Vox: una voz ultra en España
Un nuevo partido de ultraderecha asoma en España, al compás de los movimientos con características racistas y xenófobas que se multiplican en toda Europa.
Por Lucas Gatica, desde España, para La tinta
Y apareció nomás. Con un acto de presentación hace unas semanas, ante diez mil asistentes en Madrid, se dio a conocer el partido político Vox de la ultraderecha española. España, que se jactaba, desde hace un tiempo, de ser el único país de los grandes de Europa que no tenía en su fauna política un movimiento de extrema derecha, ya no puede alardear de ese botín.
En el Palacio Vistalegre, en las afueras de la capital española, al grito de “Viva España”, se abrió el acto de bautizo del partido. De fondo, banderas españolas y la canción “Resistiré”, que popularizó el Dúo Dinámico, a todo volumen y coreada por los presentes. A partir de ese puntapié inicial, el nuevo partido político ha alterado un poco el avispero español, ocupando lugar en los medios, la calle y la agenda política.
Al revival de la derecha europea, ahora se le suma Vox, engrosando la lista de partidos como La Liga (en Italia y con Matteo Salvini a la cabeza), el Frente Nacional francés de Marine Le Pen, los movimientos ultras de Hungría, Austria, Alemania y una larga lista. En definitiva, lo que exhiben estos movimientos y partidos políticos, a los que se suma Vox, son rasgos de autoritarismo, nacionalismo, xenofobia, islamofobia y desprecio del pluralismo.
Cien medidas urgentes por España
Entre sus propuestas, se destaca un programa donde exigen la supresión de las Comunidades Autónomas españolas y la deportación masiva de inmigrantes irregulares. Esta última propuesta está a tono con lo que parte de Europa parece avalar y demandar a sus dirigentes: mayor control migratorio y endurecimiento de las políticas en esa materia. Se verá, en las próximas elecciones comunitarias y nacionales, qué rumbo final arrojan las urnas.
Por su parte, la presidenta de Vox Madrid, Rocío Monasterios, les dio la bienvenida a sus simpatizantes, señalando que “la España que madruga está harta de ver cómo los manteros y la inmigración ilegal campan a sus anchas”. Y para no quedarse corta, agregó que “se está regalando el fruto de nuestro esfuerzo a los que llegan sin llamar a la puerta. El Estado del Bienestar es para los españoles”. Monasterios es hija de un exiliado cubano; paradojas de la vida.
Entre esas cien medidas, también aparecen propuestas como la derogación de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, la defensa de la familia y del no nacido (o, dicho en criollo, la lucha contra el aborto y diversos derechos sociales), la aprobación de la cadena perpetua, la derogación de la Ley de Memoria Histórica y la ilegalización de los partidos “separatistas”. Medidas fuera del tono de época y que mezclan aspectos conservadores con reaccionarios.
El espíritu de Trump
“Los españoles estarán primero” y “juntos haremos a España grande otra vez”, ha pronunciado Santiago Abascal, el cabecilla y secretario general de Vox, trasladándonos así a la campaña presidencial del ahora mandatario de los Estados Unidos. Una imitación sin dobleces de los lemas de Donald Trump.
Incluso, parece copiarle al mandamás norteamericano el tono de violencia discursiva. Ha atacado al resto de los partidos políticos españoles, calificando al Partido Popular (PP) como la “derechita cobarde”, a Ciudadanos -fuerza emergente de la centroderecha- como “la veleta naranja” y a los dirigentes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de “traidores” y “estafadores”. Ni Podemos -la fuerza de izquierda liderada por Pablo Iglesias- salió ileso, ya que les endilgó avalar “recetas fracasadas del comunismo”.
Como todos los movimientos de ultraderecha, el corazón discursivo de Vox está fuertemente anclado en las críticas a la inmigración. En esa línea, y en relación al líder de Podemos, Abascal exclamó: “¡Que se prohíba cualquier ayuda social a la inmigración, que se vayan (los inmigrantes) a la casa de Pablo Iglesias!”.
La pérdida del tabú
Estos movimientos ya no tienen límites geográficos. Están en Brasil con Jair Messias Bolsonaro, en Italia con Mateo Salvini, en Filipinas con Rodrigo Duterte, en Estados Unidos con Donald Trump. Ya no le tienen miedo a lo que ellos denominan corrección política y tampoco se esconden. Piden a los cuatro vientos lo que creen, a su entender, es justo y necesario. Sus tabúes del pasado quedaron atrás.
Hasta el momento, las encuestas no muestran una amenaza de Vox como un partido serio, aunque los sondeos precisan que contaría con los votos para el ingreso al Congreso. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, a Vox se le otorga una estimación de voto que le permitiría, al menos, un escaño parlamentario. Se verá qué sucede en los próximos años y qué le depara en España al nuevo partido ultra.
*Por Lucas Gatica para La tinta