Una década ganada de jazz a la carta

Una década ganada de jazz a la carta
1 noviembre, 2018 por Soledad Sgarella

El Córdoba Jazz Festival está de aniversario y el periodista Mariano Barsotti guionó, musicalizó y puso su voz en nueve episodios en formato podcast que dan cuenta de una década de buena música y altísima calidad de producciones artísticas.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Un podcast es una publicación digital (en audio o video) que se puede escuchar online o descargar y reproducir en diferentes dispositivos. Por eso, porque podemos elegir cuándo ponerle play, cuál episodio bajar o desde dónde acceder, es que se dice que son contenidos on demand, es decir: a demanda, cuando quieras, lo que quieras. Contenidos a la carta.

“Los podcasts te cuentan el Festival”, dice Mariano Barsotti cuando le preguntamos de qué se trata esta serie de episodios. El comunicador y docente se encargó de hacer un registro documental del Córdoba Jazz Festival  -desde el año 2009- con este formato que, como dice el periodista, es “amigable” y viene creciendo en nuestros lares.

Desde La tinta, hablamos con él, le preguntamos sobre el destacado evento que se viene sosteniendo en nuestra ciudad (y cada vez convoca a más público) y sobre el detrás de telón del proceso de producción de los podcasts, proceso que refleja el oficio de quien pone corazón, cabeza y fuerza de trabajo en lo cultural.

—¿Para qué hacer podcasts del Festival?

—Este año, se va a realizar la décima edición del Festival Internacional de Jazz de la Provincia de Córdoba. Para distintas personalidades de la cultura de nuestra ciudad, es el evento más importante que lleva adelante la provincia. Independientemente de coincidir con esa opinión, me parece que, el hecho de que durante casi diez años se haya logrado mantener una política cultural que se aleja de la demagogia reinante y apuesta a contribuir al enriquecimiento del capital cultural, es algo que merece ser celebrado.  Y una forma de hacerlo, entiendo, es brindar un registro documental de lo que ha acontecido desde el año 2009 a esta parte. En el panorama actual de la radiofonía, trabajar sobre una modalidad como la del podcast (que se puede descargar, escuchar online, en el auto, desde el celular, etc.) surgió bajo la premisa de usar un formato amigable y en sintonía con la idea primigenia de cualquier melómano que es la de escuchar, oír, disfrutar de los sonidos y de una particular sucesión de sonidos, en este caso, que se engloba bajo el rótulo de “jazz”. 

—¿Qué creés que aporta este formato a lo cultural, a lo educativo, a lo comunicacional?

—Creo que, en primer término, aporta una documentación del nivel artístico de los músicos convocados a lo largo de nueve años. En el vértigo de lo cotidiano, muchas veces, uno no se detiene sobre la magnitud de las personalidades que han visitado Córdoba. El tenerlos allí, al alcance del oído, todos juntos, edición tras edición, termina dimensionando la importancia que ha tenido el evento. Evento subestimado, muchas veces, también en el alcance de público. Han sido pocas las ediciones que contaron, entre los distintos escenarios, con una presencia menor a las 20 mil personas.

También, en la introducción a las diferentes ediciones, se intentó insertar el texto musical en una realidad histórica. Un aquí y ahora que influyeron, seguramente, en la modalidad de recepción del tipo que estuvo ahí, en el teatro, en Cocina de Culturas, en el Parque de las Tejas o en algunos de los numerosos escenarios del interior de la provincia.

A nivel educativo-comunicacional, intenté aportar algunos datos que permitieran prolongar el goce estético. A un músico no se lo spoilea, no porque no se quiera hacerlo, sino, simplemente, porque son lenguajes diferentes. Puedo hablar media hora sobre A Love Supreme, pero, de ningún modo, esas palabras pueden rasguñar siquiera las alturas expresivas y espirituales del laburo de Coltrane. Sin embargo, si uno tiene la suerte de dar más o menos en la tecla, puede aportar algunos elementos para ayudar a disfrutar ese disco, esa música, esos sonidos, una expresión artística que mantiene una relación con un contexto, una música que es un emergente en algún sentido.

Vale aclarar que tampoco es un producto innovador lo que realicé: si bien tienen algunos guiños cómplices, es más bien clásico como para no complicarle la vida a la gente. Es probable que, más adelante, trabaje sobre un formato un poco más ambicioso (siempre teniendo al jazz como presencia ubicua), pero ya no puntualmente sobre el Festival.

—¿Y cómo fue el proceso de producción de los episodios?

—La construcción de los podcasts tuvo varias etapas. Lo primero fue el texto, terminaron siendo unas 60 páginas. Allí, recurrí al registro web que tiene el CBA JAZZ, armado por Lucas Riquelme como diseñador de las páginas del Festival, de las distintas ediciones. A partir de ese recurso, armé la historia, la línea de tiempo. Los comentarios sobre los músicos los recopilé un poco de las reseñas que había hecho para el programa de radio que hice hasta el año 2013, afortunadamente, puede rescatar algunas de ellas del blog que teníamos. Otro poco, de mi memoria y del trabajo de reseñas que empecé a realizar para el Festival desde que comencé a laburar con ese extraordinario grupo de personas.

Una vez armado el texto, comencé el armado del guión radiofónico (buscar cortinas, cronometrar, sincronizar) y, sobre todo, definir la música que se iba a escuchar. Por lo pronto, tomé una decisión un poco antipática para los músicos locales que era, mayormente, pasar la música de los artistas internacionales, utilizando los sonidos de las bandas locales para musicalizar la mención de tal o cual grupo. Los podcasts no podían durar más de una hora y media, y algo había que sacrificar. Por supuesto que suenan temas completos de grupos de Córdoba, pero no es la regla. La apertura del primer recital de la primera edición estuvo a cargo del grupo de Luis Lewin (el Trío 4), no podía no sonar su música. Se podrá pensar seguramente un futuro podcast con bandas locales exclusivamente.

Luego, a buscar la música. Como recurrir a los registros del Festival requería de una logística bastante complicada (hay que buscar entre gigas y gigas de archivos, chequearlos, editarlos, etc.), sin detenerme mucho, me puse a utilizar grabaciones oficiales de los músicos, pero que fueran representativas de lo que habían venido a mostrar a nuestra provincia. Por suerte, tenía a mano mucho de ese material en archivos propios, pero, sobre todo, en los discos que me facilitó Nacho García y que él había juntado por ser el programador del evento (desde sus inicios) y estar en contacto con los músicos que nos visitaron. De todos modos, en las ediciones más recientes, se utilizó algo de la música de archivo. Así también como en algunos casos puntuales. Qué sé yo, recuerdo ahora la presentación de Gabriela Beltramino junto a Eduardo Elía como apertura de escenario en el San Martín, durante la noche en que se presentó el Devil Quartet de Paolo Fresu, año 2011. Se dio el hecho fortuito que la cantante tenía la grabación en buena calidad (grabado de consola) y me lo había facilitado cuando hacía el programa de radio. Se supone que el podcast de la edición 2018 (que saldría el año que viene, en la preliminar de la undécima edición) tendría más música propiamente interpretada en el marco del CBA Jazz.

Con la música ya seleccionada, completé el guión y pasé a la siguiente etapa: grabar la voz locutando el relato que había escrito. Esto fue bastante complicado porque, si bien contaba con una zoom (una grabadora portátil profesional), algo que en los foros sobre podcasts recomiendan, dan por descontado también que uno tiene una sala insonorizada, fundamental para un instrumento de registro tan sensible y ambiental como una grabadora portátil. Pero no era mi caso. Los tenía que grabar en mi casa, que está habitada y es gran productora de ruidos. Por lo que tuve que grabar en horarios nocturnos, mayormente. Claro que, ahí, el problema era otro: la vida doméstica del barrio. El centenar de perros ladrando. Y, por último, la temporada primaveral que me agarró en pleno brote alérgico tomando tecitos con jengibre para lograr una voz más o menos decente. Pero bueno, me parece que si la gente escucha el resultado final, no va a percibir nada de estas dificultades que mencioné, lo cual significa que logré gambetearlas con éxito.

Finalmente, el proceso de edición digital. Un trabajo que lleva mucho tiempo porque ahí tenés que producir la mezcla final. Sumás los copetes de apertura, las cortinas, la voz y los temas. Tenés que subir y bajar volúmenes en cada entrada de voz, limpiar ciertas impurezas, darle cierto ritmo y normalizar ciertos valores sonoros.

Fue también un proceso de aprendizaje porque los errores fueron la guía y me parece que los resultados, a medida que se fue avanzando a través de las distintas ediciones, son mejores. Espero poder continuar haciendo podcasts para seguir capitalizando este aprendizaje.

Y el último momento fue la búsqueda de una plataforma para reproducir online y descargarlos. En eso fue fundamental el laburo de Lucas Riquelme, un trabajo que todavía no acaba, ya que los podcasts están siendo subidos en dosis: hasta el momento, si bien ya están todos terminados, se han subido las tres primeros, quedan seis. En las semanas sucesivas, hasta llegar al comienzo de la décima edición del Festival, van a subirse las restantes. Y no sólo pueden escucharse a través de ivoox, sino también en la página del CBA Jazz (solamente online).  Este formato abrió también la puerta a comenzar a hacer prensa de otro modo. En la medida que funcione, se pueden hacer pequeños micros que difundan ya no lo acontecido, sino los artistas que van a venir. Esto permitiría ayudarles a las radios a difundir una música que, muchas veces, no saben cómo hacerlo.  

—Compartinos un poco de qué se tratan los episodios.

—Los podcasts te cuentan el Festival. Te dicen en qué año fue el evento, qué suceso de importancia (internacional y local) marcó el ritmo y la agenda del año. Sólo se explican los fundamentos y objetivos del Festival en el primer podcast, para no reiterar y aburrir. Después, te van contando cómo se fueron sucediendo los distintos escenarios y en cada presencia internacional (que, en su mayoría, se dieron en teatros -San Martín, Real y Ciudad de las Artes- y en Cocina de Culturas), una irrupción musical. De ese modo, se va encadenando la línea de tiempo hasta llegar al cierre de cada Festival.

También permite apreciar que el Festival de Jazz no es algo acabado, cómo va mutando permanentemente, cómo identifica algunas cosas que funcionan o que son necesarias, y las continúa, cómo se corrige, cómo se van explotando los distintos escenarios en función de sus características inherentes, cómo se van generando instancias de reconocimiento, instancias de encuentro, etc. También te cuenta algunos avatares de ciertos recitales donde surgen contingencias y cómo se pilotean, reprogramaciones, encuentros fortuitos arriba del escenario.  En fin, el registro de algo que está vivo. Por otro lado, además, muestra cómo ha sido posible, a través de muchísimo trabajo y compromiso, construir un festival de jazz que no tiene nada que envidiarle a los grandes festivales del mundo y mantener un nivel artístico y organizativo realmente formidable. 

Son cinco o seis días donde la música explota por todos lados.

Escuchá todos los podcasts del Córdoba Jazz Festival

*Por Soledad Sgarella para La tinta
Imágenes: Marcos Allende Ferranti y Julio Audisio

Palabras claves: Córdoba Jazz Festival, Mariano Barsotti

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