América Latina: las democracias que supimos conseguir

América Latina: las democracias que supimos conseguir
21 febrero, 2019 por Tercer Mundo

En el continente, los procesos democráticos siempre estuvieron cruzados por golpes de Estado y la injerencia de la Casa Blanca cuando los gobiernos se interponían en los planes de Washington.

Por Carlos Mariano Poó para La tinta

En un sentido ideal, podemos afirmar que democracia significa “gobierno o poder del pueblo”, aunque la realidad se empeñe, muchas veces, en demostrarnos lo contrario. Desde un punto de vista filosófico, democracia es mucho más que eso, ya que correspondería a un sistema político, económico y social constituido por personas realmente libres e iguales ante la ley e incluso en las relaciones sociales de la vida cotidiana¹.

El maridaje de los países latinoamericanos con la democracia como forma de gobierno ha sido una relación no exenta de turbulencias. Asonadas militares, planteos castrenses y golpes de Estado fueron casi una constante a lo largo del siglo XX en la región. Nuestros pueblos han sufrido dictaduras terribles y represiones sangrientas. Y Estados Unidos ha tenido mucho que ver con ellas. Siempre recuerdo la frase de Nemesio García Naranjo: “¡Pobre México! Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”. Podríamos cambiar México por Latinoamérica y el sentido de la frase seguiría siendo el mismo.

Desde fines del siglo pasado, América Latina comenzó a retransitar la senda de una recuperación democrática. Con avances y retrocesos, con dificultades, pero alcanzando algunos logros, la región parecía encaminarse a una seria y duradera transición que nos prometía dejar atrás aquellas noches largas y sombrías de golpes cívico-militares que flagelaron la región.

El comienzo del siglo XXI parecía afirmar dicho camino y nuestros pueblos marchaban a paso firme, bajo la luz de un sol animoso que alumbraba desde los albores de aquella primavera democrática. Pero aquel fluido entusiasmo participativo de la recuperación democrática, lentamente, fue condensando en una democracia formal que cristalizó en el mero cumplimiento de una carga pública cada dos o cuatro años: la de ir a votar. Siempre y cuando el voto fuera obligatorio.

America Latina padrones electorales la-tinta

No obstante, con todas sus falencias, con todos los males que podamos achacarle y en base a nuestra truculenta experiencia en macabras dictaduras, los latinoamericanos podemos afirmar que esa densa democracia formal -con dejos de burocratismo- es lo mejor que supimos conseguir hasta el momento. No sé si nuestros ancestros estarían muy orgullosos de tan modestos, cuando no mediocres, logros. Pero podríamos intentar convencerlos diciéndoles que es un sistema perfectible, que se puede mejorar y lo más importante: tenemos ganas de hacer una democracia amplia, plural, participativa e inclusiva.


Durante la década pasada, gobiernos más amigables con la participación y movilización popular -algunos por convicción y otros por conveniencia- intentaron impulsar democracias un tanto más participativas, procurando salir de esa zona de riesgo que representa la democracia formalizada para cualquier sociedad. Pero esos intentos fueron sacudidos en sus cimientos por una ola de “golpes blandos” que en Honduras, Paraguay y Brasil depusieron a las administraciones de Manuel Zelaya, Fernando Lugo y Dilma Rousseff, respectivamente.


Con la desaparición del bloque socialista, la democracia liberal y burguesa se expandió a lo largo y ancho del planeta junto con el capitalismo, transformándose en la forma de poder hegemónica. En líneas generales, podemos decir que a la democracia podríamos caracterizarla por entronizar dos principios rectores: en primer término, el de acatamiento de una minoría a una mayoría y, en segundo término, el reconocimiento de la libertad e igualdad de derechos de los ciudadanos y las ciudadanas.

Me tomé el atrevimiento y el trabajo de buscar datos con los cuales poder evaluar los porcentajes de participación en las elecciones presidenciales de los países que integran el Grupo Lima, de la República Bolivariana de Venezuela y de Estados Unidos. El objetivo era hacer una comparación respecto a participación y abstencionismo electoral. Su resultado: en primer lugar, se ubica Argentina con el 80,7 por ciento de votantes respecto a la totalidad de ciudadanos habilitados para sufragar. Le siguen, en orden descendente, Perú (80,1), Brasil (78,7), Panamá (76,8), Guyana (71), Canadá (68,5), Costa Rica (65,7), México (63,4), Estados Unidos (61,7), Honduras (57,5), Colombia (56,1), Guatemala (50,7), Chile (49) y Venezuela (45,8). El gobierno de Donald Trump, que gusta nominarse como “campeón de la democracia”, aparece en un poco decoroso noveno lugar sobre catorce países analizados. Futbolísticamente hablando, son un equipo de mitad de tabla hacia abajo en materia de participación electoral. Ni hablemos del gobierno satélite de Iván Duque de Colombia, uno de los mariscales de campo del golpismo internacional contra Venezuela, que se encuentra más abajo todavía que su conducción gringa en dicha materia. Podemos decir que ambas naciones pelean por salvarse del descenso junto a la infamada Venezuela².

Estados Unidos Donald Trump premio nobel la-tinta

Como estos datos también dan cuenta de los niveles de abstencionismo electoral, ya que muestran los porcentajes de ciudadanos que no votan sobre el total del padrón electoral, decidí analizar lo que, a mí entender, pone de manifiesto un fenómeno mucho más complejo: la apatía participativa. Materia en la que Estados Unidos (38,3), Colombia (43,9), Guatemala (49,3) y Chile (51) parecen querer disputar el Mundial de Clubes del Abstencionismo, ya que encabezan el ranking de posiciones junto a Venezuela (54,2).

A continuación, le propongo al lector hacer un ejercicio. Tomemos los datos de abstencionismo electoral para el conjunto de países y saquemos a Venezuela, por tratarse de un país que afrontó, y no es la primera vez, un boicot en las elecciones presidenciales de mayo de 2018 por parte de la oposición más enconada al oficialismo. De esta forma, podremos establecer un promedio de abstencionismo electoral estructural para el grupo de países seleccionado utilizando el conjunto de “saludables democracias”, que, además, suponen tener todas las garantías para un proceso electoral que, en teoría -y a juicio de sus gobiernos y cancilleres-, en Venezuela, no habrían estado dadas.


Pero, para nuestra mayor sorpresa, veremos que, en una elección de Poder Ejecutivo, el porcentaje promedio de abstencionismo electoral estructural de dicho grupo de “ejemplares democracias” fue de 33,8 por ciento. Sin dudas, un porcentaje alto. Con un máximo de no votantes registrado en Chile (51) y un mínimo de abstencionismo en Argentina (19,3).


Ahora bien, supongamos, por un momento, que la República Bolivariana de Venezuela tuviera un porcentaje de abstencionismo electoral estructural del orden del 34 por ciento, tal como lo tiene el grupo de trece países analizados. Eso nos indicaría e, incluso, nos permitiría inferir que el 66 por ciento restante de venezolanos habilitados y en condiciones de votar en la elección de mayo de 2018 se habrían repartido de la siguiente forma: en primer lugar, los más de 6.200.000 votantes oficialistas que eligieron a Nicolás Maduro (30,5 por ciento del padrón electoral); en segundo lugar, los candidatos opositores que se presentaron en la elección y que obtuvieron en conjunto casi tres millones de votos (14,5); en tercer lugar, la oposición que convocó a boicotear los comicios, que no presentó candidatos y no concurrió a votar unos 4.500.000 de venezolanos (21).

Por consiguiente, cabe destacar que este simple razonamiento pone de manifiesto lo que muchos e importantes analistas han planteado: en Venezuela, el problema es la oposición. Como podemos apreciar, los opositores, en conjunto, superarían al oficialismo en una hipotética elección con un nivel de abstencionismo estructural similar al de los países de la región. Pero los opositores al chavismo tienen dos proyectos distintos. Por un lado, están los opositores extremos que boicotean elecciones, se embarcan en un proyecto golpista bajo la dirección del injerencismo estadounidense e, incluso, no descartan la posibilidad de una intervención militar extranjera. Por otro lado, existe una oposición razonable y responsable que intenta confrontar con el chavismo y ganarle en una compulsa electoral, y es reticente a someter al país a una agresión o invasión militar. Evidentemente, entre esos dos sectores de oposición, hay un abismo bastante difícil de salvar.

Venezuela elecciones la-tinta

En conclusión, nuestro dato parece corresponder bastante con un estudio reciente del Instituto Venezolano de Planificación. Según informó el vicepresidente para Planificación, Ricardo Menéndez, cerca del 80 por ciento de venezolanas y venezolanos rechazan cualquier tipo de acción injerencista contra el país. Queda claro que, en la patria de Simón Bolívar, existe un gigantesco reservorio de fuerzas democráticas, patrióticas y antimperialistas que rechazan cualquier tipo de agresión contra Venezuela y que no todas esas personas son oficialistas³.

Por último, también queda claro que la solución a los problemas que afligen a la sociedad venezolana no consiste -como pretenden algunos detractores del chavismo- en ir a golpear la puerta de los cuarteles para que las fuerzas armadas realicen un golpe de Estado que, por otra parte, en tan críticas circunstancias y hasta el momento, los militares se negaron a llevar adelante manteniéndose firmes, cohesionados y demostrando una impresionante disciplina, además de gran vocación de respeto a la Constitución, de lealtad al gobierno que encabeza Nicolás Maduro y de un fuerte compromiso con el pueblo venezolano y su defensa territorial.

Tampoco en invocar al Gran Hermano del norte para que, por medio de una invasión militar, los libre por abuso de la fuerza de aquello que no pueden vencer con la razón y en las urnas.

Porque de eso se trata: las democracias que supimos conseguir necesitan votos y no botas. Y eso vale tanto para Venezuela como para cualquier país de Latinoamérica y del mundo.


¹El concepto de democracia utilizado se basa en la definición difundida por el sitio EcuRed. Disponible en https://www.ecured.cu/Democracia

²Las cifras fueron obtenidas de distintos sitios oficiales. Santa Lucía no fue incluida, ya que, si bien integra el Grupo Lima, no se pudieron obtener datos oficiales sobre sus elecciones.

³Prensa Latina, 9/2/2019. Disponible en https://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=251521&SEO=venezuela-80-por-ciento-de-ciudadanos-rechazan-injerencia-externa

*Por Carlos Mariano Poó para La tinta

Palabras claves: América Latina, democracia, elecciones

Compartir: