Ultraderecha en Europa: Amigos de las élites y corruptos
Un informe del Corporate Europe Observatory analiza los nexos de los partidos de ultraderecha que aspiran a sumar mayoría en las próximas elecciones europeas.
Por Pablo Elorduy para El Salto Diario
Utilizan la retórica del desencanto del hombre común, la indignación contra las élites y el cosmopolitismo. Se apoyan en las críticas a la globalización y centran su discurso en el odio al “otro”, que adopta distintos rostros según el contexto. Son un puñado de partidos que aspiran a desbancar a los dos partidos principales en el Parlamento Europeo. No forman un grupo homogéneo, pero los pasos a dar para crear una “santa alianza” ya han comenzado. El próximo 18 de mayo, en el Duomo de Milán, Matteo Salvini se propuso como hombre fuerte de la ultradererecha europea en un acto que cuenta con el apoyo de la Agrupación Nacional francesa, el Partido de la Libertad austriaco, el primer ministro húngaro Víktor Orban o el partido de los Demócratas Suecos. Vox, la última adquisición de la corriente de la extrema derecha europea, no confirmó si acudiría a Milán¹.
El partido de Santiago Abascal queda fuera de los partidos analizados por el Corporate Europe Observatory, una organización que publicó el 15 de mayo un extenso informe sobre las actividades de estos partidos, llamado Las dos caras de la derecha autoritaria europea: partidos “anti-elite” que sirven a grandes intereses comerciales. Las investigaciones, sin embargo, arrojan un perfil similar a la información publicada sobre Vox: las dudas sobre su financiación -tras la denuncia de que la Organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán pagó el 80 por ciento su campaña a las elecciones europeas de 2014-, y sus políticas “prosistema” en cuanto a fiscalidad, derechos de los trabajadores o cambio climático.
Los ejes de la corrupción y estar al servicio de las élites y las grandes multinacionales es lo que define, según CEO, a los partidos analizados. Son Fidesz y Jobbik en Hungría, el Partido de la Libertad de Austria y FPÖ -también en Austria-, Alternativa por Alemania, y Paz y Justicia (Polonia), Lega (Italia), la Agrupación Nacional -anterior Frente Nacional- en Francia, el Partido de la Independencia (UKIP, Reino Unido), el Partido por la Libertad (Países Bajos), el Partido Popular Danés, los Demócratas de Suecia, el Partido de los Finlandeses, la Alianza de Ciudadanos Descontentos (ANO, República Checa) e Interés Flamenco (Bélgica).
“La defensa de los intereses de ‘élite’ disfrazada de defensa de las clases descontentas es una característica definitoria de los crecientes partidos de derechos autoritarios de Europa”, explica la introducción al informe de CEO. El observatorio alerta de la capacidad que puede adquirir la alianza para abordar el cambio climático y destaca su trabajo en contra de los derechos de los trabajadores. La conclusión es que la relación con multinacionales y lobbies es determinante en sus posiciones tanto en los estados soberanos como en el Parlamento Europeo, donde se diluye el “proteccionismo” hacia la gente común en la que buscan sus apoyos y se plasma la filosofía de negocios, como siempre en su oposición frontal al reparto de cargas fiscales contra las empresas más contaminantes.
CEO relaciona a muchos de estos partidos con el interés de Steve Bannon de crear un “movimiento” paneuropeo destinado a expandir la retórica anti musulmana. El mayor éxito de The Movement -el núcleo creado por Bannon- es el Partido por la Libertad de Geert Wilders, de corte netamente xenófobo contra el Islam. Sin embargo, como refleja el informe, el que fuera el “Rasputín” de Donald Trump no ha tenido el éxito esperado a la hora de atraer hacia sí todo el espectro de la extrema derecha.
Bannon compite, según esta ONG centroeuropea, con los intereses de Rusia, evidentes en el caso de la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, financiada con un crédito de nueve millones de euros facilitado por Alexander Babakov, hombre cercano al Kremlin. La influencia rusa es también fundamental para entender el auge de Fidesz, el partido de extrema derecha con más experiencia de gobierno, dirigido por Viktor Orbán. La influencia rusa es un factor que divide a estos partidos, especialmente a los del Este de Europa. Así, el PiS polaco es completamente hostil a cualquier contacto con Rusia.
El partido austriaco FPÖ y la Lega italiana -ambos en coalición de gobierno- se encuentran cómodos, de momento, jugando a varias barajas: ya sea la de Bannon o la del dinero ruso. Una estrategia que, en el futuro, puede generar graves problemas a los países que la sigan, dados los conflictos crecientes entre Estados Unidos, Rusia y China en la esfera internacional. En cualquier caso, el sobrenombre con el que se conoce al FPÖ austriaco -el “partido de los ricos”- indica que, en materia de financiación, la consigna es que vale todo. El informe de CEO detalla los casos de corrupción en los que están bajo sospecha algunos de los líderes de la extrema derecha europea: desde Salvini hasta los ministros de Justicia e Interior austríacos, pasando por el presidente de la República Checa, Andrej Babis.
Así, señala el informe, “para aquellos que ya están en el poder, como Lega, Fidesz y Ano, también podemos ver en su realidad gobernante corrupción, favoritismo hacia las grandes empresas (tanto nacionales como internacionales) e, incluso, la creación de nuevos oligarcas. Ninguno ha entregado una democracia mejor en la que los ciudadanos puedan ser escuchados y puedan configurar las políticas que afectan a sus propias vidas. Peor aún, los ataques a la libertad de prensa, el poder judicial y la sociedad civil en Hungría, Polonia o la República Checa, hacen que sea mucho más difícil hacerlos rendir cuentas”.
La responsabilidad, señala esta organización no gubernamental, corresponde también a las grandes multinacionales, muchas de ellas envueltas en casos de puertas giratorias y corrupción. No son favores y no obedecen únicamente a una cuestión ideológica: como señala el informe, estos partidos tienen en su agenda la reducción de impuestos -especialmente los progresivos-, se integran en su gran mayoría en el campo de los “escépticos climáticos” -y han trabajado contra las regulaciones a los combustibles fósiles-, y se esfuerzan denodadamente porque no avancen derechos en materia de salarios o disminución de las desigualdades en el trabajo.
¹Nota de Edición: Finalmente, Vox declinó la invitación a la cumbre realizada por Salvini.
*Por Pablo Elorduy para El Salto Diario