La defensa de la educación pública cataliza la insatisfacción general con Bolsonaro
Miles de personas se movilizaron en Brasil en rechazo a las políticas de ajuste de un gobierno que hace gala de su neoliberalismo y racismo.
Por Juraima Almeida para CLAE
Las multitudinarias protestas en defensa de la educación realizadas el miércoles 15 de mayo -Día de la Educación- a lo largo y ancho de los 27 estados de Brasil, catalizaron la amplia insatisfacción de la sociedad brasileña contra el gobierno del presidente ultraconservador Jair Bolsonaro.
La resistencia al proyecto de destrucción de la educación y de las universidades públicas se transformó en una plataforma de enfrentamiento global contra las políticas neoliberales, excluyentes y racistas de Bolsonaro y sus ministros. Mientras tanto, se prepara la resistencia a la ley de previsión social y flexibilización laboral.
La consigna “Bolsonaro, qué papelón, hay plata para las milicias y no para la educación” fue coreada en Sao Paulo y Río de Janeiro. El paro coincidió con un nuevo coletazo del escándalo que vincula a un hijo del presidente con las “milicias” paramilitares. Entre trompetas, autos con altoparlantes y petardos, fueron repudiados el recorte del presupuesto educacional y la reforma previsional y de flexibilización laboral.
Los estudiantes y profesores de la Universidad de Sao Paulo, la más importante del país, recorrieron a pie los siete kilómetros hasta la avenida Paulista, coreando “Libros sí, armas no” y “Fuera, fuera (Bolsonaro)”. En la mayoría de las provincias hubo cese de actividades en las universidades, escuelas primarias y secundarias que se sumaron a las concurridas concentraciones, donde participaron los padres de los estudiantes y la población en general.
En Sao Paulo, el Consejo de Rectores de las universidades estaduales (USP, Unicamp, Unesp) divulgó una nota en apoyo del movimiento: “En Brasil, como en todos los países desarrollados, la investigación en las universidades es financiada mayoritariamente por el gobierno (…). Interrumpir el flujo de recursos para estas instituciones constituye un equívoco estratégico que impedirá al país enfrentar y resolver los grandes desafíos sociales y económicos del país”.
Claudio Lorenzo, secretario general de la Asociación de profesores de la Universidad de Brasilia, señaló que “este es un gobierno que tiene todas las características de los fascistas. El presidente y el ministro de Educación (Abraham Weintraub) son dos oscurantistas, están contra el saber crítico, atacan a los universitarios por puro macartismo”.
“Bolsonaro se dio un tiro a sí mismo haciendo provocaciones contra los universitarios, que al final unificaron a la izquierda y el centro. Tenemos junto a nosotros profesores que apoyaron el impeachment (juicio político) contra Dilma Rousseff que ahora están apoyando el paro”, añadió.
Los manifestantes en la capital del país evitaron la dispersión y el enfrentamiento con las fuerzas represivas. Bolsonaro y el ministro de Justicia, el ex juez del caos Lava Jato Sergio Moro, firmaron un decreto para movilizar a la Guardia Nacional de Seguridad Pública para ocupar el centro de Brasilia desde las movilizaciones de los pueblos indígenas, de hace dos semanas, hasta el miércoles pasado.
Ante la puesta en práctica de las medidas por el actual gobierno del Brasil, que recorta cada vez más los presupuestos para la educación e investigación, afectando diferentes derechos, la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública manifestó toda la solidaridad y el apoyo a las distintas actividades en la defensa de los derechos a la educación, el trabajo, la salud, y la seguridad social, de toda la comunidad brasileña, y señaló que estarán atentos para que las garantías y los derechos constitucionales, así como las obligaciones constitucionales e internacionales del Estado, sean respetados y cumplidos en su totalidad.
Mientras tanto, Bolsonaro viajaba por segunda vez en menos de sesenta días a Estados Unidos, desde donde atacó a los estudiantes y profesores con la misma virulencia de hace un mes, cuando dijo que las universidades no son lugares para albergar “militantes” y que haría lo posible para que éstos sean expurgados. Antes de reunirse con el ex presidente George W. Bush, Bolsonaro señaló que los participantes del paro “son idiotas útiles usados como masa de maniobra por una minoría”. Asimismo, el mandatario brasileño optó por viajar a Dallas luego de dejar sin efecto una visita a Nueva York para evitar las protestas de ambientalistas y la comunidad LGBT.
En Porto Alegre y Rio de Janeiro las manifestaciones fueron de una magnitud equivalente a las de 1983 y 1984, cuando tras la dictadura se reclamaba elecciones “directas ya”. “La vibración genuina de las juventudes en lucha, sobre todo los estudiantes secundarios y universitarios, se comunicó con la inconformidad general del pueblo con los desatinos del gobierno y el caos instalado en el Brasil”, señaló el analista Jeferson Miola.
Esta contraofensiva democrática y popular se da en una circunstancia difícil para Bolsonaro, que enfrenta una confluencia de crisis y dificultades, con un país estancado, con un desempleo brutal, con la hostilidad en las bases parlamentarias, la inestabilidad política y la caída vertiginosa de su credibilidad y popularidad.
El mismo Bolsonaro habla de un tsunami en su gobierno, mientras avanzan las investigaciones de los esquemas de enriquecimiento ilícito y lavado de dinero de sus tres hijos, en especial Flavio, ligado a las milicias paramilitares de Rio de Janeiro y a las redes criminales que protegen.
Las movilizaciones unitarias del 15 de mayo alentaron la preparación de una huelga general, ya programada para el 14 de junio próximo.
*Por Juraima Almeida para CLAE