También esto pasará, el desgarro de la ausencia

También esto pasará, el desgarro de la ausencia
29 agosto, 2018 por Gilda

Por Manuel Allasino para La tinta

También esto pasará es una novela de la escritora española Milena Busquets, publicada en el 2015. El relato arranca y termina en el cementerio, el dolor por la pérdida de un ser querido flota todo el tiempo.

La historia comienza cuando Blanca, una mujer de unos cuarenta años, se encuentra enterrando a su madre, la que sin duda fue toda una mujer y una buena representante de la burguesía catalana.

Luego, Blanca se trasladará a la casa que su madre poseía (y ahora es suya) en Cadaqués, un pueblo de la Costa Brava, junto a todo un grupo muy particular de personajes: sus dos hijos, sus dos ex maridos, su actual amante y dos de sus actuales mejores amigas.

También esto pasará es comparada con Buenos días, tristeza, de Françoise Sagan, porque retrata a la perfección ese ambiente burgués, de nivel cultural alto (de escritores como Ana María Moix, Terenci Moix o Gil de Biedma, y de diseñadores y arquitectos como Óscar Tusquets o Ricardo Bofill), con ideas avanzadas de izquierda y fuertes preocupaciones sociales, y que supieron vivir sus vidas con pasión, humor, elegancia y libertad durante los años sesenta y setenta en Barcelona, formando todo un movimiento al que el periodista Joan de Sagarra llamó: “Gauche Divine”.

Por alguna extraña razón, nunca pensé que llegaría a los cuarenta años. A los veinte, me imaginaba con treinta, viviendo con el amor de mi vida y con unos cuantos hijos. Y con sesenta, haciendo tartas de manzana para mis nietos, yo, que no sé hacer ni un huevo frito, pero aprendería. Y con ochenta, como una vieja ruinosa, bebiendo whisky con mis amigas. Pero nunca me imaginé con cuarenta años, ni siquiera con cincuenta. Y sin embargo aquí estoy. En el funeral de mi madre y, encima, con cuarenta años. No sé muy bien cómo he llegado hasta aquí, ni hasta este pueblo que, de repente, me están dando unas ganas de vomitar terribles. Y creo que nunca en mi vida he ido tan mal vestida. Al llegar a casa, quemaré toda la ropa que llevo hoy, está empapada de cansancio y de tristeza, es irrecuperable. Han venido casi todos mis amigos y algunos de los de ella, y algunos que no fueron nunca amigos de nadie. Hay mucha gente y falta gente. Al final, la enfermedad, que la expulsó salvajemente de su trono y destrozó sin piedad su reino, hizo que nos puteara bastante a todos, y claro, eso se paga a la hora del funeral. Por un lado, tú, la muerta, les puteaste bastante, y por otro lado yo, la hija, no les caigo demasiado bien. Es culpa tuya mamá, claro. Fuiste depositando, poco a poco y sin darte cuenta, toda la responsabilidad de tu menguante felicidad sobre mis hombros. Y me pesaba, me pesaba incluso cuando estaba lejos, incluso cuando empecé a entender y aceptar lo que pasaba, incluso cuando me aparté un poco de ti al ver que, si no lo hacía, no sólo morirías tú bajo tus escombros. Pero creo que me querías, ni mucho, ni poco, me querías y punto.  Siempre he pensado que los que dicen <>, en realidad te quieren poco, o tal vez añaden el <>, que en este caso significa <>, por timidez o por miedo a la contundencia de <>. El <> hace que el <> se convierta en algo apto para todos los públicos, cuando, en realidad, casi nunca lo es. <>, las palabras mágicas que te pueden convertir en un perro, en un dios, en un chiflado, en una sombra. Además, muchos ya no se llaman así o que ya no existen. No creían ni en Dios ni en una vida después de la muerte”. 

Los personajes principales son dos, uno presente, Blanca, y otro ausente, la madre de Blanca. El resto funciona como una amalgama de voces, elegidas en su mayoría por Blanca para poder realizar con éxito su recorrido existencial.

Cuando Blanca era niña, para poder superar la muerte del padre, su madre le contó un cuento chino donde un poderoso emperador había convocado a todos los sabios y les pidió una frase que sirviese para todas las situaciones posibles. Tras un tiempo de deliberaciones, los sabios presentaron ante el emperador una propuesta: “también esto pasará”.

La entrada de mi casa está llena de cajas. Con la ayuda de la chica, las hemos arrinconado en el lado izquierdo, seis filas que casi llegan al techo, junto a las cajas de mi última mudanza, hace dos años, que todavía no he abierto. Cuando vinimos a vivir aquí, fuimos abriendo cajas y cuando ya no cupo ni un alfiler, ni un libro, ni un juguete más, paramos. Están abajo, para cuando tengamos un piso más grande. Ya no recuerdo lo que contienen, libros, supongo. Cuando he buscado alguna cosa, nunca ha aparecido, seguro que cuando algún día las abra, dentro de dos o veinte años, aparecerán muchos tesoros. Las tuyas están llenas de libros, de vajillas, de juegos de té y de mantelerías. Me ha costado mucho desprenderme de tus cosas, sobre todo de las que sabía que amabas. Algunos días, pensaba que lo iba a tirar todo y, al cabo de cinco minutos, me arrepentía y decidía guardar hasta el último cachivache. Tres horas después volvía a pensar que lo iba a regalar todo. Supongo que estaba empezando a decidir a qué distancia exactamente quería vivir de ti. Es un difícil equilibrio, resulta más fácil guardar las distancias con los vivos. Al lado del muro de cajas hay un colgador largo, que solemos utilizar para que los invitados dejen sus cosas en las fiestas, con tu chaqueta de lana azul grisácea con rayas de color teja. Ha sido la única prenda de ropa tuya que me he quedado. No me la quedé porque fuese una pieza buena, sino porque te vi miles de veces con ella y porque la compramos juntas en tu tienda favorita. No he tenido el valor de llevarla a la tintorería. Supongo que huele a ti, tampoco me he atrevido a comprobarlo, me da un poco de miedo, es como un espectro polvoriento y lleno de pelos de perro, que me saluda al llegar a la casa. Me siguen dando miedo los muertos.  Cuando te vi muerta, no sentí miedo, me hubiese podido quedar allí sentada a tu lado durante siglos, me pareció simplemente que ya no estabas, que la luz matinal de verano que entraba por la ventana ya no encontraba ningún obstáculo para derramarse por la habitación y por el mundo, sólo quedaban nuestros despojos, tu mueca de dolor, el silencio, el cansancio y una soledad nueva, sin fondo –como suelos que, uno tras otro, se van abriendo bajo mis pies en cuanto los rozo-, dándome la bienvenida. Si tu alma, o algo así, sobrevivió, se fue pintando de aquella habitación tan deprimente, no te lo reprocho, seguro que la mía hubiese hecho lo mismo”. 

También esto pasará logra, a través de la historia de Blanca y de la enfermedad y muerte de su madre, conmover, pero sin dar concesión a lo convencional. Milena Busquets transforma en literatura vivencias personales y logra profundizar en temas universales como el dolor, el amor, el miedo y la tristeza.

Sobre la autora

Milena Busquets Tusquets nació en Barcelona en 1972. Estudió en el Liceo Francés y se licenció en arqueología en el University College de Londres. Trabajó durante muchos años en el mundo editorial.

*Por Manuel Allasino para La tinta.

Palabras claves: literatura, Milena Busquets, Novelas para leer, También esto pasará

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