La cátedra de criminología de Córdoba y la criminología en alpargatas
Por Lucas Crisafulli para La tinta
En Córdoba, la criminología crítica nació de la mano del Profesor Luis Marcó del Pont y, en una ciudad a la que el propio Sarmiento la llamaba una catacumba española porque era conservadora ya en el siglo S. XIX, hacer criminología no le iba a ser fácil.
Luis Marcó del Pont fue abogado, doctor en derecho y defensor de presos políticos. Como no podría ser de otra forma, se vio obligado a exiliarse en México para salvar su vida y la de su familia durante la última dictadura cívico-militar. Luego de trabajar profusamente en la Universidad de México en la cátedra de criminología, al retorno de la democracia, regresó a Córdoba y fue allí que fundó la cátedra de criminología de la facultad de derecho.
Nunca fue fácil hacer criminología de corte crítico en Córdoba. Por eso, nunca quisieron que criminología se integrara al plan de estudio de la carrera de abogacía, por más que la formación en disciplinas penales fuera escasa. Las primeras clases de criminología fueron impartidas por el maestro en plazas y, por más que conseguimos aula, nunca salimos de esa marginalidad que, ahora, reivindicamos como fundante. Por eso, quizás la expresión criminología crítica latinoamericana en Córdoba pueda ser resumida como hacer criminología en alpargatas. Si el derecho es comúnmente representado por una corbata, la criminología crítica es alpargata.
Pero, ¿qué es hacer criminología en alpargatas entonces? En primer lugar, entender que no se hace criminología solamente en los centros de investigación o en la majestuosidad de un edificio antiguo. No es casual el verbo que hemos elegido: la criminología se hace, no solo se piensa, se investiga o se enseña. Hacer criminología significa tener una mirada crítica hacia el poder punitivo, es desconfiar siempre del sistema penal como supuesta forma de resolver conflictos. Y esa mirada activa y militante impregna las tres funciones de la universidad pública a la que defendemos en su gratuidad, excelencia y laicismo.
Primeramente, se hace criminología en alpargatas en las aulas. Enseñar criminología es entender que todo acto educativo es un acto político. Eso significa pensar junto al Paulo Freire, y cito de memoria, que el estudio no puede ni debe medirse por el número de páginas leídas ni por la cantidad de libros leídos. Estudiar no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas. Y allí nuestres estudiantes son les protagonistas del acto educativo. Por y para elles, estamos en las aulas.
En segundo lugar, hacer criminología en alpargatas significa pensar la investigación desde los usos sociales que el conocimiento que producimos pueda tener. Por eso, debemos ser muy cautelosos en no construir argumentos, hipótesis y teorías que luego puedan ser utilizadas para oprimir aún más a los oprimidos. Desde este punto de vista, la criminología en alpargatas reivindica la tesis onceaba de Marx, el conocimiento debe servir no solo para interpretar la sociedad que vivimos, sino también, y principalmente, para transformarla para mejor.
Por último, pero no menos importante, se hace criminología en alpargatas en la extensión universitaria porque buscamos allí, quizás más como horizonte que como punto de partida, el tan aclamado diálogo de saberes con sujetos extrauniversitarios. La cooperación entre los saberes universitarios y extrauniversitarios, pero también su tensión y su discusión, son los productores, en una especie de dialéctica, de un nuevo conocimiento que se produce con el otro. Con el otro en contextos de encierro, con el otro en medios libres. La extensión, entendiéndonos desde la criminología en alpargatas, como un espacio que permite pensar y actuar con el otro.
Pero la criminología en alpargatas no puede limitarse a las tres funciones universitarias. Desde este punto de vista, la criminología en alpargatas desborda lo universitario y, en Córdoba, podemos decir que son más criminólogos los organismos de derechos humanos como las Madres, las Abuelas y Familiares, que en tiempos difíciles pelearon contra el sistema penal subterráneo que se llevaba a sus hijos, nietos y familiares, que aquellos que se hacen llamar criminólogos porque ostentan título de doctor y escriben manuales en los que estigmatizan a trabajadoras sexuales como delincuentes. Hay mucho más de criminólogo en alpargatas en los movimientos sociales de Córdoba que han peleado y lo siguen haciendo en contra del código de faltas, del gatillo fácil y de los abusos policiales que en aquellas cátedras que señalan con el dedo y continúan hablando de desviación. Entendemos al movimiento #NiUnaMenos como colegas criminólogxs, porque la criminología en alpargatas lucha contra la opresión de género. La criminología en alpargatas no cree en los garantismos misóginos, pero tampoco en los feminismos punitivistas. Cree que es posible caminos en los que los garantismos y los feminismos marchen juntos, y la pelea por el aborto legal, seguro y gratuito así lo demostró.
La criminología en alpargatas se asume crítica, porque es deslegitimante del poder punitivo; aplicada, porque no puede ni debe quedarse en el ámbito del discurso, debe erigirse como una criminología que aporte a una política criminal menos violenta; valorativa, porque no es neutral, sino que milita por la disminución de la violencia que generan los sistemas penales. La criminología en alpargatas está orientada hacia los Derechos Humanos pues, si entendemos a estos como un programa, la criminología en alpargatas debe orientar la realidad en el sentido que marcan los derechos humanos. La criminología en alpargatas se asume y no tiene miedo de llamarse criminología militante, porque entiende que debe salir del mundo académico y caminar las calles, los calabozos, las comisarías, los pasillos de tribunales, las cárceles, los barrios, los sindicatos. Asume que hacer criminología en alpargatas es también dar la batalla cultural y, en ese sentido, no solo debe producir libros para académicos, sino también escribir manuales para estudiantes, pero también cuentos, poesías, obras de teatro, telenovelas. Hay criminología en alpargatas en la fotografía, en el cine, en las murgas, en los teatros. Allí donde se denuncie la opresión, donde la acción esté motivada por la transformación social, allí está la criminología en alpargatas.
¿Qué fue y qué es, entonces, la cátedra de criminología de Córdoba? Es ese espacio en el que nos juntamos un montón de solos y solas, e hicimos comunidad, una comunidad que hace criminología en alpargatas porque entiende que un mundo más justo es posible y necesario.
*Por Lucas Crisafulli para La tinta.