Frantz Fanon: de la descolonización al pensamiento crítico

Frantz Fanon: de la descolonización al pensamiento crítico
15 agosto, 2018 por Redacción La tinta

Frantz Fanon fue un ser extraordinario. Vivió su breve vida entre cuatro países: en su Martinica natal, en Francia y en Argelia-Túnez, donde se comprometió con la lucha por la independencia integrándose como militante al Frente de Liberación Nacional (FLN). La coherencia entre su vida y su obra es un faro que nos debe guiar en estos momentos de incertidumbre, cuando afloran riesgos notables que ponen en peligro la existencia misma de la humanidad.

Por Raúl Zibechi para La Jornada Semanal

Intervino en una de las guerras más crueles de la historia moderna. El FLN estimó que fueron asesinados un millón 500 mil de argelinos entre el comienzo de la guerra en 1954 y la proclamación de la independencia en 1962, lo que representa el quince por ciento de una población que no llegaba a los 10 millones. Historiadores franceses reducen esa cifra a un tercio, lo que sigue siendo un porcentaje asombroso. Una cantidad similar de argelinos fueron torturados.

Como médico-jefe del hospital psiquiátrico de Blida (nombrado en 1953), Fanon tuvo una experiencia fenomenal: recibió y atendió tanto a franceses torturadores como a argelinos torturados, lo que le permitió acceder a los recovecos más recónditos de la opresión y la humillación coloniales. Uno de los aspectos menos conocidos de su maravillosa vida fue haber convertido el hospicio-prisión en “una nueva comunidad que introdujo el deporte, la música, el trabajo y donde se tiraba un periódico escrito por enfermos”.

Su profesión como psiquiatra le permitió comprender actitudes de los seres humanos que nunca fueron explicadas adecuadamente por el pensamiento crítico. En esos años, se había consolidado el giro hacia el economicismo y el materialismo vulgar, que todo lo apostaban al desarrollo de las fuerzas productivas, camino en el cual las ideas emancipatorias tendieron a mimetizarse con los postulados capitalistas.

La interiorización de la opresión

La generación militante de las décadas de 1960 y 1970 conocimos a Fanon a través de Los condenados de la tierra, su obra póstuma publicada en 1961. Es el libro/manifiesto de un combatiente que afirma la necesidad de la violencia para enfrentar y superar la colonización, porque sabe que “el colonialismo no cede sino con el cuchillo al cuello”.


Los condenados… es un texto luminoso, plagado de ideas que marchan a contrapelo del sentido común revolucionario de la época, como su defensa del campesinado y del lumpen-proletariado como sujetos políticos, ya que observa que en las colonias los proletarios son el sector más “mimado por el régimen colonial”. Critica también la cultura política de las izquierdas, que se dedican a captar a las personas más “avanzadas” –“las élites más conscientes del proletariado de las ciudades”, constata Fanon- sin comprender que en el mundo del colonizado el lugar central, y liberador, lo juegan la comunidad y la familia, no el partido o el sindicato.


Su apasionada defensa de la violencia del oprimido debe ser tamizada. Siempre es necesario recordar, como enfatiza Immanuel Wallerstein, que “sin violencia no podemos lograr nada”. No es un tema menor, porque el grueso de los partidos y movimientos antisistémicos parecen haberlo olvidado en su apuesta por incrustarse en las instituciones estatales.

Pero también es cierto, como reconoce el sociólogo, que la violencia por sí misma no resuelve nada. Fanon va más lejos cuando afirma que “la violencia desintoxica”, porque “libra al colonizado de su complejo de inferioridad”. En esa línea de argumentación, en Los condenados de la tierra, concluye: “La violencia eleva al pueblo a la altura del dirigente.” Sabemos que las cosas son más complejas, como lo enseña medio siglo de lucha armada en América Latina.

argelia-guerra-liberacion

Pese a la importancia que tuvo en nuestra generación el último libro de Fanon, considero que el primero, Piel negra, máscaras blancas, de 1952, es el que nos brinda mejores pistas sobre un siglo de fracasos de las revoluciones triunfantes. Aporta una mirada desde la subjetividad del oprimido, algo que los marxistas nunca habíamos conseguido desentrañar de forma tan cristalina. Nos dice que el complejo de inferioridad del colonizado tiene dos raíces: la económica y la interiorización o “epidermización” de la inferioridad. El varón negro desea blanquearse la piel y tener novia rubia. La mujer negra se plancha el pelo y sueña con un varón blanco. Deben abordarse ambos aspectos o la liberación será incompleta.

Fanon pone el dedo en la llaga cuando afirma que “el colonizado es un perseguido que sueña permanentemente en convertirse en perseguidor” (Los condenados de la tierra). En consecuencia, el colonizado no sólo quiere recuperar la hacienda del colono, sino que también desea su lugar, porque ese mundo le suscita envidia. Mira de frente el núcleo duro de los problemas legados por las revoluciones y que no podemos seguir eludiendo, en vista de dramas como los que atraviesa Nicaragua. ¿Por qué los revolucionarios se colocan en el lugar, material y simbólico, de los opresores y los capitalistas, y en ocasiones de los tiranos contra los que lucharon? Nos deja con la pregunta, ofreciendo apenas pistas sobre los caminos posibles para salir de este terrible círculo vicioso que reproduce la opresión y el colonialismo interno en nombre de la revolución. Fanon recorre los vericuetos de la psiquis del oprimido, con el mismo rigor y valor con que cuestiona a los revolucionarios que, cegados por la rabia, cometen abusos en el cuerpo de los colonizadores.

Las similitudes entre oprimidos y opresores sólo pueden desbordarse desde una lógica distinta a la del poder, y sólo pueden desarmarse si somos capaces de reconocerlas. Los dirigentes sandinistas comenzaron ocupando las residencias de Somoza y usando sus coches por razones de “seguridad”, hasta que el clan gobernante terminó actuando como el dictador.

La zona del no-ser

Fanon comprendió en carne propia que existe una zona de nuestras sociedades donde la humanidad es vulnerada sistemáticamente por la violencia del opresor. Se trata de un lugar estructural, que no depende de las cualidades de las personas. Estima que es justamente en esa zona, que denomina “zona del no-ser”, donde puede nacer la revolución por la que está dando su vida y advierte que el mundo colonial tiene compartimentos cuyas fronteras están señalizadas por cuarteles y estaciones de policía. Esos dos mundos tienen vida propia, reglas particulares y se relacionan jerárquicamente. Sostengo que el período actual de acumulación por despojo/cuarta guerra mundial, implica la actualización de las relaciones coloniales. Es probable que la potente actualidad de Fanon venga de la mano de la creciente polarización entre el uno por ciento más rico y la mitad más pobre y humillada de la humanidad, rasgos propios del período colonial.


En todo su trabajo, el autor se empeñó en mostrar que, lo que vale para una zona, no necesariamente puede trasladarse a la otra. Que los modos de hacer política en la metrópoli no pueden ser los mismos que en la colonia. Que las formas de organización legales y abiertas de las zonas donde rigen los derechos humanos de los ciudadanos, no pueden ser copiadas por quienes viven en territorios arrasados como las favelas, los palenques, las comunidades de los pueblos originarios y las barriadas de las periferias urbanas.


Para Fanon, los pueblos oprimidos no deben caminar detrás de los partidos europeos de izquierda, cuestión que en el mismo período denunció su maestro Aimé Césaire en la Carta a Maurice Thorez, donde enuncia el “paternalismo colonialista” del Partido Comunista Francés, que consideraba la lucha de los pueblos contra el racismo como “una parte de un conjunto más importante”, cuyo “todo” es la lucha obrera contra el capitalismo.

fanon-argelia-

En América Latina, existen varios movimientos que muestran cómo los oprimidos y las oprimidas van resolviendo a su manera los dos asuntos que he abordado. Los textos “Economía Política I y II” del subcomandante insurgente Moisés del EZLN, las memorias del dirigente nasa-misak del Cauca colombiano, Lorenzo Muelas, así como las reflexiones y análisis de autoridades mapuche, entre muchas otras que no puedo citar, son buenos ejemplos de pensamiento critico en la zona del no-ser.

En el mismo sentido, las voces de las mujeres de abajo pueblan el grueso volumen recopilado por Francesca Gargallo, Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América. A esa multiplicidad de voces, habría que sumar otras formas no occidentales de expresar cosmovisiones, desde el tejido y la danza hasta el cuidado de los animales, las plantas y la salud.


En segundo lugar, descubren que para despojarse de la imagen del opresor no alcanza con recuperar los medios de producción. Es un paso necesario sobre el que debe crearse algo nuevo, pero sobre todo diferente al mundo viejo, tejido de relaciones sociales no jerárquicas ni opresivas. La historia de las revoluciones nos enseña que este es el aspecto más complejo y la piedra con la que hemos tropezado una y otra vez.


Fanon advirtió los riesgos de que la acción rebelde termine reproduciendo la lógica colonial, en una luminosa y premonitoria referencia a Nietzsche: al final de Piel negra, máscaras blancas advierte que siempre hay resentimiento en la reacción. Sólo la creación de lo nuevo nos permite superar las opresiones, ya que la inercia reactiva tiende a invertirlas.

Medio siglo después, podemos celebrar que muchos movimientos están empeñados, aquí y ahora, en vivir con dignidad en la zona del no-ser, esquivando las jerarquías estadocéntricas y patriarcales. Imaginemos que en esas creaciones late el corazón generoso de Fanon, desbordante de compromiso y creatividad.

*Por Raúl Zibechi para La Jornada Semanal

Palabras claves: Argelia, marxismo, revolución

Compartir:

El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces

El «milagro» de Davos: zarandeos, glitter y cruces
7 febrero, 2025 por Redacción La tinta

¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado?

Por Lucas Leal para La tinta

A Lucía Riba, la primera teóloga feminista que conocí y que, sin saberlo, me hizo pensarme como creyente desde mi propia sexualidad. (2008)

A Susy Shock, la primera trava que conocí cantando zambas y coplas, y a la que escuché decir, por primera vez, que debíamos reapropiarnos de nuestro folclore y resignificarlo. (2010)

Para quienes crecimos en el interior, guitarra y rosario en mano desde pequeños, el folclore y la religión, con sus respectivos guiones, configuraron nuestras subjetividades, cuerpos y deseos, puesto que ―a diferencia de las grandes ciudades― la parroquia o el taller de folclore son los “únicos” espacios de socialización. Nací en un barrio de San Miguel de Tucumán, en una cultura en la que la religiosidad popular con sus misas, procesiones y devociones lo impregnaban todo. Durante toda mi adolescencia, participé activamente de un grupo juvenil en la capilla del barrio. Lo mismo podría decir del folclore, dado que, a los 8 años, aprendí a tocar la guitarra y, tiempo después, a bailar zambas y chacareras. Tardé mucho tiempo en comprender que estas dimensiones no se oponían a mi sexualidad porque ambas sostienen el binarismo y la heterosexualidad obligatoria como única forma válida y legítima de existencia. La Iglesia, por un lado, con sus discursos, doctrinas, rituales, y el folclore, por otro, con sus letras y figuras para la danza, actúan de modo performativo en una repetición que nos hizo/hace creer y pensar que nuestras vidas no valen por no “ajustarse” a esa “norma”. Mensajes tales como que la seducción y el deseo sólo son legítimos entre el varón y la mujer; que el único modelo de familia es heterosexual; que hay roles y modos de comportarse socialmente, y debemos cumplir con ellos por ser varones o mujeres se instalan en nuestras subjetividades desde estos dos dispositivos.

Para sorpresa de muches, sin embargo, algo “milagroso” suscitó el discurso en contra del colectivo LGBTIQ+, los feminismos y la perspectiva de género, entre otras cosas, que Javier Milei pronunció en Davos. ¿Pueden la fe y el folclore transformarse en espacios de resistencia, visibilización y lucha para las diversidades y disidencias sexuales frente a los discursos de odio que circulan y son legitimados por el presidente y sus políticas de Estado? ¿Es posible que estos dispositivos “tradicionales”, que en algún momento invisibilizan nuestras identidades, ahora, resignificados, acompañen la defensa de los derechos que hemos conseguido y que hoy pretenden quitarnos en esta llamada “batalla cultural”?

¡Y se va la primera!

El tradicional Festival de Cosquín 2025, que consuma el ideal del imaginario del folclore consagrando cantores y cantoras, se transformó, en su edición número 65, en un espacio de resistencia, lucha y visibilización de las diversidades y disidencias sexogenéricas.

Cabe mencionar, en primer lugar, la Luna disidente que, por tercer año consecutivo, se llevó a cabo en el conocido “Patio de la Pirincha”. Este espacio autogestivo y colectivo es el patio de una casa (¡el patio de quien conocemos como la Piri!) que fue transformándose, desde el año 2001 a esta parte, en un espacio de referencia para artistes y promotores de la cultura en el que se impulsan proyectos, talleres y espectáculos varios durante todo el año. La Luna disidente nace en 2023 por iniciativa de la Piri, Maxi Ibañez, escritor y poeta, y La Ferni, cantora trans no binaria. Esta noche arcoíris convoca artistes locales y de distintos puntos del país donde, desde el folclore, se celebra y se resiste. 

Algo totalmente “disruptivo” fue lo que aconteció, en esta edición, en el escenario mayor Atahualpa Yupanqui en la plaza Próspero Molina. En la segunda noche, la cantora cordobesa, Paola Bernal, abrió su presentación con una emotiva interpretación de la Canción de cuna para niñxs diversxs, de la artista travesti, Susy Shock. Esta canción aparece en una de sus frases, una plegaria por un mundo más digno y más justo para las infancias.

Días después, en la cuarta luna, la quenista iruyense, Micaela Chauque, dedicó una chacarera a las mujeres y las diversidades. En el escenario, irrumpió el conocido gauche disidente, Legon Queen, quien, junto a la bailarina trans, Valeria Ortega, entre redondas, zapateos y zarandeos, dieron un claro mensaje de resistencia con su mera presencia. El cierre de Micaela fue una verdadera fiesta multicolor con un enganchado de carnavalitos y las banderas del colectivo LGBTIQ+ flameando como signo de reconocimiento y visibilidad frente al odio y la invisibilización. 

La sexta luna contó con dos momentos significativos. Por un lado, la cantante Luciana Jury cerró su presentación con la canción “Las ramas”, de su propia autoría, mientras bailaba una pareja de mujeres y citó a Susy Shock al concluir la misma, con la conocida frase: “Buena vida y poca vergüenza”.  Minutos después, Micaela Vita, cantante del grupo Duratierra, hizo un llamado a reivindicar la memoria en nuestra patria y, entre los nombres de artistes y personas significativas, ante la ovación del público, dijo: “Esta es la patria de Diana Sacayán… de Susy Shock”. Acto seguido, junto al músico trans, Valen Bonetto, interpretaron la chacarera “La del Pueblo” que, entre otras cosas, dice: “Marica, ¿qué hay de la espina que te han clavao en el pecho? Tus alas de mariposa surcando un mundo deshecho; Marica, para cantar, que no se te olvide amar».

Sin lugar a dudas, uno de los momentos más relevantes del festival llegó en la séptima luna, cuando la reconocida cantora, Yamila Cafrune, invitó a compartir el escenario a La Ferni, quien, recordemos, en el año 2021, logró que el festival cambiara su estatuto que reconocía las categorías “voz masculina” y “voz femenina” por una categoría sin distinción de género, denominada “voz solista”. La canción elegida por La Ferni fue “Cantor(a) de oficio”, una bella poesía de Miguel Ángel Morelli que vio la luz en 1976, un contexto complejo y oscuro de nuestra historia si los hubo, en la voz de Mercedes Sosa. La letra pone de relieve la responsabilidad de les artistes en la construcción de un mundo más bello, con la música y la voz como herramientas. El momento culmen de la canción fue cuando La Ferni, con voz vibrante y emocionada, declaró: 

“Nadie debe creer que los, las y les artistas pertenecemos a un mundo extraño donde todo es escenario y fantasía. Les artistas somos hombres y mujeres, y también somos travestis, trans, no binaries, maricas, tortas, bisexuales, identidades sexogenéricas disidentes, legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles que, ya sin ocultarnos nunca más, transitamos las calles y los días, sufrimos el sufrimiento de nuestro pueblo y latimos también con su alegría”.

Miro el video y se me pone la piel de gallina. ¿Quién diría que, en pleno 2025, en contexto de fascismos y en tierras cordobesas donde sabemos que existe una clara adhesión a las ideas de La Libertad Avanza, ella, en nombre de todes, nos hizo visibles? ¿Podemos imaginar la potencia que tiene decir y sostener en ese escenario, en el que aparentemente sólo tienen lugar el binarismo, el amor romántico con sus mitos y las performances normativas del género, que las identidades disidentes somos legítimas, empoderadas, orgullosas y visibles?

yamila-cafrune-la-ferni-cosquin-folklore-2025
Imagen: La Voz.

¡Y se va la segunda!

La jerarquía de la Iglesia, cuyos discursos y prácticas habitualmente se vinculan como contrarias a las diversidades y disidencias sexuales, tomó por sorpresa a la sociedad toda cuando, el 30 de enero, pudo leerse en redes sociales el comunicado de la Arquidiócesis de Mendoza por medio de la Pastoral de la Diversidad Sexual, que expresa su profunda preocupación “ante discursos que consideran al antirracismo, al feminismo y a la lucha por los derechos de la comunidad LGBTIQ+ como un cáncer que hay que extirpar«, señalando que dichas expresiones «promueven la discriminación y la violencia contra minorías» y resultan “alarmantes y contrarias a los valores evangélicos”. El comunicado expresa, sin titubeos: “No podemos ni debemos permanecer indiferentes ante estas manifestaciones de odio. Podemos tener diferencias de opinión o posicionamientos, pero nunca debemos dejar de abrazar y acompañar, desde los principios evangélicos, a las personas que integran estos colectivos, especialmente, a quienes son más vulnerables y marginados. Con estas palabras, la Arquidiócesis de Mendoza manifiesta su adhesión a la marcha antifascista y antirracista del 1° de febrero, e invita a la comunidad a sumarse al esfuerzo de construir “una sociedad donde nadie sea excluido y donde prevalezcan el amor, el respeto y la solidaridad”. Cabe mencionar que Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, permite la posibilidad de cambio con el nombre autopercibido para personas trans en las actas de bautismo oficiales y afirmó, recientemente, su preocupación ante «la desmesura de algunas afirmaciones que están apareciendo en discursos locales», alertando sobre el riesgo de retrocesos en derechos conquistados por consenso social.

A la contundencia de este comunicado, se sumó la Pastoral Social de la diócesis de Merlo-Moreno, afirmando que “rechaza enfáticamente las declaraciones discriminatorias y violentas del presidente Javier Milei en Davos”, dado que “estas expresiones que legitiman el odio, la persecución y estigmatización hacia las mujeres y personas del colectivo LGBTIQ+ vulneran los derechos humanos elementales y desconocen los marcos legales internacionales con rango constitucional en Argentina”. Continúa el comunicado: «En repudio a sus dichos; adherimos, convocamos y acompañamos la marcha que se realizará el día 1° de febrero de 2025». La libertad, se afirma, es con dignidad y justicia social, con y para todos. 

Otro gesto institucional provino del arzobispado de Buenos Aires, liderado por el arzobispo Jorge García Cuerva, quien expresó su malestar por la colocación de vallas en torno a la Catedral Metropolitana en la jornada de la movilización, ya que, desde agosto de 2023, se había decidido quitar las mismas sin que se hayan recibido ataques o agresiones por parte de manifestantes de ese tiempo a esta parte. Sin embargo, y tal como lo expresa el comunicado, el 1° de febrero, la catedral apareció vallada aún cuando, la tarde anterior, se expresó la negativa ante la consulta. El comunicado sostiene: “El Arzobispado de Buenos Aires quiere expresar que la imagen que hoy brinda la iglesia mayor no fue por decisión eclesiástica y a todos vuelve a reiterar su convicción de que nada se construye con el odio y la división ni dando expresiones subrepticias de ello por medio de signos externos (…) reiteramos el compromiso de la Iglesia católica en esta Ciudad de Buenos Aires de acompañar a todos sin hacer distinción alguna y de abrir siempre sus puertas para los que quieran seguir a Jesús”.  

¿Podría considerarse hoy a la Iglesia católica y el papa Francisco como nuestras alianzas en este momento? Le pregunté a Eduardo Mattio, docente universitario, con el que compartimos sorprendidos estas noticias. “Así parece”, me respondió. Ciertamente, desde hace un tiempo, el papa Francisco se ha pronunciado como líder de Estado, por ejemplo, en contra de la criminalización de la homosexualidad y ha promovido, en el seno de la Iglesia, la presencia de comunidades creyentes LGBTIQ+. Si bien no podemos negar la historia de oposición y los discursos eclesiásticos que durante siglos nos invisibilizaron, violentaron y marginaron. Pero, en este contexto, ¿no es acaso un bálsamo que, en medio de tanto discurso de odio, una institución como la Iglesia valide y legitime nuestras identidades con estos pronunciamientos? En medio de la violencia estatal, ¿no resulta relevante que Francisco y parte de la Iglesia apoyen, desde su lugar, nuestras luchas y derechos conseguidos? ¿No radica aquí el sentido profundo de la fe y de la práctica de Jesús en la que el amor al prójimo se expresa en gestos concretos de respeto, reconocimiento y valoración de la dignidad de toda persona? Al menos, esta es la Iglesia a la que adhiero y la que deseo. Y, sin lugar a dudas, esta perspectiva tiene que ver con la presencia y la militancia de muchas personas creyentes LGBTIQ+ que, desde dentro de las comunidades cristianas, resignifican las prácticas, los rituales y la doctrina.

 ¡Se acaba!  

Es 1° de febrero. Son las 18 horas. Y en la plaza Próspero Molina se inicia la marcha antifascista y antirracista convocada por el colectivo LGBTIQ+ que se unió, en esta localidad, a la marcha por el agua. Allí, están presentes locales, turistas y muches de les artistas nombrades a lo largo de este artículo. Cuando arrancó la movilización, sonaron las campanas de la parroquia en un claro gesto y señal de apoyo y acompañamiento a lo que estaba por acontecer.

Parece que esta “batalla” recién comienza, porque “resucitaron” en redes sociales y otros espacios esos discursos que vuelven a estigmatizar, patologizar y marginar nuestras identidades, pero, esta vez, legitimados por las palabras y las políticas de quienes nos gobiernan. Lo que nos queda es hacer lo que bien sabemos hacer como colectivo: organizarnos, visibilizarnos, resistir, luchar y crear belleza. Hacer memoria de quienes nos precedieron, hicieron historia y pusieron el cuerpo; habitar todos los espacios (sobre todo, ¡los que creímos que no eran para nosotres, como el folclore y la religión!) y resignificarlos para construir otras narrativas acerca de nosotres. Subamos a los escenarios y altares para contar lo hermoso que es ser quienes somos porque lo que está en juego es la comprensión de eso que llamamos “lo humano” y el reconocimiento, por parte de todas/es/os, de que nuestras vidas son deseables, son vivibles, ¡VALEN! Quizá, hasta que algunes entiendan esta cuestión tan simple, pero, a la vez, profunda, debamos seguir lo que decía la querida Lohana Berkins: «Que digan y piensen lo que quieran de nosotras… pero que no nos nieguen (ni nos quiten, agrego) los derechos que nos corresponden». 

*Por Lucas Leal para La tinta / Imagen de portada: La Voz.

Suscribite-a-La-tinta

Palabras claves: Cosquín, Disidencias, Folklore, LGBTTIQ+

Compartir: