Trump impulsa su guerra económica
Washington confronta con Rusia y China, sus principales competidores económicos a nivel mundial, a través de una política agresiva.
Por Hedelberto López Blanch para Rebelión
Con la obsesión de que la hegemonía económica estadounidense no pierda terreno ante potenciales competidores, el presidente Donald Trump impulsa una agresiva política contra Rusia y China que traerá consecuencias negativas para la mayoría de las naciones en este mundo globalizado.
Al subir los aranceles al acero y aluminio importados, ha motivado que numerosos productos que contienen esos materiales también incrementen su precio con un claro deterioro del poder adquisitivo para la población.
Ahora dos senadores estadounidenses acaban de presentar un proyecto de inversión por medio del cual Washington otorgaría 1.000 millones de dólares a Europa Occidental para que reduzca la influencia rusa en el ámbito energético. Aunque parezca absurda y descabellada la propuesta, todo hace indicar que la Casa Blanca la apoyará, aunque resultará difícil que varios países de la Unión Europea (UE) la acepten, pues se verían atados aún más a las decisiones de control económico emanadas desde Washington.
Como se sabe, Rusia cuenta con una de las mayores reservas de gas del mundo y abastece a varias naciones europeas a través de oleoductos que disminuyen los costos del preciado combustible.
Rusia está construyendo ahora el gasoducto Turk Stream, que llevará ese combustible a Turquía; también está previsto suministrarlo al sur y sureste de Europa, para lo cual se considera otro segundo tramo por parte de la compañía Gazprom a través de Bulgaria y Serbia, o de Grecia e Italia. Gazprom informó que la entrega de gas por el Turk Stream comenzará a finales del próximo año.
Por su parte, el gas que pretende suministrar Estados Unidos a Europa necesitaría de una enorme infraestructura, lo que aumentaría su costo y, por ende, perjudicaría a las economías del continente y a la de los ciudadanos en general.
Trump se ha lanzado con todas las fuerzas posibles contra Pekín para tratar de detener sus constantes avances económicos y, tras imponer grandes aranceles a los productos llegados de esa nación, ahora su administración ha lanzado amenazas de guerra contra el gigante asiático.
La fluidez del comercio internacional se ha visto reducida por esas medidas que van contra todas las directivas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Claro que la Casa Blanca ve en China un enorme competidor contra su política de hegemonía mundial, pues esa nación ha tenido un desarrollo indetenible en las tres últimas décadas y se estima que dentro de un lustro su Producto Interno Bruto (PIB) se iguale o supere al de Estados Unidos.
Hace unos años, cuando Washington comprendió que Japón se estaba desarrollando muy rápido y podría ser una futura amenaza para su control mundial, le impuso una serie de restricciones que motivaron su estancamiento económico que ya dura más de 15 años.
Su agresiva política contra el país del Sol Naciente fue limitar el acceso a su mercado de productos, como automóviles, telecomunicación, equipamientos médicos, semiconductores y prohibir una serie de exportaciones de alta tecnología hacia Tokio.
Ahora China se ha convertido en su gran “enemigo”, al lograr un desarrollo constante e incontenible con un PIB que se ubica en el 65 por ciento del estadounidense. Pekín además posee más de un billón de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos.
El supermegaproyecto denominado la Franja y la Ruta de la Seda que, con una fuerte inversión china, enlazará y beneficiará a cerca de 100 países con enorme predominio para el gigante asiático, resulta otro gran desafío para Washington.
Mientras esto ocurre, las transacciones comerciales entre Rusia y China han experimentado un rápido crecimiento, hasta aumentar un 30 por ciento, hasta 77.000 millones de dólares entre enero y septiembre de este año frente al mismo periodo de 2017, según estadísticas de la Administración General Aduanera de China.
Las exportaciones de China a Rusia se han expandido casi el 13 por ciento, superando los 35.000 millones de dólares, a la par que las importaciones desde Moscú aumentaron 40 por ciento hasta 42.000 millones. Ambos países esperan que el intercambio comercial llegue a 100.000 millones este año y planean impulsarlo gradualmente hasta 200.000 millones para 2024. Asimismo, Rusia y China han estado utilizando el rublo y el yuan en las operaciones mutuas en detrimento del dólar estadounidense y otras monedas occidentales.
Con estos elementos, veremos al final de esta lucha económica quién será el más perjudicado.
*Por Hedelberto López Blanch para Rebelion