Libia: La incertidumbre como hoja de ruta

Libia: La incertidumbre como hoja de ruta
9 abril, 2019 por Tercer Mundo

La otrora potencia africana otra vez se encuentra al filo de una guerra interna abierta que podría profundizar una crisis que no tiene fin.

Por Guadi Calvo para Línea Internacional

Una vez más, Libia debate su futuro entre facciones que carecen de toda representatividad. Por un lado, las tropas del mariscal Khalifa Haftar, jefe del Ejército Nacional Libio (ENL), la organización armada más poderosa que quedó en pie desde la debacle que vive el país tras la entente occidental contra el coronel Mohamed Gadaffi, y que controla más del 70 por ciento del país. Su base política está instalada en la ciudad de Tobruk, al este del país, donde funciona un parlamento acorde a los intereses de Haftar, y que entre los respaldos internacionales cuenta con Egipto, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y nada menos que Rusia. Haftar rivaliza con el Gobierno de Unidad Nacional (GNA), un esperpento armado por las Naciones Unidas (ONU), cuya figura más importante es el “Primer Ministro” Fayez Al Sarraj, con un paupérrimo control territorial menor al 25 por ciento, pero que cuenta con el importante apoyo de Estados Unidos, Francia, Reino Unido e Italia. Su capacidad de fuego la brinda las poderosas milicias de la ciudad de Misrata, a unos 200 kilómetros al oeste de Trípoli, y otros grupos menores vinculados a movimientos religiosos integristas. Testigos informan que son cientos los camiones cargados de combatientes de diferentes milicias que salieron de Misrata y la ciudad de Zintán el sábado pasado rumbo Tajura, en los suburbios del este tripolitano, para neutralizar la presencia del ENL de Haftar.

Tanto Haftar como Al Sarraj tendrían que haber saldado sus diferencias en el acto eleccionario pautado para antes del 10 de diciembre de 2018, según se acordó en la cumbre del 29 de mayo pasado en París, bajo los auspicios del presidente Emmanuel Macron. Las dos partes habían convenido en la necesidad de terminar el período transición post guerra civil y, a través de elecciones generales, lograr el surgimiento de un gobierno que preserve la estabilidad del país y pueda unificar las instituciones gubernamentales creadas desde entonces. Todo esto finalmente fue abortado dados los innumerables choques armados que se libran de manera constante en el país.

Nuevas reuniones en Sicilia (Italia) y Abu Dabi (EAU) habían logrado los mismos resultados de París, pero las elecciones y las trapisondas electorales tanto de Trípoli como de Tobruk han postergado sin fecha las elecciones, por lo que el mariscal Haftar ha visto ahora sí la oportunidad para autoerigirse como “sucesor” del coronel Gadaffi. El último jueves, dio la orden a sus tropas de avanzar hacia Trípoli y tomar la ciudad. El mariscal prometió resguardar la vida de los civiles, nacionales y extranjeros, y a las “instituciones estatales”. Además, amenazó con acabar con los terroristas y mercenarios que operan a favor de Al Sarraj, sin especificar otros objetivos e ignorando la reunión a la que había convocado Naciones Unidas entre el 14 y 16 de abril en la ciudad de Ghadames, en el oeste del país.

Libia mapa de la guerra la-tinta

El líder del GNA advirtió el sábado la posibilidad de que esta nueva estrategia de Haftar se convierta en una “guerra sin victorias” y el conflicto vuelva a estancarse por mucho más tiempo.

La nueva ofensiva del ANL apunta principalmente a presionar a Sarraj y a Naciones Unidas para concluir un acuerdo que le permita a Haftar convertirse en el comandante del único ejército nacional y hombre fuerte del país.


A poco de conocida la noticia, Rusia, Francia, Italia, el Reino Unido, los Estados Unidos y EAU han solicitado el fin de las operaciones para evitar un nuevo baño de sangre en gran escala. Las potencias occidentales -responsables exclusivos de la actual situación de Libia-, en un comunicado conjunto, han reclamado que en “este delicado momento de transición en Libia, la postura militar y la amenaza de acciones unilaterales, hacen probable que vuelvan a sumir a Libia en el caos”.


El pasado 28 de febrero, la ONU había anunciado un nuevo acuerdo entre los dos bandos para resolver las fechas electorales. Mientras tanto, el mariscal Haftar terminaba de conquistar el sur del país, en una campaña iniciada en enero, contra los diferentes grupos que operan en Fezzan, un cúmulo confuso de organizaciones armadas que puede tanto pertenecer a Al Qaeda o al Daesh, o ser bandas de contrabandistas y traficantes de droga, armas y personas al tiempo que operan para la insurgencia armada de Sudán, Chad o Níger.

La campaña del ANL en el sur del país le permitió a Haftar fundamentalmente terminar de controlar la provincia de Fezzan y conquistar nada menos que los campos petroleros de Al Fil y el de Al Sharara, el más importante del país, además de acordar con tribus locales para apoderarse de la ciudad de Sabha, capital de la región. Este golpe a los campos petroleros del sur le permite a Haftar convertirse en el “dueño” del petróleo libio, que representa el 95 por ciento de los ingresos del país. En junio del año pasado, había concretado el “control total” de lo que se conoce como la “Media Luna Petrolera” en el noroeste del país y los puertos de Ras Lanuf y Sidra, por donde la producción petrolera sale hacia los mercados extranjeros.

Libia mariscal Haftar la-tinta

¿Una guerra o una negociación apurada?

De nada ha servido la visita del Secretario General de la ONU, el portugués Antonio Guterres, quien se reunió el jueves en Trípoli con Al Sarraj y con el mariscal Haftar en Benghazi el viernes. Al abandonar el país, Guterres declaró su “profunda preocupación”, pero que “todavía guardaba la esperanza de evitar una sangrienta confrontación en Trípoli y sus alrededores”.

Washington, Londres y París han llamado a imponer sanciones a Haftar si continuaba con su ofensiva, pero el apoyo diplomático y militar de El Cairo, Abu Dabi y de manera tangencial de Moscú, han mantenido vivas las ínfulas del mariscal.


Las tropas de Haftar, que ya se habían apoderado de las ciudades más importantes del país, después de fuertes combates y largos sitios a Benghazi, la segunda ciudad más grande de Libia y capital de la Cirenaica, también tomaron Derna, la primera capital del Daesh en el país.


El avance del ENL ha sido detenido por ataques aéreos en la región de Al Aziziya, a unos 40 kilómetros al suroeste de Trípoli, al tiempo que las fuerzas pro Trípoli han podido desalojar a los hombre de Haftar del Aeropuerto Internacional, a unos 30 kilómetros al sur de la capital, inactivo desde 2014, que había sido tomado en la noche del viernes.

El jueves, los efectivos de Haftar tomaron tres ciudades en las afueras de Trípoli: Gharyan, a unos 90 kilómetros al sur; Surman, 80 kilómetros al oeste; y Aziziya, a 40 kilómetros al suroeste. Los combates en esas ciudades habrían sido de baja intensidad, por lo que se cree que Haftar acordó con las autoridades locales para permitir la toma de esos puntos, aunque no pudieron hacerse de un puesto de control a unos 30 kilómetros al oeste de Trípoli, para así cortar la ruta costera que va hacia Túnez.

Libia enfrentamientos armados la-tinta

La escalada de la violencia en las puertas de Trípoli, por la que ya se han cerrado todas las escuelas, una vez más, ha despertado en sus más del millón y medio de habitantes un gran temor, por lo cual han salido a las calles para abastecerse de insumos básicos. Las colas frente a las estaciones de servicio y supermercados están causando grandes aglomeraciones, mientras los combates ya se escuchan cercanos.

Al caer la noche del sábado, las poderosas milicias pro Trípoli llegadas de Misrata combatían, a unos 40 kilómetros de la capital, a las fuerzas de Haftar. También se supo que las milicias de Misrata han tomado al menos a unos 150 hombres de ENL, junto a una cincuentena de vehículos y poderoso armamento.

Algunos expertos insisten en que la decisión de Haftar sería un intento de llegar a la conferencia de mediados de abril con una posición de sumo poder, obligando a Al Sarraj a negociar debilitado, con su ciudad sitiada, y entonces aceptar la constitución de un gobierno de facto con la suma del poder militar y la posibilidad de una administración ya unificada, que pueda mantener a Haftar en el poder hasta las elecciones generales en las que, sin duda, se impondría, dada la necesidad del pueblo libio de terminar con la anarquía y consagrar un gobierno de Unidad Nacional.

Los ministros de asuntos exteriores del G7 reunidos en Francia, sin calificar a Haftar como el agresor, han solicitado a todas las partes involucradas a moderar sus acciones y que detengan las acciones militares y el avance hacia Trípoli. Por su parte, el Comando de África de Estados Unidos (AFRICOM) informó que, dada la “mayor inquietud”, había reubicado a un contingente no especificado de sus fuerzas, sin dar mayores precisiones.

Se cree que Haftar cuenta con una importante fuerza aérea, muy superior a la que podría tener Trípoli, armada por los EAU. A esto se sumarían, según Washington, unos 300 mercenarios de origen ruso.

La situación es a todas luces muy compleja debido a las posibilidades de nuevas matanzas y que el casi millón y medio de refugiados que esperan en los puertos libios para llegar a Europa se desmadren, por lo cual la única hoja de ruta es la incertidumbre.

Libia guerra la-tinta

*Por Guadi Calvo para Línea Internacional

Palabras claves: crisis, guerra, Libia

Compartir: