Gustavo Yuste: “La literatura es una herramienta para entender al mundo”
Por Manuel Allasino para La tinta
El poeta y periodista Gustavo Yuste acaba de publicar su primera novela: Personas que lloran en sus cumpleaños (Paisanita, 2019). Además, ya tiene cuatro poemarios editados hasta la fecha. Nacido en el año 1992, con el menemismo instalado en el poder y post caída del muro de Berlín, Gustavo Yuste escribe al calor del derrumbe de las grandes teorías; tiene a la incertidumbre y a lo cotidiano como factores para sorprender e interpelar a quienes llegan a sus libros.
Dueño de una poesía exquisita en donde exalta lo que nos rodea de una manera inteligente y llenando la escritura de imágenes sensibles, el joven escritor es, sin dudas, uno de los referentes de la literatura contemporánea.
El próximo 6 de julio en la librería Volcán Azul, será la presentación oficial de su novela en Córdoba, junto a Boris y Tamara Grosso y Aye Rojo en música. Desde La tinta, aprovechamos la oportunidad para hablar sobre poesía, política y literatura, entre otras cosas.
—¿Qué o quién despertó tu interés por la poesía?
—Yo no fui un lector de toda la vida. No lo digo con jactancia, simplemente fue así. A los 15, 16 años, Silvia Aradas (una profesora de Literatura que tuve en el secundario) supo transmitirme la pasión por la lectura, lo que uno puede encontrar ahí. A partir de ese instante, el paso a la escritura se fue dando paulatinamente. Los primeros poemas que leí con cierta conciencia fueron de Gustado Adolfo Bécquer y Julio Cortázar. Después, un par de años más tarde, descubrí a poetas contemporáneos como Fabián Casas o Claudia Masin, y pude encontrar un tono más personal.
—¿Te reconocés en poetas contemporáneos como Fabián Casas, Cecilia Pavón o Joaquín Giannuzzi?
—Por supuesto, suelo nombrarlos siempre como referencias. Es más, Fabián escribió el epílogo de Tendido eléctrico (Objeto editorial, 2016), Las canciones de los boliches (Santos Locos, 2017) abre con una cita de Giannuzzi y Lo que uso y no recomiendo (Modesto Rimba, 2018) tiene una cita de Pavón. La lista de no se agota ahí, claro. Incluso, puedo reconocer influencias en aquello que no me gusta del todo. Mientras más lecturas, más se agranda la caja de herramientas de cualquier autor.
—Lo cotidiano siempre está presente en tu escritura, ¿qué encontrás en la cotidianeidad?
—Lo cotidiano es lo que más me interpela. Gran parte de ser un lector tardío, como te decía antes, debe ser porque lo que se suele pensar muchas veces como literatura infantil/juvenil a mí no me llamaba la atención. Incluso hoy, todo lo relacionado a la fantasía en la literatura no me atrae del todo. En cambio, en lo cotidiano, encuentro sorpresas constantemente, porque uno cree que más o menos entiende lo que tiene alrededor, pero la vida se encarga de demostrarnos que no es así. Poder ver desde nuevas perspectivas lo que a uno le pasa, así como lo que sucede en la vida diaria, es lo que más disfruto como lector, por lo que, naturalmente, se dio que buscara eso a la hora de la escritura.
«Lo que encuentro en lo cotidiano es, en definitiva, lo inesperado.»
—Gustavo Cerati cantaba: «Sacar belleza de este caos es virtud”. ¿Buscás la profundidad en lo que nos rodea?
—Creo que todo lo que nos rodea es profundo de cierta manera, incluso aquello que creemos chato o subestimamos. Yo no sé si busco belleza, sí busco qué respuestas construir con todo lo que nos rodea, así como también ver qué respuestas deconstruir para armar y barajar de nuevo.
—“Personas que lloran en sus cumpleaños” es tu primera novela. Acostumbrado a escribir poesía, ¿cuáles fueron los desafíos que tuviste que afrontar?
—La incertidumbre que da todo lo nuevo. Si bien cada nuevo momento de escritura tiene ese vértigo, correrse de género lo amplifica. La narrativa, a diferencia de la poesía, requiere –al menos en mi caso- cierta disciplina a la hora de la escritura. En cambio, a la hora de la edición, el proceso es el mismo, ya que ambos requieren mucho trabajo. Lo que quiero decir es que pude hacerme de ciertas rutinas o calendarios, ponerme fechas de cierre o de entrega con la editorial. Después, otro desafío fue la construcción de personajes, así como la profundidad de ciertas acciones o diálogos, todos elementos que, en la poesía, no siempre son necesarios, ya que una imagen puede ocupar ese lugar sin deformar el sentido.
—En “Personas que lloran en sus cumpleaños”, aparece la pregunta sobre lo cotidiano, la angustia existencial y la incertidumbre, algo muy presente en tu poesía, ¿seguís con los mismos intereses personales?
—Por supuesto, mi universo de intereses sigue siendo el mismo, no se trastocó por cambiar de género literario. Muchos de los temas centrales de Personas que lloran en sus cumpleaños se pueden rastrear en poemas de mis libros anteriores: cómo se construye una identidad, el mandato de la felicidad, los vínculos afectivos, las relaciones entre pares, la melancolía de los recuerdos.
—¿Qué de político tiene la escritura para vos?
—Suelo ser reiterativo con esto, pero la literatura para mí es una herramienta para entender el mundo. Cuando leo, descubro cosas que no sabía o no terminaba de comprender. Cuando escribo, sucede algo similar: puedo ordenar emociones, pensamientos, pulsiones.
«La literatura siempre tiene ese factor ‘improductivo’ en términos capitalistas: nadie está esperando tus poemas ni tus relatos, sino que seas un sujeto consumidor. Escribir es correrse de esa dinámica de intercambio permanente, volver a recuperar la noción del tiempo y la intimidad».
—En tu rol de periodista, realizaste muchas entrevistas a mujeres del ámbito literario con perspectiva de género. ¿Cómo analizás el movimiento revolucionario del feminismo?
—No creo que mi opinión o análisis sea importante. Las protagonistas de los diversos feminismos son las que debieran dar su punto de vista. Como periodista, intenté e intento dejar eso en claro: la voz importante es la de esas personas, no la mía.
—¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
—Acabo de terminar de editar un libro de poesía, que saldrá publicado el año que viene por una editorial que me gusta y quiero mucho, aunque no puedo dar muchos más detalles aún. También terminé otro libro de poemas, que me resultó un verdadero desafío: meterme de lleno en lo que la muerte de mi papá (falleció cuando yo tenía 15 años) representó y representa para mí. Por último, tengo en mi cabeza el germen de una nueva novela, pero bueno, para eso aún falta bastante.
*Por Manuel Allasino para La tinta.
