Las torcidas de la democracia
Mientras surgen cánticos racistas en los estadios y con futbolistas avalando al candidato militar Jair Bolsonaro, casi 70 agrupaciones que nuclean a multitudinarios grupos de hinchas en Brasil se manifestaron abiertamente junto al candidato del PT, Fernando Haddad. Van desde los Gavilanes del Corinthians a espacios del Sao Paulo y Palmeiras, rivales con amplia tradición. «No podemos admitir tanta injusticia y autoritarismo», afirman.
Por Anibal Abt para La tinta
Mientras, desde la militarizada Río de Janeiro, el sociólogo cordobés Nicolás Cabrera refresca la idea de que, en Brasil, «no hay nada más politizado que su cultura popular», el acercamiento de muchos futbolistas a Jair Bolsonaro parece marcar, hoy, al más popular de los deportes en la vereda opuesta a referentes, por caso, de la música.
Sin embargo, en los últimos días, fueron las «torcidas», organizadas dentro de clubes que pueden tener varias distintas en su interior, con determinado reconocimiento, firmaron un manifiesto en apoyo a «la supervivencia de la democracia» de camino al balotaje del domingo. El apoyo recayó en Fernando Haddad, ya que «las vías oscuras de poder pueden ser perjudiciales para nuestra existencia».
Las 69 agrupaciones en cuestión pudieron reunir a simpatizantes de rivales tradicionales, como Sao Paulo, Corinthians y Palmeiras, como así también a Cruzeiro, Flamengo y Vasco da Gama, y, en el texto que difundieron, le apuntaron a Mayor Olímpico, senador electo por el bolsonarismo que abiertamente «dejó claro su objetivo de acabar con las torcidas organizadas, criminalizando sus acciones y sus componentes. No podemos admitir tanta injusticia y autoritarismo».
Las torcidas plantean la necesidad de «definir qué tipo de sociedad queremos ser» y no dudan: «¡Nosotros queremos la democracia!». Piden, desde el espacio que representan, tener «claridad y diálogo para posicionarnos» porque «de lo contrario, todos nuestros sueños y luchas han sido en vano».
Una de las asociaciones firmantes son Gaviões da Fiel, que tiene como socio honorario a quien mayor aval tenía para los comicios de este año: Luiz Inacio Lula Da Silva, líder del Partido de los Trabajadores (PT) y fanático del Corinthians, cuya hinchada se autoproclama como «la más fiel».
Hacia el interior de los Gavilanes, se produjo, hace escasas semanas, un planteo político que demandó la aparición pública de su líder, Digão González Tapia, quien le dedicó unas líneas a sus pares que brindaban abierto apoyo a Bolsonaro. Al respecto, escribió: «Usted, que es asociado a Gaviões, ¿conoce la historia de nuestra barra? ¿Sabía usted que en nuestra fundación, en 1969, el país vivía en plena dictadura militar? ¿Sabía usted que, en el periodo de nuestra fundación, teníamos entre nuestros objetivos principales el de derrocar a un dictador que se mantenía dentro de nuestro club? ¿Sabía usted que nuestros fundadores sufrieron mucho con la opresión por el simple hecho de llevar la bandera en favor de la democracia y los derechos del pueblos?».
Democracia Corinthiana. ¿Le suena? El equipo que condujo Sócrates a discutir hacia adentro cualquier decisión, desde la paridad salarial hasta la decisión de un futbolista de abandonar una gira porque extrañaba a su novia. No es casual que el crack Raí, campeón mundial en 1994 y hermano sanguíneo de Sócrates, firmara un documento contra la opción militar brasileña.
El líder de la barra de Corinthians fue más allá. «Están apoyando a un sujeto que va en contra de todas las ideas que defendemos y tira en la basura nuestro pasado de luchas, por lo que les pido que si van a seguir apoyándolo, deberían repensar sobre su camino dentro de nuestra institución. (…) Si no entienden y respetan lo que somos desde los primeros días de nuestra historia, pueden pasar por la sala de la directiva y firmar sus salidas», escribió a sus colegas.
El Atlético Paranaense fue la entidad que escogió brindar apoyo explícito a Bolsonaro, iluminando el «Arena da Baixada», que generalmente refleja los colores rojo y negro del club, con luces amarillas que se sumaron a unas casacas que utilizaron sus jugadores antes del partido. Replicando el slogan del candidato, se pudo leer en las prendas, incluida la que portó el argentino Lucho González: «Vamos todos juntos por amor a Brasil».
La excepción al amarillo reinante fue nada menos que el capitán del Paranaense, Paulo André. «Las camisetas estaban ahí y las tomaba quien así lo quería», adujo quien se mostró con la indumentaria oficial del club. La decisión del futbolista, que se considera fanático de la literatura, no es casual si se lo reconoce como líder del movimiento «Bom Senso» (Sentido Común), que, desde hace casi cinco años, plantea la necesidad de igualdades laborales para todos los jugadores, vacaciones incluidas y buenas prácticas de las instituciones. El «cambio de época», eso sí, lo encuentra en otra situación, aunque defendiendo sus ideales.
El Palmeiras debió salir al cruce de una nota publicada en Argentina por Clarín, que firmó Eleonora Gosman bajo el título ‘La disputa política llega al fútbol: la hinchada del Palmeiras se declara «bolsonarista»‘. Derrotado como siempre argumentalmente, el grupo hegemónico debió publicar el derecho a réplica del club paulista. «Tan grave o más son las afirmaciones de que el Palmeiras es una «institución con una dura historia vinculada al fascismo italiano», que era «un germen fascista dentro de Brasil» y que «no pudo, sin embargo, desprenderse de la fama de racista que había sabido ganar». No sabemos qué historiadores han sido consultados, pero, ciertamente, no conocen la historia del club y del fútbol brasileño», remarcó la nota en cuestión, valorando que sus creadores fueron «obreros, trabajadores y profesionales autónomos» y cuestionando «el desconocimiento histórico y tanta generalización incorrecta». Palmeiras volvió a tomar distancia así del capitán de su equipo, Felipe Melo, que dedicó un gol a «nuestro futuro presidente, Bolsonaro» cuando éste se encontraba internado tras ser agredido.
Fue en el Club Hebraica, de Río de Janeiro, donde Bolsonaro afirmó que los habitantes de los «quilombos» (asentamientos que servían de refugio a esclavos rebeldes y donde hoy viven sus descendientes) «no sirven ni para procrear». Que hoy encuentre apoyo en los afrodescendientes Ronaldinho, Rivaldo y Cafú, por caso, retrotrae al origen elitista del fútbol en el vecino país, recordado tal vez por el ex-astro Romario, devenido en un diputado que apoyó el impeachment a Dilma Rousseff y sirvió de caldo para la situación actual. Con la casaca de Flamengo, al convertir su primer gol profesional, mostró una inscripción debajo de su camiseta: «Los favelados también somos ciudadanos». El tiempo pasa, eso sí.
Mientras surgen videos de hinchas reproduciendo el «cuidado (rivales), Bolsonaro va a matar a los maricones», para los torcedores que integran las 69 agrupaciones, así como la democracia, su supervivencia como torcidas también está en peligro.
Manifiesto de las hinchadas por la Democracia:
“Vivimos hoy, en Brasil, un momento delicado y decisivo. Estamos hace menos de quince días de una elección en segunda vuelta para elegir al presidente del país.
Por un lado, una democracia conquistada a duras penas y mucha lucha, por otro, un retroceso conservador que motivó la lucha de tantos ciudadanos en nombre de la democracia y libertad que aún buscamos.
Los riesgos traídos por esa polaridad causaron desencuentro de informaciones basadas en el odio, la mentira, la construcción de un enemigo público común y la falsa idea de que, para corregir errores, sólo hay que castigar y privar a los individuos de su libertad.
Es necesario llamar al público para manifestar y defender el ESTADO DEMOCRÁTICO DE DERECHO que conquistamos a lo largo de los años que vivimos bajo un régimen militar. ¡Es necesario definir qué tipo de sociedad queremos ser! ¡Y nosotros queremos la democracia!
Las entidades que firman este manifiesto se muestran preocupadas y buscan manifestarles a sus participantes que las vías oscuras de poder pueden ser perjudiciales para nuestra existencia.
Mayor Olímpio, senador electo y apoyado por el candidato extremista de la derecha, ya dejó claro su objetivo de acabar con las torcidas organizadas, criminalizando sus acciones y sus componentes. No podemos admitir tanta injusticia y autoritarismo. No podemos permitir que todo y cualquier activismo social existente en Brasil sea extinto y apagado, perjudicando a millones de personas que sólo quieren ejercer sus derechos.
¡Es inmensamente importante que tengamos claridad y diálogo para posicionarnos en ese momento en nombre de la democracia y de la libertad! De lo contrario, todos nuestros sueños y luchas han sido en vano. Por eso, apoyamos, en esta segunda vuelta, la candidatura que representa la supervivencia de la democracia. ¡Estamos en una lucha de la democracia contra el autoritarismo!
*Por Anibal Abt para La tinta