Puerto Rico: ¿Ahora qué?

Puerto Rico: ¿Ahora qué?
5 agosto, 2019 por Tercer Mundo

Puerto Rico continúa a la expectativa y movilizado luego de la renuncia del gobernador, que fue reemplazado por un representante de la partidocracia.

Emilio Pantojas García para 80grados

No me canso de repetir que estamos a las puertas de una nueva era, un nuevo bloque histórico, como diría Antonio Gramsci. La sociedad civil ha afirmado su poder frente a la partidocracia y triunfó. La kakistocracia bipartita ha sufrido un fuerte golpe. Su líder más corrupto y mendaz ha sido literalmente depuesto por un movimiento popular pacífico. Los cuadros de reemplazo del partido en el poder, Partido Nuevo Progresista (PNP), son igual de corruptos y también carecen de legitimidad ante el pueblo en las calles. El otro partido dominante, Partido Popular Democrático (PPD), tampoco cuenta con un liderazgo legítimo. La cara del PPD en la lucha contra el gobernador corrupto ha sido un ex gobernador que fue acusado de corrupción por un Gran Jurado Federal y su secretario de gobernación. El ex gobernador fue encontrado no culpable, pero de ahí a ser inocente de comportamiento antiético va un trecho.

La clase política puertorriqueña, la kakistocracia bipartita, ha perdido su legitimidad. Los “gobernados” le han retirado su confianza y consentimiento a la clase política puertorriqueña. Lo que colapsó con la renuncia del gobernador fueron la partidocracia y la kakistocracia. El reto es qué hacer ante el desmoronamiento de la institucionalidad política tradicional, en un momento en que además han colapsado las instituciones económicas y sociales.

El detonante de la lucha para destituir al gobernador fue el descubrimiento de un “chat” o conversación digital “privada” entre él y su camarilla de funcionarios, asesores y contratistas. Los arrestos del FBI a corruptos/as prominentes del PNP, como la secretaria de educación, la norteamericana Julia Keleher, y la ex jefa de la Administración de Seguros de Salud (ASES), Ángela Ávila, provocaron indignación y coraje. Pero después de tres décadas de gobiernos corruptos parecía que ya estábamos acostumbrados/as a la cleptocracia gubernamental. La gota que colmó la copa, no obstante, fue la revelación del “chat”; esas conversaciones íntimas que revelaron los verdaderos sentimientos y pensamientos de la camarilla de Fortaleza.

Puerto Rico Que se vayan todos movilizacion la-tinta
Imagen: Herminio Rodríguez / 80grados

Decía el Maestro Otto Pikaza: “El problema no es que la burguesía explote a los trabajadores, es que los humilla y los menosprecia”. Y eso era lo que destilaba el infame “chat”: desprecio, burla, escarnio, frivolidad, insensibilidad ante “el pueblo”, ante “los más vulnerables”, como le gustaba llamarlos al gobernador. La hipocresía de la clase gobernante, su cinismo, su desfachatez, quedaron al descubierto. La pronta aceptación de la veracidad del “chat” por el secretario de la gobernación le echó gasolina a la fogata, que se regaría como fuego en la pradera. La indignación y el coraje se transformaron en rabia, en una furia popular que se desbordó en las calles.


El resultado de 14 días de protesta continua y creciente ha sido la pérdida de legitimidad de la kakistocracia y el colapso de la partidocracia, que se inició en las elecciones de 2016. A esto se añade el colapso de la institucionalidad del Estado Libre Asociado (ELA). El ELA fue abolido de dos plumazos: el caso “el ELA versus Sánchez Valle” y la ley PROMESA. El cuadro de colapso se completa con la depresión económica más larga de la historia, “la gran depresión de los 2000”, y la devastación causada por los huracanes Irma y María. Puerto Rico está en ruinas y al garete; no hay otro modo de describir el cómo y el dónde nos encontramos en este momento histórico.


Entonces, ¿ahora qué, qué hacer, cómo salimos de la crisis, y reconstruimos el país? Debemos empezar por entender que, a partir de este momento, comienza a surgir un nuevo país. Los “dirigentes” de esta protesta no fueron los partidos, sindicatos o movimientos políticos tradicionales. Los sindicatos jugaron un rol organizativo importante, pero carecen del poder de convocatoria para movilizar una multitud como la que hemos visto.

Primero hay que entender que la protesta surgió literalmente del pueblo. Los excluidos del poder y del excedente social; los que viven en los márgenes de la burbuja que habitan la clase política y la plutocracia puertorriqueñas. Movilizaciones inicialmente aisladas y relativamente pequeñas fueron concatenándose y masificándose hasta formar un movimiento gigantesco, que giró en torno a un centro de gravedad, la renuncia del gobernador. #RickyRenuncia fue el grito de guerra de las “hordas” populares organizadas cuasi espontáneamente, a través de las redes sociales y convocatorias multiformes.

Puerto Rico No tenemos miedo la-tinta
Imagen: Herminio Rodríguez / 80grados

Se movilizaron actores sociales que no estaban politizados: el “Rey Charlie” y los motoristas, los “kayakeros” y aficionados a deportes acuáticos, los caballistas, clubes de autos y otros grupos de la sociedad civil no politizados hasta ahora. También participaron los “nuevos” actores políticos, como el movimiento LGBTT, grupos feministas, ambientalistas, comunitarios, religiosos no fundamentalistas y otros. Y, por supuesto, participaron “los de siempre”, como dijeron los personeros del gobierno inicialmente: sindicatos, partidos de oposición, movimientos políticos emergentes y organizaciones formales de la sociedad civil, como el Colegio de Abogados y Abogadas.

Pero un elemento que sobresale de este movimiento -que ha sido comparado con las “primaveras” checa y árabe- es que su liderato estuvo integrado por artistas, personalidades del entretenimiento y deportistas. Jorge Pabón (Molusco), René Pérez (Residente), Benito Antonio Martínez Ocasio (Bad Bunny), Ricky Martin, Olga Tañón, Tito Trinidad, y muchos/as otros/as. Este movimiento orgánico, sin estructura ni organización política, sustentado por la fama de los convocantes y las redes sociales, es el que desató la “ira popular” contra la kakistocracia personificada por un villano ejemplar, el ex gobernador Ricardo Rosselló. La canción tema o himno del movimiento “Afilando los cuchillos”, resume los agravios y la respuesta al villano ejemplar, caracterizado como “un pendejo de marista” e “hijo del cabrón más corrupto de la historia”. La “ira popular” se vuelca contra esa élite de “riquitillos”, “guaynabitos”, “blanquitos”.

Se ha decapitado un monstruo de dos cabezas: la kakistocracia y la partidocracia. ¿Cómo reconstruir sobre las ruinas? ¿Qué es lo que viene después? Aquí radica el gran reto: este movimiento no tiene una base organizativa que lo pueda sostener y dar dirección. Para la sociología política, una ideología y un movimiento que no se institucionalizan están abocados a la marginalización y/o el fracaso. La primavera checa fue aplastada por los tanques soviéticos. Y la mayor parte de los países involucrados en la “primavera árabe” desembocaron en el establecimiento de regímenes militares o fundamentalistas islámicos.

No pretendo adelantar respuestas sino provocar un debate. Debemos evitar revertir a modos de protesta fragmentarios, como la campaña contra el IVA. Esa campaña tuvo éxito, pero la protesta fragmentada de diversos grupos de interés la convirtió en una victoria pírrica y facilitó el incremento del IVU del 7,5 al 11,5 por ciento.

Hay que buscar nuevas formas de organizar y actuar, hay que pensar como país y no como sindicatos, partidos, gremios, asociaciones, generaciones, preferencias de estatus y otros tribalismos tradicionales. Hemos dicho basta y echado a andar, ahora tenemos que crear los mecanismos organizativos que nos lleven en una nueva dirección.

*Emilio Pantojas García para 80grados

Palabras claves: corrupción, protesta, Puerto Rico

Compartir: