Asentamiento de Normandia, en el municipio de Caruaru, y es una referencia en los procesos formativos llevados a cabo por los movimientos sociales y en colaboración con instituciones de educación superior, públicas y privadas, así como un espacio utilizado para la educación primaria y actividades educativas de la red de educación pública.
Inmediatamente después de la creación del Asentamiento de Normandia, en 1998, y de acuerdo con el INCRA (Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria), la cooperativa de asentadxs re-ubicó su casa sede y otras 14 hectáreas para crear un espacio de formación y calificación. En 1999, a través la entidad legal llamada Asociación Centro de Capacitación Paulo Freire, el Centro de Formación Paulo Freire (CFPF) fue creado oficialmente, dentro de la legalidad y con el apoyo de INCRA, consolidándose con el apoyo de otras organizaciones mediante campañas y asociaciones. Durante estos años, se construyeron los alojamientos, el auditorio y el refectorio, de modo que hoy tenemos el espacio de capacitación disponible para los trabajadores y trabajadoras. Nunca sería posible consolidar una estructura con esta dimensión política, social y pedagógica si no hubiese alianzas con el gobierno del Estado, el ayuntamiento de Caruaru y las universidades.
En la actualidad, el CFPF es uno de los espacios principales para la educación popular en el noreste brasileño. El Centro ya ha realizado, en 38 ocasiones, el Curso Técnico sobre Prácticas de Agroecología, recibiendo a unos 1.500 jóvenes. También sirvió como espacio de enseñanza e investigación para la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), la Universidad de Pernambuco (UPE), el Instituto Federal de Pernambuco (IFPE), la Fundación Oswaldo Cruz (FIOCRUZ), la Universidad Federal Rural de Pernambuco (UFRPE), la Universidad Académica de Garanhuns (UAG), el Instituto Agronómico de Pernambuco (IPA), la Universidad de Coimbra-Portugal y la Universidad de Padua-Itália, entre otros.
En un país de origen colonial, racista, patriarcal y desigual, es una gran escuela donde los campesinos pueden conectarse desde necesidades comunes para mejorar sus condiciones de vida.
El INCRA, ahora bajo administración militar del gobierno de Jair Bolsonaro, quiere desalojar el área. El 5 de septiembre, la agencia estatal solicitó a la justicia el desalojo del CFPF. El 24º Tribunal Federal de Caruaru aceptó la solicitud del INCRA y determinó su recuperación inmediata. El tribunal argumentó que “si no hay un desalojo espontáneo del ejecutado dentro del período otorgado, se emite una orden de recuperación”. Para esto, el tribunal deberá autorizar “el uso de la fuerza policial”, “la ruptura, si es necesario”, “la conducción coercitiva por la DPF (policía federal), en caso de resistencia», “la eliminación de los bienes muebles que se encuentran en la propiedad” y “la remoción de los animales” a la municipalidad de Caruaru, la que está autorizada a “la donación o sacrificio de estos animales”.
Esta solicitud de desalojo efectuada por INCRA es un acto vergonzoso, un mal servicio para el país. Y una vez más, une al mundo contra un gobierno desastroso, autoritario y cada vez más impopular. Es un acto de intimidación y criminalización hacia uno de los movimientos sociales más importantes en Brasil y en toda América Latina, que tiene lugar en un contexto más amplio de intensos ataques a los derechos. Estos ataques fueron impulsados por el reciente golpe parlamentario, judicial y mediático, que culminó en una elección plagada de evidencias graves de fraude. A esto, se suma la manipulación y la adopción de una agenda regresiva y conservadora por el gobierno actual.
En los últimos tiempos, Brasil ha estado repitiendo noticias y acontecimientos de persecución y criminalización de movimientos y organizaciones sociales, restringiendo la libertad de expresión y las manifestaciones políticas de artistas, estudiantes y maestros, así como la falta de respeto por los derechos fundamentales, reforzando una imagen llena de rasgos de “fascismo social”.
El desalojo del Centro se basa en una disputa ideológica con el actual gobierno federal. El discurso de la legalidad o la ilegalidad es una disputa política, que utiliza el alcance legal para camuflar el campo ideológico. Ante esto, se fortalece una amplia red de solidaridad y resistencia en defensa del Centro de Formación. Así, después del primer día de la solicitud oficial de recuperación, se celebraron varias reuniones con el gobierno del Estado de Pernambuco, el ayuntamiento de Caruaru, el Ministerio Público, etc. Un comité de abogadas y abogados están discutiendo técnicamente qué se puede hacer en defensa del CFPF. Diversas entidades y organizaciones nacionales e internacionales, partidos políticos, sindicatos, movimientos sociales, universidades, institutos educativos, estudiantes, docentes e investigadorxs han mostrado su solidaridad, apoyo y disposición para defender el Centro. Lxs asentadxs de Normandia y varios militantes están organizadxs para defender su espacio de formación.
Por lo tanto, seguiremos atentxs y dispuestxs a luchar en defensa del CFPF. ¡El Centro de Formación Paulo Freire es un patrimonio popular! ¡Luchar no es un crimen!
*Por Caetano De’Carli, Erick Morris y Júlia Benzaquen para La tinta