Rayuela, la transgresión como horizonte 

Rayuela, la transgresión como horizonte 
28 agosto, 2019 por Gilda

Por Manuel Allasino para La tinta

Rayuela de Julio Cortázar fue publicada en 1963 y fue una verdadera revolución dentro de la novelística. El amor turbulento de La Maga y Oliveira, los amigos del Club de la Serpiente, las caminatas por París en busca de aventuras y un Buenos Aires teñido por el recuerdo son los elementos que hacen de Rayuela un libro único, abierto a múltiples interpretaciones y de una originalidad sin precedentes. Cortázar llevó hasta las últimas consecuencias la voluntad de transgredir el orden tradicional de una historia y el lenguaje para contarla.  

cortazar-rayuela-2“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura.  Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella.  Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua”.

Rayuela fue escrita en París y constituye una de las obras centrales del boom latinoamericano. Contar el argumento de Rayuela de una manera lineal es un reduccionismo que aleja al lector o lectora del sentido de la obra, porque excluye el vasto universo psicológico de los personajes y las complejas relaciones de estos con temas universales como el amor, la muerte, los celos y el arte, entre otros. Lo que sí podemos decir es que la novela presenta tres partes: «Del lado de allá», «Del lado de acá» y «De otros lados». Y, a su vez, tiene un total de 155 capítulos que pueden leerse de varias maneras.

“Crevel desconfía y lo comprendo. Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama amor…Cada vez iré sintiendo menos y recordando más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro, entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grande los ojos, la verdadera cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera de nosotros. Todo esto se lo voy diciendo a Crevel pero es con la Maga que hablo, ahora que estamos tan lejos.  Y no le hablo con las palabras que sólo han servido para no entendernos, ahora que ya es tarde empiezo a elegir otras, las de ella, las envueltas en eso que ella comprende y que no tiene nombre, auras y tensiones que crispan el aire entre dos cuerpos o llenan de polvo de oro una habitación o un verso.  ¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta del pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucina en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, déjame entrar, déjame ver algún día como ven tus ojos”. 

Rayuela plantea la negación de la cotidianidad y la apertura a nuevas realidades donde las situaciones más absurdas están muy presentes. 

La primera parte de la novela se desarrolla en París, Francia, donde Horacio Oliveira vaga por la ciudad en busca de su amante, una mujer uruguaya de nombre Lucía, más conocida como La Maga. Una vez juntos, las idas y vueltas atacarán la relación amorosa. Ambos se reúnen frecuentemente con los miembros de un grupo llamado el “Club de la Serpiente”, un círculo de artistas, escritores y músicos que se la pasan bebiendo y escuchando música mientras discuten de arte, literatura, filosofía y otros temas. Muchas veces en las charlas, se nombra a Morelli, un escritor que insiste en la necesidad de romper con las formas lingüísticas actuales, que él siente gastadas por su abuso.

En la segunda parte, la acción se traslada a la ciudad de Buenos Aires. Aquí aparecen los personajes Manolo Traveler, un amigo de infancia de Oliveira que vive con su esposa Talita; y Gekrepten, una antigua novia de Horacio. El tiempo compartido y la convivencia despertarán confusiones y celos. A Horacio, la figura de Talita le recuerda cada vez más a La Maga y eso es un gran problema para Traveler.

Luego de que el dueño venda el circo donde trabajaban todos y adquiera un hospital psiquiátrico, Traveler, Talita y Horacio aceptan la disparatada propuesta de trabajar en el mismo. Oliveira bromea diciendo que los pacientes del hospital no pueden estar más locos que ellos. 

“-Yo no me sé expresar -dijo la Maga secando la cucharita con un trapo nada limpio -A lo mejor otras podrían explicarlo mejor pero yo siempre he sido igual, es mucho más fácil hablar de las cosas tristes que de las alegres. -Una ley -dijo Gregorovius -Perfecto enunciado, verdad profunda. Llevado al plano de la astucia literaria se resuelve aquello que de los buenos sentimientos nace la mala literatura, y otras cosas por el estilo. La felicidad no se explica, Lucía, probablemente porque es el momento más logrado del velo de Maya. La Maga lo miró, perpleja. Gregorovius suspiró. -El velo de Maya -repitió. -Pero no mezclemos las cosas. Usted ha visto muy bien que la desgracia es, digamos, más tangible, quizá porque de ella nace el desdoblamiento en objeto y sujeto. Por eso se fija tanto en el recuerdo, por eso se pueden contar tan bien las catástrofes. -Lo que sea -dijo la Maga, revolviendo la leche sobre el calentador- es que la felicidad es solamente de uno y en cambio la desgracia parecería de todos. -Justísimo corolario -dijo Gregorovius -Por lo demás le hago notar que yo no soy un preguntón. La otra noche, en la reunión del Club… Bueno, Ronald tiene un vodka demasiado destrabalenguas. No me crea una especie de diablo cojuelo, solamente quisiera entender mejor a mis amigos. Usted y Horacio… En fin, tienen algo de inexplicable, una especie de misterio central. Ronald y Babs dicen que ustedes son la pareja perfecta, que se complementan. Yo no veo que se complementen tanto. -¿Y qué importa?- No es que importe, pero usted me estaba diciendo que Horacio se ha ido. -No tiene nada que ver -dijo la Maga  -No sé hablar de felicidad pero eso no quiere decir que no la haya tenido.  Si quiere le puedo seguir contando por qué se ha ido Horacio, por qué me podría haber ido yo si no fuera por Rocamadour. -Señaló vagamente las valijas, la enorme confusión de papeles y recipiente y discos que llenaban la pieza- Todo esto hay que guardarlo, hay que buscar dónde irse… No quiero quedarme aquí, es demasiado triste. -Etienne puede conseguirle una pieza con buena luz. Cuando Rocamadour vuelva al campo. Una cosa de siete mil francos por mes. Si no tiene inconveniente, en ese caso yo me quedaría con esta pieza. Me gusta, tiene fluido. Aquí se puede pensar, se está bien. -No crea -dijo la Maga -A eso de las siete la muchachada de abajo empieza a cantar Les Amants du Havre. Es una linda canción pero a la larga…”

Rayuela de Julio Cortázar es una de las obras fundamentales de la literatura universal. El libro, en su fondo y en su forma, reivindica la importancia del lector y lo impulsa a una actividad y un protagonismo que siempre había sido negado por la novela clásica.  

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Sobre el autor

Julio Cortázar nació en Bruselas en 1914. Es uno de los escritores argentinos más importantes de todos los tiempos. Realizó estudios de Letras y de Magisterio, y trabajó como docente y traductor en varias ciudades del interior de la Argentina. En 1951, fijó su residencia definitiva en París, desde donde desarrolló una obra literaria única dentro de la lengua castellana. Algunos de sus cuentos figuran entre los más perfectos del género. Rayuela conmocionó el panorama cultural de su tiempo y marcó un hito insoslayable dentro de la narrativa contemporánea. Cortázar murió en París en 1984.

Entre sus obras, se destacan Bestiario (cuentos), 1951, Final del juego (cuentos) 1956; Los premios (novela), 1960; Historias de cronopios y de famas (cuentos), 1962; Rayuela (novela), 1963; Todos los fuegos el fuego (cuentos), 1966; La vuelta al día en ochenta mundos (ensayo, poesía y cuentos), 1967; El perseguidor y otros cuentos (cuentos), 1967; 62: modelo para armar (novela), 1968; Libro de Manuel (novela) 1973; Octaedro (cuentos), 1974; Un tal Lucas (cuentos), 1979; Queremos tanto a Glenda (cuentos), 1980; Deshoras (cuentos), 1982.

*Por Manuel Allasino para La tinta.

Palabras claves: Julio Cortázar, literatura, Novelas para leer, Rayuela

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