Ata tu arado a una estrella: la dicha de ser Birri
El miércoles 26 de septiembre el Cineclub Municipal de nuestra ciudad presenta, como Función Extraordinaria, el documental dirigido por Carmen Guarini sobre el cineasta que fue poeta y referente del cine latinoamericano.
Por Redacción La tinta
La película es de una humanidad tal que nos atrevemos a decir que presenta una bocanada de aire en la superficie de este oscuro lago macrista. No, no es solamente obligatoria para estudiantes de cine o cualquier artista: es necesaria para ejercitar ese bello músculo del alma al que llamamos empatía.
Hay dos momentos Birri que, quienes lo conocen, pueden saltear e ir directamente a la crítica:
Fernando Birri es el autor de la frase usualmente atribuída a Eduardo Galeano: “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos… Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar.”
Fundó la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños en Cuba. En una visita, Francis Ford Coppola escribió en una pared del graffiti room: “El arte nunca duerme», una concepción del trabajo incansable que pondría orgulloso al padre de la eficiencia laboral Frederick Taylor. Birri, no pudo con su genio y le agregó: “Pero sueña con los ojos abiertos”.
La cineasta Carmen Guarini sigue durante varios rodajes al cineasta Fernando Birri, con una mirada repleta de amor que se traduce en cuidarlo como un tesoro. Revela su ética, su entusiasmo y su sentido del humor de una forma tal que no es requisito indispensable conocer la obra de Birri, porque el documental trata de un hombre que es una obra en sí misma.
Desde el momento del que sale de su casita al comienzo del film, vamos a ir encontrándonos con iconos de lucha y resistencia. Ver cómo el director se entrevista con un campesino con el mismo respeto y amor con el cual entrevistó a Sabato, es una lección de humildad que nos sirve de aprendizaje en nuestro modo de vincularnos con el mundo.
Si bien luego de una hora la peli pareciera estancarse en sus formas (debido quizás a la inestabilidad de la vida detrás del rodaje) el final merece ser disfrutado por todos y todas quienes luchan por un mundo mejor.
Las palabras de Birri hacen que se lo extrañe siempre y -al mismo tiempo- se sienten como una caricia al alma. El cineasta fue un entusiasta. Podemos verlo en los rodajes, donde da indicaciones, confía en su equipo, nunca parece cansarse y cuando lo hace, el mundo se apaga un poco. Pero luego retoma, se ríe, hace reír a la gente a su alrededor. El mundo era menos hostil al calor de sus ojos.
La voz en off, aunque es el punto más débil del film por su interpretación, aporta en la conducción del relato, y Guarini nos conduce hacia un universo que ella conoce muy bien, y al que hay que animarse a entrar. Hay momentos únicos en el registro que se traducen en sonrisas o lágrimas. Se sugiere emocionarse con compañía.
Une se pregunta lo que se pregunta la película: ¿Qué es hoy la utopía? Tantos referentes que vemos en el film y hoy nos faltan, que nos obligan al sano ejercicio de mirar alrededor. Descubrir la mirada de Birri en nuestros amigues, animarse a descubrirla en une misme. Apostar a eso todas nuestras fichas.
¿Y cómo se supone que lo hagamos? Un primer paso es mirar la película y aprender de Fernando: atar tu arado a una estrella, trabajar por los sueños, en comunidad, y sin dejar de jugar, aprendiendo todos los días a ser mejores.
Es tiempo de juntarse en el Cineclub con amigues, ir a conversar de la peli a una plaza, reconocernos en los afectos. Se trata de algo tan simple como transitar la vida soñando con los ojos abiertos, y juntarse con quienes hacen lo mismo.
Tomemos la bocanada de aire.
Y a seguir, que atamos el arado a la estrella Birri, y pecha un montón.
*Por Redacción La tinta.
