Tensión en Ormuz
La confrontación entre Irán y Estados Unidos continúa en aumento. La semana pasada Donald Trump estuvo a punto de ordenar ataques contra la República Islámica.
Por Gonzalo Fiore Viani para La Política OnLine
Donald Trump aseguró que su gobierno ya tenía preparado un ataque contra Irán, pero que decidió cancelarlo a último momento. El presidente aseguró que habría sido “desproporcionado” y que le hubiera terminado costando la vida a 150 personas. Tras conocerse la noticia que un drone estadounidense fue derribado en el estrecho de Ormuz, Trump publicó un tweet amenazando a Irán: “Cometieron un gran error”.
Sin embargo, al otro día prefirió restarle importancia al asunto. En una conferencia de prensa con el primer ministro canadiense Justin Trudeau, dijo que “seguramente fue un error de algún estúpido”. Trump viene siguiendo el mismo patrón que estableció desde su asunción en materia de política internacional. Realizar declaraciones fuertes para luego bajarle el tono, o incluso contradecir a los halcones de su propio gobierno, para mostrarse más moderado, Mike Pompeo y John Bolton, considerados de línea dura. Por ahora, es difícil saber hacía donde se dirige el conflicto con Irán.
Coincidiendo con el aniversario número treinta de la Revolución Islámica, Trump aplicó sanciones a la Guardia Revolucionaria iraní calificándola de “grupo terrorista” más temprano este año. Estados Unidos ya había cancelado el acuerdo con Irán en mayo de 2018.
La escalada de tensiones viene aumentando tras las explosiones en dos barcos petroleros, ubicados en el golfo de Omán, durante la segunda semana de junio. Ante las acusaciones de Washington, Teherán respondió que de ninguna manera se encuentra detrás de los ataques. Los buques afectados son el Kokuka Courageous, japonés, y el Front Altair, de propiedad noruega. El golfo, ubicado en un punto extremo del estrecho de Ormuz, es un lugar estratégico debido a que es un punto de paso donde se transporta cientos de millones de dólares en petróleo. En esa zona se concentra nada más y nada menos que el 30 por ciento del comercio de petróleo mundial.
El ayatollah Ali Jamenei, líder espiritual de la República Islámica, ya había dicho en tono de amenaza a mediados del año pasado: “Señor Trump, somos el pueblo digno que ha garantizado la seguridad del canal de salida de la región a lo largo de la historia. No juegues con la cola del león; lo lamentarás”. A lo que el presidente estadounidense había respondido con un tweet, escrito íntegramente en mayúsculas, instando a Jomeine a que “NUNCA MÁS” amenace a Estados Unidos, de lo contrario podría sufrir “CONSECUENCIAS QUE POCOS PAÍSES HAN SUFRIDO”.
La importancia geoestratégica del estrecho de Ormuz, que une al sur de Omán con el norte de Irán, reside en que no existe otra manera de transportar petróleo desde el Golfo Pérsico al resto de los océanos. Por lo que, al concentrar sólo allí la tercera parte de ventas petroleras del planeta, es uno de los enclaves geográficos más importantes del mundo. Históricamente, como declaró Jamenei el año pasado, Irán ha garantizado el paso de los barriles de crudo.
Tras el comienzo de la crisis diplomática entre la República Islámica y Estados Unidos a inicios de la presidencia de Trump, Irán ha decidido responder aumentando la presión sobre el estrecho, fundamental para transportar gas líquido desde Qatar a Kuwait, Irak, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudita e Irán. Países con diferentes tipos de alineamientos, y algunos incluso enfrentados entre sí, como Irán y los saudíes.
Tras las sanciones estadounidenses, el gobierno iraní ha respondido acercándose a nuevos socios, como China, Rusia e India. En el marco de la guerra comercial, que el gigante asiático, especialmente, estreche relaciones con los iraníes representa una gran preocupación para la administración Trump. Los chinos están interesados en salvaguardar el tratado nuclear del que Estados Unidos decidió salirse en 2017.
A su vez, Irán necesita buscar nuevos aliados tanto diplomáticos como comerciales tras haberse enfriado la relación con la Unión Europea (UE). A pesar de la prohibición de Trump, China ha continuado importando crudo iraní, incluso aumentando el comercio bilateral. La importancia de la asociación comercial entre ambos países es tan grande que China representa el 20 por ciento de todo el comercio exterior de Irán.
Al mismo tiempo, Rusia ha declarado su intención de construir allí empresas conjuntas de ingeniería, aviación y energía. En febrero de este año se firmó un memorándum donde se levantaban las restricciones que pesaban sobre las ventas de trigo ruso a Irán.
Un conflicto bélico entre Estados Unidos e Irán podría desencadenar consecuencias impredecibles, en una región ya de por sí sumamente inestable. Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, que enfrentará nuevamente elecciones en septiembre de este año, cree que tanto la tensión como un posible enfrentamiento lo beneficiarían políticamente. Especialmente, en medio de fuertes acusaciones en su contra por casos de corrupción. El Estado hebreo es el máximo antagonista de Irán en Medio Oriente, y el mismo Netanyahu es partidario de que Estados Unidos sostenga una línea dura.
Otro país que se disputa el control sobre la zona es Arabia Saudita, de mayoría sunita. Desde finales del año pasado, el reino saudí se encuentra bajo la lupa debido a las acusaciones contra el príncipe heredero Mohamed Bin Salman, por haber ordenado el descuartizamiento del periodista crítico Jamal Khashoggi dentro de la embajada saudita en Turquía. El reino acusa a Irán, de mayoría chiita, de apoyar a los rebeldes huties en la guerra en Yemen. Ese país vive una guerra desde 2015 que involucra a una coalición liderada por Arabia Saudita. Los saudíes apoyan al gobierno contra los rebeldes huties, en un conflicto que ya se cobró, según algunos cálculos, más de siete mil muertos civiles.
Trump canceló el ataque contra Irán, probablemente, debido a la preocupación sobre lo que podría desatarse. A diferencia de lo sucedido con Irak, las fuerzas armadas iraníes cuentan con un estándar de preparación muy alto. La escalada en el conflicto afectará el precio del dólar, así como también el nivel de comercio de petróleo y de gas en todo el mundo.
El tablero de ajedrez internacional puede encontrarse a las puertas de un brusco movimiento de piezas, con consecuencias imposibles de predecir. Lo cierto es que un conflicto bélico de estas proporciones no beneficiaría a nadie. Treinta años después de su revolución, Irán adquiere una relevancia aún mayor en el panorama internacional de la que tuvo en mucho tiempo.
*Por Gonzalo Fiore Viani para La Política OnLine